Universidad urgente (parte 2)
Aspiraciones de acceso, retención y graduación para poblaciones vulnerables socio-económicamente en PR
The idea was, and we still do this, to find the holes where we lose students, to do the kind of thing that [can] make this place less difficult to be successful in, and when we see a hole, we try to figure out a way we can plug the hole so that people are not falling out.
–Cynthia Rawitch (Presidenta, California State University-Northridge)
En la primera entrada de esta serie, imaginé el perfil de una universidad urgente, planteé una aspiración. Si se quiere, articulé una utopía que –a diferencia de la visión dominante de esta palabra– es posible. Sólo hace falta quererlo. Tener la determinación y poner en acciones esas palabras. A continuación, la última parte de esta conferencia que se pregunta, ¿cómo debe ser una reforma universitaria si tenemos como prioridad el acceso, la retención y la graduación de nuestras poblaciones más vulnerables.Investigación comprometida del CUA
Como es bien sabido, el IGS (Índice General de Solicitud) es la métrica utilizada para decidir la admisión universitaria en la UPR. Este se calcula a partir del promedio general de los estudiantes hasta el primer semestre de grado doce y los resultados de la mañana del examen del College Board. Según los datos de las admisiones en el RUM hay una correlación proporcional entre ingreso económico e IGS que demuestra claramente que aquellxs estudiantes con menor ingreso económico tendrán las menores posibilidades de entrar al Colegio. Esa lógica de exclusión se mantiene y recrudece durante los pasados años.Datos: OIIP UPRM
Gráfica 1
Al mismo tiempo, los estudiantes con menor ingreso familiar son los más proclives a tomar cursos remediales, lo cual no solo tendrá un impacto en su autoestima, sino también en los años que les tomará poder completar su grado. Dada la nueva política del Departamento de Educación Federal en torno a las becas de estudio hasta un máximo de seis años, este factor no es trivial en ningún sentido:
Datos: OIIP UPRM
Gráfica 3
Pero este sesgo no se limita a los cursos remediales e impacta decididamente a qué carreras pueden acceder los estudiantes pobres del país. Carreras como las ingenierías y las biologías tienen los IGS más altos y, por ende, están limitadas significativamente para los estudiantes de residenciales públicos.
En pocas palabras, si observamos el patrón de admisiones a ciertas carreras por ingreso académico, debemos concluir que aquellxs estudiantes con ingresos menores a $7,500 anuales tendrán menores posibilidades para entrar a la universidad y mucho menos opciones para ser admitidxs a carreras que les permitan la pregonada movilidad social de las sociedades democráticas. Véase el caso de las ingenierías:
Datos: OIIP UPRM
Gráfica 4
Por su parte, aquellxs que logren ser admitidxs tendrán mayores posibilidades de entrar a cursos remediales que atrasan su culminación universitaria y tiene serias implicaciones en su retención en la universidad. Según demuestra la investigación del tercer cuaderno de trabajo del CUA, a cargo de la Dra. Sandra Dika, los estudiantes de bajos ingresos tienen el doble de riesgo de no mantenerse en la universidad en comparación con aquellxs estudiantes cuyos encargadxs tienen ingresos mayores a los $50,000.
Ante esta selección de datos no queda por menos que considerar la pobreza como destino en Puerto Rico. Aquellxs jóvenes que nacen en residenciales públicos de Mayagüez tienen posibilidades remotas de entrar a la universidad vecina, tendrán menores tasas de retención y, por tanto, de graduación. Para colmo de males, solo podrán entrar a aquellas carreras con IGS más bajos por lo cual sus posibilidades de superarse materialmente son limitadas y no hablemos de sus ilusiones. En el RUM solo una especialidad en la Facultad de Agricultura (Ciencias de suelos) tiene mayores admisiones para el escalafón económico más bajo (menos de $7,499 anuales).Datos OIIP UPRM
Gráfica 5
Al mismo tiempo y por si lo dicho no fuera alarmante y triste, cuando el CUA comenzó su labor investigativa descubrió que en el periodo de 1990 a 2006 solo fueron admitidos al Colegio un total de 106 estudiantes de residencial público o un 0.3% de lxs admitidos para el mismo periodo.
Sin embargo, cabe destacar que, pese a los obstáculos institucionales recrudecidos significativamente durante la pasada administración universitaria, la mayoría de nuestrxs participantes que entran a la universidad, son admitidxs al Recinto Universitario de Mayagüez. Estos números pueden resultar insignificantes para algunxs, pero para esos diecinueve (19) estudiantes ha sido un cambio de horizonte radical. Estxs jóvenes se han enfrentado a su destino estructural y lo han vencido. Ahora la universidad es otra de sus ilusiones.
