Un proceso literario en México
El Fondo de Cultura Económica publicó en agosto de 1964 Los hijos de Sánchez, estudio del antropólogo norteamericano Oscar Lewis; y en el curso del mismo año, la segunda edición. El 9 de febrero de 1965, en una sesión académica de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, el Secretario, Luis Cataño Morlet, atacó la obra. Dos días después la sociedad radicó ante el Procurador General de la República una denuncia contra el autor y la casa editora, alegando que el extranjero Oscar Lewis había escrito “un libro denigrante” para México, “que el lenguaje soez y obsceno usado, la descripción de escenas impúdicas con las opiniones difamatorias y denigrantes contra el pueblo y el gobierno de México colocan este libro dentro de los actos delictuosos definidos y sancionados en la vigente Ley de Imprenta y el Código Penal”. Hay que aclarar que varios miembros de la Sociedad protestaron públicamente de la actuación de su Junta de Gobierno.
La denuncia, como era de esperar, produjo revuelo en los círculos intelectuales y políticos. Durante varias semanas fue asunto de primera plana. Porque lo que estaba en juego no era la censura a determinada obra sino el derecho a la libertad de expresión, el intento de suprimir la verdad, apoyándose en un falso concepto del patriotismo y en el aún más falso concepto de la moral. En el término de cuarenta y seis días aparecieron unos 600 artículos, editoriales y caricaturas sobre el asunto, además de los comentarios por la radio y la televisión. Se celebraron acalorados debates públicos en varias instituciones. Se calificó de Savonarola, Torquemada y Tartufo a Cataño Moret. Su “actitud quisquillosamente patriotera y mojigata” —dijo con gran tino el periódico Mañana— “resulta más denigrante para esa organización antigua y prestigiosa que el libro Los hijos de Sánchez lo es para México”. Cataño Moret llegó a afirmar, para sostener su insostenible posición, que Oscar Lewis no había escrito “su inmundo libro para que lo leyeran los mexicanos sino para que lo leyera el gobierno norteamericano con el objeto de que afinara su política internacional con respecto a los países subdesarrollados”.
El libro de Oscar Lewis que ocasionó este escándalo, al igual que el que lo hizo famoso, Five Families —versión española: Antropología de la pobreza, Fondo de Cultura Económica— presenta un sector del mundo de los despojados en México. Es un estudio de uno de los llamados “cinturones de miseria” que ha creado la civilización industrial en las grandes ciudades, de la concentración de seres que viven casi sin nada al margen de la sociedad opulenta, concentración para la que Lewis ha acuñado el término “cultura de la pobreza” o “antropología de la pobreza”, ya que presenta un sistema de vida con modalidades propias, es una subcultura que afecta la cultura nacional.
Los hijos de Sánchez comienza con un prólogo donde el padre cuenta su vida. Siguen tres partes en que los cuatro hijos relatan las suyas y termina con los comentarios del padre sobre su familia y el mundo en que viven. La obra se basa en un método nuevo, muy discutido: en la grabación de las preguntas que hace el investigador a los sujetos que estudia. Lewis selecciona del material grabado lo que estima de mayor importancia para revelar lo esencial del sentir y el pensar de sus sujetos. La impresión sobre el lector del habla popular, sin cambios ni adornos, tal y como lo hacen los entrevistados en la vida cotidiana, es tremenda. Los sujetos salen del anonimato a que los condenan siempre los estudios de este tipo y adquieren, por este modo dramático de presentarlos, la calidad de personajes novelescos. Por eso se ha dicho que el autor ha creado un nuevo género literario, mezcla de investigación antropológica y novela.
El fallo del Procurador General, licenciado Antonio Rocha, del 6 de abril de 1965, declara que no hay delito que perseguir. Es un documento de valor excepcional para los que se preocupen por la libertad de expresión. Con fina ironía analiza y destruye las tres acusaciones que abarcaba la denuncia: disolución social, ultraje a la moral y las buenas costumbres y difamación a la nación. Es de interés señalar que del fallo aparece que algunos de los denunciantes no habían leído todo el libro o conocían su contenido por la conferencia de Cataño Morlet.
El proceso de Los hijos de Sánchez es uno más en la historia de la lucha contra la estupidez, el chauvinismo y el falso pudor. Recordamos los que promovieron la publicación de Madame Bovary, Las flores del mal, Ulises y El amante de Lady Chatterley. En nuestros días el escritor que más ha hecho trabajar a los tribunales es Henry Miller. En 1962 tenía unos sesenta procesos pendientes en Estados Unidos por Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio.
IC, Tomo V, pp. 172-174
10 de julio de 1966