Anton Wilhelm Amo: africano y filósofo en la academia alemana del siglo XVIII

Introducción
El artículo consta de dos partes que se publicarán en dos entregas. En la primera, se presentará el contexto sociohistórico, epistemológico y político en el que el filósofo Anton Wilhelm Amo, luego de llegar como niño esclavizado, logró estudiar y trabajó como docente en universidades alemanas. En la segunda, presentaré sus datos biográficos y una breve introducción a su obra. Entendemos que su vida y obra son un caso sintomático y ejemplar de las contradicciones inherentes a la Ilustración, es decir, la paradoja central del capitalismo ilustrado del siglo XVIII: el desarrollo de una economía, en gran parte, basada en la esclavitud, en tiempos en que se les reclamaba a mujeres y hombres superar la infancia mental de la que – se asumía – que ellxs mismxs eran culpables.
Y ésta era definida por filósofos ilustrados como la incapacidad de usar la propia razón sin la guía de otra persona. Se argumentaba que aquellxs que actúan de tal forma “infantil,” debían ser consideradxs como culpables, o bien, responsables de su actuar, ya que la causa de su comportamiento –se entendía– no es la falta de inteligencia, sino la falta de capacidad de decisión o valentía para pensar sin ayuda ajena. Sapere aude «¡Atrévete a saber!» He aquí la divisa de la Ilustración. No obstante, muchxs de lxs representantes de la Ilustración eran abiertamente partidarixs de la esclavitud. A continuación, presentaremos una selección de sus racistas citas que comprueban esta evidente y constitutiva contradicción del llamado siglo de las luces.
Primera parte: contexto histórico-epistemológico en el que Anton Wilhelm Amo estudió y realizó su tarea como filósofo
Antes de esbozar a grandes trazos la biografía y tematizar detalles de la obra de Anton Wilhelm Amo, para contextualizarla, quiero presentarles una selección de citas de filósofos europeos; figuras centrales del canon filosófico dominante. Advierto, se trata de expresiones del más vil racismo, difíciles de digerir.
Voltaire
El literato, historiador y filósofo francés Voltaire (1694-1778), considerado como uno de los pioneros más importantes de la Ilustración europea, al referirse al monogenismo bíblico,[i] expresó su escueto racismo, adornado con cierta ironía, de la siguiente manera:
“Una cuestión que hay que asumir con seriedad es si los africanos son descendientes de los monos o si los monos son descendientes de ellos. Nuestros hombres sabios han dicho que el hombre fue creado a imagen de Dios. Ahora bien, he aquí una preciosa imagen del Divino Creador: una nariz plana y negra con poca o casi nada de inteligencia. Una vez llegará, sin duda, el momento cuando estos animales sabrán cómo cultivar la tierra, embellecer sus casas y jardines y conocer los caminos de las estrellas: uno necesita tiempo para todo.”[ii]
Su racismo demuestra tanto desprecio por lo humano que al comparar a los que llamaba caucásicos con gente negra, Voltaire lo hacía como si se refiriese a una comparación de razas de perros:
“La raza negra es una especie de hombres diferentes a la nuestra como la raza spaniel lo es con respecto al galgo inglés. La membrana o red mocosa que la naturaleza ha extendido entre los músculos y la piel es blanca en nosotros y negra o color cobre en ellos.”[iii]
David Hume
El filósofo inglés (1711–1776), cuyo empirismo constituye una de las columnas que fundamentan la filosofía moderna, escribió esta terrible e ignorante nota al pie de página que aparece en el original del ensayo De los caracteres nacionales:
“Me inclino por sospechar que los negros son por naturaleza inferiores a los blancos. Apenas ha habido nunca una nación civilizada de ese color de piel, y ni siquiera un individuo eminente en la acción o en la especulación. No existen entre ellos fabricantes ingeniosos, y no cultivan las artes ni las ciencias. (…) Una diferencia tan uniforme y constante no podría darse a la vez en tantos países y épocas si la naturaleza no hubiese establecido una diferencia original entre estas estirpes humanas. Por no mencionar nuestras colonias, hay esclavos negros dispersos por toda Europa, de los que ninguno ha mostrado jamás ningún signo de ingenio, mientras que, entre nosotros, gente baja, sin ninguna educación, llega a distinguirse en todas las profesiones. En Jamaica se habla de un negro que es un hombre de talento. Pero es probable que se le admire por logros menores, como a un loro que llega a pronunciar algunas palabras inteligibles.”[iv]
Esta despreciable y prejuiciada forma de expresarse contra los negros era muy generalizada entre los representantes de la llamada alta cultura europea de la época de Hume. No obstante, argumentar que los que opinaban de esa manera lo hacían sencillamente por ser ‘hijos de su época’ es ocultar que, paralelo a los defensores del racismo y la esclavitud, ya en ese tiempo otros autores criticaban fuertemente ambas aberraciones.
