¿Quiénes son los libre asociacionistas?
Si algo es importante para el adelanto y elevación de la cultura política de todo Pueblo es dejar de lado el vicio de mirarlo todo con los lentes del miedo. En Puerto Rico esto es particularmente necesario. Hay que abandonar para siempre los prismas cromáticos de una temerosa inseguridad que lo que hace es que nos paraliza. Este asunto es pertinente cuando se habla de la libre asociación soberana como posible opción de estatus, que a la par que termine más de 500 años de todo tipo de variantes del coloniaje, nos permita establecer, por tratado, una relación mutuamente conveniente con Estados Unidos.
La libre asociación es la opción más desconocida de todas y por desconocida muchas veces se le teme. Es, sin embargo, una opción ideada por la comunidad internacional para darle flexibilidad al principio de que todos los pueblos tienen derecho a su autodeterminación e independencia: es decir a proclamar y ejercer su propia soberanía de Estado. Su contenido esencial se desbrozó desde 1960 en la AG/RES/1541/1960. Si algún Pueblo en particular —por razones legítimas de mutua conveniencia— desea ser soberano pero no totalmente independiente de su ex metrópoli, puede optar por la libre asociación con ella, o con cualquier otro Estado ya existente, si es esa su preferencia. El gobierno de Estados Unidos ha dicho que la “libre asociación”, estatus que ellos forjaron por tratado con varios conjuntos de islas del Pacífico, es una forma de independencia. Ni corto ni perezoso allá fueron Rosselló y el PNP, a decir, que para complacer la visión de la metrópoli, ¡pusieron la independencia y la libre asociación en una misma columna! ¡Cosa jamás vista! ¡Que dos opciones de estatus, que tienen diversas particularidades, aparezcan enyuntadas en la misma columna en una papeleta de consulta al Pueblo! De eso NO hay precedente: ni en Puerto Rico, ni en el escenario internacional. Pero es precisamente lo que ha legislado el PNP para el plebiscito espurio y deslegitimado del 11 de junio de 2017, para el cual, al momento de escribir esta columna, la CEE no tenía completos los dineros necesarios para celebrarlo.
¿En qué sentido podría entenderse cierto que la libre asociación es una forma de la independencia? ¿En qué otros sentidos la independencia y la libre asociación son opciones distintas, que deberían aparecer en columnas diferentes en cualquier consulta de estatus? Visto desde diversos ángulos y perspectivas, ambas cosas pueden considerarse ciertas. La razón para esto es muy sencilla: la relación entre una metrópoli y una colonia —o territorio subordinado— es tan asimétrica que un cambio de estatus del territorio no significa exactamente lo mismo para ambos. Para la metrópoli —en este caso Estados Unidos de América— el que Puerto Rico opte y solucione su problema de estatus significa que nuestras islas dejan de ser un territorio propiedad de Estados Unidos. La metrópoli pierde la propiedad del territorio y con ella, el derecho a ejercer dominio —desde afuera— sobre el mismo: es decir, no puede ya más imponer su voluntad soberana a los que habitan el territorio. Esa imposición de una soberanía externa, de EEUU sobre Puerto Rico, es lo que ha venido ocurriendo entre 1898 y la actualidad. Por lo tanto, sea que Puerto Rico deje de ser territorio por medio de la independencia o sea que lo haga por la libre asociación, desde el punto de vista de Estados Unidos y sus intereses, ambas significan lo mismo: la pérdida de la propiedad y soberanía estadounidenses sobre el territorio. Ello implica que el Congreso deberá “disponer del territorio” en cuestión y reconocerle una soberanía de estado propia, es decir, puertorriqueña. En la mayor parte de todo lo demás Estados Unidos sigue con su vida propia, como si nada.
