Amaury al desnudo o en la mirada de Silvio
En Puerto Rico fue ovacionado recientemente después de 34 años de ausencia, en el Gran Concierto Misa Cubana. Conserva la misma calidez, la potencia de su voz y esa turbación juvenil de los apasionados.
La distancia entonces, no pudo impedir el desamor. Esta vez, el 18 de febrero, en función única, subirá a la escena del Teatro Tapia, en un Concierto íntimo. Precisa la ocasión, para que los viejos conocidos estén más cerca y para que los jóvenes, amantes de la profundidad estética de la Nueva Trova cubana, de la cual fue fundador, lo reconozcan o develen la metáfora de su profundo lirismo, expresado en más de una veintena de discos.
RMF – ¿Cómo recuerdas el primer viaje a Puerto Rico?
APV – La belleza y calidez de un país que me recibe no es un instante más. Los países que uno ha amado, pueden sobrevivir a las ausencias. Puerto Rico y su gente han viajado conmigo todos estos años. La bondad manifiesta de los puertorriqueños es lo que más recuerdo de aquel ya lejano 1983, y por supuesto el haber podido ganar, y mantener, amigos en el tiempo.
¿Por qué pasó tanto tiempo hasta «La Misa Cubana» (octubre 2016)?
Eso, evidentemente nunca lo sabré. Todo lo que imagino es tan subjetivo, que no me he detenido a preguntármelo nunca más. No tendría sentido a estas alturas.
¿Qué sentimientos guardas de esa acogida?
Una sensación de agradecimiento. Unos humildes (pero enormes) deseos de dar gracias.
¿Cuáles son los momentos más trascendentales de tu vida artística?
Mi vida artística no es más que una prolongación sobrexpuesta de mi vida toda, y cada momento de mi vida toda, es un acontecimiento artístico, o al menos trato de que lo sea de una manera natural. Como debe ser.
De tu discografía, ¿cuál catalogas como la más importante o cuál recomendarías?
“Aguas”, “De Vuelta”, “Encuentros” y de los recientes pues “3ra y 44”, sin dudas lo mejor que he grabado jamás.
¿Cuáles son tu temas favoritos e intérpretes preferidos de tus canciones?
Prefiero ser ecuménico: con los temas, porque todos reflejan un sentimiento muy particular, y con los intérpretes porque su generosidad al cantarme los hace a todos inclasificables.
Menciona los temas tuyos más solicitados.
Según el lugar que visito los temas preferidos por las audiencias mutan como muta el paisaje. Sin embargo no puedo dejar de cantar “Acuérdate de abril” o “Hacerte venir” por poner solo un par de ejemplos.
¿Quiénes son las figuras -vivas o muertas- que han marcado tu carácter y formación estética.
Dios, mis padres y Cuba son mi eje. Todos han sobrevivido de alguna manera. Mis aciertos éticos y estéticos les pertenecen, mis errores son también suyos, pero mis aciertos y fracasos son tan minúsculos, que ni Dios, ni mis padres, ni Cuba, se responsabilizarían por ellos de ninguna manera.
De todas las incursiones en la música, o géneros, ¿cuáles prefieres?
Soy muy plural en todo. Con la música en primerísimo lugar. ¡Todos los géneros, como un gran ajiaco, encuentran al final el horizonte en mi travesía!
También compones por encargo. ¿Cómo te va en esa experiencia?
He escrito música para cine, teatro de escenario y teatro televisado y seriados, así como programas de televisión, de temas varios. Me fascinan las urgencias de la música por encargo y los riesgos que se asumen al aceptar involucrarse en ello.
¿Qué requisitos precisas para componer?
Una guitarra, un bolígrafo, una hoja de papel. Nada más. Ni siquiera el silencio.
¿Cómo te defines profesionalmente, poeta o cantor?
Soy un cantautor; término por demás especialmente ambiguo. Me considero sí, un rimador con suerte.
¿Cómo procesas la tristeza al componer. ¿De inmediato fluye la poesía?
En medio de la tristeza, no logro ni articular las emociones. Desde la alegría, puedo convocar a la tristeza, como un cómplice y no como un penitente.
¿Qué te hace profundamente feliz?
Despertar, registrarme, y comprobar que amanecí.
¿Cuál es el valor humano que más aprecias?
La lealtad sin lugar a dudas.
¿A qué atribuyes, que tantas personas te son fieles?
