Invertir en “desarrollo” es aportar al desarrollo del cine puertorriqueño y su futuro
A grandes rasgos, el desarrollo (o la fase de desarrollo) de un proyecto fílmico describe la instancia en la que un productor descubre una idea o historia con potencial cinematográfico y decide transformarla en un guión viable. Incluye, por ejemplo, la compra de derechos (en el caso de que la fuente narrativa sea una obra literaria o artística ya creada), la redacción de escaletas, el tratamiento y guión de la película. La fase también incluye el diseño de los presupuestos preliminares, la presentación del proyecto (pitch) a inversionistas y la búsqueda inicial de fuentes financieras.
El desarrollo puede abarcar además, estudios de mercado, negociaciones contractuales y la identificación del guionista, los jefes de departamentos, el director y/o posibles actores. En otras palabras, este proceso vuelca la atención hacia los aspectos creativos y económicos que darán paso a las fases subsiguientes de pre-producción, producción, post-producción y distribución de la película.
Cinco fases de la Producción CinematográficaVisto desde la lógica empresarial, la producción de un filme se organiza a partir de una cadena de valor. Esta idea concurre con la del economista norteamericano Michael Porter, quien en su artículo “Strategy and the Internet”1 define el concepto como “la serie de actividades mediante las que se crea y distribuye al cliente un producto”. Según Porter, la cadena de valor y los sistemas de valor, que se suscitan cuando un bien se produce en conjunto por una serie empresas, permite analizar cómo estas actividades afectan los costos operacionales y calcular el beneficio que obtienen los compradores.
Peter Bloore, en su ensayo “Re-defining the Independent Film Value Chain”2, indica que autores como Jhoushua Eliasberg, Anita Elberse, Mark Leenders, Graham Vickery, Richard Hawkins y Lucy Küng, por sólo mencionar algunos, han intentado establecer vínculos entre el cine y el concepto de cadena de valor de Porter. Asimismo, Bloore señala que estos acercamientos han sido poco atinados pues obvian algunas de las complejidades que plantean las distintas fases de la producción cinematográfica. Bloore recurre, en respuesta, a la contextualización de las mencionadas nociones de Porter para proponer un modelo de cadena de valor más abarcador que los de sus antecesores y a la vez aplicable al cine independiente.
Como punto de partida, el modelo de Bloore ubica la fase de desarrollo. De esa forma, el catedrático inglés reitera la importancia de esta etapa en la producción cinematográfica independiente y presenta una guía para encauzar efectivamente nuevas ofertas. Ello contrasta con modelos similares formulados por varios de los autores citados en su escrito.
Una película independiente podría definirse como aquella que no es producida por un estudio de cine y en la que el productor absorbe parte de los riesgos inherentes al proyecto. En la mayoría de los casos, el financiamiento de este tipo de películas proviene de varias fuentes o inversionistas. Si nos dejamos llevar por estas características, podríamos decir entonces que la mayoría de las películas puertorriqueñas (si no todas) pertenecen a dicha categoría.
En su libro Economía Audiovisual: Claves para la venta y distribución de una película3, José Manuel Sáiz Álvarez destaca que en la cadena de valor inicial de una película, centrada en el desarrollo, “se da solo una suma de valor añadido al producto final cuya valoración no vendrá dada por el mercado sino por profesionales del sector”. Es decir, en esta primera fase, el principal objetivo debe ser allegar el mayor número de socios y de colaboradores creativos.
Sáiz Álvarez establece, por otra parte, que las películas son un bien incertidumbre. El autor sostiene su argumento al admitir que en el cine “no es posible anticipar ni la reacción del público ni el éxito de la película, al influir en ella variables exógenas que son impredecibles” y por depender del gusto e intereses particulares de las audiencias. Esto hace que, en palabras del académico español, “el papel del Estado sea fundamental para disminuir el riesgo y posibilitar así la puesta en marcha de proyectos audiovisuales”.
Durante varios años, la Corporación de Cine de Puerto Rico, a través del Fondo Cinematográfico (Ley 121-2001), mantuvo un Programa de Desarrollo que otorgaba préstamos para apoyar las fases primarias de una película. No obstante, el mismo se ha mantenido inactivo en tiempos recientes. Por lo tanto, una manera en la que el Estado puede fortalecer sus aportaciones es, precisamente, con la reactivación del Programa de Desarrollo e incluso, con la concesión de fondos “semilla” para el desarrollo, a través de subsidios.
Estas acciones posibilitarían una cadena de valor inicial mucho más convincente a la hora de presentar un proyecto fílmico puertorriqueño ante la consideración de un inversionista privado o de un socio de co-producción. Además, representaría otro impulso a los esfuerzos que muchas organizaciones e individuos realizan para convertir nuestra actividad cinematográfica en una industria sostenible con capacidad de distribución e internacionalización.
- http://hvass.nu/s2/artikler/teori/Misc/porter.pdf [↩]
- http://www.ukfilmcouncil.org.uk/media/pdf/h/b/Film_Value_Chain_Paper.pdf [↩]
- http://books.google.com.pr/books?id=EvtQOrASX6AC&printsec=frontcover&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false [↩]