Los últimos 60 años
Acá es un problema cuando protestan unos pocos, allá unos pocos en armas tomaron el poder. Acá domina el bipartidismo que -elección tras elección- es lo mismo, da igual. Allá solo hay un partido y no tapan lo que son. Acá nos mintieron con una falsa democracia de un Estado Libre Asociado que nunca se supo lo que fue y que probablemente tampoco existió. Allá la riqueza material escasea. Muchos emigraron, y alcanzaron los 125,000 de cantazo en Mariel. Luego la crisis de los balseros. Sí, como los recibimos de la hermana República Dominicana cada vez con menos frecuencia. Pero estamos hablando de un universo de población de 13 millones de personas. Acá tenemos una deuda de $70 mil millones que no podemos pagar, alto desempleo, alta dependencia y una economía de consumo en lugar de producir. Con pasajes de ida se van sobre 70,000 personas anuales y más de la mitad de nuestra población vive fuera de la Isla. Mientras allá retienen la plusvalía, por transferencias electrónicas acá se van del País casi al instante o se la tragan los bonistas. Cierto, allá enjuiciaron y fusilaron a unos pocos después de la Revolución, acá domina la impunidad y los corruptos andan en pandilla sueltos por las calles con diferentes caras haciendo lo que saben hacer, daño al País. Mientras acá no sabemos ponernos de acuerdo ante un divisionismo rampante, allá, de un halón, atienden colectivamente el HIV, el zica, los huracanes, el terrorismo, la agenda energética, la alimentaria, la excarcelación de sus presos políticos, encaminan campañas y agendas nacionales con total sincronización.
Acá todo lo botamos. Allá toca arreglarlo y el ingenio y la inventiva crecen. Acá el tema de salud pública está en el umbral de una crisis humanitaria, la educación pública está lejos de tener calidad mundial y la universitaria ya no es gratuita. Caminar de noche o de día no ofrece sensación de seguridad y los asesinatos nos tocan a todos. Peor, parecen una especie de competencia. ¿Más asesinatos que el fin de semana pasado? ¿Cuál pueblo es de mayor incidencia? ¿Cómo compara con el mismo mes del año pasado? ¿Qué tal las cifras de otros años? ¿Cuatrienios anteriores? La crisis de seguridad es tal que pagamos por alarmas, rejas, seguridad privada, control de acceso, sueldos a 14,000 policías, cárceles llenas, cortes, jueces y abogados.
He visto sus policías en las calles, igual que acá pero sin necesidad de chalecos a prueba de balas ni atacando a su gente. Acá se tiene una fuerza de choque que la activan con bastante regularidad para reprimir a estudiantes y a los que protestan como hombres y mujeres que defienden su ambiente y salud contra cenizas tóxicas de una empresa irresponsable que le sale barato incumplir.
Dicen que era incómodo ir en las Camellas ahora reemplazadas por una moderna flota de autobuses, tienen trenes y «La Católica» (Cubana de aviación), o sea, la flota de aviones que «volaba cuando Dios quería». Acá tenemos la AMA, el tren urbano, taxistas y Uber que cuestan mucho, son ineficientes y poca gente los utiliza.
Allá destacan los mejores indicadores de salud pública de Latinoamérica principalmente en la población infantil. Un asesinato es un escándalo, siempre tiene nombre y no es un número más. Hay buena educación pública para su gente y para forjar profesionales comprometidos con el mundo. La cultura es rica, la gente anda feliz, no se ven desnutridos ni deambulan por las calles. Sus niños tampoco andan por las calles solitarios en el abandono.
No es perfecto, por supuesto que no, pero allá tienen independencia para atender su agenda a su forma aunque hay quienes le llaman tercermundistas. ¿Acá? Acá nos hacen creer tan diferentes al resto de Latinoamérica que ni a este mundo pertenecemos. Para eso ya se cuenta con un ovnipuerto. Peor aún, acá parecería que Batista se mudó con su política de baile, botella y baraja y ha gobernado con diferentes nombres ininterrumpidamente. Ahora ‘evolucionó’ y le llaman al dictador Junta de Control Fiscal.
Ante la partida de Fidel, que las emociones, reflexiones y energías que afloran alimenten lograr la nuestra y perseguir ruta propia a nuestra manera.