Uno recibe, de los agradecidos por supuesto, lo que entrega. La fidelidad, como la amistad, el amor filial, o de pareja, es como un sacerdocio. Si destellas, la luz vuelve contigo. Siempre. La fidelidad para mí es un espejo.
¿Cómo reconoces a tu enemigo?
Mis enemigos se reconocen solos, no hace falta que yo los reconozca. Se reconocen y se decantan. O se aburren. O se apagan.
¿Cuál es el significado de Dios en tu vida?
Dios es vida, gracias a Él tengo una.
¿Cómo surge un católico en una familia agnóstica?
Dejándote iluminar. No poniéndole bridas a las ilusiones, que son el “material” con que se nutre la fe. No teniendo temor a los dogmas, ni a los desánimos, ni a las circunstancias políticas que como sabemos a veces elevan y otras confunden cuando no marchitan.
¿ Crees que tienes una encomienda de Dios?
No me atrevería a llamarle una encomienda. No hago proselitismos de ninguna índole y mucho menos religiosos. Dios es destino, y ante Él, solo soy un discípulo del viento.
A la altura de tus años, ¿cómo valoras » la vida»?
Es muy breve, tan breve que no alcanza el tiempo para vivirla.
¿Qué es para ti la muerte?
La muerte está ahí desde el mismo día en que fuiste sembrado en el vientre de tu madre. Aprendes a temerle, y con los años a convivir con ella, y hasta a esperarla. Los que tenemos fe somos seres privilegiados. La “cosa” no termina aquí ¡Que va!
¿Cómo permanecen en ti los seres de los que te has despedido?
Viven conmigo en cada poro, en cada puesta de sol, en cada lágrima. No se desvanecen.
Si tuvieras que apreciar un tributo a tu persona, ¿cuál sería?
No me quiero tanto como para responderte eso. La vanidad y yo no nos llevamos tan bien como debiéramos.
¿Qué es “Peti” en tu vida? ¿Cómo la conociste? ¿Qué te inspira?
Peti, mi esposa, es el ser alrededor del cual gira mi universo. Ella más que una mujer es un planeta. He tenido la fortuna de habitarlo desde hace ya más de 34 años. La conocí cuando mi precariedad sentimental era tangible. Una noche, en la celebración ciertamente tumultuaria de mi cumpleaños, la vi. Fue suficiente. Desconozco si a ella le ocurrió lo mismo, aunque lo dudo. No soy tan encantador si solo aprecias mi armadura.
La familia. Eres padre y abuelo. ¿Cómo eres cuando están juntos?
De lo único que puedo presumir es de haber sido, y ser, un buen padre. Quisiera un poco de energía vital para ser el mejor y más consentidor abuelo. Cuando estemos juntos; mis hijos y por consiguiente mis nietas, viven en continentes muy lejanos uno del otro, será como renacer. Trato de no pensar mucho en eso, porque entonces enmudezco y sollozo y no existe nada más detestable y humillante que un viejo llorón.
Se rumoran tus planes del 2017. Discos, libro, TV… ¿Puedes precisarlos?
Grabaré un disco temático con canciones a La Habana con título “HABANA 537”, retomaré mi programa de entrevistas televisivas para el verano, e intentaré publicar un libro de crónicas vivenciales ya listo para imprimir y seguiré cantando y escribiendo mientras el alma y el cuerpo cooperen.
¿Conservas algún anhelo o desgarramiento inconfeso?
Debí ser aún mejor persona, amar y demostrar amor con la calidad que el amor demanda, y tener menos pensamientos oscuros. No tengo secretos inconfesables: Creo que debí tener algunos. La transparencia, por momentos, traiciona.
¿Cómo defines a Amaury Pérez Vidal?
Como digo en una línea de mi canción Dame el otoño: “Un torpe tipo avasallado por los sueños”
¿Que veremos de ti, el 18 de febrero, en ese íntimo concierto en el TeatroTapia?
Verán a Amaury al desnudo; no literalmente claro. ¡A estas alturas sería bochornoso y lamentable!
Amaury, por Silvio*
Amaury es un trovador. Derivó a formas escénicas que lo identifican con un juglar. Es un hombre que depende de la guitarra para expresarse.
