Celebrando a Piri Thomas y el permiso que nos dio
Para la ciudad de Nueva York, el pasado sábado 18 fue un día para recordar a los muertos. En Newark, New Jersey, la farándula de la música afro-americana cantó y lloró por Whitney Houston. En el Bronx, la comunidad afro-caribeña (apoyada por el reverendo Al Sharpton) celebró un “emotivo adiós” a Ramarley Graham, un joven de 18 años que fue baleado por policías en el baño de su casa porque pensaban que estaba armado.
Pensaban.
Y en El Museo del Barrio de Manhattan, se reunió la diáspora-riqueña para rendir homenaje al gigante de las letras, Piri Thomas, que falleció en octubre pasado dejando un legado que formó la base de la identidad de un pueblo. Thomas hubiese entendido el dolor que siente la familia de Ramarley; hace varios años en una entrevista con Carmen Dolores Hernández comentó:
The violence, the sirens, the police cars and the stories that you heard and the brutalities that you saw led you to arrive at the conclusion that we didn’t need police protection, what we did need was protection from the police. (1995)
Pero ésta no fue una noche para gritos, lágrimas, ni coraje. Fue para que toda una nación imaginaria Boricua/Latina recordara a su príncipe negro. Hermanos poetas como Martín Espada, Papoleto Meléndez, Nancy Mercado, Willie Perdomo, Mayda del Valle, Junot Díaz, Emmanuel Xavier, Lemon Anderson, y Rich Villar contaron anécdotas y sacudieron sus memorias, compartiendo tarima con los líderes comunitarios Felipe Luciano y Marta Moreno Vega. Antes y después del homenaje se dio un compartir armonioso entre los panelistas y la audiencia que inundó el espacio de la mejor energía. Como comentó Luciano, lo maravilloso fue ver y encontrarse con tanto seres que no se han visto por años.
Todos estaban de acuerdo en que aunque Piri tenía todo el derecho de haberse consumido de amargura, abrazó la vida con amor.Thomas tocó “la música de un mundo que no se ve,” dijo Espada, invocando el espíritu de Piri a través de las palabras de la poeta Lucille Clifton: “Come celebrate with me that every day something has tried to kill me and failed.” Espada culminó su tributo con su poema “Imagine the Angels of Bread”, que soñaba con un mundo al revés, un mundo paralelo en el que los pobres ganan.
Un tema recurrente durante la actividad fue la gratitud de los escritores hacia Piri por haberles concedido el “permiso” de contar sus historias. Antes de que se publicara “Down These Mean Streets”, libro que le dio a Thomas su inmortalidad, existía una población masiva que no tenía voz. Las historias alborotadas y agridulces que contó Piri significaron un nuevo amanecer del siglo nuyorriqueño (todavía nos encontramos a mitad de camino). Se puede leer como una tropicalización de las calles, o simplemente como una nueva narrativa americana, un otro-narrativo, o un baile entre los dos.Pero como nos recordó Luciano en su presentación, desde su nueva faceta como reverendo de la iglesia del Corazón del Barrio, lo más revelador del trabajo de Piri es la confrontación con la severa política de categorías raciales que se imponía en los Estados Unidos, y cómo esa experiencia desnudó el racismo escondido de su cultura ancestral. “That’s me–a skinny dark-skinned, curly haired Puerto Rican”, murmuró Papoleto Meléndez, mirando las proyecciones de fotos de Piri con Pedro Pietri, con Miguel Algarín y con “Fried Neckbones and Home Fries”, el bugalú de Willie Bobo sonando al fondo a volumen bajito.
“Él conocía el dolor del color”, insistió Luciano. “Hablaba de ser negro, y cómo todavía no podemos admitir que tenemos un pasado africano. El momento en que admitimos eso empezamos a sanarnos nuevamente.”En el panel encabezado por Moreno Vega se habló del coraje como energía positiva, de las leyes que se inventan en Arizona para sacar libros de las bibliotecas y sobre el peligro del fascismo emergente. También se habló de la industria de prisiones y una generación de jóvenes encarcelada y del famoso “stop and frisk” de la ciudad que hace criminales a los inocentes. Todo de lo que siempre hablaba Piri.En el tercer acto, Junot Díaz nos recordó que el espíritu de Piri era inclusivo y diverso, lo cual es otro aspecto esencial de la identidad Boricua-Latina. Como la familia de las islas que se repiten, Thomas también tuvo raíces en Cuba y por eso nuestra nación no se limita a puertorriqueños. Así, Díaz, dominicano, con un tono sarcástico y una pequeña dosis de vulgaridad y comicidad, se manifestó como si fuese cien por ciento boricua, al igual que en esos días en que lo conocí en reuniones organizadas por el ex-Young Lord Richie Pérez contra la brutalidad policiaca. Su colección “Drown” se podría considerar como una versión suburbana de “Down These Mean Streets”, y Díaz no dejó de darle el crédito y las gracias a Thomas por haberle regalado el espacio para crear su universo quisqueyano alternativo.Mayda del Valle lució radiante como la estrella del “slam poetry” que es, con su poema de la búsqueda de identidad espiritual, y otro tema de la noche: cómo resolver la pérdida de un ser querido. Para ella la pérdida es un encuentro con las tradiciones africanas, que busca el diálogo con los antepasados para aprender lo que debemos hacer con el futuro. Piri le dio la oportunidad de indagar sobre la ancestralidad y que los espíritus se traducen como todo lo que se ha perdido en la historia.Willie Perdomo, el heredero verdadero de la tradición Piri Thomaseña, contó con palabras sencillas y directas, la fraternidad literaria que surgió en el compartir de palabras e ideas que enseñaba su maestro. Thomas tenía la costumbre de recitar los poemas de sus amigos y compañeros en público. Recordó, cómo una noche en Hunter College para la década de los ’90, Piri recitó poemas suyos (Perdomo) y de Pedro Pietri. “Esa noche Piri leyó ‘Puerto Rican Obituary’ y ‘Nigger-Reecan Blues’, en ese preciso momento me di cuenta de que estaba listo para poner ese poema a descansar.” Precisamente “Nigger-Reecan Blues” fue el poema que puso a Perdomo en el mapa, era una reflexión desde las aguas turbias de la identidad afro-latina, sobre la belleza y el amor que se vive en la calle, y esa noche mientras Piri recitaba entendió que ya era tiempo de buscar la madurez desde otros espacios.
“Me pregunté, ‘¿hay una manera de hacerse un hombre sin pasar por el infierno?’”
Todos los que llevan el Barrio en el corazón saben la respuesta. Perdomo se despidió con un poema que le dedicó a su hijo: “Leer es ser libre”, entonó y mientras pronunciaba esas palabras se escuchaba en la audiencia un infante llorando. Eran lágrimas de alegría.Solamente faltaba que el organizador del evento, Gary Santana, presentara a la viuda, Suzie Dod Thomas, quien lo conoció en 1986 en el proceso de traducir “Down These Mean Streets” al español. Y al asegurarnos que no se podía dudar que Piri estaba, de una manera u otra, presente, completó el tributo con la palabra que a él le gustaba usar en momentos como estos:
“Punto.”