¿Qué regalaría Jesús?
Aunque hace décadas no me considero cristiano, el periodo navideño y la llamada Semana Santa siempre me llevan a la reflexión sobre los temas y enseñanzas de aquel rabino rebelde que, según cuenta la tradición, vivió hace veinte siglos y más tarde fue reconocido como dios.
Mi admiración por este personaje que la humanidad llama Jesús, surge del compromiso que, según se dice, tuvo con los marginados y de la forma en que se enfrentó a los poderes religiosos y políticos de su tiempo.
Sin embargo, al mirar como la sociedad del siglo XXI recuerda este personaje, en mi mente surge la pregunta de cómo es posible que el natalicio de este maestro, que según sus seguidores solo poseía la túnica que tenía puesta, sea la excusa para la mayor orgía consumista del año.
Tomando como ejemplo la publicidad que se genera durante esta temporada, se podría concluir que para la sociedad estadounidense la llamada Navidad o fiesta de la Natividad del dios que para muchos de ellos representa sus valores como nación, se revela más como una celebración del hedonismo griego y romano que al cumpleaños de quien desafió a los poderes del Templo y al mayor imperio de su época.
Autos de lujo, estereotipadas prendas sin más valor que la banalidad, costosos licores símbolos de la opulencia, innecesarios aparatos electrónicos que prometen la ilusión de la vida familiar que sacrificamos para poder comprarlos y, lo más terrible, la glorificación de unos guerreros que por razones económicas son parte de guerras de ocupación que nada tienen que ver con ellos… Estos son solamente algunos de los valores políticos y de consumo con los que los estadounidenses y el resto del planeta recuerdan el nacimiento de aquél desposeído rabino que prefería comer con prostitutas y marginados antes que sentarse a la mesa con los sacerdotes del templo.
Reflexionado sobre el asunto, a mi mente llega un documental que en el 2007 dio voz a los sectores anticonsumistas de los Estados Unidos y que se titula What Would Jesus Buy?((http://www.revbilly.com/work/what-would-jesus-buy))
El filme, de unos noventa minutos, documenta la peregrinación que el coro de la Iglesia Detengamos el Consumo, dirigida por el Reverendo Billy, realizó a varios centros comerciales con la intención de exorcizarlos y liberarlos del “demonio” del consumo.
El Reverendo Billy, personaje creado por el actor Billy Talen a partir de la iconografía de los predicadores fundamentalistas sureños en Estados Unidos, es un ícono entre los sectores progresistas de la Ciudad de Nueva York, donde incluso llegó a aspirar a ser alcalde independiente en las pasadas elecciones.
Partiendo del mensaje central de este documental y mirando las promociones televisivas para esta temporada, me hago la pregunta. En esta Navidad, ¿qué regalaría el Maestro Jesús?
Lo interesante es que la respuesta no me llega del mundo cristiano, sino del budismo. Hace unos años aprendí de un maestro tibetano un ejercicio de meditación que buscaba desarrollar conciencia del sacrificio y esfuerzo que cuesta todo lo que gozamos en la vida.
La idea es que, al escribir en este teclado, debo tratar de tomar conciencia de todas las personas, los recursos y los sacrificios que hicieron posible que el mismo esté frente a mí y que me permita comunicarme con usted, quien me lee.
Al desarrollar esta conciencia en torno a todo lo que de alguna manera adquirimos, podemos ser más agradecidos y a la vez más justos. Acaso no seríamos mejores discípulos de Jesús si, al momento de decidir comprar algo, nos preguntáramos por ejemplo: ¿Cómo tratan a los empleados en la tienda que patrocinamos? O si el precio más económico de un producto se debe a que sus productores explotan a los obreros que lo fabrican o contaminan el agua de la comunidad donde se produce.
Así las cosas, pienso que en esta Navidad, cuando el país se hunde en la violencia social producto de sus valores anticristianos de consumo, Jesús no sobrecargaría su crédito comprando productos vendidos por enormes tiendas de cajón y fabricados en talleres esclavistas, con productos que contaminan y dañan la tierra para beneficio de unos pocos y la explotación del resto.
Pienso que el Maestro Jesús, obsequiaría cosas sencillas de verdadero valor, como prendas artesanales, fotografías, dibujos, pinturas o, incluso, platos de dulces y alimentos preparados por sus propias manos. Después de todo, nos dicen que era hijo de artesanos.
Creó que Jesús regalaría tiempo. Sí, leyó bien, regalaría tiempo para escuchar al que tenga algo que decir, tiempo para reconocer y compartir con esos que diariamente nos hacen la vida más fácil pero que la sociedad condena a la invisibilidad.
Con lo que dicen que le gustaba conversar, de seguro que regalaría horas de tertulia en torno a un buen café procesado por torrefactores independientes.
Seguro que en esta Navidad, el Jesús que yo recuerdo, regalaría solidaridad con los que están en pie de lucha para hacer de este un mundo mejor. Solidaridad, tolerancia y respeto para con aquellos que hoy son perseguidos por los empresarios morales que dicen representar la cristiandad.
De igual forma si fuera a comprar algo para regalar, Jesús no lo adquiriría en uno de esos cajones que explotan a sus “asociados”. Pienso que Jesús auspiciaría las tiendas de los pueblos, donde varias generaciones todavía luchan para echar adelante su familia.
Me lo pudiera imaginar también, lo mismo en La Chiwinha de Río Piedras comprando artículos producto del llamado “comercio justo”, así como en Casa Pueblo comprando café o camisetas con diseños en apoyo a proyectos y luchas comunales para sus discípulos.
En fin, creo que eso sería lo que regalaría el Jesús que yo conocí y todavía recuerdo desde mi agnosticismo.
La verdadera pregunta entonces no es: ¿qué regalaría Jesús?, sino ¿qué deben regalar los que hoy se llaman cristianos? Ellos sabrán…
Paz y felicidad en estas fiestas a todos y todas. De igual forma mis mejores deseos de que tengan la fuerza necesaria para enfrentar el año próximo. Estoy seguro que la prosperidad solo será para unos pocos.