Una excusa para comer
A Juan y Anabel, quienes a través de la comida
me enseñaron a disfrutar el Super Bowl.
“A school without football is in danger of deteriorating into a medieval study hall”
-Vince Lombardi
El fútbol americano no me gusta, nunca me ha gustado, no lo entiendo ni me parece bonito. Todo lo contrario, me parece violento, antiestético y además, cuando me han explicado las reglas, me parece bastante complicado. Quienes me conocen saben cómo me apasiona el deporte, y me disfruto entendiéndolos y aprendiendo, pero me tienen que gustar y este no me gusta, y para colmo, muchas cosas no me hacen sentido. Empezando por el nombre, ¿por qué, siempre me preguntaba, si es “foot-ball” solo se patea la bola en momentos puntuales del juego, mientras la mayoría de las jugadas se hacen corriendo o lanzando la bola con la mano? ¿Por qué se llama igual que el fútbol que sí es utilizando los pies, el que se juega en todo el mundo? ¿Por qué están los estadounidenses obsesionados con este deporte? ¿Por qué es “cool” el fútbol americano, y el béisbol que amo es considerado un deporte de viejos, aburrido, lento y largo (cuando, de hecho, la duración de un juego de béisbol y fútbol americano es similar)? ¿Por qué ahora que vivo en Estados Unidos siento que todo el año y todos los días hablan de fútbol americano, desde el martes luego del Monday Night Football hasta el sábado con los análisis previo a los juegos del fin de semana, y luego sábado, domingo y lunes con los juegos? Y desde el lunes posterior al Super Bowl con los análisis, y luego la “temporada muerta” se siente brevísima y cada año la pretemporada empieza antes? ¿Por qué el Super Bowl es el programa más visto en la televisión estadounidense y cómo es que se ha convertido en un evento de cultura popular que va más allá del deporte?
Con la resaca aún de la comelata que me di el día del Super Bowl -el cual no me pierdo desde que me mudé a Estados Unidos hace 14 años- decidí escribir este artículo con la idea de contestar algunas de estas preguntas que me hago frecuentemente, sobre todo al comparar este excepcional fenómeno estadounidense sumado a la poca popularidad que a su vez tiene el fútbol, el de verdad, el que se usan exclusivamente los pies.
Historia del fútbol americano
A diferencia de los otros deportes dominantes en Estados Unidos que fueron creación estadounidense, el béisbol y el baloncesto, el fútbol americano es una “versión criolla” y un híbrido de la combinación de dos deportes ingleses, el fútbol (football) y el rugby. Como los otros deportes de masa en Estados Unidos, su desarrollo se remonta al siglo 19 y se da en las universidades, principalmente las llamadas Ivy League. Por ejemplo, el primer juego intercolegial celebrado en 1869 entre las universidades de Princeton y Rutgers, solo se podía patear la bola, y no se podía correr ni lanzar. Durante las décadas del siglo 19 se fue transformando; del “football” adoptó el nombre y lo de patear, del rugby lo de correr, siendo el rugby un “running sport” y que la puntuación tenga un nombre particular, al principio “try” y luego “touchdown”. Las reglas que tuvo a sus comienzos también eran una combinación de ambos deportes, pero con los años fue añadiendo reglas propias, como lo de los “downs” (cuatro oportunidades para avanzar diez yardas antes de perder posesión), el modo en que el mariscal de campo (“quarterback”) coje la bola, mientras se la lanzan desde al frente un jugador de espaldas a él, entre muchas otras.
Antes de que se profesionalizara el deporte, y cuando aún era exclusivamente un deporte colegial, su violencia resaltaba y no solo tuvo oposición en las universidades en las cuales se practicaba, sino incluso a nivel gubernamental, llegando hasta declaraciones del presidente Theodore Roosevelt quien, a pesar de ser un aficionado al deporte, se pronunció sobre la violencia del mismo. En el 1905 hubo 19 muertes relacionadas con el deporte, en el cual quitar la bola al contrario de cualquier manera o tratar de interferir un pase es parte esencial del juego. De hecho, muchas de las reglas del deporte son un intento de disminuir la violencia del mismo. Es interesante señalar cómo este tema de la violencia intrínseca del fútbol americano está aún presente en muchas de las discusiones, desde la cúpula de la NFL (National Football League) hasta los detractores, por el alto número de contusiones cerebrales.
