A boca de urna: reflexiones iniciales sobre mi candidatura
A pocos días de que se realizaran las elecciones es difícil hacer un balance de mi campaña a la gobernación como candidato del Partido del Pueblo Trabajador. Fueron 143 días de labor incesante. Como mantuve un diario del proceso, puedo decir que hice 349 intervenciones públicas durante esos cuatro meses y medio. Hice 129 entrevistas radiales, 105 en televisión, 52 presentaciones personales, 32 entrevistas de prensa, 28 caminatas y caravanas y participé en tres debates nacionales. De ese proceso podría extraer reflexiones sobre diversos temas. Aquí sólo menciono algunos. Todavía hace falta tiempo y evaluación colectiva para organizar las ideas.
Empiezo por el final: los resultados fueron más bajos de lo esperado, a pesar de que siempre insistí en tener expectativas realistas. Nos contaron alrededor de 20,000 votos o cerca de 1%. Digo nos contaron, pues ya hemos detectado una gran cantidad de casos de votos que no se contaron. Pero aún tomando en cuenta ese factor, el número de votos se quedó por debajo de lo que esperábamos. En estas elecciones nuestro objevivo básico era lograr la inscripción. No logramos alcanzar ese objetivo. La razón habrá que evaluarla. Sin duda hay razones internas (errores de enfoque que hayamos cometido) y externas, es decir, aspectos de la situación política o acciones de otros sectores, que no controlamos.
Sin negar nuestros errores, me parece que el rol clave lo jugaron factores del segundo tipo. Sobre todo, considero que una franja grande de los sectores más progresistas volvió a ubicarse bajo la carpa del Partido Popular Democrático. Están más cerca de las ideas del Partido del Pueblo Trabajador, del Movimiento Unión Soberanista o del Partido Independentista, pero votan por el PPD o su candidato a la gobernación. En algunos casos fue un endoso directo a García Padilla. En otros se trata del llamado a votar para sacar a Fortuño, que, formulado de ese modo, se convierte en un llamado a votar por su contrincante con más posibilidades de ganar. Así, un amplio sector progresista abona a perpetuar el sistema de partidos existente. Sectores que debieran ser vanguardia en la transformación de la política puertorriqueña actúan así como retaguardia de una de las maquinarias políticas dominantes. Esta situación contribuye a que ni el PPT, ni el MUS, ni el PIP lograran la inscripción. No dudo que la experiencia en los próximos años demostrará la futilidad de esta política, que ya tiene larga historia. Adoptar un sistema de dos vueltas ayudaría grandemente a crear más espacio para nuevos partidos, pero es difícil vislumbrar ese cambio en el futuro cercano.
Sin embargo, ha sido fascinante constatar cómo la gran mayoría de las personas que se han ido uniendo al PPT no han vivido el resultado como una derrota. El ambiente en la noche de las elecciones era de orgullo y entusiasmo ante una campaña bien hecha. De igual forma, el sentir que recibimos de todas las personas que me interpelan en todas partes es de agradecimiento y deseo de continuidad del trabajo del PPT. A dos días de las elecciones aparece un movimiento que me nomina para presidente de la UPR. Esto aparece al margen de mi persona y del PPT. Nunca he hablado de aspiraciones a ese puesto. No tengo duda que este movimiento es resultado del impacto que tuvo la campaña del PPT.
Una de las innovaciones del PPT fue su acercamiento al tema del status. Fue, para mí, el tema más difícil de manejar durante la campaña. Sobre esto había que hilar muy fino en programas y debates que a menudo no se prestan para esto (volveré sobre el tema). El PPT no favorece una solución de status, pero tampoco considera que se pueda ignorar el problema. Insistir a la vez en ambas afirmaciones no es fácil. El candidato del PPT es independentista, pero el PPT no es independentista. Esto también exigía estar alerta a preguntas, no siempre bien intencionadas. En más de una ocasión recibimos ataques de lados opuestos: unos me acusaban de «querer traer la independencia por la cocina» otros de traicionar o negar la independencia (este ataque vino de algunos portavoces del PIP, por ejemplo). Sobre este punto, insistimos en que el PPT está abierto a personas que defiendan cualquier posición de status. Pero esto, en nuestro caso, no conduce a una idea abstracta de la unidad: el rasgo distintivo del PPT fue insistir en que esa unidad debía darse sobre la base de los intereses comunes de la masa asalariada y desposeída del país. A diferencia de los demás partidos, el PPT colocó en el centro de su discurso el hecho fundamental de nuestra sociedad: la división entre un sector que controla las grandes empresas y bancos y la gran mayoría excluida de ese control.
De igual forma insistimos en explicar los fundamentos de la crisis actual. Uno de los elementos que pude constatar en mis intervenciones es esa percepción de crisis aguda que comparten muchas personas. En ese sentido, insistí en tratar de organizar las ideas para poder orientarnos. En mis intervenciones hablé de tres crisis: la crisis económica global, la crisis de la política económica en Puerto Rico y la crisis ambiental. En los tres casos intenté explicar las particularidades de cada crisis pero igualmente intentamos subrayar el elemento que comparten: todas se relacionan a un juego económico regido por la carrera de grandes empresas en pos de la ganancia privada.
Esta es la razón por la cual muchas personas vieron nuestro discurso como refrescante y más complejo: creo que sentían que intentábamos ir a la raíz más compleja de los problemas y no quedarnos en la superficie. Lo mismo creo que puede decirse de nuestras propuestas sobre diversos temas: se sentía que proponemos nuevos acercamientos, no meros retoques de lo existente. Ese es el caso del acercamiento salubrista al tema de la droga, de un seguro universal de salud, de un plan de reconstrucción económica, de un nuevo tipo de gobierno universitario, entre otros temas. En este terreno tenemos que afinar las propuestas: el programa del PPT debe hacerse más concreto. Nuestro objetivo fue presentar ideas que contradicen claramente la lógica de una sociedad privatizada de forma tal que generen simpatías en sectores cada vez más amplios de la población. El objetivo me parece válido. Tenemos que seguir afinando el mensaje y la forma de llevarlo.
