The Hunger Games
Dirigida por Gary Ross (Seabiscuit, 2003) y basada en la novela homónima de Suzanne Collins, The Hunger Games está batiendo los niveles taquilleros que se asocian con ofertas fílmicas como las de Harry Potter. No cabe duda que es excitante, atractiva, bien actuada, con estupenda cinematografía, y, en algunos momentos, graciosa adrede, como para aliviarle la carga al espectador de lo que está sucediendo, que no es para mucho reír.
La nación de Panem1 se ha forjado de lo que era “América”, como resultado de una sublevación de los trece distritos más pobres en contra de los ricos que controlan la nación desde Capitol. No es difícil detectar la alusión a Washington, DC y al congreso que quiere reprimir al restante 99%. Como resultado del triunfo de Capitol, y para que los pobres no se olviden a quién se le deben, anualmente se escoge a un niño y una niña entre las edades de 12 y 18 años de cada uno de los doce distritos (uno ha desaparecido) para una competencia en un bosque, que es básicamente un estudio gigantesco de televisión. Todo el mundo puede ver lo que les está ocurriendo a los “tributos”, que así se denominan los “concursantes”, y que han sido elegidos para su tarea en un proceso llamado la cosecha (“the reaping”) por las autoridades que rigen el estado totalitario donde son los ricos que controlan y gobiernan. El horror de ser escogido yace en que puede haber un solo ganador. Todos los demás morirán.
En el distrito doce una joven llamada Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence, cuya belleza es suave y adolescente, a pesar de sus 21 años, y quien tiene ojos maravillosos) se ofrece de voluntaria cuando la rifa anual elige a su hermana de doce años, Primrose, como uno de los tributos. Katniss ha participado como candidata a ser tributo en la rifa más tiempo del debido para ganar puntos y conseguir de esa forma que le den más aceite y grano para que su familia pueda alimentarse. También ha estado cazando ilegalmente con arco y flecha fuera de los límites asignados al distrito 12 que están separados por una verja electrificada que ella y un amigo han aprendido a violar.La película es un coctel de fuentes literarias que van desde 1984 a Romeo y Julieta, pasando por Lord of the Flies, la mitología griega (Katniss es Artemisa, o Diana si uno se inclina por lo romano), Vidas de los Nobles Griegos y Romanos de Plutarco, y el programa Survivor, creado por la TV británica en 1992. El trago está adornado con referencias a otras películas como Logan’s Run (1976), Running Man (Arnold Schwarzenegger, en un filme basado en una novela de Stephen King, 1987) y, las películas de gladiadores, que encabeza Gladiator (2000). Las referencias a Running Man (y, conceptualmente, a The Truman Show, 1998) son particularmente agudas ya que entra en esas películas el uso de la televisión y los programas de “realidades” (reality shows), aunque en Games también se hace uso de realidad virtual: los que controlan el “show” que es la pelea a muerte de los tributos, introducen todo tipo de contratiempos –incluyendo animales salvajes- que atentan contra la vida de los concursantes.
Hay varias actuaciones destacadas en la película, incluyendo la de Jennifer Lawrence, quien me temo esté destinada a secuelas, fama inusitada, y muchos millones, cosas que no son tan buenas cuando uno es tan joven. Woody Harrelson en el papel de Haymitch Abernathy, el único ganador de los juegos oriundo del distrito 12 y mentor de los dos chicos de ese distrito elegidos para los juegos, demuestra que mejora su arte con cada película. Entonces está la maldad personificada, el gran Donald Sutherland. Como Coriolanus2 Snow (¿se derretirá en la secuela?), el presidente de Panem, Sutherland promulga la especie de fascismo que su homónimo romano conceptualizó en el siglo V AC: los patricios gobiernan a los plebeyos, quienes no tienen nada que decir y apestan (ecos de “such is life” y de los candidatos republicanos a la presidencia de los EEUU). Lo logra con esa voz endemoniada que es un susurro que sabe afinar para gran efecto, y hace memorables sus pocos minutos en pantalla. Además, ordena al productor del programa televisivo, Seneca Crane (Wes Bentley), a comer unas frutas venosas. Aunque el Seneca que casi todos conocemos se cortó las venas, no está mal un poco de idealismo socrático súper sutil (y la referencia a la cicuta), aunque al personaje, cuya barba parece diseñada por Aubrey Beardsley en uno de sus momentos de sosiego, sucumbe únicamente a la idea del amor joven.También hay una aportación hilarante de Stanley Tucci como César Flickerman, el maestro de ceremonias del show de televisión, que ofrece algunos de los momentos graciosos de la película. Con una peluca (Tucci es un bola de billar) que parece que ha de tomar vida propia en cualquier instante, el personaje es una mezcla de todos los entrevistadores en la alfombra roja de los Oscar y los Golden Globe, con toques de Joan Rivers y Barbara Walters, con guiños a Bill O’Reilly.
La cinematografía, los vestuarios, y los efectos especiales son espectaculares, y los bosques de Carolina del Norte, donde se filmó gran parte de la película, son hermosos y tenebrosos a la misma vez. Casi tanto como los ojos de Jennifer Lawrence.
No soy de los que cree que la gente va al cine y cuando salen llevan a cabo lo que ven y, de esa forma, hacen realidad sus fantasías. No hay duda de que imitan las modas y los peinados y cierto tipo de comportamiento (se llama “marketing”), pero no creo que Son of Sam era un asesino en serie porque lo vio en una película. Sin embargo, en este filme, que tiene calcificación PG-13 (detrás de mí había un hombre con una niña que no creo que llegara a los diez años) se están matando preadolescentes y adolescentes por un premio, que es la vida misma. No es que los niños que la vean van a salir a matar a los del equipo contrario de la liga de soccer. Pero ¿qué están aprendiendo sobre la competencia? ¿Se justifica cualquier cosa para alcanzar lo que se desea? No hay duda de que estas son preguntas complejas para las que nadie tiene una respuesta fácil, pero inquieta el qué le dicen los padres sobre esta película a sus hijos. Por otro lado los jóvenes de Puerto Rico se pasan viendo y oyendo que reina la corrupción, y que muchos ladrones quedan impunes y andan por ahí pavoneándose. Pienso que prefiero que vean esta película, más aún cuando, después de tanta sangre, triunfa el amor.
- Que para mí es un “pun” que usa la palabra en inglés “pan” o cómo se buscaba en los ríos, separando el cascajo del oro, y la contracción “em” de “them”. De modo que Panem sería algo así como “sepárenlos de nosotros”. [↩]
- Si Coriolanus existió o no, es académico en términos del filme y de lo que representa, inmortalizado como está por Shakespeare. [↩]