Durante el siglo XX este deporte creció masivamente en Estados Unidos, de ser un deporte exclusivamente colegial y por ende, aficionado, pasó luego a ser un deporte profesional con la creación de varias ligas que luego terminaron en las dos principales asociaciones que forman la NFL. También pasó de ser un deporte del noreste y el medio oeste de Estados Unidos, a expandirse por todo el país, llegando al sur y a la costa oeste. Además es un deporte que se practica masivamente en las escuelas. También poco a poco ha ido pasándole en popularidad a los otros deportes, siendo hace unas tres décadas el deporte rey en Estados Unidos sin discusión, muy lejos del béisbol y el baloncesto. Y en los años recientes su evento principal, el Super Bowl, lo que se traduce en una final única para elegir el campeón, ha pasado a ser no solo el mayor evento deportivo del año dentro de Estados Unidos, sino el mayor evento de cultural popular y televisiva, con las mayores audiencias, los costes más altos de anuncios y su show del intermedio, un ícono de la cultura popular y musical. Lo que no ha logrado es salir de las fronteras estadounidenses, parece que mientras más se expande al interior y se convierte en hegemónica su popularidad, más se excluye en el exterior. En un artículo del 1975, ya un antropólogo se preguntaba por la popularidad de este deporte y analizaba sus “rituales”, y comentaba que, “el football es una de las pocas cosas que compartimos con nadie fuera de nuestras fronteras, pero que compartimos con casi todos dentro de ellas”[1]. A pesar de que la NFL celebró que el Super Bowl este año se transmitiría en vivo en unos 170 países, de la creación de una federación internacional, la IFAF (International Federation of American Football) con Mundial y todo cada cuatro años, sigue siendo uno de los productos estadounidenses que no se exportan. Su popularidad en el extranjero se limita a lugares donde hay bases militares estadounidenses y poco más. El “Mundial” de este año debía ser en Suecia y se canceló por falta de apoyo. Honestamente ni sabía que Puerto Rico era una de las 45 federaciones que forman la IFAF, ni sabría quién es el equipo nacional. Viendo la prensa extranjera, la mayor parte de la cobertura del deporte se enfoca en los escándalos extradeportivos, que este año de hecho han abundado, y en el Super Bowl, sobre todo en los anuncios y en el show del medio tiempo.
Popularidad
Por 30 años consecutivos el fútbol americano es el deporte más popular en Estados Unidos, según una encuesta anual. Más interesante aun es cómo ha ido en aumento. Por ejemplo, en 1985, la primera vez que se realizó la encuesta, la NFL solo tenía un punto sobre la MLB (Major League Baseball, el órgano que rige el béisbol profesional en Estados Unidos), 24% a 23%. En estas tres décadas, la popularidad del béisbol ha ido en descenso y la del fútbol americano en aumento veloz. La última encuesta del 2014 tuvo un 35% para la NFL, seguido de un 14% del MLB, 11% del fútbol colegial, siete por ciento automovilismo, seis por ciento la NBA, cinco por ciento la NHL (hockey sobre hielo), y tres por ciento el baloncesto colegial. Muchos han tratado de explicar este fenómeno, sobre todo la caída de lo que una vez se conocía como el pasatiempo nacional (national pastime), el béisbol, y a su vez el auge y masificación del fútbol americano. Uno de los argumentos principales es que su popularidad se debe a lo balanceada que es la liga, en la cual equipos pequeños tienen oportunidad de aspirar al título y no son siempre los mismos competidores. El otro aspecto es su relación simbiótica con la televisión, el deporte es popular gracias a la visibilidad que tiene y a su vez, la televisión y los medios no paran de hablar de fútbol americano por la audiencia que trae y los comerciantes que atrae. A diferencia del béisbol, este deporte se masificó justo en la era de la televisión y su crecimiento ha sido paralelo. Su presencia es omnipresente, de sábado a lunes reservados para este deporte, con un sinnúmero de programas que se dedican exclusivamente a hablar del mismo. La brevedad de su temporada regular hace que sea intensa y para muchos más excitante que los seis meses de las de béisbol y baloncesto. Aun así, como muchos otros aspectos de la cultura popular, hay muchas incógnitas a la hora de explicar este fenómeno.
Es interesante que a pesar de que la popularidad de este deporte abarca prácticamente todos los sectores de Estados Unidos, en términos demográficos, raciales, de edad, educación, hay unas pequeñas variaciones que son interesantes señalar. Por ejemplo, su mayor popularidad es en la zona rural del este de Estados Unidos. Los que tienen un ingreso anual de más de $100,000 tienden a ser fanáticos del béisbol, lo cual confirma el giro generacional (“deporte de viejos”), de clase y racial (los afroamericanos prácticamente no siguen el béisbol) que ha tomado. Curiosamente, con el fútbol que en Estados Unidos llaman soccer, convergen dos grupos totalmente diferentes. Es el deporte número uno de los hispanos, pero también lo siguen bastante, y cada vez más, blancos educados, sobre todo los que viajan frecuentemente. De todas estas estadísticas, para mi la que más resalta, junto con el hecho de lo masiva que es la popularidad de este deporte, es que en un país donde pocas veces los blancos y negros se asimilan en cualquier aspecto, su pasión por el fútbol americano es casi igual, 37% y 35%, respectivamente.
