Tomados de la mano, radiante la sonrisa, la frente siempre en alto, los siete jóvenes sacrificados en pleno esplendor de la existencia nos miran a los ojos y nos dicen: sólo el olvido mata.
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Tomados de la mano, radiante la sonrisa, la frente siempre en alto, los siete jóvenes sacrificados en pleno esplendor de la existencia nos miran a los ojos y nos dicen: sólo el olvido mata.
“Señor Guéant, desde el fondo de su abismo usted declara, sin remordimiento ni lamento, que no todas las civilizaciones se valen. Que algunas serían más avanzadas o superiores que otras. No, señor Guéant, eso no tiene sentido».