Para pensar el futuro de la Universidad
Cinco personas íntimamente vinculadas a la vida de la Universidad de Puerto Rico reflexionan sobre su futuro inmediato. La pregunta formulada es: ¿Cuál o cuáles deben ser los asuntos que se tienen que priorizar en términos administrativos y/o académicos en el presente, en pos de garantizar la vigencia del proyecto educativo de la Universidad de Puerto Rico?
Sus respuestas…
– Efrén Rivera Ramos, catedrático de la Escuela de Derecho de la UPR:
La tarea administrativa más urgente debe ser el afán por allegarle a la Universidad los recursos que se le han sustraído causándole una pérdida de más de 150 millones de dólares. Con ese golpe económico es imposible que la Universidad pueda continuar manteniendo los altos niveles de desempeño a que ha estado acostumbrada en materia de ofrecimientos académicos, el sostenimiento de proyectos universitarios especiales y el reclutamiento, retención y desarrollo de su facultad. En ese empeño, si se actúa de buena fe y con el bienestar de la institución como norte, la administración debería contar con el apoyo de todos los sectores de la comunidad universitaria.
En segundo lugar, es imprescindible expandir los ámbitos de participación para que toda la comunidad universitaria pueda aportar al análisis de la crisis y a la identificación y puesta en marcha de soluciones a corto, mediano y largo plazo. Si no hay más remedio que efectuar ahorros en algunos renglones, entonces la comunidad toda debe tener la oportunidad de participar en la fijación de los criterios que deben guiar las medidas de austeridad así como en la determinación del rumbo que la institución deberá seguir en los próximos años.
Desde el punto de vista académico, los docentes, investigadores y estudiantes debemos redoblar nuestros esfuerzos por fortalecer los procesos de enseñanza-aprendizaje, la investigación y los proyectos de servicio a la comunidad de forma imaginativa y creadora aún en medio de las dificultades que enfrentamos. Lo que sobrevivirá, a la larga, será el producto de nuestro trabajo: el conocimiento que generemos y divulguemos, y el servicio que prestemos, en todos los espacios posibles. Debemos hacerlo aún cuando ello requiera crear una universidad alternativa dentro de la universidad oficial, a contrapelo de las dificultades y trabas institucionales y presupuestarias que encontremos en el camino. De ello depende el futuro de ese proyecto cultural que llamamos la Universidad de Puerto Rico, que trasciende los edificios en los que trabajamos, las verjas que los circundan, las estructuras formales en que se enmarca y los cuadros directivos que ostenta coyunturalmente.
– Odalys Rivera, editora del periódico Diálogo:
En términos administrativos, pienso que la Universidad debería reevaluar su estructura organizativa, para determinar cuáles son las dependencias que realmente necesita la institución para funcionar óptimamente. También debe examinar sus gastos especialmente en dos renglones: en tareas o servicios que impliquen una duplicidad de funciones y en la partida de los fondos destinados a las obras permanentes. Con relación a esto me hago dos preguntas para las que aún no encuentro respuestas.
Número 1: ¿Por qué una entidad que tiene una Oficina de Asuntos Legales tiene que contratar a uno de los bufetes más caros del país para que le represente? Número 2: ¿Cómo una universidad en una crisis financiera tan seria como la que tiene la UPR, o por lo menos así nos han hecho creer, tiene fondos para honrar acuerdos con ciertos desarrolladores y no así para cumplir con el convenio pautado desde hace años con empleados no docentes, empleados de mantenimiento y profesores?
Considero que la crisis que atraviesa la UPR, más que ser una de carácter fiscal es una de falta de voluntad para querer resolver las situaciones que haya que resolver a fin de echar esta prestigiosa institución universitaria adelante.
En cuanto a lo académico, también debería realizarse un ejercicio de introspección para identificar cuáles deberían ser los programas que podrían contribuir mejor al desarrollo social, económico y cultural del país bajo las condiciones actuales. También debe fortalecerse la investigación y propiciarse la innovación. La innovación es uno de los campos más prometedores actualmente en el que América Latina apenas ha comenzado a dar sus primeros pasos. Hay un nicho muy importante aquí en el que Puerto Rico, a través de SU UNIVERSIDAD podría hacerse paso. Los beneficios tanto para la UPR como para el país podrían ser enormes.
– Arturo Ríos Escribano, estudiante de derecho y líder estudiantil:
Uno de los principales problemas que enfrenta la Universidad de Puerto Rico, y que se le ha señalando a las distintas administraciones a través de los años, es que los distintos espacios diseñados para la comunidad universitaria para la presentación de propuestas, deliberación y ponderación de ideas, se han convertido en meros cuerpos protocolarios estructurados en función de cumplir-la administración- con su obligación (reglamentaria y en ley) de hacernos partícipes de la toma de decisiones.
