Al Jazeera, Puerto Rico y la noticia
El equipo de Al Jazeera English no accedió a ser entrevistado por un periódico puertorriqueño. El hecho sucedió el pasado mes de febrero cuando el principal canal de noticias en el mundo árabe envió a sus corresponsales de Washington a una asignación en la Isla. La periodista y la productora, ambas constituyentes de la plantilla americana, cuya base ubica en Doha, Qatar, y el camarógrafo independiente contratado por la cadena, tenían como misión investigar, documentarse, realizar varias decenas de entrevistas (en cámara y fuera de ellas), grabar y planificar el día siguiente. Ese fue el ritmo de trabajo durante los 12 días y 11 noches que duró la encomienda. El resultado aspirado, en esta primera parte: crear una pieza periodística de corte documental sobre la respuesta fiscal de Puerto Rico ante la crisis económica existente.
¿Cuáles eran los objetivos del documental de 30 minutos? Primero, de qué manera los cortes presupuestarios están afectando a los despedidos, estudiantes, enfermos, indigentes, entre otros. Segundo, entrevistar a voces oficiales y de autoridad que dieran cuenta de cómo se está manejando la situación en términos económicos y sociales en Puerto Rico a diferencia de Estados Unidos. Tercero, qué tenía que decir la gente de a pie sobre el estado en que viven los puertorriqueños. Cuarto, por qué una cuota de $800 dólares significa tanto para los estudiantes del Sistema UPR, “tanto como para hacer huelgas y paros”; si como comentó la periodista de origen libanés al entrevistar a una líder estudiantil: “It’s a very low tuition in comparison with any similar kind in the U.S.A”. Quinto, entrevistas con los demandantes viequenses por los casos de contaminación a la salud y sobre la incidencia de cáncer en la isla municipio. Entre otros interesantes temas que no develaré porque el documental todavía está en proceso.
Cualquiera que tenga noción de enfrentarse a una labor de periodismo responsable conoce que se requiere de muchos esfuerzos para lograr un trabajo de calidad. De abundante investigación, de ciertos y certeros efugios, de negociaciones y/o rotundos rechazos, de numerables concertaciones infructuosas, de muchísimas visitas y llamadas, de vasta preparación para entender temas que no (necesariamente) dominas, pero también de muchas satisfacciones y compromisos éticos con la audiencia/lectores, pero ante todo consigo mismo. En resumen, de abundante tiempo de labor activa y consecuente.
El equipo de Al Jazeera – único canal de televisión políticamente independiente en el Oriente Próximo– se negó a la entrevista del medio local. Dijeron discreta pero directamente que no accedían a entrevistas porque no disponían de tiempo. Sus días estaban minuciosamente arreglados por lo que la productora y la “local fixer” -que funge como productora e investigadora local- les concertaban cada día. Con todo eso, y a pesar de tanta pormenorizada gestión, un día de producción en materia periodística es algo caracterizado por la incertidumbre y el albur de ciertas empresas. El equipo noticioso propone y tanto los sucesos diarios como las fuentes, finalmente, son las que disponen.
De todas formas, el periódico local decidió publicar una ligera nota de la no entrevista concedida por Al Jazeera. ¿Por qué no? ¿No era acaso noticia que un medio internacional y responsable, en parte, de las actuales revueltas y la lucha por la democracia en el norte de África y los países árabes estuviera cubriendo la marcha de la UPR?
Según se publicó localmente, las jóvenes periodistas fueron esquivas. “Rehusaron dar sus nombres y aunque dijeron trabajar para el buró de Al Jazeera en Washington D.C. ninguno tenía identificación visible”, leyó la nota del martes, 8 de febrero 2011.
Por mi parte me cuestiono ¿les pareció meritorio -tanto a la periodista como a su editor(a)- publicar un señalamiento disfrazado como noticia?, ¿publicar como noticioso una “noticia” que se desconoce a cabalidad es suficiente y relevante? ¿acaso no sobraría espacio para profundizar más (sí, más que si es meritorio) en los demás hechos sucedidos allí ese día? ¿Qué propósito exactamente cumple este tipo de información?
