El hambre azota nuestra Aldea
La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca preguntes por quién doblan las campanas: doblan por ti.
John Donne, citado por E. Hemingway en el prefacio de “Por quién doblan las campanas”
Si es verdad que nuestro planeta se ha convertido en una Aldea Global, pues el querido barrio de La Tierra está bien jodido, cada vez hay más hambre y miseria en las calles, los ricos son menos pero tienen mucho más… y todo apunta a que la situación empeorará.
Hace apenas dos meses se celebró en la sede de la Organización de Naciones Unidas (ONU) la Plenaria de Alto Nivel sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio por la cual desfilaron decenas de jefes y jefas de Estado, cancilleres y embajadores que pasaron balance sobre el desarrollo humano en nuestro desmejorado planeta.
En el 2000 los gobiernos del mundo acordaron cumplir en el plazo de 15 años, ocho metas de desarrollo. Tomando como punto de partida los registros de 1990 se propuso reducir a la mitad la proporción de personas que padecen pobreza y hambre, garantizar la educación primaria universal, promover laigualdad de género y reducir la mortalidad infantil y la materna.
También combatir el sida, el paludismo y otras enfermedades, asegurar la sostenibilidad ambiental y fomentar una asociación mundial para el desarrollo.
La mala noticia es que para la inmensa mayoría de los países que componen nuestra Aldea Global estas metas no se cumplirán.
Si bien algunos países, particularmente de América Latina, demostraron que han hecho avances notables en la consecución de los Objetivos, a cinco años plazo de cumplirse la fecha de corroboración, ya es casi seguro que las metas globales no se alcanzarán y eso significará una gran derrota para la humanidad.
En primer lugar –y no es una consigna más, sino una terrible realidad– el problema de fondo sigue siendo el orden económico global, que continúa siendo sumamente injusto y expoliador a favor de los países ricos.
Los mercados de las economías más avanzadas permanecen vedados a las exportaciones de los países pobres cuya deuda externa , aunque se ha pagado varias veces sigue multiplicándose, y la desregulación y corrupción financiera de la gran banca mundial ha provocado una crisis global con consecuencias especialmente negativas para las economías subdesarrolladas.
Es una verdadera tragedia que la cantidad de personas que viven en la pobreza extrema aumentó en unos 36 millones entre 1990 y el 2005. El número de personas que padecen hambre a escala mundial se incrementó de 842 millones en 1990 a la cifra récord de 1,020 millones en el año 2009, mientras 2 mil millones de personas padecen serias carencias nutricionales.
Según un informe reciente de la Organización de Alimentos y Agricultura de la ONU (FAO, por sus siglas en inglés) el número de personas subnutridas ha disminuido en el 2010, pero sigue siendo inaceptablemente alto: es mayor que antes de las últimas crisis, mayor que hace 40 años y mayor que en el momento en que se acordó el objetivo de reducción del hambre en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación en 1996.
Tomando como base los últimos datos disponibles, se calcula que el número total de personas subnutridas en el mundo alcanzó los 1,023 millones en 2009 y se espera que se reduzca un 9,6 % hasta los 925 millones al concluir el presente año.
Entonces, cabe preguntarse ¿qué ha pasado con la anunciada cooperación internacional cuando los países desarrollados ni remotamente alcanzaron el compromiso de aportar el 0.7 de su Producto Interno Bruto (PIB) como Asistencia Oficial al Desarrollo, mientras esos mismos países son los responsables principales del desproporcionado gasto militar de 1.4 billones de dólares, que representa el 2,4 % del PIB mundial?
Algo anda mal en nuestra Aldea Global, ¡y TODOS y TODAS nos veremos afectados por las consecuencias de este desbarajuste!
No hay que ser genio para anticipar que los padecimientos de las miles de millones de personas que viven en condiciones de hambre y miseria en el mundo, afectarán también, como ya está sucediendo, a las sociedades industrializadas, a “los ricos del barrio”.
Esta calamidad tocará a las puertas de todos en nuestra Aldea, ya sea por el aumento desesperado y descontrolado de grandes migraciones, de enfermedades y epidemias generadas por la pobreza, la insalubridad y el hambre, o como resultado de hechos que hoy no se pueden predecir.
No sé si ando desvariando al abordar estos temas que lucen tan lejanos y desconectados de nuestra cotidianidad, del debate sobre el futuro de la UPR, las consecuencias del neoliberalismo fortuñista o las confesiones de Ricky Martin.
Quizás es que me creí el cuento de que vivimos en una Aldea Global y que me duele en los “cojones del alma” que todos los días, miles de mis vecinos se mueran de hambre.