Para echarse a llorar
Gane quien gane las elecciones de noviembre, el País pierde. Las dos alternativas con posibilidades de triunfo son evidencia de la caducidad de un sistema bipartito que nos hunde en la desesperación electoral de votar por un sinvergüenza o por un ignorante. El País va a las urnas con angustia. Con ganas de derrotar al incumbente y sin ganas de elegir al retador. Vamos desbocados camino a un precipicio y nada nos detiene. Es para echarse a llorar.
Si lo mejor que tiene para ofrecer el Partido Popular es Alejandro García Padilla, debe morir aunque sea de vergüenza.
La semana pasada fue devastadora para el PPD. Reveló a un candidato pueril y simple, con una cultura política miserable. No sé quién lanzó a ese muchacho al programa radial “Fuego cruzado” para culminar el jueves el prolapso político que comenzó el domingo. No fue un acto de valentía. Fue una temeridad que pagó con el ridículo ante la sabiduría y experiencia política de los tres integrantes del ilustrado panel de la radio. Fue patético.
De todo el episodio de la semana, esa comparecencia lastimera coronó lo que hasta ese momento había sido más importante: sanciones al derecho a la libre expresión y coacción al voto disfrazadas de disciplina de partido. La semana que comenzó para García Padilla con el chiste infantil de la cara de oveja, había tenido su cénit en las sanciones al representante Charlie Hernández. Con la democracia no se juega sin consecuencias.
En la evolución histórica de los derechos humanos desde el siglo 17 (hábeas corpus) se marca la Declaracion Universal de Derechos Humanos de 1948 como punto de partida de todas las constituciones de la democracia moderna.
Por más que García Padilla trató de vender sus sanciones a Hernández como disciplina de partido, en esencia violentó el derecho a la expresión, jugó con el derecho al voto libre de coacción y jugó con la democracia. Y eso es inaceptable.
El derecho a la libre expresión, consignado en el Artículo 19 de la Declaracion Universal de Derechos, y el derecho al voto (Artículo 21), fueron ampliados en el Pacto de San José (Costa Rica) en 1969 para la comunidad internacional reafirmar que no pueden ser restringidos ni siquiera “por medios o vías indirectos”(disciplina de partido en este caso).
Lo que demostró el flamante presidente del PPD con sus sanciones es su pobre cultura política. Una persona que no conoce los fundamentos de la democracia, la violenta sin darse cuenta que lo hace. Un líder del mundo democrático sin estos conocimientos básicos integrados viene con defectos de fábrica. Eso fue lo que quedó confirmado en su diálogo con los integrantes de “Fuego cruzado”: su falta de cultura y formación política.
Eso no sería importante si no fuera porque trata de pasar por erudito. Todo se aprende. Pero hay que partir de que no se sabe para aprender. La soberbia no permite aprender.
No sería importante si no se tratara de la única alternativa con posibilidad al déspota neoliberal que es Luis Fortuño. Ésa es nuestra tragedia como país.
Hasta esta semana García Padilla iba tejiendo una oferta sensible: cero cuota universitaria, devolver la autonomía a la UPR, restaurar el Colegio de Abogados, la asamblea constituyente sobre status y la eliminación del gasoducto. El domingo comenzó echando a un lado la constituyente y ya para mitad de semana había embarrado el resto.
En esa caída aparatosa, por disciplina de partido se llevó enredados a unos cuantos, incluyendo a Carmen Yulín Cruz, que por cargarle las maletas a Alejandro se disparó un tiro al pie y andará coja hasta que se reponga.
Debe hacerlo porque después de todo corre para alcaldesa de San Juan y no para presidenta de la república.
* Publicada por El Nuevo Día y reproducida aquí dado su valor informativo.