Cuerpos protocolarios porque la ficción de participación que menciono se fundamenta en que los estudiantes participamos proporcionalmente en desventaja en dichos espacios, en comparación con la composición numérica de los otros sectores que componen la comunidad universitaria. Integramos cuerpos de vital importancia tales como el de la Junta Universitaria, que asesora al Presidente y recomiendan a la Junta de Síndicos, pero que regularmente, las recomendaciones presentadas son rechazadas de plano sin consideraciones ulteriores. De esa manera garantizan nuestra participación: nos otorgan un espacio para expresarnos, ellos cumplen con hacer que escuchan y finalmente deciden.
Esta problemática tiene su génesis en la falta de autonomía que sufre la Universidad. Con el cambio de cada administración a la par con las elecciones generales, los altos funcionarios responden a la política pública (y privada) del gobierno de turno, ignorando los preceptos de la misión universitaria y permitiendo la interferencia política en los aspectos académicos. La administración no garantiza continuidad alguna en sus planes de trabajo, y las proyecciones a largo plazo dependen de cuanto dure el partido de turno en el poder. Así las cosas, todo intento de contribución por parte de los [que] integramos la comunidad universitaria, y que no tenemos la necesidad de rendir pleitesía a partido alguno, es rechazado porque atenta contra los intereses del partido que los puso en sus posiciones.
La Universidad de Puerto Rico, como el proyecto económico-social más importante que tiene el país, debe reestructurar su modo operacional de manera que tome en consideración a los profesionales que integran y hacen que la Universidad sea de las instituciones más prestigiosas que tenemos. Apostar a la apertura e integración de todos los sectores de la comunidad universitaria para que sus propuestas sean analizadas con el mayor de los cuidados garantiza a largo plazo, una carga compartida para obligarnos a sacar a nuestra amada Universidad hacia adelante.
Administradores, abogados, economistas, especialistas laborales, planificadores, trabajadores sociales, arquitectos, maestros; la Universidad cuenta con algunos de los especialistas más destacados del país, comprometidos con salvaguardar los intereses de la Universidad y no de un partido de turno ¿Porqué no utilizarlos?
Yo quiero ver a mi Universidad envejecer, que se les empellejen sus paredes y les broten canas de sabiduría, por los siglos de los siglos. Amén.
– José Eugenio Hernández, director del Departamento de Humanidades de la UPR-Humacao:
Recientemente, la Middle States Commission on Higher Education concluyó en su informe, que la Universidad de Puerto Rico no cumple con el estandar 4 de liderazgo y gobernabilidad, asunto puesto en relieve por los estudiantes durante la pasada huelga. Ante tal informe se desprende, además, que la universidad no posee la autonomía suficiente para asegurar su integridad y cumplir con su responsabilidad de desarrollo y política institucional. Como medida para combatir este problema que ha aquejado a la comunidad universitaria por varias décadas, se ha sugerido en varias instancias, reducir la Administración Central y disolver la Junta de Síndicos nombrada por el partido político de turno. De igual modo se ha propuesto conformar una junta de rectores que gracias a su conocimiento de campo, tanto a nivel sistémico como de recinto, logren dirigir la universidad de forma más efectiva y sin intromisiones políticas.
Como resultado, gran parte del presupuesto de Administración Central sería asignado a cada recinto para mejorar su infraestructura administrativa y oferta académica logrando así una verdadera autonomía universitaria que esté por encima de intereses político-partidistas.
En cuanto a la visión académica, debemos comenzar a rescatar los programas humanísticos de cada recinto e invertir en ellos tanto o más de lo que invertimos en los programas de ciencias o los programas especializados de cada unidad.
En una sociedad donde los valores sociales básicos han sido suplantados por el valor mercantilista, se hace imprescindible alimentar la curiosidad del saber por el saber mismo. A nivel sociopolítico, un individuo es más productivo por su capacidad intelectual que por su capacidad de generar dinero. Precisamente lo que nos distingue de los animales no racionales, es nuestra capacidad de desarrollar nuestro intelecto y sensibilidad, algo que civilizaciones en pleno desarrollo han identificado como el mínimo de cultura general que un individuo debe adquirir como parte de su proceso formativo.
El profesor de francés del Recinto de Humacao recomienda la lectura de la columna de Antonio Mansilla Triviño, catedrático jubilado de la UPR, «Presidencia de la UPR ¿para qué?».