Sin embargo, dicho logro vino empañado por una reducción, igualmente sostenida en las admisiones al RUM para el mismo periodo. Las autoridades universitarias del pasado reciente deben explicarle al país el porqué de la gráfica que documenta dicha merma:
Datos: OIIP UPRM
Gráfica 6
Es evidente que dicha política institucional del RUM ha ido en dirección opuesta a los propósitos del CUA. Es obvio que la agenda de achicar la universidad pública se impuso y no se detuvieron a pensar en lxs que se quedaban fuera. Subir los IGS y reducir los cupos fue la fórmula perfecta para hacer más pequeña nuestra universidad pública.
Cifras del éxito
Pese a dicho escenario adverso y como resultado de la labor de los pasados cinco años, el 94% de nuestrxs graduadxs de escuela superior continuó estudios post-secundarios. Del esxs, el 67% ha ido a alguna universidad y el 33% a institutos. Por su parte, el 50% ha sido admitido a alguna universidad pública, mientras que el 50% ha entrado a algún sistema privado.
Datos: Archivos CUA
Gráfica 7
Datos: Archivos CUA
Gráfica 8
Al mismo tiempo, de lxs 52 estudiantes admitidos a la universidad el 37% o la mayoría entró al RUM. Por su parte, de los 26 admitidos al sistema UPR, 19 fueron admitidos al RUM o el 73%. Esas cifras, esos números y sus implicaciones demuestran que la visión, la apuesta y las prácticas del CUA bien merecen ser apreciadas y replicadas.
A partir de los logros señalados, el Centro Universitario para el Acceso se siente satisfecho e inconforme al mismo tiempo. Es mucho el camino andado, pero falta demasiado por hacer. Aspiramos a mucho más. No somos esa universidad urgente que imaginé hace unos instantes y a la que aspiramos lxs que apostamos por una institución de educación superior con vocación insobornable por la justicia social y el desarrollo integral de toda la ciudadanía venga de donde venga. Mientras la universidad del estado no vea esta ruta como ineludible, el potencial de Puerto Rico no será cultivado en su máxima expresión y nuestra convivencia social estará cada días más maltrecha.
Por una política institucional sensible: mientras tanto
La propuesta del CUA podría resumirse en tres objetivos centrales: fortalecimiento académico, inspiración universitaria y solidaridad intensiva en todo el proceso, tanto antes como después de la admisión universitaria. Esta agenda podría desdoblarse en función de las metas de acceso, admisión y retención. En cada uno de los cuadernos de trabajo del proyecto se ofrecen recomendaciones que nuestra nueva administración universitaria debe considerar seriamente y me consta que lo está haciendo. Enumero solo algunas de las más apremiantes:
- Conciencia de la UPR como una de las constituyentes principales para atender el acceso, la retención y la graduación universitaria;
- Diseño de procesos e instrumentos que permitan medir más rigurosamente cómo lo está haciendo la UPR con los más vulnerables del país;
- Multiplicar esfuerzos de articulación con el Departamento de Educación a través del proyecto Acceso al éxito –que nació allá para el 2008 y desde entonces ha sido un aliado comprometido y generoso del CUA– del cual mi compañera de mesa precisará detalles;
- Diseño, ejecución y avalúo de programas de horario extendido para fortalecer competencias en español, inglés y matemáticas en alianza decidida con el Departamento de Educación y con carácter de preferencia frente a ciertas compañías privadas que se han estado lucrando con la pobreza académica de nuestrxs potenciales estudiantes;
- Diseño, ejecución, articulación y avalúo de repasos para el College Board libre de costo para estudiantes de residenciales públicos y otras comunidades pobres del país;
- Revisión auto-crítica y sensible sobre criterios de acceso que no se limite a datos cuantitativos y que tome en cuenta los sesgos estructurales que suponen las pruebas estandarizadas;
- Versión en papel de la solicitud de admisión por la conciencia de que no todxs nuestrxs potenciales estudiantes tienen conexión a Internet y computadora;
- Admisión en formato de invitación personalizada a la UPR, en especial para poblaciones vulnerables;
- Diseño, ejecución y avalúo de Programa de Mentoría universitaria con pares universitarixs de tercer año en adelante;
- Sistema de seguimiento y asesoría sobre progreso académico mensual y semestral;
- Proyecto de apoyo académico focalizado y sensible a las poblaciones vulnerables que son admitidas a la UPR en los cursos típicamente embudo;
- Diversificación de las funciones de la procuradoría estudiantil con una especial atención a las poblaciones más vulnerables;
- Revisión y re-diseño del curso UNIV para que dedique secciones especializadas a esta población con personal capacitado para atender sus necesidades particulares;
- Secciones especializadas con usos sustentables de la tecnología para asegurar el seguimiento personalizado del aprovechamiento de lxs estudiantes en los cursos de alto riesgo tal como se hizo con el curso de pre-cálculo y se documenta en nuestro séptimo cuaderno.
