Bardo: Falsa Crónica de unas Cuantas Verdades
Publicado: 7 de enero de 2023

Bardo, producida y dirigida por Alejandro González Iñárritu.
Presenciamos un parto, pero el bebé le trasmite al obstetra que no quiere estar en un mundo tan convulso como el de hoy en día. El médico, con el consentimiento de la madre, lo devuelve al lugar de donde vino. Lo que sigue, que es evidente revolotea por la mente del padre, corresponde a otros traumas que el periodista/documentalista ha vivido y que comparte con intensidad su esposa Lucía (Griselda Siciliani).
Su más reciente documental que se titula “Falsa crónica, etc.” (vide supra) ha tenido gran éxito y ha de recibir un premio internacional que solo se otorga cada cuatro años y ha de ser el primer periodista mexicano en obtenerlo. De ahí su regreso al viejo estudio de TV en que estuvo un corto tiempo y, de forma sensacional, a visitar al embajador de EE. UU. (Jay O. Sanders, en una actuación breve, pero contundente) en México, que vive en el castillo de Chapultepec. En la belleza que es el Castillo y sus vitrales, mientras mira los jardines desde donde se vislumbra la ciudad, tiene una visión de la batalla que allí se libró en 1847 (parte de la guerra Mexico-americana).
Descubrimos que hay cierta complicidad entre el gobierno americano y el premio, porque se está negociando que Amazon compre el estado de Baja California. ¿Quién duda que al dueño de Amazon o el de Twitter se le pueda haber ocurrido tal cosa? Las críticas al imperialismo no cesan. Una montaña de mexicas muertos en el Zócalo tiene al tope a Hernán Cortés quien discute con Silverio las mentiras (y algunas verdades) de la “colonización” de México por otro imperio. A esto le ha precedido una escena escalofriante en la que la gente en la calle cae muerta por algo que no sabemos ni vemos. En los momentos que se filmaba la película (2021) el COVID campeaba por su respeto y la relación con la pila de muertos sugiere que el “gobierno” (eso había cuando Cortés llegó) es responsable por las muertes. Ya antes hemos visto las masas de personas cruzando el desierto tratando de llegar al norte. Entre ellos, Silverio y su familia buscan como grabar la lucha y el dolor de emigrantes que no son queridos en el país al que pretenden entrar.
Las escenas de los sueños, visiones, alucinaciones, y recuerdos de Silverio, son hermosas y su simbolismo no es difícil de entender. Arena y agua son los fundamentos más importantes de una nación cuyos emigrantes tiene que cruzar un desierto para llegar a “la tierra prometida” sin un Moisés que los guíe y sin aguas que apartar. La belleza de la cinematografía de Darius Khondji añade el elemento onírico que permea todo el filme. La escena en el centro de la ciudad en que la gente cae muerta y que conduce al encuentro con Cortés es exquisita y aterrante a la vez y completa parte del porqué hay una pugna tan intensa en Silverio entre su yo y su imaginación, entre su complicidad y su ética, entre lo que vive y lo que echa de menos de su vida.
El encontronazo entre Silverio y su “amigo”, el moderador del programa de TV al que nunca fue, es una joya de actuación e insultos. Es una pena que partes del guion, escrito por Iñárritu and Nicolás Giacobone, me parecieron innecesarias y por eso se prolongó la duración de la cinta La fiesta del premio es demasiado larga y no añade nada para que entendamos a Silverio. Así también algunas escenas sueltas de visiones o sueños de los protagonistas. Sin embargo, en estas épocas de súper héroes y efectos especiales, 25 minutos más de ver algo inteligente e intrigante es un remanso.
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