Para la colonia, en cambio, se produce una transformación esencial en su vida colectiva. Con ello llegarán al Gobierno de Puerto Rico todos los poderes legítimos y soberanos que tienen los países independientes, tanto en la independencia como en la libre asociación, excepto que en el tratado que consigne esta última se pueden acordar competencias de la soberanía que se ejercerían conjuntamente, o Puerto Rico podría delegar algunos procesos a su —ahora sí de verdad— “socio del norte”. Por ejemplo, si el gobierno soberano de Puerto Rico no desea gastar recursos propios en ciertas embajadas internacionales, para países que no le son tan importantes o medulares, podría acordar con Estados Unidos delegar su representación en las capitales de esos países en particular al “socio del norte”, a la Embajada de Estados Unidos. Y en algunos otros países Puerto Rico podría acordar tener una oficina del Gobierno de Puerto Rico en la embajada estadounidense, o irse por la vía más normal, y tener una embajada propia. Asuntos como esos, y muchos de diverso tipo: económicos, de defensa, de acción conjunta contra el crimen internacional, etc. se pueden acordar con Estados Unidos y se puede hacer tanto en la independencia como en la libre asociación. La diferencia importante estriba en que bajo la independencia habría que hacer esos tratados uno a uno, después de proclamada y lograda la independencia, mientras que en la libre asociación se hacen los acuerdos en forma previa y se incluyen todos en un mismo tratado que constituye el Pacto de Libre Asociación.
Todos sabemos que en el siglo XXI un estatus disponible es el de la independencia, pero con tratados especiales con Estados Unidos. Es una realidad en el mundo de hoy que casi todos los estados soberanos independientes tienen acuerdos especiales unos con otros, sobre todo con los más cercanos en su región. Pero es importante saber que la independencia puede tener tales tratados con EEUU pero también NO TENERLOS. Y si se tienen, todo dependerá de las relaciones bilaterales que se establezcan luego de la independencia y de la política exterior de EEUU hacia la zona del Caribe, que es donde está Puerto Rico. Con la libre asociación tales acuerdos se establecen de antemano en el Tratado de Libre Asociación y dependen de las negociaciones mutuas entre el ex territorio y su ex metrópoli, entre dos socios iguales, y no de las relaciones de EEUU con la región.
Lo antedicho demuestra que ambas cosas son ciertas dependiendo del punto de vista con que se les miren. Si se observa todo el proceso de descolonización de Puerto Rico desde el punto de vista de Estados Unidos, en lo esencial, la independencia y la libre asociación producen, para EEUU, los mismos resultados, pérdida del territorio y del derecho a ejercer soberanía sobre el mismo. Estados Unidos puede ganar otras cosas, según se dé el proceso de cambio, pero pierde eso. En ese punto en particular la libre asociación se ve por ellos como una “forma de la independencia” porque tiene el mismo resultado medular que la independencia, para sólo para ellos. Visto desde el punto de vista de los territorios como Puerto Rico, aunque tanto la libre asociación como la independencia otorgan la misma soberanía propia esencial y personalidad jurídica internacional, vistas en sus consecuencias en detalle, son procesos descolonizadores fundamentalmente distintos. ¿Por qué? Es muy sencillo: porque la libre asociación tiene desde el comienzo un Tratado con EEUU pre-aprobado que garantiza una continuidad de relaciones con la ex metrópoli en aquellas áreas que sean mutuamente convenientes. Algunos dudan o temen de la libre asociación que sea otro ELA disfrazado. Pero no puede serlo: el ELA jamás dejó de ser territorio propiedad de Estados Unidos, jamás dejó de estar bajo la soberanía de Estados Unidos (subordinación) mientras que en la libre asociación, la soberanía la tiene reconocida el Gobierno de Puerto Rico, no el de ellos, y la puede ejercer como tal. El ELA territorial es una autonomía colonial, a lo sumo. La libre asociación es la soberanía de Puerto Rico y su reconocimiento internacional como tal en el resto del mundo, tanto como si fuera un país independiente. Pero para propósitos de las relaciones con EEUU NO ES independiente. Es soberano, tiene una soberanía propia y distinta, pero puede pactar con EEUU unas relaciones especiales, económicas y políticas, que sean mutuamente beneficiosas. Con el ELA territorial siempre hemos tenido la “ley del embudo”: lo ancho para EEUU, el propietario, y lo estrecho para nosotros, los inquilinos colonizados. En la libre asociación se intentará negociar un tratado mutuamente conveniente, con justicia y equidad para ambas partes, porque ambas partes, además, ante el Derecho Internacional, serán ahora igualmente soberanas. ¿Y qué ganaría Estados Unidos al acordar la libre asociación? En primer lugar, se libra de las frecuentes acusaciones internacionales de que mantiene territorios subordinados y coloniales. En segundo lugar, se libran de tener que considerar seriamente la estadidad federada, la cual NO les conviene a ellos. Y tercero, se libran de aceptar una independencia total donde sus empresas tal vez no tendrían las garantías que podrían incluirse en el Pacto de Libre Asociación.
