Alimentos modificados genéticamente: ¿seguros o peligrosos?
¿Sabías que de acuerdo al Departamento de Agricultura Federal, alrededor del 75% de los alimentos procesados que consumimos actualmente contienen ingredientes modificados genéticamente, información que la mayoría de las personas desconoce? ¿Sábes qué realmente son los alimentos modificados genéticamente, también conocidos como transgénicos o por sus siglas en inglés, GMO? ¿Eres de los que, como yo, no me preocupaba mucho por el tema, ya que si estaba aprobado por la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) pensaba que debía ser algo seguro para el consumidor? ¿Sabías que, sin embargo, el FDA aprobó la venta de estos productos sin requerir ningún estudio de tiempo prolongado y que la persona encargada de crear las directrices para autorizarlos había sido abogado de Monsanto, principal compañía en la industria de la modificación genética? ¿Tenías conocimiento de que esa misma persona, Michael Taylor, luego de trabajar en el FDA, pasó a ser vicepresidente de Política Pública de la compañía Monsanto y que ahora que existe un debate público para exigir que aparezca en la etiqueta de los alimentos la información sobre si un producto contiene ingredientes transgénicos, ha vuelto al FDA nombrado por el Presidente Obama?
Esta es una lista de sencillas, pero sugestivas preguntas a modo de introducción, que plantean serios cuestionamientos y requieren urgentes respuestas. Lamentablemente tenemos que reconocer que existe un oscuro velo entre la comida que nos ofrecen y su verdadera procedencia. Tristemente, también hay que aceptar que ni el gobierno, ni sus agencias están cumpliendo con el deber de proteger a las personas por lo que nos toca a nosotros/as mismos/as tomar las acciones necesarias para cuidar nuestra salud y la de nuestra familia. Es por eso, que te invito a que saques unos minutos para que leas mi artículo. En el mismo, discutiré los puntos básicos e importantes sobre la modificación genética de los alimentos y las preocupaciones que se plantean para la salud y la agricultura.
El artículo está escrito de forma sencilla, ya que está dirigido al público en general y se ha dividido en importantes subtemas con el propósito de lograr una mayor comprensión. Los subtemas que vas a encontrar son los siguientes: ¿Qué es la modificación genética de los alimentos?, ¿Quién es la compañía Monsanto?, Los vínculos entre Monsanto y el gobierno, Las principales preocupaciones a la salud, Los efectos adversos a la agricultura, Conclusiones y Recomendaciones. Aunque el tema pudiera parecer en un principio un tanto árido o técnico, te exhorto a que hagas la lectura con mucha receptividad ya que de lo que se trata es de la comida que tú, yo y todas las personas estamos consumiendo diariamente. Es decir, los alimentos que compramos con el propósito de saciar el hambre, pero también con la esperanza de que nos ayuden a estar saludables y que no se vayan a asociar, precisamente con las enfermedades que queremos evitar.
1. ¿Qué es la modificación genética de los alimentos y cuándo se aprobaron estos cultivos?
La Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA) aprobó en el 1992 los alimentos modificados genéticamente. Según lo reconoce el Sr. James Mariansky en la entrevista que le hicieron para el documental, El Mundo Según Monsanto, de la francesa Marie Monique Robin, la aprobación de los transgénicos se hizo bajo una decisión política y no salubrista. La aprobación de los transgénicos ocurrió bajo un procedimiento anómalo en donde no se requirieron pruebas de seguridad, rotulación especial, ni declaración de impacto ambiental. El FDA aprobó los GMO utilizando estudios que se realizaron por el escaso tiempo de 90 días. La Administración de Drogas y Alimentos aprobó este nuevo invento de la biotecnología usando el principio pseudo científico de la «equivalencia substancial», alegando que el maíz y los otros productos transgénicos son substancialmente iguales a las otras semillas naturales por lo que no era necesario nuevas regulaciones o un etiquetado diferente. Este ambiguo concepto se fortalece en el hecho de que ambos tipos de cultivos no ofrecen cambios dramáticos en su aportación nutricional. Sin embargo, el problema fundamental no está en el contenido de nutrientes (aunque sí existen diferencias significativas que más adelante las discutiremos y que pudieran alterar la densidad nutricional), sino en su efecto tóxico y perjudicial al organismo que pudiera llevar a enfermedades tan terribles como el cáncer.
La realidad, sin espacio para diferir, es que el FDA autorizó la venta de estos productos modificados genéticamente sin ningún estudio longitudinal donde se pudieran observar los efectos del consumo de estos productos a largo plazo y su impacto a la salud. La aprobación de los GMO ocurrió bajo la advertencia inicial de los propios científicos del FDA quienes alertaron sobre que se debían hacer estudios longitudinales antes de exponer a los consumidores. De hecho, FDA no plantea que los alimentos transgénicos son «seguros». La Administración de Drogas y Alimentos en realidad lo que plantea es que los GMO son «seguros» de acuerdo a los estudios presentados por las compañías que los producen. El FDA además, sorpresivamente, tampoco requiere una evaluación mandatoria de los procesos de la biotecnología para producir los transgénicos, ni le requiere a estas compañías pruebas toxicológicas a ninguna de las semillas modificadas.
Inexplicablemente, la agencia encargada de regular y velar por los alimentos que consumimos, aprobó la venta de unos productos cultivados bajo la nueva tecnología de alteración genética, sin rigor y con ausencia del importante criterio de la «seguridad» a largo plazo en la salud de las personas. Esta agencia es la misma que está próxima a autorizar la última petición de esta industria y es que se les permita poner en la etiqueta de estos productos el reclamo de «natural».
