Estructuras de la nación, o el arte de Omar Obdulio Peña Forty
Where now? Who now? When now?
Samuel Beckett
Pero si tuviéramos que designar algo que sea la vida del signo, tendríamos que decir que era su uso.
Ludwig Wittgenstein
“Indiferencia visual”, lo llamó Duchamp y, ciertamente, es la primera impresión que se recibe. Es también la impresión que permanece. Aceptar estas construcciones de madera y cartón como “arte”, exige esfuerzo. Probablemente ayuda el espacio que ocupan, el de una exhibición de arte, por lo cual ese contexto le otorga la posibilidad de no ser confundidas con alguna cosa vista en la calle o en un terreno baldío.
Las construcciones de Omar Obdulio Peña Forty pueden—deben—ser ocupadas por los espectadores. No se trata de objetos para ser contemplados, sino para ser utilizados. Si bien las construcciones sugieren “vivienda”, “refugio”, en la sala de exposiciones sus posibles usos parecen ser ilimitados: pedestales para espectadores, espacios de reunión, albergues para meditar, o escondites para planificar subversiones.
Los materiales son evidentemente encontrados. Ningún intento de homogenizarlos, armonizarlos. Cada cosa es lo que es y lo sigue siendo, independientemente del uso que ahora se le da. Tenemos la certeza de que si se desarmaran las construcciones, los materiales no quedarían alterados, sino que volverían a ser lo que eran antes de ser utilizados. Cada material dice lo que era y es, mantiene su historia y su unicidad casi inalterada, en señal de respeto y reconocimiento a esa historia y a esa unicidad. Cada pedazo de material se presenta como un bien que debe ser protegido, respetado.
Cada construcción se presenta maciza, sólida, robusta. Ninguna precariedad, ningún titubeo. Y, sin embargo, nos da igualmente la impresión de que podrían transformarse fácilmente en otra cosa, de que potencialmente son muchas otras cosas y su definición permeable, dúctil, a la vez que sólida e inalterable, cual fortificación lítica.
Inútil, ante las construcciones, hablar de “espectadores”. Aquí solo puede haber “ocupantes”, “usuarios”. Estas construcciones nos invitan a despojarnos de la timidez o la pena, para trepar, sentarnos, acostarnos, resguardarnos en sus cavidades y superficies, otear desde nuestro dominio, ser contemplados en nuestro refugio. De un estado de contemplación indiferente pasamos a un estado de contemplación activa, al atrevernos a hacer visible y compartir nuestro proceso de observar, conocer, actuar, interactuar.
Este es un arte social, un acto de utilidad social. Expresa nuestro dónde, quién, cuándo, nuestra existencia misma, sin incertidumbres, ambages, complejos, ni imposiciones. Como en el arte de maestros tales como Carlos Raquel Rivera, Manuel Hernández Acevedo y Melquiades Rosario Sastre, afirma su proveniencia de clase trabajadora con honrado orgullo. Su signo inequívoco es la creatividad, la esperanza.
“¿Qué es la que hay?” La contestación de Omar Obdulio Peña Forty a esta cotidiana y fundamental pregunta es una contundente y definitiva “ésta es la que hay”: así se estructura la nación.