Opciones a la noria
La crisis económica en Puerto Rico es planteada en términos irreales de ingresos y gastos de las familias y el estado. Lo primero que hay que cuestionar es por qué los ingresos del estado y de las familias son tan menguados y las ganancias del capital externo tan elevadas. El fondo de la cosa no está en el ahorro o el gasto. Esta es una desviación de la atención hacia lo secundario. El origen económico, político, ideológico de la crisis, es más profundo y viene de lejos.
Cuando un país utiliza como estrategia fundamental de crecimiento la importación de capital, termina exportando la mayor parte del excedente en la forma de ganancias. La exportación de ganancias entra en contradicción con la acumulación de excedente para gestar el crecimiento autónomo. Puerto Rico es un ejemplo clásico de relaciones económicas e inseparables relaciones políticas, desiguales, primero con España, luego con Estados Unidos de América del Norte (EUAN).
Durante la última década el capital industrial, comercial, bancario, financiero, especulativo se ha llevado de Puerto Rico o a través de este archipiélago unos 300,000 millones de dólares en ganancias. Ahí está una de las raíces más profundas de nuestros problemas sociales. El estado de la colonia y las familias se ven forzados a tomar prestado y recibir devoluciones del gobierno de EUAN, para trata
r en vano empeño de contrarrestar la succión privada externa del excedente.
Las ganancias del capital externo han sido mucho mayores que las llamadas transferencias, deudas pública y privada, que hemos pagado con creces. Se plantea que si no pagamos la deuda (inexistente) no podremos tomar más prestado. No se quiere admitir que el estado de la colonia está en quiebra, de todos modos no podrá pagar la deuda (que no existe) y se acerca al punto de no poder tomar más dinero prestado. Si el estado imperial quiere asumir esas llamadas deudas que las pague. Si queremos romper la coyunda económica es necesario romper la coyunda política e ideológica que se le ha impuesto al pueblo puertorriqueño, a la misma vez burda y sofisticada, desde el 1898.
Balancear a corto plazo el presupuesto requerirá imponerle contribuciones a las ganancias brutas y netas del capital externo. Mientras tanto los políticos del PNP se hacen de la vista larga, entretienen sus huestes y muchos economistas le hacen coro, con la supuesta necesidad de recortar el gasto público, el tamaño del gobierno, sin decir de forma directa: hay despedir más empleados públicos. Los políticos del PPD le temen al despido de empleados públicos, pero le han echado la carga económica de las contribuciones, la llamada reforma del sistema de retiro y los aumentos de los llamados servicios públicos al pueblo. De paso no legislan para aumentar el salario base de los empleados públicos y privados para contrarrestar, aunque sea en parte, el incremento en el costo de la reproducción de la fuerza de trabajo.
A través de los medios de comunicación se alimentan y exacerban los prejuicios, la división del pueblo entre los trabajadores asalariados y los que habitan los caseríos y otras comunidades de bajos ingresos. Ante esa distracción habría que preguntarse, ¿cómo comparan en términos cuantitativos las llamadas ayudas gubernamentales en cuanto a pago de electricidad, agua y alimentos, con las ganancias de las compañías externas? Se habla de forma despectiva y exagerada del llamado mantengo familiar, pero se esconde el gigantesco mantengo corporativo, por vía de las exenciones a las ganancias corporativas de las empresas externas. Han inventado una ilógica aritmética económica para tratar de mantener tras una cortina de humo las desiguales e inseparables relaciones económicas y políticas, de EUA y Puerto Rico, que hacen agua por múltiples boquetes sociales.
Las economías dominadas por el capital externo se caracterizan por la presencia de múltiples centros de producción que no se entrecruzan. Importan materias primas, maquinaria, equipo y generan productos que se exportan con el excedente que contienen. Las ganancias del capital comercial, bancario, financiero y de las comunicaciones se exportan también. Las consecuencias de esa economía fragmentada, controlada de manera anárquica por el capital externo, son entre otras, el desempleo, subempleo, chiripeo, la creciente emigración de la fuerza de trabajo en edad productiva, la interacción precaria con el resto de la naturaleza y la violencia individual contra los más débiles.
