Y así habló el hombre-hicotea: relatos apócrifos para una genealogía de la sentisapiencia
N uestro libro consta de seis ensayados relatos.[1] Si los llamamos apócrifos no lo hacemos por éstos faltarles a la Verdad o pecar de ser falsos. Empleamos el término, entre otras cosas, adhiriéndonos a la tradición que inauguró Antonio Machado con su Juan de Mairena: Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo.[2] No obstante, las formas de contar de Eduardo Galeano impregnan claramente nuestras narraciones; su acuñación es indeleble; nuestra deuda frente a su obra inestimable.[3] Como la marea, los textos aquí presentados van y vienen, moviéndose entre las profundidades insondables de la inquisición ensayística filosófica y la aparente apacible superficialidad del relato o ficción literaria.
Si la filo-sofía, osando una definición etimológica tal vez aceptada en demasía, verdaderamente debe ser considerada como el amor a aquellas sabidurías que – como Eleguá[4] – abren senderos idóneos para caminar hacia un buen vivir y, si bien se toma en serio que las prácticas amorosas, que veneran lo amado, se expresan por medio del lenguaje poético mucho más adecuada y efectivamente que por la prosa, ¿cómo entonces negarle la mejor y más prístina forma de expresión de la que disponemos para palabrear nuestras pasiones? Es decir, ¿cómo negarle a la filosofía manifestar su amor por el saber – intentar conocer, aprehender – contando – el pasar de las cosas que (nos) pasan –, limitándola a sólo valerse de un discurso prosaico-racional, cuando puede ensancharlo y enriquecerlo, valiéndose de un sugestivo sentipensar poético?
En Abya Yala, o bien en Nuestra América, a pesar de que ya en tiempos coloniales se dieron desarrollos filosóficos académicos, el sentipensar fue durante siglos mayormente articulado por mujeres y hombres que no eran filósofxs de profesión en el sentido occidental. [5] Éstxs más bien eran amautas – hábil, maestrx o sabix entre lxs quechuas incas o lxs aymaras[6] –, tlamatinime – en la cultura azteca: sabix, quien sabe algo[7] –, o bien, más tarde, literatxs sentipensantes; similar a la situación en la Península Ibérica.
En la España de la segunda hasta mediados de la tercera década del siglo XX se desarrolló y dominó un discurso sentipensante, cuya legitimación discursiva aún se negaba a recurrir al aval de las llamadas ciencias puras para validar sus efectos de verdad. Éstos eran más bien producidos por medio de un discurso que se expresaba a través de lo literario-poético. Lxs miembrxs de la llamada Escuela de Madrid le sacaron provecho al diálogo entre la filosofía de José Ortega y Gasset y la obra de Miguel de Unamuno.[8]
Convencidxs de que la filosofía debía ponerse ‘a la altura de los tiempos’, elaboraron un pensamiento que buscaba armonizar la razón con la vida. [9] Ese estilo de filosofar autóctono español, de ductus asistemático, como indiqué, orientado más bien por el discurso literario que por el científico racionalista – dominante en la filosofía europea hegemónica –, más tarde, con la alemanización de los currículos académicos de la península, se convirtió, en esos medios, en tradición “problemática” y minoritaria en su propia tierra.[10]
Sin embargo, es de notar que, en España, así como en Nuestra América, ya existían largas tradiciones de pensadoras y pensadores, acuñadorxs de ideas filosóficas que se valían y continúan valiéndose de la literatura como medio discursivo. Esta tradición, existente en todo el ámbito cultural iberoamericano, aunque no excluye las contribuciones de la filosofía académica, su epicentro está conformado más bien por escritores, poetas y místicos.[11]
José Gaos, en su artículo “Significación filosófica del pensamiento hispanoamericano”, al referirse al diálogo no sólo posible, sino ya por muchos años existente entre las literaturas nuestroamericanas y el pensamiento filosófico, nos define como gente fuertemente inclinada hacia la oralidad. [12] A ese sujeto le llama “el gran Conversador” que, según él, habla y escribe, más que por motivaciones académico-sistémicas, por razones prácticas, morales, éticas, estéticas y pedagógicas.[13]
