Nuevo código, referéndum y comunidad LGBT
Yo sé lo que es ser criminal, soy un hombre gay. En muchos países todavía soy criminal. En Puerto Rico todavía muchos legisladores de ambos partidos mayoritarios nos ven y tratan como criminales. Todavía la policía, ese órgano corrupto que fabrica casos, continúa ejecutando escenas de entrampamiento contra hombres gay, porque nos ve como criminales. Eso fue cierto en los 80, en los 90 y en este siglo. De hecho, actualmente hay un caso en corte, porque a un joven universitario, trabajador, pero criminal igual que yo, se le negó entrada al Capitolio por tener una camisa que dice NO a la homofobia. Esa prueba de su status criminal impidió su entrada al Capitolio. Su presencia ofende a lxs legisladores. A la misma vez que se erradicaba a este criminal del Capitolio, Wanda Rolón, la apóstata de las prendas y maquillaje, supuraba odio en conferencia de prensa dentro del Capitolio. Eso no ofendió a los legisladores.
Desde que tengo memoria soy criminal. Se ha cuestionado que trabaje en la Policía, el ejército, el gobierno (sobretodo en puestos que requieran acreditación de seguridad -“security clearance”-), en los salones de clase, en la política, en cargos públicos, que goce de las playas, de “actividades familiares”, que sea socio en firmas de abogados, todo aspecto de nuestras vidas ha sido negado en base a nuestro estatus “criminal”. No es fácil vencer estos obstáculos cuando el que exige derechos es visto y tratado como criminal.
Muchos de los adelantos que como comunidades LGBT hemos obtenido en Puerto Rico se han conquistado a través de la protesta y la denuncia pública. Nada nos ha sido regalado. Esto no es exclusivo de Puerto Rico, la denuncia y protestas públicas han sido necesarias para nuestras comunidades en Estados Unidos, Rusia, Costa Rica, Uganda y muchos otros países. La diferencia está, claro, en las consecuencias. Con la firma entusiasta del Gobernador Fortuño al nuevo código penal (aprobado por la legislatura, en la oscuridad de la madrugada) ha sido criminalizada la manera mas efectiva en que hemos podido lograr pequeñas victorias y reivindicaciones. En el nuevo código penal se insertó el artículo 297(b) que hace “Delito grave punible con una pena fija de prisión de tres años a cualquier persona que cometa cualquier desorden a la inmediata vista en presencia de la Asamblea Legislativa, a cualquiera de las Cámaras que la componen, las Legislaturas Municipales o cualquiera de sus miembros y sus respectivas comisiones, mientras se encuentren en el desempeño de su función pública,tendente a interrumpir sus actos o disminuir el respeto debido a su autoridad.” Puerto Rico se une a otros países con tendencias totalitarias donde la protesta y denuncia pública pudieran enviar a cárcel a ciudadanos que expresan su descontento o denuncian la discriminación legislativa. Una vez se logre eliminar la fianza de nuestra constitución, no hay por qué garantizarla a activistas arrestados durante el ejercicio de expresión que debiera ser protegido y reforzado por esos mismos legisladores y legisladoras que hoy quieren socavarlos. La fianza ya no será un derecho.
Ningún color de ningún partido político vale más que nuestro derecho a expresarnos, y a protestar cuando somos atacados por los legisladores, alcaldes o funcionarios públicos. Protestar y denunciarles allí mismo donde ellos nos atropellan con insultos y con legislación, en claro abuso de sus funciones públicas. Protestas, denuncias, piquetes, interrupciones, cada una de nuestras reivindicaciones ha sido obtenida gracias al arrojo y gritos de activistas, mujeres y hombres que se han tirado, a la calle y en la calle, denunciando injusticias o demandando derechos que las clases gobernantes dan por sentado para sí y niegan a l@s demás. Nada nos ha sido regalado.
Recordemos algunas de esas instancias:
1. No fue hasta que los activistas pegaron gritos e interrumpieron al entonces Presidente Reagan, después de 6,000 muertes, que logramos que pronunciara la palabra SIDA.
2. En Puerto Rico, fue gracias a una protesta de ACT-UP que literalmente bloqueó la oficina de OCASET, la que finalmente obligó a los periodistas a preguntar si había algún protocolo de servicio y prevención para las mujeres, hasta entonces ignoradas. Al igual que fue la marcha gigantesca contra el SIDA que llegó hasta los portones de La Fortaleza, las que obligaron a PR y a la prensa cómplice a discutir el tema del SIDA y al entonces gobernador, Rafael Hernández Colón, a reconocer que puertorriqueñas y puertorriqueños comenzaban a morir de SIDA en grandes números mientras su administración seguía sumida en el silencio, la negación y la incompetencia. Hoy estaríamos todos presos por aquella protesta.
3. La comunidad LGBT protestó frente al Capitolio durante las 3 veces que se debatió eliminar o mantener el delito de Sodomía en el código penal. No permitieron que entráramos todas y todos. Para lxs activistas que depusieron, fue importante protestar afuera y adentro, fue importante que adentro escucháramos los gritos de nuestros compañeros y compañeras demandando justicia desde afuera. Tanto la respuesta de Margarita Sánchez al atropello de los legisladores, como el beso de PJ, hoy pudiera costarles la cárcel. Como pudiera costarle la cárcel a quienes demostraron apoyándoles frente a El Capitolio.