En el 1994 salió al mercado el primer producto transgénico, el tomate «Flavr Savr». Para producir este tipo de tomate, se le desactivó un gen para que no se formara la «poligalacturonasa», enzima que le da suavidad al tomate. Se esperaba que de esta forma, el tomate se mantuviera más firme y durara más. Sin embargo, las expectativas no se cumplieron y para el 1998 desapareció del mercado. Estos tomates no se llegaron a aprobar en Europa. Todavía se sigue experimentando con este alimento y se habla de la introducción de un gen de un tipo de pez al tomate de tal modo que ayude a tolerar las frías temperaturas sin dañarse. ¿Cuáles serían los efectos a corto y a largo plazo de desarrollar este tipo de tomate u otros alimentos del reino vegetal con genes del reino animal? Es algo que sólo lo podrá contestar la investigación seria y responsable.
Los principales alimentos que están modificados genéticamente y que actualmente se encuentran en una gran variedad de productos son: el maíz, la soya, la canola, el algodón y el azúcar de remolacha. Dentro de la industria de alimentos ya se sabe que casi la totalidad de estos productos que se le venden al consumidor están modificados. Para el 1996 sólo el 2% de la soya que se vendía en Estados Unidos era transgénica. Sin embargo, ya para el 2008, el 90% de la soya que se vendía estaba modificada genéticamente. Los reportes a niveles mundiales indican que actualmente el 94% de la soya, el 88% del maíz, el 93% del algodón, el 90% de la canola y el 95 % del azúcar de remolacha que se venden son de origen transgénico. Existen otros productos que también se cultivan de forma transgénica, aunque en una menor escala. Estos son la papaya (principalmente en Hawai), la alfalfa, el zuchini y el «Crookneck squash». Actualmente, ya se discute la modificación genética en otros alimentos como el salmón transgénico de Canadá, los tomates, las manzanas GMO y las bananas modificadas genéticamente que propone Bill Gates. También se ha experimentado con guisantes, patatas y arroz. La pregunta inevitable que debemos hacernos es: ¿y en el futuro, serán muchos más los alimentos modificados genéticamente los que aparecerán en nuestro menú diario? Pasemos a entender qué es y cómo se producen los alimentos transgénicos.
La modificación genética de los alimentos se refiere a la inserción de un gen (en ocasiones es la eliminación de un gen), extraño al genoma de otro organismo recipiente, causando una alteración en la secuencia normal del código genético de la planta. Esto se hace con el fin de provocar cambios y alteraciones en su expresión genética, sus propiedades y características. Aunque existe una propaganda simplista de lo que es la modificación genética en los alimentos, la realidad es que un simple cambio de inserción de un mismo gen, pero en un lugar distinto de la cadena del DNA puede provocar innumerables cambios y riesgos que la ciencia no tiene la capacidad de anticipar en su totalidad. De hecho, para que una planta logre desarrollarse con éxito después de la inserción del gen extraño, se necesita experimentar con miles y miles de células hasta lograr que unas pocas logren la incorporación satisfactoria del nuevo gen. Estas son las células que luego se tienen que exponer a hormonas, antibióticos y otras sustancias o procedimientos para luego finalmente lograr el desarrollo de estas semillas. De ningún modo, esta tecnología es similar al cruce natural de semillas como alega la industria de transgénicos. El cruce en la naturaleza que puede ocurrir con el paso de miles de años, se da en especies similares, por ejemplo gatos y gatos, maíz con maíz; y no un cruce entre gatos y maíz.
La producción de transgénicos ocurre con dos técnicas principales regularmente usadas por la industria en la producción de estos alimentos. Estas dos tecnologías son: los cultivos «Round up ready» y los cultivos Bt. Los cultivos «Round up ready» se refiere a la producción de cultivos que puedan sobrevivir aplicaciones indiscriminadas del herbicida Roundup y su ingrediente principal, el glifosato. El propósito es poder usar grandes cantidades de este herbicida para matar la maleza sin que muera la semilla que se está cultivando. Por otro lado, está la tecnología Bt la cual se basa en el diseño de plantas que producen su propio insecticida en el tejido vegetal con el objetivo de que la misma planta logre la mortalidad de una amplia gama de insectos. Ambas tecnologías que de inicio pudieran parecer pasos de avance hacia la producción de alimentos presentan serios problemas a corto y a largo plazo. Aunque existen varias compañías que se dedican a la producción de los transgénicos, la principal es Monsanto. Conozcamos un poco más de esta compañía y su historial nefasto a la salud de las personas.
2. ¿Quién es la compañía Monsanto y cuál es su historial?
La compañía Monsanto se fundó en el 1901 en Saint Louis en Estados Unidos y han sido los responsable de múltiples «inventos» de negativas consecuencias a la salud. Estuvieron a cargo de la creación del endulcorante artificial «sacarina», ya ausente en la industria de alimentos por su asociación al cáncer. Esta empresa fue también la responsable de la creación del «Agente Naranja» utilizado durante la guerra de Vietnam, cuyas consecuencias fueron devastadoras para los pueblos y cosechas de ese país. El agente naranja también produjo aumento en malformaciones en los niños/as como también graves daños a la salud de las personas tanto en Vietnam como en los soldados americanos que se expusieron a este químico. De hecho, esta empresa como industria química que era en un principio, tuvo igualmente una gran colaboración en la creación de la bomba atómica.