Por su lado, el filósofo Damiani Pachón Soto, refiriéndose a la crítica de María Zambrano al culto al sistema y su hegemonía en la filosofía moderna occidental que, a su parecer, había construido “castillos de razones y las murallas de pensamientos invulnerables”,[14] indica lo siguiente:
Para ampliar la filosofía se debía recordar que también la filosofía se dice y se ha dicho de muchas maneras: fragmentos, cartas, aforismos, tratados, diálogos, investigaciones, meditaciones, etc. El sistema se volvió dominante en la modernidad, pero las otras formas de hacer filosofía, no debían sepultarse.[15]
Para la propia Zambrano los lugares privilegiados en los que se muestra la auténtica cosmovivencia[16] del pueblo español son la novela y la poesía, más que cualquier tratado teórico o filosófico, en sentido estricto.[17] Según la interpretación de Mercedes Gómez Blesa de Pensamiento y poesía en la vida española (1939):
Zambrano insiste en que no ha sido una de las virtudes españolas, precisamente, la de hacer grandes construcciones conceptuales. La filosofía en España ha rehuido siempre la unidad y el absolutismo del sistema, desechando todo orden cerrado de razonamientos que pudieran convertirse en dogmas. El pensamiento español (exhibe) un carácter desordenado y anárquico, por cuanto que se ha rebelado contra todo sometimiento a una estructura férrea de conceptos. No es, por tanto, su forma el sistema, sino otras formas más versátiles que Zambrano califica de «sacramentales», como son la novela y, sobre todo, la poesía. [18]
Según Gómez Blesa, Zambrano consideraba que el asistematismo y la ausencia de método en el pensamiento español más que ser una falta, debería más bien ser interpretado, “como síntomas de un peculiar modo de entender la vida, propio y genuino del pueblo español, englobado bajo el calificativo genérico de realismo español”.[19]
Por otro lado, no solo en la historia de la filosofía de habla castellana se han entretejido, una y otra vez, lo prosaico con lo metafórico, con lo literario. También sucedió en tierras alemanas. Friedrich Nietzsche y sus ‘ficciones filosóficas’, practicadas en Zaratustra o su lenguaje aforístico, asimismo desplegado en otros textos, desarrolló un sentipensar irrespetuoso, transgresor de barreras academicistas y crítico frente al positivismo científico.[20] De igual forma es conocido el ductus heideggeriano que impregna sus indagaciones sobre el sentido del ser y su postulación de un esencial vínculo entre el ser y el lenguaje poético, éste último entendido como hogar del anterior.[21]
Y mucho antes, en lo que se considera los inicios de la filosofía occidental, ésta se expresó por medio de la poesía. En el mundo griego presocrático, Empédocles, Heráclito, así como Parménides, casaron la filosofía con la poesía; facilitando así que, tomadas de la mano, caminaran juntas. Y Platón recurrió, una y otra vez, a elaborar textos híbridos, en los que el discurso filosófico se expresa a través de diálogos literarios, aquella esfera que de suyo pertenece a lo poético, aparentemente tan despreciado por él. Digo aparentemente porque en realidad su rechazo iba más bien dirigido a la función pedagógica, aun hegemónica, que tenía en su tiempo el pensar poético como expresión oral, creada, entre otros, por Hesíodo y Homero, para ser cantada y bailada.
Platón vivió el paso de una cultura pedagógica oral a la escrita y él abogaba por la segunda.[22] No obstante, a pesar de su condena a la poesía y de haberla expulsado de la República, se deleitó, en numerosas ‘contradicciones’ performativas, filosofando en diálogos – ‘transcripciones’ de una expresividad oral – de altísima calidad literaria.[23] Se podría conjeturar que el filósofo ateniense escogió el diálogo como forma expositiva preferida para sus sentisaberes por la popularidad entre sus contemporáneos de géneros literarios tales como la tragedia y la comedia. Así también es probable que lo haya hecho como tributo a su maestro Sócrates, a quien convirtió en interlocutor de la mayoría de sus personajes. La insuperable capacidad sugerente de la forma de exposición elegida y el hecho de que el diálogo mejor ilustra el método mayéutico de ayudar a dar a luz la verdad, latente en el o la interlocutorx, seguramente jugó un papel decisivo en su elección.