En contra de las tesis de Hume se manifestaron, entre otros, James Ramsay (1812 – 1888), un botánico y biólogo escocés, y James Beattie (1735 – 1803). Este último, también escocés, fue un destacado lingüista, poeta, traductor, filósofo, crítico literario y ensayista. Tanto en el Essay on the Nature and Immutability of Truth, como en el posterior ensayo Elements of Moral Science (1790-1793), argumenta defendiendo la capacidad intelectual de los negros y critica la institución de la esclavitud.
En este último libro Beattie utiliza como ejemplo el caso de Dido Elizabeth Belle. Se trata de una mujer de madre africana, nacida en una de las llamadas Indias Occidentales, es decir, una de las islas caribeñas británicas. Su padre era el capitán John Lindsay, un oficial naval de carrera que se encontraba asignado al lugar. En 1765, al regresar a Inglaterra, Lindsay se llevó consigo a Dido. Allí fue criada y educada en casa de su tío William Murray I, conde de Mansfield, y su esposa. Los Murray educaron a Dido. Belle vivió allí durante treinta años. En su testamento de 1793, Lord Mansfield confirmó la libertad de Belle y le dejó una suma de dinero y una pensión anual.
Durante su juventud, entre otras tareas, ayudaba a su tío con su correspondencia, lo que era muy poco usual, pues era normalmente la tarea de un secretario masculino o escribano. Dido se casó con John Davinier, un francés que trabajaba como caballero administrador en la iglesia de San Jorge de la plaza Hanover.[v]

David Martin: Retrato de Dido Elizabeth Belle Lindsay (1761-1804) y su prima Lady Elizabeth Murray (1760-1825).
La familia comisionó una pintura de Dido y Elizabeth. La misma fue realizada en 1779 por David Martin. Supuestamente se trata de la única pintura en el arte británico del siglo XVIII, en la que una mujer negra y una blanca son representadas como iguales.[vi] No obstante, esta interpretación nos parece inadecuada. La obra muestra a Dido, ligeramente situada detrás de su prima. Dido, que desde niña se crio en Inglaterra y durante su juventud asistía a su tío en funciones de escribana, ha sido representada cargando frutas exóticas y usando un turbante con una larga pluma, mientras su prima lleva un libro en la mano. Mientras Dido fue retratada mostrando una cierta vivacidad exótica, su prima aparece serena y formal. Su mano yace gentilmente sobre el brazo de Dido, lo que tanto podría sugerir afecto e igualdad, como también benevolencia subordinante.
Immanuel Kant
El filósofo alemán (1724–1804), de cuya pluma proviene una de las más citadas definiciones de la Ilustración,[vii] en 1775 publicó Acerca de las diferentes razas del hombre donde propuso distinguir cuatro razas fundamentales: blancos, negros, calmucos e indostánicos. Según Kant, las diferencias entre ellos se debían a factores divergentes relacionados al clima. El filósofo argumentaba que los humanos disponían de las mismas bases o semillas y predisposiciones naturales o características. No obstante, éstas supuestamente se expresaban dependiendo del clima y cumplían con un propósito acuñado por las circunstancias. Tras esa acuñación originaria, las llamadas predisposiciones se volvían irreversibles. De ahí que concluyera que la raza no puede ser transformada por cambios climáticos. En acordancia con su división racista de la humanidad, procede Kant entonces a ubicar “las razas” en una escala de valor, cuyo propósito claramente es favorecer a los europeos:
“Los indios amarillos sí tienen un ligero talento. Los negros se encuentran muy por debajo de ellos y hasta el punto más bajo se encuentra una parte de la gente americana.”[viii]
En otro lugar cita a David Hume desafiando a cualquiera a mostrar “un [único] ejemplo en el que un negro haya demostrado talento” y afirma que, entre los “cientos de miles” de negros transportados durante la trata de esclavos en el Atlántico, incluso entre los liberados, “todavía no se ha encontrado uno que presentara algo grandioso en el arte o la ciencia o cualquier otra cualidad loable”. Según su racista ideología, «los estadounidenses y los negros no pueden gobernarse a sí mismos. Por lo tanto, deben servir como esclavos».[ix]
Kant se oponía al mestizaje, argumentando que los blancos serían «degradados». Para él la «fusión de razas» era indeseable, ya que consideraba que «no todas las razas son capaces de adoptar la moral y las costumbres de los europeos».[x]
Según Charles W. Mills, Kant ha sido saneado para el consumo público y sus obras racistas convenientemente ignoradas.[xi] Según varios investigadores, entre ellos, Robert Bernasconi, Kant fue el primero en elaborar una definición pseudocientífica de “raza”. En la década de 1990 con «The Color of Reason: The Idea of ‘Race’ in Kant’s Anthropology»[xii] Emmanuel Chukwudi Eze inició la tarea de criticar abiertamente el racismo kantiano, labor hasta entonces ignorada por el canon filosófico occidental.
