The Fight: violación de derechos
Cuando pensábamos que, con la elección de Barack Obama como su presidente, la nación más rica y poderosa del globo había pasado la página de sus prejuicios y su desprecio a los que no se ajustan a una imagen mítica del “blanco”, una minoría vociferante y dañina eligió a Donald Trump para sucederle. Casi inmediatamente después de juramentar que iba a defender la constitución de su país, procedió a actuar contrario a ella. “That all men are created equal…” una de las frases más celebres en la historia de la política, creada por hombres entre los cuales había muchos dueños de esclavos, y que excluía a las mujeres de forma tajante, fue tomada literalmente por el nuevo ocupante de Casa Blanca. Se dio a la tarea de desdeñar a la mujer de dos formas obvias. Una, tratando de obstaculizar el derecho al aborto poniendo una diana sobre Roe vs Wade, y así violar el derecho que la mujer tiene de hacer sus propias decisiones sobre su cuerpo. La otra usando lenguaje despectivo y sexista sobre ellas: Grab’em by the pussy salió a relucir tantas veces y en un contexto tan bajo que debió haber contribuido a su derrota. Es evidente que una gran porción de sus seguidores masculinos piensa de la misma forma.
Indirectamente también las agredió, junto a un grupo que detesta: los emigrantes. Todos saben su orden ejecutiva de prohibirle la entrada al país a personas de Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen, durante al menos 90 días, independientemente de que tengan o no visas no diplomáticas válidas. Además de que en su mayoría son musulmanes y no son considerados “blancos”, hay muchos esposos de mujeres con hijos en los EE.UU., lo que condena a esas personas a no tener la vida familiar a las que están acostumbrados.
Aunque la orden ha sido enmendada, su intención aún está en efecto para todos los países. (La lista ha crecido desde 2018, pero por razones de salud respecto al COVID-19). Esa separación de familias ha llegado a un cenit con la otra obsesión trumpina: los emigrantes de México y Mesoamérica. La famosa pared que insiste en construir a lo largo de la frontera entre Texas y México con la intención de prohibirle la entrada (pero ¿no es por avión que llegan?) a, según él, ladrones, asesinos y traficantes de drogas, ha culminado en la separación de niñas y niños indefensos de sus madres y padres. Los niños terminan en jaulas de alambre de eslabón en McAllen, Texas durmiendo en el piso y sin las facilidades que les permita proteger su salud. El documental que nos ocupa (Netflix) presenta la intervención de la ACLU (American Civil Liberties Union) para proteger los derechos de los afectados por los ataques de Casa Blanca, no solo a las situaciones que acabo de mencionar, sino a las personas LGBT. En el caso que presenta el documental un soldado trans es amenazado con expulsión del ejército sin que medie una evaluación de la calidad de su trabajo ni su eficiencia en llevarlo a cabo.
Siete días después de su investidura, el presidente Trump comenzó la represión contra la “inmigración ilegal”. (Jamás se aclaró cómo entran ilegalmente al país los que llegan en avión.) La película analiza los esfuerzos inmediatos de la ACLU para detener la deportación debido a la política draconiana del nuevo gobierno. Los aeropuertos y los juzgados del país estaban llenos de manifestantes que luchaban por proteger a los inmigrantes que se enfrentaban a la deportación por la política de «prohibición musulmana» de la Casa Blanca. El filme rastrea la salva inicial de un implacable ataque a las libertades civiles y las demandas emprendidas contra la administración Trump.
La película rastrea la ardua labor de ser abogado de la ACLU en este momento sin precedentes, y las experiencias y emociones en estas batallas profundamente humanas. Cuando se separa a una madre de su hijo, se amenaza a un soldado con perder su carrera por ser trans, se pone en peligro el derecho a elegir de una joven sobre qué hacer sobre una preñez inducida por un ultraje (por la voluntad religiosa de un funcionario del gobierno) y se amenaza la capacidad de ejercer nuestro derecho básico al voto, las consecuencias pueden ser devastadoras, ahora y en el futuro.
El documental celebra a estos héroes anónimos de la ACLU y nos muestra el tesón y determinación del grupo en proteger al país de cualquier cosa que quiera obliterar los derechos humanos y la libre expresión. En un momento en el filme alguien explica la posición discutida, criticada, y controversial de ACLU respecto a la marcha de Charlottesville en 2017. Dice el entrevistado que cuando uno tiene un cuasi dictador racista, sexista, homofóbico y ratero en el poder, no defender la libre expresión, aunque no se esté de acuerdo con lo que se dice, es caer en su trampa. Es lo que sucedió en Alemania con Hitler y los Nazis. Y, recuerden, que allí muchos decían que lo que pasó no podía suceder. Vean el documental y piénsenlo.