«The Happiest Song Plays Last» de Quiara Alegría Hudes
Phoenix, Jordania, Philadelphia, Puerto Rico, y Egipto –estos son los espacios en los cuales se desenvuelven, física y emocionalmente, los personajes de la más reciente obra de la dramaturga puertorriqueña Quiara Alegría Hudes, The Happiest Song Plays Last. Hudes, quien ganó el Premio Pulitzer de Teatro en el 2012 por su obra Water By the Spoonfool –la segunda pieza en su “Trilogía de Elliott”– ya había captado la atención de los críticos aún antes de entregarnos la primera parte, Elliott, A Soldier’s Fugue (2006), también finalista para el Premio Pulitzer en 2007. Mejor conocida por haber escrito el guión del exitoso musical In the Heights (2005), ganador del Premio Tony por mejor musical en 2008, Hudes ha dedicado los últimos años a llevar a escena su trilogía, la cual está inspirada en las experiencias de su primo Elliot, un puertorriqueño criado en North Philly, al igual que ella, y veterano de la Guerra de Iraq. Happiest Song culmina lo que ha sido hasta el momento la conmovedora historia de Elliot, quien luego de regresar de Iraq a su hogar en Philadelphia, confronta los efectos de PTSD y adicción. En contraste a Water By the Spoonfool, una pieza de tono más sombrío, Happiest Song nos ofrece precisamente un interludio humorístico sin dejar de tratar temas sumamente serios.
La obra de Hudes, dirigida por Edward Torres, cuenta con un reparto extraordinario de actores que ha sabido encarnar fielmente el espíritu de sus personajes. Armando Riesco, joven actor nacido y criado en Puerto Rico y quien ha interpretado el papel estelar de Elliot desde el 2006, se luce en el escenario con una actuación brillante y poderosa de este complejo personaje. Los actores que acompañan a Riesco incluyen a Sandra Marquez, quien hace el papel de Yaz, Jaime Tirelli como Agustín, Fawzia Mirza como Shar, Demetrios Troy como Ali, y James Harms como Lefty. La excelente actuación de este talentoso grupo de actores está complementada por la música de Nelson Gonzalez, quien deleita al público con su cuatro tocando música jíbara puertorriqueña a lo largo de la obra. El sabor a Puerto Rico con el que nos deja esta obra es contagioso, un Puerto Rico que se encuentra más allá de la isla –específicamente en Philadelphia.
La obra abre con una escena de protesta en Phoenix, AZ, donde los personajes de Yaz y Agustín se unen a otros latinos para denunciar la situación y trato de los migrantes en dicho estado. Es una escena donde los puertorriqueños se solidarizan con la causa de otros latinos y donde impera la música del cuatro para dar ánimo a los participantes. Claramente somos espectadores de una obra que busca crear consciencia sobre las luchas populares y el poder del pueblo para efectuar cambios. Aunque esta es la única escena en Arizona, esta protesta va a encontrar paralelos más adelante en la obra tanto en el contexto de Philadelphia como en el de Egipto durante la Primavera Árabe.
Las escenas durante el resto de la obra van a alternarse entre el marco del Medio Oriente, específicamente Jordania, y el norte de Philadelphia (North Philly) –el barrio donde los puertorriqueños de esa ciudad se han concentrado. Después de la escena introductoria se pasa a Jordania, donde Elliot está filmando una película sobre la Guerra de Iraq (inspirada en la película Battle for Haditha, 2008) junto a Shar y Ali. Elliot, quien había sido empleado como asesor experto en asuntos de guerra basado en su experiencia con la Marina durante la guerra en Iraq, pronto pasa a ocupar el puesto de actor principal en el filme. Estas escenas utilizan el humor para lograr una fuerte crítica de la industria del cine (por ejemplo criticando el trato de los stunt actors), especialmente en términos de la glorificación de la guerra en las películas de Hollywood y la artificialidad de la guerra misma como un tipo de actuación. La tensión entre el director –quien nunca aparece en escena, sólo a través de llamadas telefónicas y mensajes de texto– es palpable a lo largo de la obra.