Monsanto es también el creador de otros productos vinculados a distintas enfermedades y muy particularmente al cáncer. Esta industria creó la hormona somatotropina bovina también conocida como la hormona de crecimiento bovino recombinante (rBGH), con la intención de aumentar la producción de la leche en las vacas. Se encontró que el Posilac (nombre comercial de esta hormona) aumentaba la producción de leche, pero producía seria inflamación en las ubres de las vacas por lo que había que exponer a estas reses a grandes cantidades de antibióticos. Estos antibióticos pasan a través de la leche y han contribuido al serio problema de la resistencia de antibióticos en las personas. Las investigaciones científicas, además, han comprobado que esta hormona aumenta los riesgos de cáncer en las personas. Esta hormona está prohibida en Canadá, Japón, Australia y la Unión Europea, entre otros países.
La compañía Monsanto, de igual modo, es responsable de otros dos terribles «inventos» perjudiciales a la salud como lo ha sido el Bisfenol A (BPA) y el conocido endulcorante artificial «Aspartame». El ingrediente BPA ha sido altamente utilizado en la industria de plástico y en muchos productos, incluyendo el revestimiento de las latas para las comidas y las botellas para alimentar a los bebés. Los hallazgos científicos hace décadas que relacionan a esta sustancia como un interruptor del sistema endocrino que aumenta los riesgos de enfermedades como el cáncer. Sin embargo, a pesar de que por muchos años la comunidad científica ha advertido sobre el riesgo a la salud de este tóxico, el FDA no ha querido retirarlo del mercado. El año pasado, por fin algunas industrias han accedido a retirarlo de las botellas de bebé, pero todavía se continúa usando en muchos otros productos. Por otro lado, el «aspartame» debutó en miles de productos como sustituto de azúcar y se ha mercadeado dirigido principalmente a las personas que desean perder peso o que tienen diabetes. La controversia con este sustituto de azúcar y la polémica ha sido tal que ya muchas industrias lo han dejado de usar en sus productos y muchas personas han descontinuado su consumo, a pesar de que a la fecha de hoy el FDA no lo ha retirado ni tampoco ha hecho público un pronunciamiento sobre el daño a la salud.
Aunque pudiera continuar mencionando otras serias situaciones que ha creado la compañía Monsanto en detrimento a la salud de las personas, por razones de espacio, limitaremos esta sección a lo ya presentado. Sólo añadiré la creación para la década del 1970, de uno de los productos principales para esta compañía y que más controversia ha creado para la agricultura y la salud de las personas: el glifosato. Este es el ingrediente principal del herbicida Round up que desde el inicio fue mercadeado como biodegradable (a pesar de que sabían que no lo era) y por presentar publicidad falsa Monsanto fue demandado. El Tribunal en Brasil lo condenó a pagar una indemnización de medio millón de dólares por «Daños morales causados a los consumidores». Finalmente, tuvo que eliminar de la etiqueta el reclamo de que su herbicida era biodegradable. Este herbicida se vincula a efectos adversos al ecosistema, surgimiento de plagas y serios daños a la salud de las personas. Los peligros de este herbicida los discutiré en detalles, pero antes es pertinente conocer y entender la relación de esta industria con el gobierno de Estados Unidos.
3. ¿Cuáles son los vínculos entre Monsanto, el gobierno y las posiciones de poder?
Aunque parezca increíble, la relación entre la compañía Monsanto y el gobierno de Estados Unidos, tanto en la Casa Blanca como en las distintas agencias, es simplemente ¡escandalosa! Esta relación es una con serios conflictos de intereses entre la industria y el gobierno donde empleados de las compañías pasan a posiciones en las agencias gubernamentales y empleados del gobierno pasan a posiciones en la industria. En inglés esta grave situación se conoce como: «Revolving Door», fuente de «trastoques» en la transparencia de acciones y decisiones de política pública que socavan la integridad en el funcionamiento de las agencias gubernamentales. Un ejemplo indiscutible de esta situación es el caso del Juez de la corte Suprema, Clarence Thomas. Antes de ser nombrado al Supremo, el Sr. Thomas fue por 5 años abogado de Monsanto y ya luego en el Supremo ha fallado varias veces a favor de la compañía Monsanto. Muchas de estas decisiones han tenido un efecto nefasto en los agricultores. Dos de éstas que han impactado dramáticamente a los agricultores son, por ejemplo, la decisión de que son los agricultores los responsables de la contaminación de sus propios cultivos por semillas transgénicas y la decisión de que no puedan guardar las semillas de sus cosechas para volverlas a sembrar ya que tienen que volvérselas a comprar a Monsanto. Es inaudito que siendo las semillas transgénicas de Monsanto las que contaminan los cultivos convencionales de los agricultores (debido a la polinización cruzada), tengan que ser los mismos agricultores afectados los que tengan que pagar una indemnización a Monsanto. De igual modo, es insostenible que se le prohíba por ley, usar las semillas producto de sus propias cosechas y se les obligue a que constantemente tengan que comprar las semillas a Monsanto. Este escándalo ético, pero legal, lo viven actualmente los agricultores gracias a las decisiones del Supremo.
Otro nombre de terribles consecuencias es el de Michael Taylor quien se desempeñó en la Administración de Drogas y Alimentos y tuvo a cargo la política para autorizar los transgénicos para el 1992. El Sr. Taylor había sido abogado de Monsanto y luego de terminar su asignación en el FDA pasó a ser Vice Presidente de Política Pública de la Compañía Monsanto. En años recientes que se ha intensificado el debate de los transgénicos y la necesidad de que aparezca esa información en la etiqueta de los alimentos, el Sr. Taylor ha vuelto al FDA nombrado por el Presidente Obama.