Pero, sobre todas las cosas, cambiemos de actitud, diseñemos otros paradigmas que conviertan el alto riesgo en potencial, como nos invita nuestra querida colega y fundadora del CUA, Rima Brusi (2014). Atrevámonos a imaginar esa universidad accesible para todxs, esa universidad en la que el 60, el 70 y el 80% se gradúan y son personas plenamente desarrolladas. No se trata de que la universidad sea para todxs. Se trata de que lxs más pobres no sean lxs que, sistemáticamente, se quedan fuera de la universidad pública por nuestra desidia, ignorancia o prepotencia.
¿Por qué una nueva ley universitaria?
Todas y cada una de las recomendaciones que he enumerado son transformaciones procesales y de actitudes que no ameritan que mañana salgamos corriendo a cambiar nuestra ley universitaria. Ciertamente, ese no es el caso. Sin embargo, ¿por qué sería deseable un cambio en la ley para conseguir aun mejores posibilidades para el acceso, la retención y la graduación universitaria? Porque nos hace falta una nueva ley que tenga como norte esa universidad imaginada.
Nos hace falta una revisión de la ley si puede garantizar que la apuesta por los más desfavorecidos es parte integral de la misión universitaria y no se convierte en letra muerta como ha venido pasando las pasadas décadas en buena medida. Nos hace falta una nueva ley si puede asegurar que este empeño no sea eclipsado por visiones corporativas de la universidad ni por decisiones económicas miopes que solo basan sus decisiones en criterios cuantitativos vacíos de dimensiones de sustentabilidad social.
Nos hace falta una nueva ley si puede conseguir que esta aspiración no sea ave de paso ni dependa de los vaivenes político partidistas. Recordemos la perversa política de achicar la UPR que imperó en las decisiones administrativas de la pasada administración. Recordemos cómo subieron los IGS, bajaron los cupos y subieron los costos de estudio con una cuota malintencionada. Una nueva ley debe asegurar el cumplimiento cabal del compromiso con las poblaciones más pobres. En definitiva, nos hace falta una nueva ley si la misma logra que la UPR sea una libre custodia de los más vulnerables y una garantía para el desarrollo integral, que no es solo económico, de todos los sectores de la sociedad puertorriqueña.
Pero una ley no ha sido ni es siempre la panacea para las transformaciones profundas que exige nuestra universidad aquí y ahora. No nos engañemos. Ni siquiera la ley vigente ha sido artífice de la universidad que he venido describiendo pese a tenerlo consignado al pie de la letra. Hace falta, sobre todo, la acción cotidiana, la conciencia constante, la voluntad creativa y creadora de todxs sus constituyentes para hacer de nuestra universidad un modelo a seguir.
Si la universidad no puede ser mejor que la sociedad en la que se inserta, difícilmente será mejor el país. Si la universidad imaginada por esta servidora no tiene un cobijo indiscutible y libre ante interpretaciones mezquinas de la presente o de la futura ley universitaria seguiremos faltándole a Puerto Rico.
Si la nueva ley que se avista en el esfuerzo de este simposio no asegura la inversión pública y, por ende, la apuesta material y simbólica por proyectos como el CUA, no sé si podremos hablar de la universidad como espacio liberador y aspiracional de nuestra sociedad. Si la nueva ley que se asoma no erradica la política partidista, la mezquindad rampante y el ataque vicioso contra el proyecto universitario público, me temo que el acceso, la retención y la graduación serán pérdidas académicas sin remedio. Si la nueva ley que se aspira se queda en letra muerta en su apuesta por los sectores sociales más desposeídos, no sé qué será de Puerto Rico.
Imaginemos y creemos críticamente todxs. Hagamos realidad lo que solo parece imposible. Esa universidad es urgente.