De modo que la libre asociación es una forma de la independencia, sólo visto desde el punto de vista de EEUU y sus poderes. Visto desde Puerto Rico y sus poderes no es exactamente lo mismo que la independencia porque tiene consecuencias económicas y políticas específicas diferentes a las de la independencia. Se pueden lograr beneficios para los puertorriqueños, incluso la continuidad de ciertos programas federales que NO existirían bajo la independencia. Se puede lograr más fácilmente que en la independencia un acuerdo de doble ciudadanía, o por lo menos, de libre tránsito y derecho a vivir y trabajar en EEUU, además de recibir ayudas especiales de EEUU como las que reciben las Islas Marshall, las de la Micronesia y Palau que están precisamente en ese estatus de “freely associated States”.
Entonces ¿por qué ese disparate de poner la libre asociación y la independencia en la misma columna si según la RES/AG/1541/1960 son estatus políticos distinguibles y diferentes uno del otro y si, como se ha analizado, las consecuencias de cambiar a cada uno de esos tipos de estatus pueden ser diferentes para Puerto Rico en los asuntos concretos que se pueden pactar con Estados Unidos? La causa de eso es clara: a la Administración Rosselló le conviene poner la libre asociación y la independencia en la misma columna para alejarle —por puro miedo— votos del Pueblo a la libre asociación, al asemejarla a la independencia. Es la táctica propagandística inventada por los nazis del “delito por asociación”. Es, pues, una forma de hacer propaganda y alegar que ambas son lo mismo y que, por lo tanto, “si le temes la independencia debes votar por la estadidad”.
No obstante, la cosa no le está saliendo a Rosselló como él y el PNP esperaban. La inmensa mayoría de los libre asociacionistas y de los independentistas, aunque pueden estar juntos en un Junte Soberanista, han decidido —precisamente desde ese “junte” — boicotear masivamente el plebiscito del 11 de junio. Esto significa que el PNP va realmente solo a la consulta y que los que dicen representar la libre asociación o la independencia no representan realmente las ideas del Junte Soberanista, tal y como el propio grupo lo aclaró recientemente. Así las cosas, tanto por el boicot del Junte, de ALAS, del MUS, como por el del PPD, del PIP y toda la oposición a Rosselló —como también por el hecho contradictorio de la ley de plebiscito, de decir por un lado que es para la “descolonización inmediata de Puerto Rico”, pero al mismo tiempo, incluir el ELA territorial en una columna exclusiva para esa condición colonial de estatus— esa “consulta” del 11 de junio tiene todas las probabilidades de pasar a la historia de Puerto Rico como el ejercicio en futilidad más ridículo de todos los tiempos. ¿Quién puede ser tan ingenuo de creer que la participación electoral llegará al 72% cuando en las elecciones generales, en las que tradicionalmente votan más ciudadanos, se abstuvo el 55.5 %: es decir, la participación fue de sólo el 44.5%? ¿Por cuál prestidigitación Rossellística se va a haber transformado la conducta electoral de un electorado, tan rápidamente, y a pesar de ser verano, del boicot de toda la oposición y de la desatención federal?
¿Quiénes son entonces esas personas que apoyan la libre asociación para Puerto Rico? ¿De dónde provienen?
En la investigación mediante entrevistas profundas se recogieron datos que permiten responder a esta pregunta. Entre 263 entrevistados, unos 69 de ellos y ellas dijeron claramente que su primera preferencia de estatus, era —ya para 2015— la libre asociación con soberanía puertorriqueña. De esos 69 respondientes, 35 de ellos o ellas dijeron ser votantes tradicionales del Partido Popular Democrático, lo cual representó el 50.7% del total. De modo que puede decirse que una parte sustancial —prácticamente mayoritaria— del apoyo a la libre asociación venía de personas tradicionalmente votantes del PPD. Incluso dos de esas personas tenían cargos electivos de importancia por ese partido: uno de ellos alcalde de un municipio y el otro un senador. Unas 15 personas entre los 69 respondientes libre asociacionistas (21.7%) se identificaron como no afiliados a partido alguno. Sólo 3 de ellos venían de un pasado PNP y uno de ser en el pasado un miembro del PPD, los demás provinieron del independentismo no afiliado. Finalmente un 27.6% de los respondientes habían sido en el pasado creyentes de la independencia —incluso votantes del PIP o del MUS— que para 2015 habían decidido ya que la libre asociación con soberanía sería un paso ineludible para la consecución de la independencia patria. Entre esos libre asociacionistas de raíz independentista hubo variaciones, ya que la mayoría de ellos aceptaban la libre asociación como un estatus que podría tener buena duración en sí misma pero otros pensaban que la libre asociación podría ser sólo un buen trampolín para llegar a la independencia. Esa era la realidad para el año 2015, según apareció en la muestra entrevistada: una mayoría procedente del PPD, en segundo lugar electores que previamente fueron independentistas y finalmente un número no despreciable de votantes no afiliados a partido alguno.
