Mosaico nacional, racial y sexual: 1899
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No es de extrañar que por la productividad de estos hombres y mujeres se conozca la segunda mitad del siglo 19 como la “época dorada de la visualización gráfica de datos”. Los estadísticos de hoy en día se maravillan con estas personas virtuosas, de gran creatividad y lucidez. Pero debo aclarar, que no siempre fueron personas de probidad moral o conciencia social. Uno de ellos era un mendaz rufián, timador y ladrón, a quienes los estadísticos hoy le deben al menos la mitad de su sueldo, por su invención de las gráficas con ejes de X y de Y. Otro sostuvo actitudes recalcitrantemente racistas y xenofóbicas hasta su muerte y transformó la presentación de datos censales en llamativas formas y mosaicos espectaculares, lo cual no se volvió a repetir por más de medio siglo.
Curiosamente, el siglo 20 inició con el “oscurantismo moderno de la visualización”, para utilizar los términos del psicólogo cognoscitivo Michael Friendly en su artículo, A Brief History of Data Visualization. De 1900 al 1950, apenas hubo innovaciones gráficas y las que hubo palidecieron al lado de la excelencia técnica y estética de la época anterior. Durante este oscurantismo se popularizó el uso de gráficas en libros de texto y en publicaciones gubernamentales y científicas. Puerto Rico tiene ejemplos de estas gráficas, algunas de las cuales se publicaron durante los años 1925 y 1926 en distintas tiradas de la revista Porto Rico Health Review, editada por el Departamento de Salud de Puerto Rico. Estas gráficas eran técnicamente adecuadas, pero su valor artístico, su calidad estética y su esmero por la persuasión visual se distanciaban de la excelencia. Sus autores fueron oscurantistas, según Friendly, por parquedad y no por perversidad. Nunca intentaron privar a las masas del acceso al conocimiento; ellos mismos se privaron del acceso a la excelencia de la época que le precedió.
Después de ver muchos ejemplos de la escueta sobriedad gráfica de principios de siglo, me pregunté, ¿habrá Puerto Rico participado de la época dorada de la visualización gráfica? ¿Podría hallar ejemplos de gráficas con tonalidades de diferentes colores y con un diseño bien pensado? En realidad buscaba una gráfica cuya síntesis de información estadística y su elaboración estética la hicieran digna de ser exhibida en algunos de nuestros museos nacionales.
Mosaico nacional, racial y sexual
La siguiente imagen, tomada de la página no numerada que sigue a la página 50 del Informe sobre el Censo de Puerto Rico 1899, gestionado por el Departamento de la Guerra, e impreso en 1900 por la Imprenta del Gobierno, en Wáshington, D.C., contestó mi pregunta.
Esta gráfica tipo mosaico puede ser difícil de entender a primera vista, pues ha sido una de esas gráficas de la época dorada que cayó en desuso durante las siguientes décadas. Las gráficas de mosaico expresan relaciones numéricas a través del área que ocupan diferentes cuadrados y rectángulos, típicamente distinguidos por colores diversos y sus respectivas tonalidades. En este diagrama, el mosaico completo representa el 100% de la población de Puerto Rico y cada pequeño cuadradito (100 en total) representa el 1% de la población. A la población “blanca” se le asignó el color amarillo y se localizó al tope del mosaico; a los “blancos extranjeros” se le asignó el color rosa, localizándolos en una posición intermedia; y los “de color” se localizaron en la base del mosaico con color azul. La clasificación por sexo se hizo dejando a los varones con su color base intacto; y superponiendo un área con rayas diagonales que sombrea el color base de cada grupo en proporción a las hembras.
A simple vista se observa que casi un 60% de la población se clasificó como “blanca”, pero que las personas “de color”, está algo por debajo del 40%. Para la personas “de color” no hacía falta establecer diferencias si son “nativos” o “extranjeros”; a diferencia de los “blancos”, que se dividen en “nativos” y “extranjeros”. Los “blancos extranjeros” componen una exigua parte de la población del país. Las “hembras” constituyen un poco más del 50% de la población de los “blancos nativos” y de los “de color”. Sólo en la población de los “blancos extranjeros” las hembras representan poco menos del 25%. En este mosaico se cruzan las categorías raciales (blanco y de color), nacionales (nativos y extranjeros) y sexuales (varones y hembras), de una forma simple, numéricamente; y atractiva, estéticamente.