Los personajes de los diálogos platónicos son generalmente históricos, como Sócrates o los sofistas Parménides y Gorgias. No obstante, también se vale de figuras ficticias, es decir, sin evidencia histórica de su existencia más allá del testimonio platónico. Platón mismo, sólo nombrado en Apología y en Fedón, no aparece nunca como personaje.[24]
En nuestro caso, las personas y personajes que toman la palabra gozan o gozaron de una existencia, si bien carnal o acaso simbólico-paradigmática. Los episodios contados, en movimiento pendular entre la ensayística filosófica y la narrativa literaria, recrean experiencias vividas, bien sea por los que aquí las relatan o por los que las han referido en otros lugares. Recurrimos a la ficción para enriquecer el texto ensayado, acrecentando su potencial sugestivo a través del rejuego estético.
El filósofo colombiano Damiani Pachón Soto indicó lo siguiente con respecto a las posibilidades que se abren para el reconocimiento de esbozos otros de pensamiento filosófico en Latinoamérica, defendiendo un filosofar sentipensante que hibridiza, entretejiendo el discurso filosófico con el literario:
Hoy, después de muchas discusiones, hay, al parecer, más conciencia de que la filosofía admite varios géneros literarios; que puede existir una filosofización de la poesía, como ya se dio en Antonio Machado; pero también, una poetización del pensamiento, tal como ya lo hubo en Nietzsche. Esta no es una mera ocurrencia, sino un punto clave para defender, también, la existencia de una filosofía en América Latina, pues aquí (…) también el pensamiento y la filosofía, se han dicho de muchas maneras y han tomado sus propios cauces expresivos.[25]
Nos hacemos cómplices de Eduardo Galeano asumiendo para nuestra investigación sobre la genealogía del sentipensar lo que indicó al describir Memoria del Fuego:
Ignoro a qué género literario pertenece esta voz de voces. (…) no es una antología, claro que no; pero no sé si es novela o ensayo o poesía épica o testimonio o crónica o …, Averiguarlo no me quita el sueño. No creo en las fronteras que, según los aduaneros de la literatura, separan a los géneros.[26]
Nos mueve la co-razonada de que para sentipensar adecuadamente las realidades nuestroamericanas no basta con desarrollar una epistemología propia, con conceptos y categorías racionales que se ocuparían de dar cuenta de nuestro entorno. Como bien sospecha Raúl Fornet Betancourt, tal vez hay que procurar ir más allá del epistemocentrismo occidental y revolucionar los medios y estilos de expresión, asumiendo decires y formas de contar nuestras historias, mitos, sueños, utopías, distopías y heterotopías que se ubiquen más allá del positivismo cientificista, tan apreciado por Occidente. [27]
Nuestra propuesta genealógica del sentipensar quiere evitar incurrir en aquella contradicción performativa que implicaría contar de forma meramente prosaica y racional su historia, sugiriendo lograr re-descubrir científicamente lo que se consideraría su supuesta clara, transparente y originaria esencia. De ahí que procuremos soslayar trampas, una que otra oculta, mas muchas de ellas yacientes a plena luz en los senderos trazados por la heredada epistemología e historiografía occidental. Más allá de lanzarnos a recorrer senderos teleológicos para buscar algún origen unívoco, perdido del sentipensar, recreamos escenas de sus recurrentes apariciones y numerosos retornos en nuestra historia cultural.[28]
María Antonia González Valerio, reflexionando críticamente sobre el umbral académico que separa la filosofía de la literatura, realiza una serie de reflexiones sobre cómo, tanto en la modernidad como en la tardomodernidad, la carnalidad del sujeto pensante, es decir, su biografía, su vida, desaparece del discurso filosófico para demarcar un espacio supuestamente neutral, pseudo objetivo, pretendidamente científico; o sea, no-lugar desde el que surgen verdades con pretensión universal. Allí, la filósofa mexicana se cuestiona lo siguiente:
¿Quién incluiría, como lo hace todavía Descartes, la narración de su vida en un tratado filosófico? La biografía y el tratado se convierten en géneros inconciliables desde la modernidad filosófica. Esto constituye uno de los muchos precipicios que separan filosofía y literatura. La filosofía pura, la de la investigación, no ha de permitirse cruzar con su discurso el límite que finalmente y a pesar de todo la sigue separando muy discerniblemente de la literatura. Ese límite continúa siendo –a pesar de Nietzsche- la vida.[29]
A esta acusación a la filosofía académica, por parte de nuestra pensadora, le añade un pronóstico. La filosofía, entronada en la famosa torre de marfil, no desistirá de sus encasillamientos disciplinario-academicistas:
La filosofía tardomoderna (…) no (está) muy dispuesta a levantar la prohibición moderna en relación con la escritura filosófica: ésta ha de seguir excluyendo de sí los géneros literarios y con ellos la vida concreta. Curiosa exclusión cuando hoy parece reconocerse a todas luces que el pensar surge de la praxis, de las experiencias, de las cosas, de los diálogos (…) [30]
Concluye sus reflexiones expresando una irónica advertencia y lanzándonos un reto:
¿Quién puede narrar su “yo” como parte del “tratado” filosófico? Para el purismo metodológico, el “yo pienso” no puede acompañar ninguna de las representaciones teórico-conceptuales. Pues si de narrar el “yo pienso” se trata, entonces, mejor hacer literatura, ya que la filosofía trata del ser y no del propio ser.[31]
En nuestra escritura hemos asumido su provocante desafío. El texto de Y así habló el hombre-hicotea, holgadamente poblado de saqueos piratas, préstamos y rescates cimarroneantes, ocurrencias y recurrencias disque propias o autobiográficas, constituye un mosaico en el que se entrelazan innumerables citas provenientes de los campos más disímiles del sentipensar humano. Entre éstas, las transcripciones literales de inolvidables lecturas se distinguen en letra bastardilla, acompañadas por un número que, al final del texto, indica la fuente.
Las partes que constituyen el ensayado relato, a pesar de su diversidad estilística y temática conforman una unidad; un esbozo de la genealogía del sentipensar. No obstante, cada capítulo puede ser leído de manera independiente. Éstos podrían ser descritos de la siguiente manera. En el primero se relata un encuentro; el de J y el hombre-hicotea.[32] Se describen las andanzas de los ancestros de Pedro Navaja en Europa. Y es narrado cómo J fue inspirado a seguir el camino trazado por los adeptos de la sentisapiencia.
En el segundo se relata el encuentro de Orlando Fals Borda con la cultura anfibia de la costa caribeña colombiana, sus repercusiones en la cosmoexistencia de los sentisapientes, la reubicación de lo corporal en el sentipensar latinoamericano y de cómo J, siguiendo sus co-razonadas, decidió lanzarse en su búsqueda. [33]
En el tercero se relata el encuentro de J con uno de los pueblos originarios de Chiapas, defensores del co-razonar como vehículo para lograr el buen vivir.[34] Allí nos enteramos cómo éstos postulan el co-razonar como fuerza insurgente en la lucha por los horizontes de existencia de los pueblos sometidos a la colonialidad.
Por medio del cuarto nos enteramos cómo se prestó la ensoñación para impulsar, acelerando, la búsqueda de J por el sentipensar.[35] Allí también se procura explicar cómo el experimento literario-filosófico borgeano forma parte de la genealogía del sentipensar latinoamericano.