¿Qué sugiere esa distribución en términos de comparecencia o no al plebiscito de 2017? Como sabemos que el PPD ha llamado oficialmente al boicot del plebiscito, suponemos que esa es una influencia para no votar para los que han sido tradicionalmente votantes o líderes del PPD. Y entre aquellos que ya se sentían distanciados de ese partido, también la abstención electoral se presenta probable, por la influencia que ejercerá sobre ellos el BOICOT favorecido por el Junte Soberanista más el trasfondo de las elecciones de 2016. Ese llamado al boicot también va a ejercer influencia sobre los libre asociacionistas provenientes del independentismo. Por otra parte, una buena proporción de los no afiliados y de los propios independentistas que se han convertido en libre asociacionistas ya venían practicando la abstención. La ausencia de las urnas tan masiva de 2016 y el voto por candidatos independientes en esa misma elección pesa mucho a favor de la abstención en un plebiscito que no tiene posibilidades de recibir atención alguna en el Congreso. Todo ello resulta ser como una “espada de Dámocles” que pende sobre las esperanzas políticas de Ricardo Rosselló, Jenniffer González, Rivera Schatz y demás líderes del PNP.
¿Qué razones principales tuvieron los libre asociacionistas entrevistados en 2015 para tener la libre asociación como su primera preferencia de estatus?
Las razones principales para apoyar la libre asociación como primera preferencia de estatus se muestran en el Cuadro de tendencias Número 1.
Este primer cuadro de tendencias es de por sí muy ilustrativo. Nótese que las razones más frecuentes tienen que ver con autonomía y poderes propios, progreso y desarrollo económico o una “recreación más realista” de la hipótesis de “lo mejor de dos mundos” que ya se ha venido abajo en cuanto al ELA territorial tradicional. Muchos de estos respondientes, como ya se dijo, fueron Populares, realmente comprometidos con una autonomía y soberanía verdaderas, que no se llegó a conseguir con el ELA territorial, pero que creen firmemente que puede conseguirse con una libre asociación soberana. También fueron importantes como razones para apoyarla la expectativa de acuerdos internacionales y libre comercio que ayuden a sanear nuestra economía y la percepción de que la libre asociación es mucho más fácil de negociar y de conseguir que la estadidad federada.
Cuadro de Tendencias Número 1
RAZONES PRINCIPALES PARA APOYAR LA LIBRE ASOCIACIÓN SOBERANA COMO PRIMERA O ÚNICA PREFERENCIA
(Respuestas Múltiples Diferentes)
Algunos llegaron al punto de decir que era la única opción viable ya que ni la estadidad ni la independencia, según su criterio, están disponibles, o no estamos —por el momento— preparados para ninguna de las dos. Estos son, obviamente, los libre asociacionistas “by default”, es decir, porque las demás opciones se percibieron como “irreales”. Aquí pueden sumarse los independentistas que dijeron claramente que preferirían la independencia, pero quienes optan por la libre asociación porque Puerto Rico “no está preparado ahora” para su plena independencia.
Algunos fueron tan específicos como para decir que apoyan la libre asociación porque con ella se acaban las leyes de cabotaje que nos asfixian hoy económicamente o porque la libre asociación “atempera a nuevos tiempos el legado de Muñoz”. El propio contenido de las razones para apoyar la fórmula muchas veces sugiere que los entrevistados que las mencionaron eran Populares de tradición o independentistas de tradición. Lo importante es que el llamado JUNTE entre Populares e independentistas no ha tenido que esperar a que surgiera un movimiento al respecto en 2017. Se había dado ya, espontáneamente, entre los defensores de la libre asociación soberana, por su distinta procedencia partidaria o por haber sido ellos “no afiliados independentistas”.