Existen muchos otros nombres y posiciones que evidencian el estrecho vínculo entre esta compañía y el gobierno de Estados Unidos. Entre éstos podemos mencionar los siguientes: Robert Fraley, Jefe del Departamento de Tecnología de Monsanto, luego consultor del USDA; Suzanne Sechen, principal científica en la creación de la hormona somatotropina bovina de Monsanto, luego pasó a ser «FDA Reviewer on Scientific Data»; Anne Veneman, miembro de la Junta de una subsidiara de Monsanto, luego jefa del USDA (2001); Linda Fisher, Vice Presidenta de Relaciones Públicas de Monsanto, luego Administradora de la EPA (bajo la Administración de Clinton y Bush); Toby Moffet, consultor de Monsanto, Congresista; Hillary Clinton, consultora legal de Monsanto, luego Senadora; Roger Beachy, Director del «Monsanto Danforth Center», luego Director del USDA, NIFA; y muchos más que por razones de espacio no mencionaremos. Sólo añadiremos a esta sección la inexplicable acción del Presidente Obama de firmar el «Acta de Protección a Monsanto». Este documento legal, firmado en el 2013 se creó con el propósito de proteger a esta compañía de posibles futuras demandas. Esta ley además, le quita a las cortes federales la autoridad para detener la venta de los productos transgénicos. La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿cómo se puede explicar esta acción política y legal a favor de la principal compañía de transgénicos? Lamentablemente, otros gobiernos como el de Argentina están próximos a brindarle igualmente esta protección legal a Monsanto.
Puede ser que muchos lectores al conocer esta información se escandalicen como a mí me ocurrió. Puede ser también que otros señalen que son acciones que la ley permite. Sin embargo, hay que tener muy presente que no todas las acciones legales son éticas, como no todos los actos ilegales tienen que necesariamente ser inmorales. El «JUNTE» político y económico entre la compañía Monsanto y el Gobierno, no sólo es anti ético, sino que ha traído decisiones económicas de gran beneficio a la compañía, pero de graves daños a la salud de las personas y a la agricultura en general.
4. ¿Cuáles son las principales preocupaciones a la salud?
Actualmente, es muy importante que las personas conozcan sobre si los alimentos que consumen son el resultado de la modificación genética o si los comestibles que compran contienen ingredientes transgénicos debido a la asociación de esta nueva tecnología en la producción de alimentos y el desarrollo de múltiples problemas de salud. Aunque las agencias del gobierno federal establecen que los transgénicos son seguros para la salud humana, la realidad es que esa afirmación se basa en estudios hechos por las propias industrias que producen los transgénicos y ninguno de esos estudios tiene un periodo de investigación mayor de 3 meses. Si las agencias como el FDA no tiene investigaciones que midan el impacto de la modificación genética a largo plazo, es por lo tanto, un error y una afirmación irresponsable decir que los transgénicos son seguros a la salud. Por otro lado, decenas de estudios independientes demuestran lo contrario y vinculan los alimentos transgénicos a: alergias, problemas gastrointestinales, toxicidad al hígado, problemas al riñón, infertilidad, malformaciones en niños/as al nacer, problemas al sistema nervioso y aumento en el crecimiento de tumores. A continuación presento los hallazgos de sólo algunos estudios científicos ya que por limitaciones de espacio, no podemos discutir toda la investigación científica.
Uno de los estudios más importantes que se ha hecho sobre la modificación genética y que a su vez, más discusión científica ha suscitado es el estudio del investigador en biología molecular de la Universidad de Caen en Francia, Gilles-Eric Seralini. Este trabajo es el primer estudio hecho sobre toxicidad a largo plazo (24 meses) que ha sido revisado por pares. El Profesor Seralini, investigador del Instituto Independiente de Investigación en Francia (CRIIGEN) y quien tiene sobre 100 artículos científicos publicados, encontró que el estudio presentado por Monsanto (no revisado por pares) con el que se autorizó una variedad de maíz transgénico MON 863, debía de evaluarse ya que había que examinar si los signos de toxicidad que presentaban las ratas a los 3 meses podían desencadenar serias enfermedades con un mayor tiempo de exposición al consumo del maíz transgénico. El estudio de Monsanto se había hecho en un periodo de sólo 90 días y aunque se habían reportado hallazgos de toxicidad la «European Food Safety Authority» (EFSA) había determinado que esos resultados no eran «biológicamente significativos». Cuestionablemente, esta agencia que trabaja con la seguridad de los alimentos en Europa recibe el asesoramiento sobre cómo se debe evaluar la seguridad de los alimentos modificados genéticamente de la «International Life Sciences Institute» (ILSI), una organización fundada por desarrolladores de semillas transgénicas. Los datos del estudio de Monsanto nunca fueron revisados por científicos independientes ya que los datos fueron escondidos bajo el reclamo de «confidencialidad comercial» y sólo fueron revelados después que las cortes de Alemania obligaron a Monsanto a entregar los datos.