El acontecimiento de que Al Jazeera -entre otros medios internacionales- cubría el conflicto de la UPR apareció en varios medios de prensa nacional, no obstante, ninguno, salvo éste periódico, enfatizó ni categorizó el hecho más allá de la mención. ¿Será que la primicia es más importante que la sustancia de la información en sí misma?, pregunto en llana retórica.
Vi en la red social que alguien republicó la “noticia” y algunas de las reacciones al respecto: “¿Antropo-periodismo-fagia? ¿periodistas que se entrevistan entre sí?” Mientras otra persona en ese mismo hilo añadió, “les pasa por faranduleros”. En un avance más jocoso alguien formuló: “la pieza [se] lee como bochinche de amor no correspondido”. Otro que se sumó escribió, “pero qué patético que el hecho sea ‘noticia’ con aspiración paranoica”. En la misma línea otra dijo: “pensé igual, ¿cuál es la paranoia que se intenta dar como noticia? Pero, ¿por qué [los de Al Jazeera] no llevaban el carné?”
Yo fui parte del suceso. Me refiero a que -además de que la prestigiosa cadena contrató mis servicios independientes de prensa- estuve presente en el momento en que el medio local pidió la entrevista. Puedo afirmar que no fueron hoscos como insinuó la periodista local. Asimismo puedo afirmar que entre unos y otros hay estilos de trabajo distintos en general, lo que se precia a simple vista, sin ser un experto en materia periodística.
Pero también me parece necesario aclarar que mientras el periódico quería obtener reacciones, cualesquiera al parecer, el equipo de Al Jazeera tenía que estar pendiente de que ninguna imagen ni suceso se les escapara de su campo visual. La infructuosa entrevista se dio en medio de los sucesos de estudiantes evitando el cordón humano de policías. La situación era tensa y ambos bandos noticiosos lo sabían. Era prudente (para todos allí) estar pendientes de no perder un suceso, por anodino que pudiese resultar. Un medio es de prensa escrita, el otro hace prensa visual. Uno predica hacer “prensa de seguimiento” (concepto que no tengo claro a qué hace referencia) el otro hace periodismo investigativo. Y que cuestiona lo establecido, como debería ser el periodismo en todas las partes del mundo, añadiría yo.
Previo a que el periódico intentara hacer la entrevista, algunos universitarios se acercaron al equipo de Al Jazeera y les preguntaron de dónde eran. Los rasgos fenotípicos de los periodistas delataban que se trataba de prensa extranjera. Observé cómo sacaron el carné de prensa una y otra vez para mostrarlo a los curiosos jóvenes. Incluso repartieron tarjetas de contacto personal a quienes les solicitaron. Los estudiantes les expresaban su admiración: “wow, Al Jazeera, excellent press”. Se saludaron mutuamente y cada cual continuó en su desempeño.
Personalmente, cuando he sido parte de la plantilla de algún medio, a menos que sea cien por cien necesario no me cuelgo el carné de prensa. Lo llevo conmigo y me identifico antes que todo. Siempre. Pero no ando con el carné visible. Supongo que es cuestión de decisión y de carácter personal, porque jamás esto ha sido un impedimento para que logre obtener la información que busco ni me he metido en situaciones problemáticas con ningún(a) jefe(a) por no ir identificada. No me agradan las insignias y llevarlas a la vista tiene que ser algo sin remedio o en claro favor de mi integridad física.
Según indagué luego con el equipo de Al Jazeera, no es parte de su línea editorial dar entrevistas casuales, menos mientras están en la faena de una pieza documental. Son maneras particulares y políticas de la cadena. Cada empresa tiene su manual de estilo y sus orientaciones. En suelo nacional ocurre igual, y sobre las políticas de algunos medios locales pudiéramos estar debatiendo hasta un infinito “scroll down” y más allá…
Con todo eso, me parece que es un tema interesante para debatir. ¿Llevar o no llevar carné de prensa? ¿El periodista incurre en un asunto ético si no se identifica? ¿Si la identificación no está visible se duda del profesionalismo?
“Los jefes de estos periodistas pueden autorizarlos a no identificarse, pero bajo la responsabilidad de dichos jefes” .
