Adiós al profesorado
Este texto lo circuló el autor ayer entre estudiantes y profesores. Por su pertinencia al debate, 80grados lo reproduce íntegro.
Aquí va otra carta a la comunidad. Si avanza el concepto de universidad que vienen anunciando las circulares y cartas de la Rectora y las declaraciones de otros altos funcionarios, los profesores tendrán escaso margen para fungir como tales. Su dignidad de intelectuales que profesan campos del saber y promueven el pensamiento, el debate de ideas y el conocimiento amplio y profundo habrá cedido a una lastimosa reducción a empleadillos que deberán sistemática y sumisamente informar a la administración lo que enseñan en sus cursos, cuántos y quiénes asisten a sus clases, y la asistencia puntual de ellos mismos.
Sólo faltará que los pongan a ponchar. La frustración que muchos sufren en la actualidad porque no dan vuelo como desearían a los enriquecimientos intelectuales que adquirieron cuando hacían su doctorado será una minucia en comparación con la reducción moral, intelectual y académica que se avecina. Encima, se anunció que la policía permanecerá en el recinto de Río Piedras y tendrá un cuartel aquí dentro. La Fuerza de Choque quizá estará ubicada permanentemente en un edificio cercano al recinto. Funciones y áreas de la UPR podrán ser ‘rentadas’ a empresas privadas, y la universidad se parecerá, en la forma de su silencio y normalidad, a toda una universidad privada. Quizá se eliminen las facultades de Ciencias Sociales y Humanidades y se les funda en una sola, humillada y recortada. La de Estudios Generales ni hablar, ésta sería la primera en el muro de fusilamiento, pues parece que se considera subversiva su aproximación histórica y social a las ciencias naturales y sus debates humanistas, de estudios de lengua y literatura y de teoría social.
No hay diferencia entre religión y ciencia, se le ocurrió hace unos años decir a algún posmoderno, en alegato precario de inmerecida recordación. Sépase que en adelante así será, pero la ciencia como religión medieval y del estado. La narrow-mindedness presuntamente tecnocrática y científica que vemos hoy en algunos funcionarios protagónicos será el molde del concepto de intelectual que con tanta laboriosidad se intenta forjar desde arriba y a la fuerza. Esta histórica transformación sería coronada con reorganizaciones de la UPR, desde la cúpula, que eliticen unos pocos recintos mediante los altos costos de matrícula, y privaticen otros parcial y quizá totalmente. Estos últimos reducirían su calidad, desde luego, para adaptarse a cierta idea oficial del subproletariado y del vulgo de salario miserable y trabajo disminuido.
Se limita inevitablemente, pues, el espacio para el egocentrismo. No hay más remedio que contaminarse con el ambiente, con el carácter contradictorio y conflictivo de la vida en sociedad, y aprender a pasar juicio no sólo de la suerte personal, sino de todo el conjunto.
Hueso duro de roer y plaza de resistencia sobre todo por su estudiantado, la UPR está en la mirilla de una estrategia mayor. Véase la joya legislativa que el gobierno adoptó hace poco y que se intenta estrenar mañana martes, para que el voto electrónico sea el que tenga validez. La propuso Gary, acaso como voluntario del partido, y el gobierno la adoptó con éxito veloz. No necesitó su autor ojear alguna página de Montesquieu ni de Rousseau sobre la función del legislador. La ley anula de un golpe el derecho constitucional de reunión. Si el voto que oficialmente contará será el electrónico, las asambleas pierden validez. Una asamblea tiene validez porque es una convocación a la cual asisten los interesados en compartir temas y problemas que les son comunes, de manera pública. Es así desde hace siglos. Sustituir la validez de la asamblea por el voto electrónico equivale, no sólo a invalidar la asamblea, sino a sustituir la validez del voto de los interesados y de quienes participan de la discusión pública con el voto de los que se quedan en sus casas y no participan de la discusión pública. La ley podrá aplicarse a asambleas de condominios, cooperativas, uniones, profesores, urbanizaciones, asociaciones de trabajadores sociales o psicólogos, partidos, etc. Incluso a todo el país, pues podrá decírsele a la gente que vote desde sus casas por computadora: el voto emitido en los colegios electorales estaría de entrada cuestionado. Parece entonces que en la huelga universitaria se debate también si el empobrecimiento de la cultura política del país seguirá avanzando hasta terminar con la reunión y la discusión públicas.