Sobre el tema de la ganancia inmediata de las empresas como mecanismo rector del proceso económico quisiera destacar cómo esto se reflejaba en los enfoques de los diversos grupos con los que me reuní o ante los cuales hice presentaciones. Las preguntas de grupos empresariales (hablé ante más de una veintena de asociaciones de este sector) eran por lo general variantes de la siguiente: ¿qué ofrece su partido a nuestras empresas? Tengo que decirlo: hablar ante muchos de estos grupos sobre intereses generales o sociales o proyectos a largo plazo no parecía despertar gran interés. Se interesan en lo particular e inmediato. Al contrario, es alentador ver cómo la gente en las casas, en la calle, en las reuniones de grupos comunitarios preguntaba más bien: ¿qué propone el partido para reducir el desempleo, o atajar la violencia o mejorar la educación? Hay, espontáneamente, por así decirlo, una tendencia a ver los problemas en términos sociales y colectivos: no tanto cómo voy a solucionar mi problema, sino cómo el país puede solucionar sus problemas.
Como dije, son muchas las ideas y experiencias que se mezclan en mi recuerdo aún fresco de la campaña. Espero poder elaborar una reflexión más completa del proceso. Para terminar, no quiero dejar de lado el tema de los medios de comunicación masiva: la TV y la radio. Es impresionante el peso que tienen los medios en la campaña para la gobernación. Por otro lado, se trata de medios que rara vez proveen un foro adecuado para debatir los problemas y las propuestas. No se trata de la intención o incapacidad de los periodistas. La mayoría fueron generosos y justos con el PPT. Se trata de formatos y reglas que impiden la discusión: participé en decenas de segmentos de ocho o diez minutos (en el mejor de los casos). En los debates los turnos más largos fueron de minuto y medio (en el segundo debate fueron de un minuto). Algunos programas nos bombardeaban con preguntas que debíamos contestar en 10 segundos. ¿Cómo podemos abordar problemas económicos o ambientales, por ejemplo, en ese tiempo? Hay un elemento racional en esto: me parece que estos formatos a veces intentan extraer respuestas espontáneas de los políticos de siempre. Es la única forma de tratar de que se salgan del libreto que ya traen preparado. Pero para los que no traemos libreto y queremos generar un debate serio es algo verdaderamente frustrante.
Durante la campaña leí por casualidad un texto de Pierre Bordieu que parecía describir mis experiencias. Dice Bordieu: “… el temor a aburrir y, por lo tanto, a que baje el índice de audiencia los lleva [a los medios] a primar la pelea sobre el debate, la polémica sobre la dialéctica, y a hacer cualquier cosa para privilegiar el enfrentamiento entre las personas (los políticos, especialmente) en menoscabo de la confrontación entre sus argumentos, es decir, del tema mismo del debate, sea el déficit presupuestario, la disminución de los impuestos o la deuda exterior.” No tengo que añadir una palabra: fue lo que en muchas ocasiones sentí y traté de resistir lo mejor que pude. De igual forma escribe: “La búsqueda de lo divertido inclina, sin que sea necesario quererlo explícitamente, a desviar la atención hacia un espectáculo (o un escándalo) siempre que la vida política hace surgir un problema importante, pero de apariencia aburrida…” Menciono nada más un ejemplo: cuando tomé la decisión de no ir al programa de la Comay ningún periódico ni medio se interesó en el hecho. Nadie me llamó para entrevistarme. Pero cuando en dicho programa se empezó a denunciar que no estoy casado con mi compañera, inmediatamente me llamaron para hacer reportajes y declaraciones. Sin duda los chismes de la Comay resultan más interesantes para los medios que mi decisión de no ir a la Comay. Si la Comay representa la degradación máxima del periodismo, no pensemos que el problema termina con la Comay. Repito que nada de esto niega mi aprecio por muchos periodistas que dentro de formatos limitantes nos dieron espacio para expresarnos y que por lo general no escogen las «historias» a las que los asignan.
Ahora nos toca continuar el trabajo después de las elecciones. A mi modo ver, esto debe incluir la participación en las diversas luchas sociales que estremecerán al país, así como el trabajo de reinscribir el partido. Con la visibilidad y las simpatías alcanzadas, y con la mucha gente que se ha unido al esfuerzo, esto debe ser una tarea más rápida que el proceso de incripción pasado. Pero esa no es la única tarea: tenemos que desarrollar y concretizar nuestro programa, tenemos que evaluar el trabajo de la campaña para extraer lecciones para el futuro, tenemos que formalizar muchas cosas que hemos tenido que improvisar sobre la marcha, dado el poco tiempo que tuvimos para desarrollar nuestra campaña.
Por último, debo reiterar que el PPT está abierto al diálogo con grupos políticos afines. En este momento, no conozco cuáles son las perspectivas futuras del MUS, con quienes tenemos algunas coincidencias. Hemos tenido también importantes diferencias, entre ellas el tema de las alianzas con el PPD. La unidad es buena e importante, sí, pero ¿sobre qué base? Pero ya habrá tiempo para diálogos y debates. Sobre todo, tendremos ocasión de vernos en la calle: el gobierno de García Padilla, electo con votos de mucha gente progresista, no dejará de demostrar que nada tiene de progresista. Poco a poco entenderemos que tenemos que salir del círculo de esos partidos.