Vuelve el riesgo nuclear en Puerto Rico
El estudio incluirá aplicaciones potenciales de reactores modulares pequeños o microrreactores, el trasfondo regulatorio y legal, y cómo financiar tal proyecto. Luego explorará las características del sitio y la administración y logística del proyecto nuclear, que indica nos beneficiaría, incluyendo a nuestras instalaciones militares.
Dicen que su opción es energía alternativa y su compañía ha realizado estudios de viabilidad similares en catorce países. Pero es una tecnología no desarrollada aún en ninguna parte del mundo, que ahora pretenden traer a Puerto Rico. Se olvidan de que la energía nuclear, aunque se le llame alternativa, no es renovable. El uranio para reactores nucleares existe en depósitos en nuestro planeta que no son infinitos. Y el plutonio se produce por bombardeo de neutrones sobre uranio, por lo que tampoco es un recurso renovable.
Además, indican que los molinos de viento y los paneles solares no funcionan bien en los huracanes y las plantas nucleares sí. Pero el desastre nuclear en Japón en el 2011 no lo ocasionó el terremoto, sino el mar de agua que llegó por el subsiguiente tsunami, como igual traen huracanes cada vez más fuertes en el Caribe por el creciente calentamiento global. Además, numerosos estudios concluyen que un terremoto en la Trinchera de Puerto Rico podría ocasionar un tsunami de altas proporciones.
Añaden que para una isla con un sector turístico vital, no es viable cubrirla con energía de viento y solar. Pero quienes propulsamos la energía renovable no queremos que se instalen en grandes fincas que afecten el turismo o la agricultura. Por el contrario, creemos que vivimos en un lugar idóneo para la instalación masiva de paneles solares en los techos de las casas, edificios y estacionamientos.
La industria nuclear, que en los años 50 del siglo pasado proclamaba que iba a solucionar todos los problemas de abasto de energía en el planeta, ha visto sus ganancias reducirse dramáticamente una vez se comprobó que construir plantas nucleares convencionales conllevaba un gasto enorme, riesgos de accidentes y desperdicios nucleares que requieren almacenarse por miles de años en sitios seguros, ya que es material radiactivo perjudicial a la salud humana.
Un asunto como éste, que pudiera comprometer a la isla con una tecnología no probada con posibles consecuencias ambientales por miles de años, es uno que requiere gran ponderación. Ya en el pasado se propuso un reactor nuclear para la zona norte del país, que tuvo que abandonarse al indicarse que esa es una zona con alto peligro de terremotos.
Se indica que microrreactores nucleares reducirían considerablemente los problemas de generación de desperdicios nucleares y posibles accidentes, así como el costo de construcción y manejo de cada reactor nuclear, haciéndolos más viables. Pero para generar la misma cantidad de energía que genera una sola planta nuclear convencional se necesitaría instalar muchos microrreactores, aumentando así el riesgo de accidentes, los desperdicios nucleares y los costos. Debemos solo depender del reactor nuclear que está a 93 millones de millas de nosotros, el Sol.
Con la energía solar, junto con el uso de otras fuentes renovables de energía como el viento, podríamos lograr acabar totalmente con nuestra dependencia de combustibles fósiles para mediados de este siglo, si no antes, como lo proponen Casa Pueblo y Queremos Sol.
Unámonos para impulsar una visión de un Puerto Rico futuro justo y sustentable, basado en el uso de energía renovable en sistemas descentralizados con microrredes, particularmente solares. Nuestra supervivencia está en juego. No permitamos la locura nuclear en Puerto Rico.
*Esta columna fue publicada originalmente en la versión digital de El Nuevo Día.