Además de estas críticas, facilitadas por la técnica de la obra dentro de la obra –o en este caso, el cine dentro de la obra– las escenas en Jordania desarrollan los temas del impacto traumático de la guerra (la dificultad de Elliot de actuar ciertas escenas fuertes), la persecución y el desarraigo a causa de la guerra (la familia de Ali y su circunstancia en Jordania), el poder del pueblo para efectuar cambio social (la Revolución Egipcia en la que tratan de participar Elliot y Shar), y la complejidad de la identidad étnica. Tal vez el logro más significante de esta joya teatral sea el que se imagina la reconciliación dentro de un marco post-9/11 de ambos lados del conflicto a través de los personajes de Elliot y de Ali.
La otra mitad de las escenas toman lugar en el marco escénico de North Philly, específicamente en la casa de Yaz, la prima de Elliott. Yaz, una mujer soltera que es profesora de música y que cuida por sus vecinos menos afortunados, es el personaje principal de estas escenas. Su vida toma un giro inesperado durante una conversación con su mejor amigo Agustín, un hombre en sus sesentas que emigró de Puerto Rico durante su juventud. Es aquí, en estos momentos, que la obra trabaja los temas de la puertorriqueñidad en la diáspora y representa el afán de Yaz y de Agustín de mantener esta cultura viva. Los olores, sabores, y sonidos, todos apuntan a Puerto Rico, de hecho, las escenas podrían estar ocurriendo en cualquier cocina/comedor de la isla. Las escenas en North Philly también le permiten a Hudes hacer una crítica de las condiciones inferiores bajo las cuales viven muchos puertorriqueños y otras minorías en los barrios pobres de las grandes ciudades estadounidenses. Las protestas en Egipto que afectan la trama sobre Elliot y sus compañeros actores en Jordania encuentran su eco en las protestas que dirige Yaz en su lucha por los derechos más básicos de sus vecinos y amigos en North Philly.
Mientras que resulta difícil pensar cómo podrían vincularse en escena los mundos de Jordania y North Philly, Hudes logra esta unión a través del uso de medios sociales. Elliot y su prima Yaz se mantienen en contacto directo a lo largo de la obra por medio de Skype. por ejemplo, proyectando las imágenes de los personajes. La forma de comunicación entre estos personajes –escenas que se proyectan en tiempo real en una pared del escenario –tiene el efecto de hacer que el público se sienta parte del drama. No es hasta la última escena que Elliot y Yaz se reúnen cuando él regresa de filmar y promocionar la película.
Con una intensidad que ha ido despuntando en varios instantes a lo largo de la obra, la crisis personal de Elliot llega a su punto culminante en este momento. Es casi imposible permanecer indiferente frente a una escena tan desgarradora—y que Armando Riesco logra interpretar con un alto grado de fidelidad y emoción. Sin embargo, como nos promete el título, Happiest Song termina con un final feliz, aunque es una alegría que como todo en la vida, sabemos que siempre está matizada por los aspectos más duros de la existencia.
The Happiest Song Plays Last es una verdadera joya del teatro puertorriqueño en los Estados Unidos. La obra celebra las tradiciones culturales puertorriqueñas sin glorificar la existencia de estas comunidades en los barrios pobres de las grandes ciudades americanas. Más allá de eso, es una obra que también busca promover consciencia sobre los efectos devastadores de la guerra –a nivel personal, familiar, y universal– tanto en los soldados de un lado como del otro. La amistad que se desarrolla entre los personajes de Elliot y de Ali busca romper las barreras nacionales y étnicas que se han erigido entre los Estados Unidos y el Medio Oriente demostrando que al nivel más básico, es más lo que compartimos como seres humanos que lo que nos separa. Ya sea a través de paralelos entre Elliot y Ali como veteranos de la Guerra de Iraq, o de los paralelos en las situaciones de migrantes indocumentados en Jordania o Arizona, o de los paralelos en las protestas por derechos civiles en Phoenix, Philadelphia, o Egipto, Happiest Song enfatiza los enlaces que unen al mundo occidental con el mundo árabe del Medio Oriente. Es decir, como le dice el personaje de Ali a Elliot, “I am like you. We are same. Xerox copy.”
The Happiest Song Plays Last se está presentando en el Goodman Theatre de Chicago desde el 13 de abril al 12 de mayo, 2013.
MARISEL MORENO es Profesora de Literatura de Latinos en los Estados Unidos en la Universidad de Notre Dame. Su libro Family Matters: Puerto Rican Women Authors on the Island and the Mainland fue publicado por la Editorial de la Universidad de Virginia en 2012. Puede ser contactada a su dirección: [email protected]