Números sin color
La gran ventaja de este mosaico es que resume visualmente la mayor parte de la información que aparece en las siguientes tablas de dicho censo. Al lado de la retahíla de números, filas y columnas y las aclaraciones de cuáles números ya están incluidos dentro de los otros, la gráfica tipo mosaico es sumamente atractiva. La gráfica de mosaico incluye información numérica que no está incluida en las tablas del censo, como la composición por sexo de la población.
Colores Coca-Cola
Sería iluso adscribir al puro ingenio de aquellos hombres y mujeres del siglo 19 la invención de las nuevas formas gráficas, sin considerar la infraestructura material que hizo posible dichos avances. Las dificultades en la impresión de diferentes tonalidades de colores con suficiente resolución, lo cual tradicionalmente había sido un impedimento para la difusión de innovaciones, fueron poco a poco superadas con la adopción de nuevas tecnologías como el uso de la litografía de color, según nos dice Michael Friendly en The Golden Age of Statistical Graphics. En la medida en que la producción de imágenes por litografía hacía técnicamente posible la gradación de colores y tonalidades, a costos viables, la producción de libros con estas invenciones gráficas se hizo más amplia. El cautivador anuncio de Coca-Cola demuestra las posibilidades de la gradación de colores y tonalidades que permitía el uso de esta tecnología para finales del siglo 19 en Estados Unidos. Supongo que para estos años Puerto Rico no contaba con dichas imprentas, por lo cual, la tecnología que coloreó nuestro mosaico racial fue la misma que coloreaba los anuncios de Coca-Cola.
La inscripción al pie de la página 50 del Informe del Censo de Puerto Rico de 1899, “A.Hoen & Co. Balto. Lith.”, nos indica que la producción de nuestro mosaico nacional, racial y sexual fue realizado por una de las compañías de impresión de litografías más importantes e innovadoras de los Estados Unidos, A. Hoen & Company. Localizada en la ciudad de Baltimore, esta imprenta tenía una relativa cercanía a la ciudad de Washington D.C. y su Government Printing Office, imprenta con la responsabilidad de la tirada del Informe del Censo de Puerto Rico. Esta imprenta produjo A map of the island of Puerto Rico, 1899, por J. Domingo Sulsona, cuya excelencia en la gradación de colores y minuciosos detalles son impresionantes. El fragmento de dicho mapa que corresponde a los pueblos de Cabo Rojo, San Germán y Mayagüez es muestra de la calidad técnica de esta compañía. De ahí es que se entiende la falta de numeración en las páginas con gráficas a color, pues éstas eran producidas por otra imprenta e insertadas a través del texto.
¿Participó Puerto Rico de la época dorada de la visualización de datos?, fue la pregunta que con mucha ilusión dirigió la investigación. La misma comenzó a contestarse con un “sí”, pero con una importante cualificación, por motivos colonialistas.
Orígenes de nuestro mosaico nacional, racial y sexual
Las variaciones de las gráficas de mosaicos habían sido utilizadas para mediados del siglo 19, pero la genealogía de nuestro mosaico debe incluir el Statistical Atlas of the United States 1870, realizado bajo la dirección de Francis A. Walker y publicado en 1874. Éste se ha considerado como el primer atlas temático verdaderamente exhaustivo realizado por nación alguna. Uno de los diagramas de este atlas representa cada estado y territorio de Estados Unidos con un mosaico cuyo tamaño es proporcional a la cantidad de población que lo habita. El mosaico del estado de Luisiana, utilizado como ejemplo, tiene un cuadrado que representa el 100% de la población en el estado, yuxtapuesto a un rectángulo que representa la población de personas de Luisiana que residen en otros estados. Según se observa en la leyenda, este mosaico cruza las categorías nacionales (“nacidos fuera de EE.UU.” y “nativos”), categorías raciales (“blancos” y “de color”) y territoriales (“nacidos en el estado” y “nacidos fuera del estado”).
Al comparar el mosaico de Luisiana de 1870 y nuestro mosaico racial de 1899, se hacen patentes varios elementos que vale la pena destacar. Las clasificaciones raciales y nacionales son comunes en ambos mosaicos. En ambos casos, la clasificación racial no se cruza del todo con la clasificación nacional, esto es, a los extranjeros no hace falta distinguirlos racialmente, mientras que a lo nacionales sí. En el caso de Estados Unidos, un país con un gran flujo migratorio entre estados, sobre todo en dirección al oeste de esa nación, la clasificación territorial cobraba mucha importancia. En contraste, la insularidad de Puerto Rico le restaba importancia a esta clasificación, haciendo que toda persona nacida fuera del territorio sea considerada como extranjero nacional. Una diferencia marcada entre ambos mosaicos es la inclusión de categorías sexuales en nuestro mosaico racial de 1899.