El Profesor Seralini y su equipo de trabajo, revisaron el estudio de Monsanto y decidieron llevar a cabo una investigación con el mismo maíz transgénico, el mismo tipo de ratas (200 ratas divididas en machos y hembras en igual cantidad), pero prolongaron el estudio por 24 meses. También investigaron los efectos del Round up en 3 diferentes dosis: la dosis más bajas (corresponde a la contaminación presente en algunos cuerpos de agua), la dosis intermedia (nivel máximo permitido en Estados Unidos en alimentos para animales) y la dosis más alta (la mitad de la concentración del Round up utilizado en la agricultura). Dentro de los hallazgos más importantes de este estudio, podemos mencionar los siguientes. El estudio encontró serios efectos nocivos, principalmente en hígado y riñón. Los investigadores encontraron que ningún animal del grupo control mostró signos de tumores hasta los 14 meses, mientras que en el grupo de tratamiento los tumores se manifestaron entre el cuarto y séptimo mes de exposición. Al finalizar el estudio (24 meses) entre el 50-80% de las hembras en todos los grupos de tratamiento habían desarrollado hasta 3 tipos de tumores por animal (en este artículo publicamos fotos de las ratas del estudio Seralini con la autorización de su equipo de trabajo), mientras que sólo el 30% de los controles habían sido afectadas. Dentro del grupo control, el 30% de los machos y el 20% de las hembras murieron antes de alcanzar el tiempo medio de supervivencia. En el grupo que consumían maíz transgénico, el 50% de los machos y el 70% de las hembras murieron prematuramente. En resumen, los signos de toxicidad que reportaba el estudio de Monsanto a los 90 días y que la EFSA determinó como «biológicamente no significativos», se convirtieron en serios daños a los órganos, cáncer y muerte prematura a los 24 meses en la investigación de Seralini.
El estudio de Seralini fue publicado en el 2012 por la revista científica Food and Chemical Toxicology. Sin embargo, para el 2013, en un acto que ha conmocionado a la comunidad científica fue eliminado o «retractado» lo que muchos consideran una seria amenaza a la ética y pureza científica. La razón principal que dio la revista fue que los hallazgos no eran «concluyentes». Los nombres de los científicos que evaluaron el estudio de Seralini y que recomendaron a la Junta su eliminación se mantienen oculto y no han querido ser revelados. La eliminación del estudio ocurrió luego que un científico de Monsanto, Richar Goodman, entrara en la Junta de la revista. Esta acción ha provocado indignación y gran preocupación en la comunidad científica generando diversas manifestaciones en oposición a la acción de la revista. En Francia, un grupo de 140 científicos firmaron una carta expresando el apoyo al estudio de Seralini. Actualmente hay una campaña internacional condenando el retiro del estudio Seralini y solicitando la re-instalación de la publicación (ver enlace en las referencias).
Aunque el estudio de Seralini es uno de gran importancia en el tema de los alimentos modificados genéticamente, son decenas de investigaciones las que evidencian efectos nocivos a la salud asociados al consumo de alimentos transgénicos y al herbicida Round up. Estudios realizados por los investigadores Ewen y Pusztai (1999) demostraron que ratas alimentadas con papas transgénicas presentaban un crecimiento de células pre-cancerígenas en el intestino. Otros estudios como el de la Dra. Judy Carman (2013) del Instituto de la Salud y el Ambiente en Kensigton en Australia, también encontró daños al sistema gastrointestinal. Este estudio se hizo en cerdos (168) con una duración de 23 semanas donde participaron 8 investigadores. Se escogieron cerdos porque su sistema digestivo es muy similar al de los humanos. El estudio demostró que cerdas alimentadas con soya y maíz transgénico mostraban 267% más inflamación gástrica que el grupo control. En el caso de los cerdos varones la inflamación gástrica se elevó en un 400%. Estas diferencias en los daños dependiendo del sexo, se presentan en múltiples estudios y en distintos animales. En los seres humanos igualmente vemos diferencias donde una enfermedad puede tener una mayor prevalencia dependiendo del sexo como lo es, por ejemplo, el autismo en los varones.
Los vínculos de los transgénicos con problemas a la salud, no sólo los vamos a ver con el cáncer y problemas gástricos, sino que también existe una gran preocupación con el sistema reproductivo. La revista científica Reproductive Toxicology para el 2011 publicó un estudio hecho en Canadá en mujeres embarazadas y no embarazadas expuestas al consumo de estos alimentos donde encontró la presencia en sangre de estos agrotóxicos en ambos grupos de mujeres. Tanto en las mujeres no embarazadas como en las embarazadas y sus fetos, se reportó la presencia de la toxina Bt («bacterial toxin bacillus thuringiensis») usada como insecticida en un tipo de cultivo transgénico. En las mujeres no embarazadas se reportó además, la presencia del glifosato que proviene de los cultivos transgénicos Round up Ready. Otro estudio publicado por el Dr. Andrés Carrasco del Laboratorio de Embriología Molecular, hecho en anfibios demostró que el herbicida Round up induce a la muerte celular e interfiere con los mecanismos de reparación fisiológica del DNA lo que puede incrementar el riesgo de mutaciones. Este estudio fue auspiciado por la Universidad de Buenos Aires y estuvo motivado por los reportes médicos de malformaciones donde se han reportado índices de 12 malformaciones por cada 250 nacimientos en algunas localidades en la Argentina.
Un estudio in vitro, del Departamento de Toxicología de la Universidad Nacional del Rosario (Rosso, S., 2013), realizado en embriones de ratas demostró que las células neuronales tratadas con el glifosato (en dosis menores a las que las personas están expuestas en donde se aplica este herbicida) muestran un desarrollo y crecimiento más lento. En la primera etapa se expusieron las ratas durante el periodo gestacional al glifosato y después evaluaron en los neonatos los signos de toxicidad. Los neonatos manifestaron alteración en: reflejos, capacidad locomotora y capacidad de aprendizaje. En la segunda etapa se estudiaron in vitro las células neuronales y se encontraron problemas en la trasmisión de impulsos nerviosos. Otro estudio realizado por la Dra. Stella Benítez (2009) de la Universidad de Asunción en Paraguay, relacionó el herbicida utilizado por Monsanto con malformaciones en embarazadas y múltiples problemas de salud en niños expuestos a este agro tóxico. El problema de malformaciones y esterilidad, además del cáncer, es una de las grandes preocupaciones a la salud. En algunos estudios realizados en hamster también se ha encontrado que para la tercera generación alimentada con soya transgénica, quedan estériles.