En el quinto capítulo se relatan las travesías filosóficas de la Dama errante de la filosofía española, María Zambrano, los vínculos de su razón poética con el Caribe y el sentipensar nuestroamericano, así como con la inteligencia sentiente de los corajudos sacerdotes y filósofos latinoamericanos de la liberación y sus mártires. [36]
En el penúltimo capítulo se pasa al campo de los estudios etnomusicológicos. Allí se propone un marco perceptivo-conceptual, es decir, sentipensante.[37] El mismo, a nuestro parecer, mejor se adecua al obvio ‘doble’ carácter, o más bien, naturaleza poliforme de la música que inevitablemente imbrica registros racionales con lo corporal, lo sensual y los sentimientos.
En el último capítulo se rastrean las huellas filosóficas plasmadas en la antigüedad griega por Aristóteles.[38] Asimismo, se persiguen los senderos andados posteriormente por sus seguidores escolásticos. Las críticas radicales de Friedrich Nietzsche, Martin Heidegger y Michel Foucault redondean esta breve genealogía de la metafísica y la ontología occidental. Esa labor se realiza como paso preliminar, con tal de, contrastando, entonces lanzarnos a identificar los contornos que va asumiendo en Nuestra América la nueva ontología a la que aludimos.
[1] Se trata de un proyecto de investigación que este año será publicado como libro en Alemania o en Argentina. Una versión digital será ofrecida por 80Grados+. Cuando ‘hablamos’ del sentipensar no nos referimos a un fenómeno homogéneo, es decir, a una tradición que haya formado una ‘escuela de pensamiento’ con preceptos normativos seguidos por sus discípulxs. Es por eso que nuestra propuesta genealógica, lejos de trazar una historia en la que se lee la ordenada y teleológica concatenación de acontecimientos que marcan el desarrollo sistemático del sentipensar, más bien escenifica su recurrente aparición en la historia cultural nuestroamericana. Por otro lado, se debe aclarar que utilizamos el neologismo “ensayados relatos” para dar cuenta de la naturaleza híbrida del texto, que incluye relatos, ensayos y combinaciones de estas dos formas literarias.
[2] Machado, Antonio, Juan de Mairena: Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo, Editorial Espasa-Calpe, España, 1936.
[3] Especialmente las siguientes obras acuñan este nuestro trabajo. Galeano, Eduardo, Memorias del fuego, tomo I: Los nacimientos, 1982, tomo II: Las caras y las máscaras, 1984, tomo III: El siglo del viento, 1986, Biblioteca Eduardo Galeano Siglo XXI Editores, España.
[4] En el panteón yoruba y en diversas tradiciones religiosas caribeñas influenciadas por ésta, Eleguá representa el oricha -fuerza de la naturaleza – al que le pertenecen los caminos y el destino; abre o cierra el camino de la vida, prosperidad, felicidad suerte o desgracia. cf. Lopes, Nei, Enciclopédia brasileira da diáspora africana, Selo Negro Edições. São Paulo, 2004, p. 252.
[5] cf. Dussel, Enrique, Mendieta, Eduardo, Bohórquez, Carmen, El pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y latino [1300 – 2000]”, Siglo XXI editores, México, 2009.
[6] Ibid., p. 702.
[7] Ibid., p. 703.
[8] A la llamada escuela de Madrid, entre otrxs, pertenecen Manuel García Morente, Joaquín Xirau, José Gaos, Julián Marías, Xavier Zubiri y María Zambrano. cf. Abellán y Mallo, J. L. y T., La Escuela de Madrid. Un ensayo, Asamblea de Madrid, Madrid, 1991.
[9] Marías, Julián La Escuela de Madrid. Obras completas, Vol. V. Revista de Occidente, Madrid, 1960, p. 240.
[10] cf. Fornet-Betancourt, Raúl, “María Zambrano o la “otra” tradición española”, Modelos de teoría liberadora en la historia de la filosofía europea traducción del alemán por Juan José Vélez, Editorial Hiru Hondarribia, Guipúzcoa, España, 2008, p. 267.