– Alfredo González Martínez, catedrático jubilado del Departamento de Economía del Recinto de Mayagüez:
La Universidad de Puerto Rico es una obra real y simbólica del capital cultural puertorriqueño. Es un proyecto en continua construcción. Mejor aún, es semejante a un organismo social en continuo proceso regenerativo, en el cual sus diversos componentes físicos y culturales interactúan con su ambiente interno y externo para modificar recíprocamente su estructura, su funcionamiento y lograr sus propósitos de crecimiento, desarrollo y supervivencia como sistema.
Es además base indispensable y pivotante del capital sociocultural puertorriqueño construido con las inversiones financieras gubernamentales, pero más importante con las anónimas aportaciones reales de familias puertorriqueñas que sacrificadamente se privaron de sus escasas comodidades materiales para enviar a sus hij@s a la Universidad de Puerto Rico con propósito de superar la pobreza extrema de su ambiente.
La evolución exitosa de la Universidad de Puerto Rico requiere el desarrollo de una cultura universitaria en que los universitarios y los sectores interactuantes de la sociedad amplia internalicen la conceptualización que la universidad es un complejo ente vivo con potencial autorregulador de procesos conflictivos o cooperadores con sus propios mecanismos de armonización hacia el logro de la finalidades de eficiencia, eficacia, supervivencia y, por ser humano, de equidad. Es necesario comprender además que la imposición de finalidades e intereses ajenos al dominio universitario castran su fecundidad inherente. Son agendas de origen externo en forma de acciones y regulaciones gubernamentales, misiones político-partidistas, de movimientos sociales a la “derecha”, a la “izquierda”, de entidades religiosas, asociaciones acreditadoras, empresariales y sindicales.
Ante la realidad de las influencias externas y ajenas, el modelo cultural universitario, requiere de eficaces filtros procesales internos que modulen sus efectos sobre la actividad auténticamente universitaria.
Es comportamiento periódico el que los gobiernos de turno usen la Universidad de Puerto Rico como botín de guerra electoral para dominar el espacio y los procesos académicos favoreciendo sus correligionarios; y controlar un enorme presupuesto que permite su continua influencia geográfica insular y familiar en Puerto Rico. Se pretende privatizar la concepción, la motivación, la oferta y la demanda por los servicios universitarios. Igualmente otras entidades externas luchan también por irradiar sus poderes sobre la estructura y funciones universitarias por entender que conocen la ruta crítica perfecta hacia la gloria universitaria.
Hay también intereses sectarios radicados en los recintos que inyectan sus agendas particulares de índole política, social, de disciplinas académicas, sindical o de preferencias personales en los procesos decisionales universitarios para alcanzar prioritariamente sus propósitos faccionales. Tan intensa es la infección de intereses ajenos al proceso universitario que sus confrontaciones debilitan la solidaridad aún de personas simpatizantes con sus fines. Las estrategias y las tácticas de los grupos faccionales coinciden con las de sus opositores, incluyendo a las del gobierno, adoptando discursos demagógicos. Se traslada al ambiente universitario, la retórica dictatorial: “estas con nosotros o en contra”. La presión intimidante desplaza la persuasión. Igual que el gobierno, optan por formar imágenes cuadradas de la verdad y la justicia en vez [de] exponer la realidad verdadera y justa. La estrategia parece incrementar la cohesión de un grupo menguante mientras va minando gradualmente la solidaridad del pueblo con la Universidad y electores que culmina apoyando masivamente gobiernos ultraconservadores.
Se requiere del universitario legítimo el compartir y promulgar la esencia y los procesos universitarios genuinos contra lo espurios fines y agendas de sus agentes externos y ajenos. Se necesita lograr una eficaz autonomía universitaria mediante procesos internos surgidos de una anhelada inteligencia gregaria; una dialéctica de discernimiento libre de coacción externa e interna para lograr los fines universitarios, como ella los defina; y adjudicarle suprema prioridad a esta misión. Entiendo que la persistencia de esta misión sería atalaya y baluarte contra la invasión de afuera y de adentro conjurada a imponer a los universitarios sus propias agendas y luchas.
El profesor tituló esta reflexión “El respeto y el desarrollo de una cultura universitaria”.
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Extra: «Si saber no es un derecho, seguro será un izquierdo…» de la canción Escaramujo de Silvio Rodríguez, artista que en su concierto el 30 de mayo de 2010 en el Coliseo de Puerto Rico, dedicó a los estudiantes universitarios esta canción.
Nota: En miras de plasmar la mayor cantidad de ideas sobre el futuro de la Universidad, que fomenten el debate y sugieran alternativas para la solución de problemas en el Sistema UPR, continuaremos en 80grados realizando este tipo de notas que exponen varias reflexiones sobre este asunto medular. Si desea que sepamos lo que piensa, no dude en escribirme a: [email protected].