Por otro lado, Pauline Kleingeld señala que, si bien Kant fue un firme defensor del llamado racismo científico durante gran parte de su carrera, sus puntos de vista sobre la raza cambiaron significativamente en las obras publicadas en la última década de su vida.[xiii] En particular, en Sobre la paz perpetua (1795), Kant rechazó sus opiniones anteriores relacionadas con las jerarquías raciales y la restricción de los derechos o el estatus moral de los no blancos. Kleingeld sostiene que este cambio de perspectiva en su obra posterior a menudo ha sido olvidado o ignorado en la literatura sobre la antropología racista de Kant. Añade que el cambio sugiere un reconocimiento tardío del hecho de que la jerarquía racial era incompatible con un marco moral universalizable.[xiv]
Las citas que he presentado han sido una muestra selectiva de filósofos europeos consagrados por el canon académico. No obstante, el racismo puede ser constatado en muchos otros ejemplos de figuras provenientes tanto de la filosofía como de otros campos del saber y la cultura occidental dominante, no sólo en el siglo de las luces, sino también en los posteriores.[xv] Empero, no sorprende que es justo en el siglo XVIII, época caracterizada por el cultivo de y culto a la razón y el desarrollo del análisis empírico, que decisivamente contribuyó a la incrementación de las llamadas ciencias puras, cuando surgió lo que fue llamado el racismo científico o biológico.
No obstante, los desarrollos del saber no se dan en una esfera espacio-temporal ideal o pura. El incremento o acumulación del conocimiento en general y del saber científico en particular más bien siempre es acuñado por las luchas políticas e ideológicas por el poder. El siglo XVIII, moldeado no sólo por un cambio radical en la forma de comprender y practicar las ciencias, sino decididamente marcado por la expansión colonial europea, vio nacer las primeras teorías raciales pseudocientíficas, elaboradas por eruditos de renombre y destinadas a establecer jerarquías de poder capaces de justificar el dominio de unos sobre otros. En ese clima intelectual en el que se quería superar lo que se entendía como barreras religiosas y se asumía que la superstición iba a ser sustituida por el método científico y la cuantificación matemática, los defensores de la Ilustración se empeñaron en explorar y explotar la naturaleza y desvelar sus secretos por medio de la observación cuantificante y taxonómica.
A pesar de los avances logrados por esa embestida de saber, los seres humanos comenzaron a ser catalogados y clasificados en ‘razas’, por un discurso que se autodenominaba científico. De esa forma se sustituyeron las categorías religiosas que habían sostenido el racismo anteriormente existente,[xvi] por otras supuestamente autorizadas por el discurso científico. Al introducir en su taxonomía cada vez más rasgos de clasificación moral y cultural a la par que somáticos, y al declarar al europeo como referente normativo, obviamente se comenzó a emitir juicios valorativos en favor de los europeos. Por otro lado, los nuevos medios de comunicación contribuyeron a constituir ese discurso racista en uno generalizado y dominante, melodía entonada por muchos hasta nuestros días para justificar sus privilegios.[xvii]
[i] Doctrina católica que sostiene que toda la raza humana proviene de un solo hombre, identificado en la Biblia como Adán, Gen 2:7, Gen 2:21, Rom 5:12-14.
[ii] Voltaire Les Lettres d’Amabed (1769), Septième Lettre d’Amabed. Versión digital en: https://fr.m.wikisource.org/wiki/Les_Lettres_d%E2%80%99Amabed/Texte_entier Consultado el 10 de junio de 2021.
[iii] Voltaire The Works of Voltaire, Vol. XIX (Philosophical Letters) (1733). Versión digital en; vhttps://oll.libertyfund.org/title/fleming-the-works-of-voltaire-vol-xix-philosophical-letters#lf0060-19p2_head_042 Consultado el 10 de junio de 2021.
[iv] Hume, David, en Martín Ramírez, Carlos, (2011). «De los caracteres nacionales». Ensayos morales, políticos y literarios. Trotta. p. 204.