Además del cáncer, los problemas gástricos, las malformaciones, la esterilidad y el daño neurológico; existe una gran preocupación por las reacciones alérgicas y el aumento de las mismas en la población en general. Sobre este tema es importante señalar algunos datos. En primer lugar, la soya modificada tiene 7 veces más cantidad de su alérgeno que la soya convencional. La soya modificada contiene además, otros alérgenos que no contiene la soya natural. De igual forma, el maíz transgénico contiene un alérgeno que no se encuentra en el maíz natural. También se ha encontrado que ratas alimentadas con guisantes transgénicos luego desarrollan alergias a otros alimentos.
Finalmente, es importante mencionar que el principio de «substancialmente equivalente» está siendo muy cuestionado debido a las diferencias nutricionales entre la soya y el maíz de origen transgénicos vs. los cultivos convencionales u orgánicos. Tan temprano como en el 1999 (Lappé, M., et. al., 1999) investigadores reportaban que la soya modificada aportaba entre 12-14% menos de isoflavones (sustancias que ayudan a combatir el cáncer) que la soya convencional. Estudios más recientes presentan diferencias en muchos otros nutrientes. Un estudio realizado (Bohn, T., et. al., 2013) comparando la soya modificada, la soya convencional y la soya orgánica, arrojó diferencias nutricionales. La soya orgánica contenía más proteína, zinc y menos omega 6 que la soya convencional y la modificada. La soya transgénica contenía altos residuos del glifosato, mientras que este tóxico no aparecía en la convencional y la orgánica. De igual modo, estudios recientes comparando el maíz transgénico vs. el maíz convencional también presentan diferencias en el contenido nutricional. Un estudio en Alexandria University (Abdo, E.M., et. al., 2013) en Egipto encontró múltiples diferencias nutricionales entre ambos cultivos. Por ejemplo, los niveles de calcio y sodio estaban significativamente reducidos en el maíz Bt, mientras que el fósforo se había incrementado. Los niveles de casi todos los ácidos grasos mostraban diferencias y algunos aminoácidos esenciales y no esenciales se habían perdido en el maíz transgénico.
5. ¿Cuáles son los efectos adversos a la agricultura?
La producción de los alimentos modificados genéticamente plantea una seria preocupación, no sólo a la salud humana, sino también a la agricultura misma. En términos de los daños a la agricultura, podemos mencionar varios puntos. En primer lugar, lo que se ha encontrado es que estos tipos de cultivos, lejos de reducir el uso de los agro tóxicos lo que ha producido es un alarmante incremento en su uso. Entre el 1996 y el 2008, los agricultores en Estados Unidos utilizaron 383 millones de libras extras del herbicida Round up. Este hecho, lleva a la terrible realidad de que finalmente estamos consumiendo alimentos con una significativa mayor exposición a los herbicidas lo que a su vez aumentará el riesgo de más enfermedades al estar ingiriendo alimentos con mayor cantidad de residuos tóxicos. De igual forma, este aumento en el uso de los agro tóxicos lleva al derrumbamiento de la afirmación inicial que hacía la propia compañía en defensa de los transgénicos la cual iba a «reducir el uso de los herbicidas».
Este incremento en el uso del herbicida Round up, lleva igualmente a otros problemas como la disminución en la absorción de los nutrientes en las plantas lo que resulta en una alteración del contenido nutricional de los alimentos cosechados. De igual modo, el excesivo uso de este herbicida tiene un efecto residual en los suelos donde es utilizado y lleva a reducir la fertilidad de los terrenos lo que a la larga hará más difícil el cultivo y la producción de los alimentos. El glifosato (ingrediente principal del herbicida Round Up) ha provocado también consecuencias como la resistencia que está ocurriendo en los suelos lo que ha producido el nuevo problema de las «super malezas», situación que quiere resolver la compañía Monsanto creando nuevos herbicidas más potentes y peligrosos como el 2-4 D. Esta es la nueva propuesta de Monsanto (que está pendiente a ser aprobada): crear el nuevo herbicida 2-4-D con el ingrediente principal del agente naranja utilizado en la guerra de Vietnam asociado a terribles daños a la salud humana y a los suelos. Y lo que es peor y más preocupante aún, es la eventual propuesta de desarrollar maíz y soya transgénico resistente al 2-4 D.
Los daños de los cultivos transgénicos, no sólo los vamos a encontrar en los suelos y en la agricultura, sino que también han impactado la vida marina. Investigaciones muy recientes acabadas de publicar han demostrado que el glifosato es más resistente y poco biodegradable en el agua de mar (Mercurio, et. al., 2014). Un estudio publicado por el Marine Pollution Bulletin, revista científica internacional sobre el ambiente marino, ha relacionado el glifosato con la destrucción de los arrecifes de corales en Australia. Este estudio evidencia que el daño de este agro tóxico puede ir más allá de los suelos donde se riega y levanta una nueva bandera de preocupación en sus posibles consecuencias en el ecosistema del mar.