[11] Nos referimos a escritorxs tales como San Juan de la Cruz (1542 – 1591), Fray Luis de León (1526 – 1591), Francisco Quevedo (1580 -1645), Pedro Calderón de la Barca (1600 – 1681) o Antonio Machado (1875 – 1939). A esta lista, realizada por el filósofo cubano Raúl Fornet-Betancourt (cf. Fornet-Betancourt, Raúl, “María Zambrano o la “otra” tradición española”, Modelos de teoría liberadora en la historia de la filosofía europea traducción del alemán por Juan José Vélez, Editorial Hiru Hondarribia, Guipúzcoa, España, 2008, p. 267.), se podrían añadir muchos pensadorxs nuestroamericanxs tales como Andrés Bello (1781 – 1865), Eugenio María de Hostos (1839 – 1903), José Martí (1854 – 1895), José Enrique Rodó (1871 – 1917), Macedonio Hernández (1874 – 1952), José Vasconcelos (1882 – 1959), Gabriela Mistral (1889 – 1957), César Vallejo (1892 – 1938), Jorge Luis Borges (1899 – 1986), José Gaos (1900 – 1969), Pablo Neruda (1904 – 1973), Ernesto Sábato (1911 – 2011), Julio Cortázar (1914 – 1984), Octavio Paz (1914 -1998), Olga Orozco (1920 – 1999), José Luis González (1926 – 1996), Eduardo Galeano (1940 – 2015), Ricardo Piglia (1941 – 2017) y un largo etcétera.
[12] Gaos, José, “Significación filosófica del pensamiento hispanoamericano”, Cuadernos
Americanos, núm. 2, Universidad Autónoma, México, 1943.
[13] Ibid., p. 2.
[14] cf. “Filosofía y poesía en María Zambrano: su reconciliación en la razón poética” Conferencia dictada en la Universidad Libre, Facultad de Filosofía y Letras, en Colombia, el 3 de octubre de 2017, Pachón Soto, Damiani, versión digital asequible en: https://nuevasideasdamian.blogspot.com/2017/10/filosofia-y-poesia-en-maria-zambrano-su.html p. 12.
[15] Ibid., p. 13.
[16] En el capítulo titulado “Razón cordial: co-razón, co-razonar, co-razonamiento”, se justifica con argumentos concretos la elección de la noción ‘cosmovivencia’ frente a ‘cosmovisión’, expresión mayormente utilizada en discursos dominantes. Allí se indica lo siguiente. ‘Cosmovivencia’ es utilizada críticamente por los pueblos originarios frente al concepto ‘cosmovisión’, tan apreciado en narrativas occidentales. El concepto cosmovisión reduce o limita nuestras experiencias vivenciales, ya que se trata de una forma de concebir la cognición en la que sólo se promueve ver mundo. De esta forma se legitima la visión oculocéntrica pasiva típica de la epistemología occidental. Pasiva en tanto que, a pesar de intervenir y violentar nuestro entorno, es incapaz de percibir sus afecciones. En contraste con ésta, se propone la ‘cosmoexistencia’, la ‘cosmovivencia’. Ya que se entiende que en el universo de las sabidurías afirmantes del buen vivir no sólo se promueve conocer el mundo observándolo pasivamente, sino que allí los pluriversos son con-vividos activamente.
[17] cf. Los intelectuales en el drama de España, Sur, Buenos Aires, Argentina, 1939 y Pensamiento y poesía en la vida española, Pensamiento y poesía en la vida española, La Casa de España en México, México, 1939.
[18] Gómez Blesa, Mercedes, Pensamiento y poesía en la vida española, https://r.search.yahoo.com/_ylt=AwrIS.ZfQRRiViQAkyFfCwx.;_ylu=Y29sbwMEcG9zAzEEdnRpZAMEc2VjA3Ny/RV=2/RE=1645523424/RO=10/RU=http%3a%2f%2fwww.ub.edu%2fsmzambrano%2fresenyas%2fPENSAMIENTO.pdf/RK=2/RS=qbFOczgIIW2Kp3FUqYl9a4EQ0zk- p. 3.
[19] cf. Ibid., p. 3.