[v] Cf. Reyahn King, «Belle, Dido Elizabeth (1761–1804)», Oxford Dictionary of National Biography, Oxford University Press, 2004.
[vi] Cf. Slavery and Justice Exhibition at Kenwood House, English Heritage en: https://historicengland.org.uk/research/inclusive-heritage/the-slave-trade-and-abolition/slavery-and-justice-exhibition-at-kenwood-house/.
consultado el 10 de junio de 2021.
[vii] “La Ilustración significa el abandono del ser humano de una infancia mental de la que él mismo es culpable. Infancia es la incapacidad de usar la propia razón sin la guía de otra persona. Esta puericia es culpable cuando su causa no es la falta de inteligencia, sino la falta de decisión o de valor para pensar sin ayuda ajena. Sapere aude «¡Atrévete a saber!» He aquí la divisa de la Ilustración.” “Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la ilustración?”, (1784). Kant, Immanuel, Berlinische Monatschrift (Boletín mensual de Berlín). p. 1.
[viii] “Von den verschiedenen Rassen der Menschen”. en J.J. Engel (ed), (1777). Re-editado en: Kants gesammelte Werke, Berlin: Preussische/Deutsche Akademie der Wissenschaften, 1902, IX p. 316.
[ix] Ibid. XV, p. 878.
[x] Cf. Mills, Charles W. Black Rights / White Wrongs: The Critique of Racial Liberalism. (2017). Oxford University Press. pp. 169-193.
[xi] Cf. Ibid
[xii] Chukwudi Eze, Emmanuel. «The Color of Reason: The Idea of ‘Race’ en: Kant’s Anthropology», Postcolonial African Philosophy: A Critical Reader (1997).
[xiii] Cf. Kleingeld, Pauline (October 2007). “Kant’s Second Thoughts on Race”. The Philosophical Quarterly 57 (229): 573–592.
[xiv] Cf. Ibid
[xv] Otros ejemplos del racismo rampante en la historia de la filosofía dominante europea son los siguientes: Thomas Hobbes no sólo consideraba la esclavitud como parte inevitable de la lógica del poder (Leviatán, 1651), sino que estuvo involucrado en los negocios de la Compañía de Virginia que gobernaba una colonia en América. (David Brion Davis, The Probtem of Slavery in Western Culture [Nueva York, 1966], p. 120). Dos ejemplos de otros filósofos posteriores a la Ilustración: Georg W. F. Hegel (1770–1831) entendía que «África no es parte histórica del mundo». A esto añadió que los negros no tenían un «sentido de la personalidad; su espíritu duerme, permanece hundido en sí mismo, no avanza, y por lo tanto se mantiene paralela a la masa compacta, no diferenciada del continente africano». (Cf. On Blackness Without Blacks: Essays on the Image of the Black in Germany, Boston: C.W. Hall, 1982, p. 94) Según Arthur Schopenhauer (1788–1860): “La civilización y cultura más grande, aparte de los hindúes y egipcios, se encuentra exclusivamente en la raza blanca; e incluso como mucha gente negra, la casta, o raza, gobernante es mejor en coloración que el resto y ha, por lo tanto, inmigrado evidentemente a , por ejemplo, los Brahmins, los Incas, y gobernantes de las Islas del Mar del Sur. Todo esto se debe a que la necesidad es la madre de la invención, porque todas las tribus que emigraron pronto hacia el Norte, y ahí se volvieron gradualmente blancos, tuvieron que desarrollar todas sus capacidades intelectuales e inventar y perfeccionar todas las artes en su conflicto con la necesidad, el deseo y la miseria que, en muchas de sus formas, se debieron al clima. Esto lo tuvieron que hacer para compensar la parsimonia de la naturaleza, y de todo esto salió la gran civilización. (Parerga and Paralipomena: Short Philosophical Essays, Volume II, Section 92)
[xvi] Véase las polémicas de Valladolid convocadas por Carlos V en 1550 entre los sacerdotes Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda. En el centro del debate se ubicó la racista y colonial cuestión de determinar si los indígenas tenían alma o no. De lo que se trataba era de justificar su dominio y esclavitud aduciendo que los indígenas eran seres irracionales que necesitaban estar bajo la tutela de un gobierno ‘cristiano’ para su supuesto propio bien. Pues se les acusaba de ser incapaces de gobernarse a sí mismos.
[xvii] Para más información sobre el tema les recomiendo el trabajo de Susan Buck-Morss antes citado, así como textos de algunos de los pensadores decoloniales, como Enrique Dussel o el libro de Emmanuel Chukwudi Eze, también arriba citado.