Que la mayoría de los libre asociacionistas, así provengan del PPD, le perdieron el miedo a la independencia, o andan haciendo esfuerzos en ese sentido, se refleja en el Cuadro de Tendencias Número 2 que se presenta a continuación y que recoge las segundas preferencias de estatus de los libre asociacionistas entrevistados.
Véase como casi la mitad de ellos, de no poder conseguir la libre asociación, optaría por una independencia con tratados especiales con EEUU.
Cuadro de Tendencias Número 2
Segundas Preferencias de estatus de los libre asociacionistas si la libre asociación no fuera viable de conseguir.
Es muy significativo que —además de esa proporción a favor de la independencia con tratados especiales— un 20.3% tendría como segunda opción la independencia total, sin tratados especiales. Más de dos terceras partes de los libre asociacionistas optarían por alguna modalidad de independencia. Entre ellos, sólo el 4.3% apoyaría la estadidad federada de no conseguir la libre asociación y un porcentaje más alto, pero menor al 20% (17.4%) se conformaría con mantener el Estado Libre Asociado territorial. Cerca de un 12% adicional insistió en la libre asociación soberana como su primera y segunda opción: es decir, la única.
A esto debemos añadir que los libre asociacionistas aparecieron en esta muestra de 263 entrevistados como los más anti-estadistas de todas las categorías por preferencia de estatus. Esto se observa muy claramente, para finalizar en el Cuadro de Tendencias Número 3 sobre el estatus político que los entrevistados jamás apoyarían por ser el más lejano a su modo de pensar y sentir sobre Puerto Rico. Para el 62% de los libre asociacionistas entrevistados en 2015, la estadidad federada fue ese estatus que no apoyarían jamás por estar muy lejano a su modo de pensar. Sorpresivamente, el segundo estatus más rechazado por ellos, a pesar que muchos venían de haber militado por años en el PPD, lo fue el ELA TERRITORIAL mencionado por el 20% de ellos. Finalmente, aquí se vuelve a constatar como el famoso “miedo a la independencia” cultivado por años por el alto liderazgo del PPD está en vías de extinción entre ellos. Sólo un 14.5% de los libre asociacionistas mencionó la independencia total, sin tratados especiales con EEUU, como el estatus que jamás apoyarían. Y sólo 2 entrevistados libre asociacionistas, correspondientes a sólo casi el 3% ellos, mencionó la independencia con tratados especiales como el estatus que jamás apoyarían.
Cuadro de Tendencias Número 3
Fórmulas de estatus mencionadas por los libre asociacionistas como aquella más lejana a su modo de pensar y que no apoyarían nunca.
Al menos estos datos recopilados en 2015 sugieren varias cosas importantes sobre quiénes son los libre asociacionistas en Puerto Rico. La mayoría son o han sido votantes del PPD pero muy pocos de ellos siguen a ese partido en cuanto a valorar el ELA territorial. Son muy conscientes de que el ELA territorial ya fracasó como intento y que hay que ir a otro estatus basado en la soberanía propia del Pueblo de Puerto Rico, en algo que sea completamente no colonial ni territorial. De la misma manera, muy pocos libre asociacionistas miran hacia la estadidad federada como algo posible o deseable y más de un 60% no la apoyarían jamás. Finalmente, el tradicional miedo a la independencia de los Populares tradicionales ha ido desapareciendo entre los libre asociacionistas. Más de un 66% de ellos apoyaría una forma de independencia si no se puede conseguir la libre asociación y sólo el 14% dice que jamás apoyaría la independencia total. Estas tendencias son muy claras y aunque uno que otro libre asociacionista mostró alguna confusión o falta de conocimiento pleno de lo que es la soberanía, estos estuvieron entre los que requintarían al ELA territorial si no pudieran conseguir la libre asociación. Las visiones confusas existen, pero sólo en una minoría del 17% de los libre asociacionistas que todavía se apegan demasiado al partido político (PPD) que han apoyado por años. En su mayoría los libre asociacionistas demuestran que va surgiendo en el país un nuevo grupo político, más comprometido con un mejor futuro colectivo para Puerto Rico, que con sus intereses personales o de partido. Muchos incluso son “no afiliados”. Y no muestran para nada, sino que repudian, el acendrado egoísmo y falta de patriotismo —y en ocasiones hasta corrupción— que han caracterizado a los dirigentes del PPD y del PNP que nos han llevado a la debacle económica que sufrimos hoy.