Por otro lado, también hay que advertir sobre las muchas consecuencias directas que los agricultores han tenido que sufrir debido a esta industria y al excesivo uso del herbicida Round up. En primer lugar, hay que señalar el riesgo mayor de enfermedades que existe en este grupo debido a la exposición directa que tienen al herbicida al trabajar sus cultivos con este agro tóxico. De hecho, ya hay estudios clínicos que han reportado niveles de glifosato en la orina de la familia de los agricultores que asperjan sus terrenos con este herbicida (Message, et. al, 2012). Y aunque son los agricultores y sus familias los que tienen una mayor exposición, otro estudio hecho con 182 personas NO vinculadas a la agricultura, arrojó que el 44% de las muestras de orina estaban positivas a la presencia del glifosato. Este estudio se hizo en el 2013 y las muestras analizadas fueron de personas residentes en 18 países de Europa. El estudio fue una iniciativa del grupo Amigos de la Tierra y el análisis lo hizo el Dr. Hoppe en Alemania.
Al hablar de los daños a los agricultores, en segundo lugar, es importante mencionar que a estos trabajadores no se les permite utilizar las semillas resultado de sus propias cosechas y se les obliga a comprar constantemente nuevas semillas a Monsanto. Esta situación ha llevado a los agricultores a tener que hacer recurrentes y grandes inversiones de dinero provocando en muchos profundas angustias. El endeudamiento económico los ha llevado a una crisis tal que, por ejemplo, en India estas semillas transgénicas las llaman «las semillas de la muerte» por el incremento dramático que ha ocurrido en suicidios entre los agricultores de cultivos transgénicos. La preocupación sobre el uso de las semillas y el gasto en la compra de las mismas, lejos de solucionarse, se vislumbra que se incremente en un futuro, ya que la industria de transgénicos ha presentado la creación del gen «terminator» o «semillas estériles». Este tipo de cultivo tiene como objetivo que una vez las plantas den sus frutos, mueran y no produzcan semillas que se puedan volver a sembrar. De este modo, los agricultores se verán necesariamente obligados a comprar las semillas que estarán patentadas por la industria de transgénicos bajo el «Sistema de Protección Tecnológica». Aunque esta tecnología todavía no ha sido aprobada, no podemos obviar el grave peligro que representaría tal propuesta, no sólo para los agricultores mismos, sino para el mundo entero al tener gran parte de la disponibilidad de alimentos controlada por unas pocas compañías.
Por último, es importante recalcar, que como mencionara al inicio al hablar de los vínculos entre Monsanto y el gobierno, los cultivos transgénicos también han producido serios daños a los agricultores tradicionales ya que las semillas del maíz modificado han contaminado cultivos convencionales. Debido a los dictámenes del Tribunal Supremo y a cuestionables determinaciones judiciales, son los propios agricultores los que tienen que evitar este tipo de contaminación (aunque las semillas sean de Monsanto) y en caso de ocurrir tienen que compensar a la compañía.
En Puerto Rico, el cultivo de los transgénicos ya lleva dos décadas. Estas compañías ocupan miles de cuerdas de los terrenos más fértiles de la isla que en vez de utilizarse para promover la seguridad alimentaria y la agricultura sustentable, se usan para la experimentación de semillas. Todavía el daño a la agricultura y la posible contaminación a otros cultivos no ha sido medida. Sí se ha evidenciado el desarrollo de plagas como efecto directo de los transgénicos.
6. Conclusiones y Recomendaciones
Después de presentar todos los puntos anteriores podemos concluir que muchas de las razones por las cuales Monsanto pidió la aprobación de esta tecnología, son afirmaciones falsas y peligrosas. La tecnología transgénica no es una extensión del proceso de propagación natural de las plantas (como la industria alega), no aumenta la producción agrícola, reduce la fertilidad de los suelos, aumenta el uso de los herbicidas, daña el ecosistema (disminución significativa de la Mariposa Monarca en Norte América, surgimiento de plagas y súper malezas), aumenta el riesgo de la contaminación a los otros cultivos convencionales debido a la polinización cruzada, aumenta los costos a los agricultores, incrementa el riesgo de la seguridad alimentaria, no reduce el problema del hambre en el mundo (otro falso objetivo de la industria en su afán por justificar la aprobación) y aumenta los riesgos a la salud de las personas. Estas afirmaciones que enumero constituyen una evaluación objetiva de todos los datos y hallazgos encontrados. Entiendo que todos los puntos expuestos, junto a la realidad de que no existe consenso científico sobre la seguridad de los transgénicos, debe de llevarnos a levantar, al menos, una bandera de prudencia y proponer una moratoria a la producción y ventas de los alimentos modificados. Antes de continuar con la producción y consumo de los GMO, urge mayor investigación científica que demuestre seguridad al ambiente, a la agricultura y a la salud de las personas. Los científicos en Rusia están proponiendo una moratoria de 10 años, Alemania los detuvo y en Francia se acaba de presentar en este mes de febrero legislación para prohibir el cultivo de todo tipo de de maíz transgénico. Muchos países en América Latina y en otras partes del mundo también están tomando acciones anteponiendo la seguridad por encima de los intereses económicos o políticos. En Puerto Rico también debemos informar sobre los hallazgos de los estudios sobre los GMO y establecer una política pública acorde con la evidencia científica.