Como amigo, para mí Amaury es casi imprescindible. Porque es una persona que llena los espacios de alegría. Yo tengo la tendencia de ser –más bien– callado, cuando llego a casa de Amaury o ‘le llega a mi casa, sé que voy a pasar un momento feliz. Debe ser por egoísmo. Lo busco para que me haga reír. No quiero decir que sea un payaso. Sabe hacerte reír con su inteligencia. Porque entre otras virtudes, es un ser humano con una inteligencia agudísima. Creo que nos complementamos, en eso se fundamenta nuestra gran amistad. Yo soy más parco y él es explosivo. Amaury, es como un arquetipo de la vehemencia (…)
Una mañana, creo que de 1970, tocaron a mi cuarto para decirme que alguien preguntaba por mí. Yo vivía por entonces en un apartamento de la transitada calle 23, y no era raro que aparecieran personas constantemente. Me tiré una camisa y soñoliento caminé el pasillo que iba desde mi habitación hasta la sala. Y allí, al lado del balcón, sobre una desvencijada mecedora de mimbre, hallé una cosa larga, extrañamente enroscada en si misma, que mirando al suelo balbuceó: “Silvio, yo también quiero hacer canciones y me llamo Amaury Pérez”. Dos verdades que, como se verá, escondían no pocas sorpresas.
Uno en la vida conoce a mucha gente y por eso no siempre recuerda con nitidez los primeros encuentros. En este caso, creo que aquella mañana la conservo clara, además de por las prometedoras canciones que me fueron reveladas, por el contraste abismal que hay entre aquel tímido muchacho que se me presentó y el que me ha presentado el devenir. Porque si en esta vida hay alguien desenvuelto, expansivo y de una vehemencia exuberante, ese es Amaury Pérez Vidal.
Una vez, en un libro de astrología, leí que las cabras, entre sus características, tenían la de esconderse en el fondo del aula, para no llamar la atención, y que desde esa penumbra lo absorbían todo para rendir un deslumbrante examen de fin de curso. Con la salvedad de que no esperó a que terminara curso alguno, sino que más bien empezó a prestidigitar sus atractivos fuegos desde muy temprano, podría decirse que esa descripción de las capacidades capricornianas coincide plenamente con nuestro aventajado amigo.
Afirmo que Amaury es el primer juglar que hubo en la nueva trova, entendiendo por juglar a quien proyecta la canción de texto en el marco de una concepción escénica. En esto se confiesa hijo de dos grandes de la juglaría en castellano: Serrat y Cortés, quienes a su vez se dicen deudores de Jacques Brel. Introducida la canción de texto dentro de un marco espectacular, esta modalidad luego tuvo continuadores tan singulares como Virulo y Carlos Varela. Pero precisamente esta manera de mostrar la canción resultó ser uno de los molinos contra los que Amaury tuvo romper lanzas en sus inicios. Y es que Amaury surge de un movimiento que consideraba los afeites escénicos como una expresión casi satánica y que asumía el papel del cantor con un ascetismo rayano en la militancia. Por eso sus primeras manifestaciones tipo show despertaron sorpresa y rechazo entre algunos de sus compañeros de guitarra y entre los trovadictos más fundamentalistas de nuestra generación.
Pero Amaury no se amilanó, todo lo contrario. Más bien se dedicó a “subir la parada” en entrevistas y canciones, que dejaba caer entre dolorida y ácidamente. Y quizá por ello, o cuando menos también por ello, Amaury se fue perfilando con una voz propia dentro de la canturía que por entonces se iniciaba. Creo que pulir versos y música le resultó una especie de reto personal, hasta convertirlos en el mapa coherentemente tejido que es su obra. Y es que Amaury tuvo oposición, o creyó que la tenía -da lo mismo-, y cuando algo legítimo está en juego, el conflicto puede hacer funciones de crisol.
Amaury es febril, es feroz, es de un desbordamiento tan porfiado que no sólo no sabe ocultarse sino que es incapaz de envejecer. Por eso no esperó el fin de curso y al segundo día de clases, saltó de su pupitre, le arrebató el birrete al profesor y, desde un podio iluminado por su talento y por su ingenio, conquista a Petí, hace canciones cada vez más hermosas y escribe un tomo de cuentos en un par de semanas. Como diría otro colega amigo: “¡Señores, el que pida más es un goloso!”
* Fragmentos de palabras pronunciadas en 1997 y 2003, por Silvio Rodríguez, fundador de la Nueva Trova Cubana.