Animada por las dudas que generó la situación, entrevisté a periodistas de distintos países sobre el asunto. El director académico del programa de periodismo de la Universidad de Barcelona y Columbia University, Roberto Herrscher, alega que “en la medida de lo posible, si unos colegas vienen a entrevistarnos, tenemos que hacer todo lo que está en nuestras manos para al menos darles unos minutos. Si no, cómo podremos ‘presionar’ a las fuentes. Pero, obviamente, en el momento en que estás haciendo un trabajo necesitas que te dejen en paz. Si bien la falta de tiempo pudo haberles molestado, cabe preguntarse también si a los medios locales lo que no les gustó fue el ángulo o la visión de los visitantes”, sugirió el veterano periodista argentino.
Por su parte Milagros Acevedo, catedrática de la Escuela de Comunicaciones de la Universidad de Puerto Rico, expresó que “cualquier persona tiene el derecho a rechazar dar declaraciones, incluso profesionales como los de Al Jazeera”. Pero se resistió a que periodistas en plenas funciones no lleven identificación visible, aún cuando porten instrumentos tales como micrófonos, cámaras y libreta de notas. “Sí, que porte estos instrumentos no necesariamente significa que se trabaja para un medio. Pueden ser estudiantes pidiendo información para algún trabajo, o un profesor como yo, por ejemplo, solicitando datos útiles para mis clases… Aún en estos casos, hay que explicar para qué se pide la entrevista”, recomendó la profesora puertorriqueña.
“Usualmente, salvo en casos de combates en plena guerra, los periodistas no llevan identificaciones visibles, como tarjetas colgantes o los viejos tarjetones de las películas de los años 20, ¿te acuerdas? Para mí, y creo recordar que también lo dio como regla Javier Darío Restrepo en el consultorio ético de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, no hay que llevar una placa, pero tampoco hay que mentir si nos preguntan directamente quiénes somos y qué hacemos allí. Si no nos preguntan, podemos estar en lugares públicos sin gritar que somos periodistas. Pero si nos preguntan, muy especialmente la gente con la que estamos hablando o a quienes les hacemos una pregunta, tenemos que identificarnos como periodistas”, añadió Herrscher.
Según la interpretación de Herrscher, el problema está en si podemos usar lo que nos dice alguien que no sabe que somos periodistas y no lo preguntó. “Yo diría que hay que aclararle al lector que conseguimos la información sin que nuestra fuente sepa que somos periodistas. Pero insisto, no mentir ni hacernos pasar por otra cosa”, sostuvo el catedrático de Barcelona.
Victor Hurtado, editor de la revista costarricense Áncora, quien además trabaja en el periódico La Nación de Costa Rica, afirmó que “los periodistas deben estar identificados cuando están en situaciones de riesgo, como marchas, mítines, etc. No obstante, los jefes de estos periodistas pueden autorizarlos a no identificarse, pero bajo la responsabilidad de dichos jefes”.
Pregunté si hay momentos en los que la identificación no es recomendable y la respuesta de Milagros Acevedo fue: “cuando su vida o la de otros podrían correr algún peligro. Se considera, además, que se puede indagar (entrevistar y buscar información), fotografiar y grabar sin identificación alguna cuando el asunto noticioso es de enorme o importante interés público; es decir, avasalladoramente necesario, ya sea porque puede prevenir un daño o porque ese asunto está ocasionando un daño social. Si este es el caso, la ausencia de identificación deberá ser justificado por el medio, ya sea con un pequeño editorial (una glosa) o una explicación del redactor(a), editor(a) o persona de jerarquía”, precisó.
Para Hurtado la ausencia de identificación se justifica “si buscan una información que no les exige estar identificados, como noticias más normales o entrevistas con funcionarios. También pueden omitir su identificación si ésta les impide acceder a lugares donde hay información importante (como contactos clandestinos con políticos o en medios delictivos). En estos casos, es lícito ocultar las apariencias de los aparatos profesionales que se usan. Aquí predomina la importancia de lograr información porque las señales visibles impedirían conseguirla”, aceptó Hurtado.