Contextos políticos
Los mosaicos de la población de los estados de Estados Unidos de Francis A. Walker, han sido analizados desde el punto de vista estadístico en un excelente y minucioso artículo titulado Interview with a centennial graph. Pero una dimensión de este tipo de gráfica, su contexto histórico y político, no debería pasar desapercibido. Para 1870, era fundamental documentar el progresivo dominio que Estados Unidos tenía sobre los territorios del oeste del continente. El Atlas de 1870 creó toda una serie de medidas de densidad de la población que localizaban a través de los años, cómo el “centro poblacional” de Estados Unidos migraba cada vez más hacia el oeste, en la medida en que incrementaba la población en las áreas del pacífico y los territorios aledaños. Este atlas produjo una serie de medidas y gráficas del paisaje social y geográfico del oeste del continente que creaba (y justificaba) la imagen de la expansión hacia el oeste como una empresa natural para esa nación.
La destacada carrera de Francis A. Walker, quien fue economista, presidente de la American Statistical Society y presidente del Massachusetts Institute of Technology (MIT), no debe ocultar sus aspectos políticos más controvertibles, como su persistente defensa de políticas anti-inmigración. Su artículo Restriction of Inmigration, publicado en junio de 1896 por la revista The Atlantic comenzaba con la siguiente oración:
“Cuando se habla de restringir la inmigración en estos momentos, no se piensa en las medidas que se toman con el propósito de extraer de la muchedumbre de extranjeros que llegan a nuestros puertos, algunos cientos, posiblemente miles, de personas sordas, mudas, ciegas, idiotas, locos, mendigos o criminales, quienes constituirán una carga sin remedio a nuestro país, y tal vez, sean una fuente de fechorías”. (Traducción del autor)
Una de los argumentos presentados por Francis A. Walker, posteriormente denominado el Walker effect, se refiere a la creencia de que los inmigrantes van a tener una influencia desproporcionada en la economía, la política y la sociedad de Estados Unidos debido a las tendencias demográficas. Su argumento se basa en que: (1) los norteamericanos comienzan a tener menos hijos cuando se enfrentan a la situación de tener empleos pobremente remunerados o incluso menos posibilidades de empleo, debido a que han sido desplazados por los inmigrantes; y (2) los inmigrantes mantienen altas tasas de fecundidad. Aunque el Walker effect ha sido rebatido por múltiples estudios empíricos, todavía está muy presente en la psiquis de los estadounidenses. Los preciosos mosaicos estadísticos del Atlas del Censo de 1870 condensan a través de los coloreados rectángulos, las categorías nacionales y raciales que a través de los años no han dejado de ser fuente de intensos conflictos sociales.
Nuestro mosaico nacional, racial y sexual de 1899 materializó múltiples procesos a diferentes niveles en diferentes lugares geográficos. La responsabilidad de su ejecución estuvo a cargo del Departamento de la Defensa de Estados Unidos. Fueron manos puertorriqueñas los que enumeraron a la población y los inspectores fueron un grupo de bigotudos hombres puertorriqueños decimonónicos. Mientras, dos prominentes estadísticos estadounidenses (Henry Gannet y Walter F. Willcox) estuvieron a cargo del análisis de datos y del diseño de las gráficas. Fue una imprenta de la metrópolis la que tuvo la capacidad tecnológica para imprimir y reproducir nuestro mosaico. Y como resultado de todo esto, al fin y al cabo, la gráfica de mosaico recreó una visión estadounidense de nuestra sociedad. El mismo diseño gráfico y las mismas categorías de clasificación que se utilizaron en el contexto de la conquista del oeste americano también se utilizaron para crear el conocimiento que sentaría las bases de la administración colonial de Puerto Rico.
Nuestro mosaico de 1899 demuestra que una vez más la excelencia técnica y estética en una gráfica estadística estuvo al servicio de una ambición política. Quien todavía insista en afirmar la neutralidad estadística, sería un cuentista y oscurantista.
Nota: El autor expresa su agradecimiento a la Prof. Carmen Santos, Directora de Colecciones Especiales de la Biblioteca Conrado F. Asenjo, del Recinto de Ciencias Médicas, de la UPR y al Sr. Jorge Ricardo Figueroa, asistente de investigación.