[20] Nietzsche, Friedrich, Also sprach Zarathustra, , Also sprach Zarathustra, Sämtliche Werke, tomo 4, Kritische Studienausgabe de Mazzino Montinari, Giorgio Colli, 1999. Para más informaciones sobre la utilización preferencial por Nietzsche del lenguaje artístico y su crítica al positivismo científico favor de consultar: Vélez Peña, Juan José, “Nietzsche, la verdad y las ciencias, la interpretación y el arte: filosofar en clave polisémica,” Revista de Filosofía Logos, Universidad La Salle, A.C., no. 102, México, sept. / dic., 2006, pp. 85 – 114. También publicado en 2021 en la revista de periodismo informativo y cultura 80Grados+. https://www.80grados.net/nietzsche-filosofar-en-clave-polisemica/ consultado: 12.03.22
[21] cf. Heidegger, Martin, Hölderlin und das Wesen der Dichtung, Langen-Müller, 1936.
[22] cf. Zazo Jiménez, Eduardo, “La crítica platónica de la poesía como crítica de la tradición oral”, Revista Tales, No 4, 2011, pp. 75-87.
[23] La obra completa de Platón consta de 34 diálogos filosóficos a los que se añade un monólogo.
[24] cf. Platon, Die Großen Dialoge Aus dem Griechischen von Friedrich Schleiermacher, Anaconda Verlag, Munich, 2016.
[25] Pachón Soto, Damiani, “Filosofía y poesía en María Zambrano: su reconciliación en la razón poética Conferencia dictada en la Universidad Libre, Facultad de Filosofía y Letras, en Colombia”, 3 de octubre de 2017, versión digital en: https://nuevasideasdamian.blogspot.com/2017/10/filosofia-y-poesia-en-maria-zambrano-su.html p. 13.
[26] Galeano, Eduardo, Memoria del fuego I, Siglo XXI, España, 1982, p. 12.
[27] cf. Fornet-Betancourt, Raúl, Elementos para una crítica intercultural de la ciencia hegemónica, Concordia Serie Monografías, tomo 71, Wissenschaftsverlag Mainz, 2017.
[28] El capítulo lleva el título “Razón poética e inteligencia sentiente”. Nuestro esbozo genealógico se diferencia de cualquier intento de buscar un origen único de lo que investigamos; producto de un encadenamiento teleológico. En contraste, nuestra búsqueda ha encontrado diferentes lugares, o bien, escenas en las que una y otra vez resurgen manifestaciones hasta cierto punto divergentes, del fenómeno investigado.
[29] González Valerio, María Antonia, (Ed.) Verdad ficcional no es un oxímoron. Sobre las relaciones peligrosas entre filosofía y literatura. México, UNAM/Itaca, 2011, p.1.
[30] Ibid., p. 1.
[31] Ibid., pp. 1 – 2.
[32] El primer capítulo lleva el título “Preludio: caminando con el hombre-hicotea hacia el horizonte de la sentisapiencia”
[33] El segundo capítulo lleva el título “Sentipensar y culturas anfibias”
[34] “Razón cordial: co-razón, co-razonar, co-razonamiento”
[35] El cuarto capítulo lleva el título “Interludio: el intersticio literario-filosófico de Jorge Luis Borges”
[36] María Zambrano vivió muchos años en Nuestra América, entre otros países, en Cuba y Puerto Rico. Este capítulo lleva el título “Razón poética e inteligencia sentiente”.
[37] Este capítulo lleva el título “El dispositivo rizomático de la cultura musical hispanoafrocaribeña: acotaciones sentipensantes sobre el marco perceptivo-conceptual de una investigación”. En el mismo se reformula, reinterpretando, una serie de análisis llevados a cabo en una investigación presentada en 2011 como tesis doctoral al Departamento de Filosofía de la Universidad de Bremen en Alemania, publicada un año más tarde en ese país. (Cf. Vélez: 2012, pp. 99 – 258)
[38] El último capítulo lleva el título “A modo de conclusión: apuntes para una ontología intercultural latinoamericana sentisapiente del presente”. Aristóteles es considerado como uno de los fundadores de la metafísica occidental, disciplina de la que, más tarde, surgirá la ontología.