La crisis de la agricultura por más de media centuria ha conllevado la reforestación de colinas, montañas, promontorios calizos y abras (llanos calizos). En 1936 alrededor de 12 por ciento de la tierra estaba cubierta por bosques primarios, secundarios y arbustos. Al presente la cifra es alrededor de 60 por ciento, es decir, cinco veces más. La naturaleza ha tenido la capacidad de recuperarse en relación con los campesinos remanentes, sin la intervención significativa de la mayoría de los funcionarios o burócratas del gobierno de Puerto Rico, de EUAN, los políticos electorales tradicionales y la mayoría de los naturalistas.
Estos últimos menoscaban los aspectos sociales del ambiente. Pretenden hacernos creer que su interacción con el resto de la naturaleza no está mediada por el entorno social: económico, político ideológico. Recurren, sin embargo, al cabildeo en la legislatura y a casos en las cortes, lo cual es síntoma de su debilidad organizativa. Muchos consideran al pueblo inferior, incapaz de entender su supuesta profundidad intelectual y superiores derroteros. Pretenden en muchos casos imponer leyes y reglamentación al pueblo, sin consultarlo, dizque para proteger la naturaleza.
Desde el siglo XVI al XIX el imperio español aprobó leyes y reglamentos para tratar de controlar la vida de los puertorriqueños. La iglesia católica romana pretendió hacer lo mismo a través de prohibiciones dizque éticas y morales. Los puertorriqueños reaccionaron con el contrabando de cuero, madera, ron, ganado vacuno y otros productos del trabajo y de la tierra. Frente al imperio de EUAN y el estado de la colonia, muchos puertorriqueños han seguido produciendo pitorro, chiripean y no lo informan, le han dado la vuelta al seguro social, ponen mecanismos para pagar menos por el agua y la electricidad y otras prácticas similares.
Con estas prácticas también se le da vueltas a la noria, puesto que no se enfrenta el origen político y económico de la opresión. Muchos se entretienen atacando a esos sectores sociales que se las buscan, que bregan. Atacan el síntoma no la enfermedad. Su reacción es otra forma de darle vueltas a la noria.
El problema más grave en cuanto al uso de los suelos fue generado con la política anárquica de urbanización horizontal para viviendas cada vez más caras y en menor grado centros comerciales e industrias en los llanos costeros y del interior. Incluyó la especulación con la tierra y las viviendas de precios elevados cuya venta ha entrado en una profunda crisis. La falta de vivienda a bajo costo, los elevados precios de los alimentos y la incapacidad para enfrentar una crisis alimentaria, también son secuela de esa falta de visión estratégica. Los naturalistas que pretenden imponer trabas a la agricultura, sin contar con los agricultores, en las montañas, las colinas, la periferia del carso y los valles costeros, están jugando con fuego y le están dando vueltas a la noria.
Una agricultura y agroindustria de elevada productividad, en interacción apropiada con la naturaleza, es central para la recuperación económica. La sustitución de los derivados del petróleo con gas natural y sobre todo energía renovable en la producción de electricidad y otros usos, es un elemento central de esa transformación económica. La construcción de redes de transportación colectiva abaratará los costos de la producción que incluye el flujo de productos y personas. La educación para la libertad, con discusión de ideas y solidaridad, será parte de la superación de la crisis social.
Lo que existe en el ámbito social- económico, político e ideológico-ha generado la profunda crisis en la que estamos sumidos. La fuente fundamental de la riqueza, la fuerza de trabajo de variadas capacidades, las experiencias del pueblo, la ciencia, la tecnología avanzada, la organización de la voluntad informada, consciente, la reflexión acerca de nuestras fortalezas y debilidades, además de nuevas formas de producción y convivencia solidaria nos permitirán superar la crisis.
La soberanía del pueblo puertorriqueño es imprescindible para proteger nuestra economía y a la par decidir los derroteros políticos futuros. La organización del pueblo en múltiples ámbitos será requisito para la victoria. Lograrla requerirá la construcción de un nuevo contexto cultural de mayor profundidad, amplitud y solidaridad.