4. ¿Quién me garantiza que la prohibición de usar disfraces no se va a usar contra nuestras hermanas y hermanos trans? ¡Ya uno que otro alcalde lo ha tratado de hacer para sacarles de las plazas públicas!
5. Fuimos a protestar la resolución 99 allí donde se radicó, al Capitolio, NUESTRA casa de las leyes. Ningún otro sitio sería aceptable, ¿cómo más podemos hacer responsables a lxs legisladores que nos persiguen y nos atacan si no en su lugar de trabajo, en la “escena del crimen?” Hoy podría costarnos la cárcel esa protesta.
6. La protesta frente a una escuela superior en apoyo a jóvenes estudiantes LG hostigados, perseguidos y humillados por una principal de escuela homofóbica. Hoy pudiera costar la cárcel a esxs activistas.
Nada nos ha sido regalado. Protestando y demostrando y defendiendo nuestra ciudadanía hemos logrado educar un poco a la prensa seria y responsable. Hemos logrado que algunxs oficiales públicos no teman al apoyarnos. Hemos puesto nuestra indignación y combatividad manifiesta y demostrado que no nos vamos a quedar sentados mientras nos apabullan y nos arrebatan victorias ya ganadas, de forma impune sin que siquiera podamos protestarles. Esto a pesar de que nuestra sola presencia y nuestro compromiso, ofende a legisladores. Yo confío en que la demanda presentada en los tribunales logre extirpar esta nefasta enmienda al código penal que criminaliza el vehículo más eficiente que hasta ahora hemos tenido las comunidades LGBT para defendernos.
Pero OJO, nadie me convence, que cuando se habla de quitar el derecho a fianza, no se esté hablando de nosotros, los Otros y Otras criminales. Esos que somos criminales desde que nacemos. Por nuestra orientación sexual, por nuestro color de piel, o por nuestro origen étnico. ¿Quién me garantiza que después que el Derecho a la fianza no esté consagrado en la constitución no se le va a negar a «esos sodomitas que protesten», que reclamen sus derechos allí donde se les atropella, en oficinas de gobierno y la Casa de las Leyes? NADIE puede garantizarme eso. Por eso es para mí importante que la comunidad LGBT, consciente de su pasado, de su historia como sujetos criminalizados y criminalizadas y orgullosa de su historia de activismo, vaya a votar NO el 19 y no permita que se ponga en peligro nuestro derecho a la fianza, sobretodo ahora, en momentos en que la libertad de nuestra expresión ha sido criminalizada.
También le recuerdo a esta comunidad LGBT, que observen bien quienes nos han brindado su apoyo de cara a estas elecciones. Todos los partidos de minorías nos han reconocido como constituyentes, como ciudadanos. Los partidos de minorías han hecho expresiones de apoyo a nuestros derechos y pudieran proveer en el Capitolio una diversidad de voces necesaria, igual a la que sucede en países mas democráticos. Pudieran proveernos una voz que ahora mismo está ausente. La segunda medida que se nos presenta el dia 19 de Agosto, representa un obstáculo formidable a la posibilidad de que esos aliados y aliadas, puedan llegar a la legislatura y aportar a todos aquellos debates en los que es importante tener aliadxs. Alguien que pueda hacerle frente a los insultos y atropellos de los legisladores homofóbicos de los 2 partidos mayoritarios sin tenerle miedo a los líderes de ambos partidos en las cámaras ni que les sometan a disciplina de partido.
Esta segunda medida representa una clara amenaza a las minorías del país que no nos sentimos representadas ni escuchadas, al contrario, cada vez más silenciadas en la legislatura. Sobretodo para comunidades LGBT que vemos la continua avanzada en la influencia de sectores fundamentalistas homofóbicos en la legislatura. Esta segunda medida sobre el tamaño de la legislatura es una seria amenaza para las comunidades LGBT que observamos a lxs legisladores sacarnos descaradamente de los agravantes de crímenes de odio. Llamarnos torcidos; mofarse de nosotros y nosotras, llevar patos de hule consigo, llamar cua cua a sus enemigos. En una legislatura reducida esas son las personas que se quedarían, esas son las voces que se quedan solas. Una comunidad LGBT saludable tiene un deber ciudadano de proteger la posibilidad de que legisladores de minoría, sobretodo, esos y esas que son nuestros aliados y aliadas, puedan tener acceso también a la legislatura.1
Por mi parte, yo insto y exhorto a toda la comunidad LGBT a votar NO y NO. Dos veces NO este 19 de Agosto de 2012, porque de lo contrario, se nos pudieran ir mas derechos. Nuestros derechos ciudadanos y nuestra dignidad van por encima de todo y no debemos dejarlas morir en el altar de la política partidista.
- Si quieres saber más sobre la importancia de derrotar la medida que reduciría la legislatura te recomiendo el artículo excelente de Luis José Torres publicado en 80Grados: La rama ejecutiva que no queremos. [↩]