¿Y ahora qué?
El reclamo de pueblo tejido de banderas puertorriqueñas, adheridas a los cuerpos de toda hechura, parecía perder su potencia aglutinante. No alcanzábamos a calibrar los eventos recientes cuando amanecíamos a una gran encrucijada. Aceptar que el Verano Boricua cumplió su cometido. Vindicado ya el país de la afrenta sufrida en el chat infame que se hizo público.O, continuar en la calle para tratar de remover el resto del aparato de gobierno podrido en la corrupción.
Los actos de protesta que por diez días asombraron al mundo y a sus protagonistas, se transformaron en una pregunta que ya iba tomando un tono inquietante: ¿y ahora, QUÉ?
Era que Ricardo Roselló Nevárez había renunciado. Con el aval cómplice del renunciante, quedaba instalado Pedro Pierluisi Urrutia como el nuevo gobernador de Puerto Rico, torciendo el brazo de nuestra Constitución.
El asunto se elevó al Supremo. Convenientemente el centro, la derecha y ¿por qué no? también la izquierda, demandarondeclarar contra derecho e inconstitucional la usurpación del poder de aquel nuevo gobernante. Toma de poder para nada congruente con su cautivadora personalidad afable y de aplomo convincente. Algunos de los que, aglutinados por la furia tomaron el expreso 22 y resistieron la presencia de bandera alguna que no fuese la puertorra -la turquesa por supuesto, la azul oscuro también, y sin faltar la negra de luto- parecían ahora hacerse una sola voz con la masa de la partidocracia cínica.
La intención era regresar a la “normalidad”, diz que para devolver estabilidad al país. Como si fuera cierto que hasta julio de 2019 hubiese prevalecido un estado de cosas normal. ¿Qué tenia de normal y estable un país harto y agobiado por los desmanes de los partidos de turno por los últimos 40 años? Sería, en todo caso, retornar a la norma de la impunidad obscena.
Los letrados, unánimes, arrancaron a Pierluisi de Fortaleza quien durante su breve “gobierno” de cinco días pasó de salvador a golpista.Constitucionalmente legitimada la gobernadora Wanda Vázquez Garced juramentó a la gobernación. La otrora Secretaria de Justicia que, luego de haber reculado -primero que sí y luego que no- proclamaba cumplir su gesta patriótica. Simultáneamente, la prensa independiente no cesaba de poner en evidencia que Wandita y Ricky eran dos caras de la misma moneda. ¿Y ella? Ella dormiría tranquila y agradecida de que abandonamos las calles para volver al silencio.
Repletas de impotencia y frustración las pantallas electrónicasalimentaron la incertidumbre: ¿Y ahora qué?
Era que el cansancio de las jornadas amenazaba con apagar la llama de la auto convocatoria inédita que llegó a paralizar al país. Pero atrincherada en la Fortaleza, “business as usual”, una impecable gobernadora, vestidita de azul para la ocasión, mano sobre la biblia, juraba que escrutaría esa corrupción de la que alegaba nunca haber sido participe. Firmaría órdenes y decretos para garantizar el nuevo gobierno, en contubernio con los de siempre. Los que circunvalaron la crisis, atornillándose con más fuerza, ahora que se mudaban las grandes marchas en pocas y pequeñas protestas callejeras.
Era que la cotidianidad ahogaba las voces callejeras diluyendo también, ahora la diminutiva pregunta: ¿Y ahora qué?
Entonces el giro.
Aconteció que iba aglutinándose otra fuerza. Procedentes de las calles se iban acomodando en bancos, sillas de playa y hasta en el suelo. Ocupando las plazas de los pueblos por las cuatro esquinas del país con nueva fuerza convocatoria. Se comenzó a gestar, como resultado del Verano del 2019, la esperanza de lo inédito. Sin demasiado ruido se iban configurando lo que hoy conocemos como Las Asambleas de Pueblo. Con su modo de estructuración organizativa, a la usanza de la cosa parlamentaria, fueron instituyéndose diversos Comités que siempre habrían de responder al pleno de la Asamblea soberana. Se iban instalando los temas a trabajar: los asuntos más urgentes. Esto es, los problemas de vivienda, la corrupción, lo imperativo de rehacer la Constitución, los problemas ambientales, el plan de terrenos, la reconstrucción del país después de la devastación del huracán María, entre muchos otros que los gobiernos de cada turno o no atendieron o abordaron de manera irresponsable e insensible. Si hay algo que llama la atención es que allí, en las Asambleas de Pueblo, prevalece la horizontalidad que pudo observarse en los movimientos callejeros.
Cuando asistí por vez primera a la Asamblea de Pueblo de la placita Roosevelt, salí con una respuesta incipiente, pero en ciernes, incompleta, pero en proceso, a la pregunta ominosa: ¿Y ahora qué?
Tanto como iba girando el Verano Puertorriqueño sin precedentes hacia el otoño, período pico de los huracanes en el Atlántico del país caribeño, iba cambiando la adjetivación de dicha pregunta. De inquietante a diluida y de incierta a ominosa.
Lo que me trae a la memoria un ensayo de Sigmund Freud titulado Lo ominoso o Das unheimlich. Allí, nos deja saber el autor que unheimlich o lo ominoso “es todo lo que, estando destinado a permanecer en secreto, en lo oculto, ha salido a la luz”. A la vez que nos indica que la palabra Heimlich, sin el prefijo un (Heimlich), apunta a lo íntimo, lo familiar o lo agradable. Al colocarle el prefijo, para hacerla derivar de nuevo en unheimlich, muda su significación en lo extraño, lo clandestino, lo que se mantiene oculto.
Acaso lo ominoso, como significante en toda su riqueza, nos sostuvo en las calles. Luego de develarse lo infame que ocultaba la manada de los brothers de Ricky, secretamente conspirando para dejar a Puerto Rico sin puertorriqueños. Lo que se develó es que ya no pueden cogernos de pendejos. Salió a la luz lo que debió permanecer en secreto. Acaso lo siniestro, sinónimo de ominoso, nos sostiene aún. Porque aquello que era más íntimo en nosotros, lo más familiar a la vez que desconocido, también salió a la luz para descubrirnos capaces de aspirar a un país repleto de puertorriqueños, y todos los que quieran habitar aquí, liberados de la ignominia de gobernantes que no nos merecen.
Cada noche, aquellos que continuamos poniendo en acto la fuerza del Deseo, deseo de otro país, vamos a dormir entusiasmados con esa aspiración. Despertamos con los estribillos somos más, no tenemos miedo y no nos pararán. Así es como vamos haciendo caducar la pregunta, ¿Y ahora qué?, para inaugurar: EL QUÉ, ¿ES AHORA? ¡Apostemos a eso!