Aspectos negativos
Con todos estos números tan apabullantes, resulta casi increíble pensar que sea un deporte cuyas estrellas no salen de líos legales, con una imagen maltrecha de muchos de sus jugadores envueltos en problemas de abuso de sus compañeras, de violaciones, problemas criminales, de apuestas, entre otros. En este año solamente, hubo el caso de Ray Rice, un jugador que golpeó a su novia hasta el punto de dejarla inconsciente, y la NFL vino a tomar acción una vez salió un video del incidente. También estuvo el caso de Adrian Peterson, quien golpeó a su hijo de tal forma que lo dejó marcado físicamente. La NFL ha ido endureciendo sus castigos, pues estos casos se suman al de Michael Vick, quien en años anteriores tuvo problemas con la ley por su vínculo a las apuestas ilegales de peleas de perros, lo cual también le afectó su carrera en la NFL. Además han habido múltiples acusaciones de agresiones sexuales, la más reciente la de Ben Roethlisberger, mariscal de campo muy reconocido (y ni hablar de James Winston, jugador colegial y ganador del Heissman Trophy-el cual se otorga al mejor jugador del fútbol colegial- en el 2013, quien también tuvo acusaciones similares). A pesar de los esfuerzos de la NFL por mejorar la imagen de su liga y sus jugadores, para muchos la NFL está repleta de jugadores que no son un buen ejemplo[2].
Además, está el problema latente de la rudeza y las lesiones graves, y cómo hacerlo un deporte seguro para que lo practiquen niños y adolescentes, y que incluso los jugadores profesionales no sufran secuelas físicas luego de su retiro. A pesar de los esfuerzos de la NFL, son muchos los jugadores que sufren daños cerebrales debido a los golpes recibidos.
Cada año hay libros y artículos dedicados a los aspectos negativos de este deporte, incluso algunos llevándolo al plano político y describiendo cómo su violencia física es una muestra del militarismo estadounidense, entre otros.
Super Bowl
Y, además de todo lo dicho anteriormente, está el Super Bowl, la madre de todos los eventos deportivos. Con una audiencia de sobre 110 millones de personas, con boletos de $9,000, con un costo por anuncio de 30 segundos de 4.5 millones de dólares, el Super Bowl es obviamente más que la final del fútbol americano, es un show, un evento mediático, un ícono de la cultura popular estadounidense, un evento social. Para los fanáticos de este deporte, es sin duda un momento importante, igual que lo es para mi la final del béisbol, de la NBA o de la Copa de Campeones de la UEFA. Pero sin duda, para millones de personas que no siguen el deporte es también un evento que no se puede perder. TODO el mundo ve el Super Bowl, bueno, se juntan para “verlo”, sobre todo los comerciales y el espectáculo del medio tiempo, y muy importante, comer y beber. Los números de las cantidades de alcohol, pizza, guacamole y papitas que se venden en ese día son increíbles.
Por ejemplo, el domingo 1 de febrero, el último Super Bowl, fui al supermercado y estaba más lleno que la semana anterior cuando habían anunciando una súper tormenta de nieve en Nueva York. Como comentaba al inicio, aunque antes creo que solo había visto una parte de uno, desde que vivo en Estados Unidos no me pierdo uno, y soy de los que lo ven por los aspectos extra deportivos, principalmente el social, entiéndase jangueo, y la comida y bebida. Por suerte, hace unos años conozco unos amigos que preparan un menú temático en honor a las dos ciudades participantes, desde los aperitivos, el plato principal, postre y bebidas, lo cual le da un valor añadido, claro está. Aunque he ido aprendiendo lo que es un “first down”, “sack” y quién es el “running back”, todavía me pierdo mucho, porque tiene muchas variantes técnicas y tácticas que no domino. De hecho, los amigos a quienes les gusta el deporte casi siempre aluden a esta complejidad táctica como su aspecto favorito.
Se podría argumentar que al final todo es cuestión de gustos y preferencias. De mi parte pienso que lo del fútbol americano es un fenómeno muy peculiar dentro de la cultura popular y deportiva estadounidense, y que la obsesión que provoca en la población y en los medios es algo que todavía me parece incomprensible. Debe ser que me queda mucho por entender dentro de lo que lo considero otra de las excepciones estadounidenses… Mientras, mi apetito se mantiene al día y espero con ansias la próxima comelata en casa de Juan y Anabel, el próximo Super Bowl Sunday.
Referencias
[1] William Arens. “Professional Football: An American Symbol and Ritual” in Natural History, October 1975. [2] En la pretemporada del 2014, y curiosamente justo la semana de los escándalos de Rice y Peterson, salió publicado el libro Against Football, del escritor estadounidense Steve Almond. El escritor, quien se autoproclama seguidor del deporte, argumenta que moralmente no lo puede seguir, por los daños físicos que causa, el mal ejemplo que son sus jugadores y las cualidades híper masculinas, violentas, homofóbicas y racistas que promueve.