La pieza de Gary pasó como plátano amarillo en boca desdentada. Es asombroso que ningún grupo todavía haya destacado la anticonstitucionalidad de esta ley falsa ni la haya retado en los tribunales.
No puede olvidarse la otra ley de Gary, la que prohibe manifestaciones que interrumpan actividades educativas. Es una medida hecha a la medida. Su inconstitucionalidad es también visible. Es una lástima que ni la APPU, ni la HEEND ni los cuerpos estudiantiles hayan radicado todavía un pleito en el tribunal contra este otro asalto a la Constitución. Alguien debería llamar a un abogado y pedirle consulta, ya que avanza una aplanadora contra nosotros todos.
A partir de hoy la huelga podría terminar o continuar. Lo que hay que apreciar es que, en cualquier caso, podrá extenderse o reanudarse más adelante este año o el año que viene o en los años siguientes, y así sucesivamente, al igual que otras luchas de la comunidad universitaria y de otras comunidades y grupos, en forma de huelga o de otras formas. La crisis social es de verdad y está saliendo a flote en su crudeza. A pesar de la rigidez y dureza de sus portavoces en la universidad —que quizá intenten simular algún supuesto rigor científico o alguna puntillosa eficiencia administrativa—, el PNP no tiene proyecto siquiera de crecimiento económico para este país, y por tanto tampoco para la universidad. El PPD anda por las mismas.
Se hace cada vez más claro que quienes estaban en el trip de que Puerto Rico es parte del presunto ‘primer mundo’ y exhibe instituciones progresistas, sociedad madura, estado democrático y economía moderna, deben irse bajando de esta nube de fantasía. La crisis de esta antilla es muy honda y luce que será permanente. Por cierto, en el capitalismo actual los gobiernos lo que hacen es administrar una crisis que suponen perpetua. En nuestra experiencia puertorriqueña habría que añadir el dato escandaloso de que aquí apenas hay economía o planes oficiales de cómo empezar a montarla. Por su parte, los movimientos de los grupos subalternos luchan para solucionar la crisis a favor de la democratización y la cooperación social. En este proceso logran formar sus organizaciones e instituciones, muchas veces contra enormes obstáculos, las que les sirven para discutir los problemas comunes de manera pública.
Si en la asamblea estudiantil de hoy se informa que el gobierno ha hecho una propuesta inaceptable en cuanto a la cuota, muchos confirmarán su sospecha de que en principio las autoridades siempre buscaron aplicar represión a la comunidad universitaria para hacer avanzar planes unilaterales.
Los estudiantes son el único sector social que parece haber avanzado en años recientes en cuanto a lograr modos de organización independientes del sentido común dominante en el país, de la postración y del miedo generalizado. Deben estar hartos —comprensiblemente— del cinismo, la hipocresía y la ineptitud de no pocos de sus mayores. Concentran una intensa conciencia histórica a pesar de su juventud, y quizá también gracias a ella. Por eso a veces parece como si, como grupo social, estuvieran solos.
El presente orden sociopolítico no los quiere. Un desprecio autocrático los somete al oprobio y al insulto. Tampoco, por cierto, hay mucho amor oficial para la juventud puertorriqueña en general ni para la comunidad universitaria en general. Tal vez todo esto tenga que ver con la audacia con que el estudiantado se ha enfrentado a cuerpos de represión de gran violencia. Ya que la acción colectiva nos saca de la prehistoria y de la incultura, los estudiantes han logrado la sabiduría de la dignidad y la persistencia. Deben calcular ahora cómo avanza y se fortalece más su movimiento.