Finalmente, es necesario recordar que estamos frente a una industria con una nueva tecnología para producir alimentos que no tiene como objetivo mejorar la nutrición de las personas, sino aumentar sus ganancias económicas. Una industria que crece a grandes pasos a través del mundo y que a través de las patentes de sus semillas transgénicas, pretende un peligroso control en la producción de alimentos. Una industria que continúa su desarrollo con ausencia de regulaciones estrictas en Estados Unidos y controles muy débiles en muchas partes del mundo. Una industria que, además, tiene fuertes e indiscutibles vínculos con las esferas más altas gubernamentales en Estados Unidos y en muchos otros países. Es por tanto, indispensable que las personas tengan una actitud pro activa y tomen acciones para exigir calidad y seguridad en los alimentos que compran, ya que lamentablemente, no podemos depender totalmente de las agencias gubernamentales.
ALGUNAS RECOMENDACIONES:
1. Busca información y edúcate sobre el tema. Comparte la información con tu familia, amistades, vecinos y compañeros/as de trabajo para crear una red de consumidores más educados.
2. Prefiere en general los alimentos «100% USDA Organic» o que tengan el sello de «NON GMO Project VERIFIED».
3. Cuando vayas al supermercado evita, en lo posible, comprar alimentos a base de soya, maíz, algodón o canola a menos que sean 100% orgánicos o que tengan el sello de que no son GMO.
4. Busca en los productos regulares, la lista de ingredientes y verifica si aparecen derivados de los principales alimentos modificados como: «High Fructose Corn Syrup» (se encuentra en la mayoría de los productos), lecitina de soya, proteína de soya, dextrosa, maltodextrinas y otros.
5. Aprovecha la tecnología con aplicaciones para los teléfonos inteligentes como «Fooducate» y otras con las que se pueden escanear las barras de las etiquetas para saber si el producto contiene ingredientes transgénicos.
6. Oriéntatele sobre cómo preparar un huerto casero y comienza cultivar algunos alimentos básicos. Recuerda que no se necesita tener un gran terreno para cultivar ya que se puede hacer en tiestos, en agua (cultivos hidropónicos) y otras formas.
7. Apoya al pequeño agricultor y los mercados de alimentos orgánicos.
8. Apoya el Proyecto del Senado de Puerto Rico 524 que tiene como objetivo exigir que aparezca en la etiqueta de los alimentos la información sobre si un producto contiene ingredientes transgénicos como también si una carne o pescado proviene de un animal que ha sido alimentado con productos transgénicos. Hay que recordar que actualmente se alimenta la tilapia, el salmón en cautiverio, las reses y los cerdos con alimentos transgénicos como el maíz y la soya. Se espera que el próximo día de vistas sobre este proyecto sea para este mes de febrero.
9. Colabora con las campañas dirigidas a que en Estados Unidos también aparezca la información de los transgénicos en la etiqueta de los productos. Muchas de estas campañas se dan a través de los medios electrónicos y solicitan la firma o apoyo para fortalecer estas peticiones al Congreso. Actualmente, hay dos estados que ya han aprobado legislación para el etiquetado de los productos con la información de los transgénicos: Maine y Connecticut. Se espera que próximamente en Hawai, igualmente apruebe el etiquetado de estos productos.
10. Mantente informado/a sobre la situación de los transgénicos, tanto aquí en Puerto Rico como a nivel mundial. Asiste a la Marcha Mundial contra Monsanto (el 24 de mayo del 2014), mantente activo/a en favor de la agricultura orgánica (significa que el alimento es cultivado libre de pesticidas y químicos) y apoya todas las medidas dirigidas a proteger la salud para todas las personas en general.
Estoy convencida de que nosotros como sociedad vamos camino a la autodestrucción a través de dos formas: el daño al ambiente y el consumo de una alimentación tóxica que lejos de nutrirnos nos enferma. Es indispensable, por lo tanto, una profunda reflexión para darnos cuenta de que si no detenemos el rumbo por donde los intereses económicos y las grandes empresas nos llevan como sociedad, finalmente todos y todas, personas importantes o humildes, estaremos expuestos a los mismos peligros. Y para aquellos que ante estas consideraciones apelan y defienden la continua necesidad de «la libre empresa» del sistema económico y con ella hasta la venta de productos o servicios que puedan ser perjudiciales, quiero responderles con lo siguiente. Aunque podamos diferir sobre las ventajas y desventajas de este tipo de sistema económico, tenemos que inevitablemente estar de acuerdo en un principio ético básico: la libertad no se puede utilizar para hacer daño. La libertad en todas sus formas, acciones y deberes, sólo se puede utilizar para hacer el bien ya sea a las personas de forma individual o como grupo en la sociedad.
Referencias:
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15. Rosso, S. (2013, 5 de diciembre). Investigadores argentinos evidencian efectos tóxicos del glifosato en el sistema nervioso. La gran época. Ver corto video sobre esta investigación en: http://youtu.be/o3CBwl7hU-I
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Enlaces electrónicos sobre el tema de los transgénicos:
1. Campaña condenando el retiro del estudio Séralini y solicitando la re-instalación de la publicación: «Retraction of Séralini GMO study is attack on scientific integrity» http://endsciencecensorship.org/
2. Documental: El mundo según Monsanto, http://youtu.be/yrIMAOk_cts
3. Documental: Food Inc, http://youtu.be/-AHD3waoM68
4. Proyecto de Bioseguridad de Puerto Rico / Puerto Rico Project on Biosafety http://bioseguridad.blogspot.com/
Páginas en facebook de orientación sobre nutrición, agricultura y transgénicos:
1. Frente de Rescate Agrícola (FRA)
2. Nada santo sobre Monsanto
3. Salud y nutrición con Vilma Calderón
4. Cooperativa orgánica Madre Tierra