Conversaciones (otras)…
A ti y por ti, siempre a ti… Lau
En 29 años se puede hablar de muchas cosas y cuando se trata de habladoras como nosotras, mucho más. Alguien en México decía (no recuerdo con exactitud quién era) que nosotras nos hacíamos la visita todos los días (aún en tiempos de cohabitación, que fueron muchos… muchos años, a veces como pareja, otras no). En muchas conversaciones, con muchas edades diferentes y en distintos contextos, hablamos sobre cómo sería la vida de la una sin la otra, sin la compañía de nuestras otredades, de nuestras rarezas.Ya más adultas un día te dije: Náter, supongo que cuando ya no estés podré vivir sin ti, pero me tendré que reinventar toda porque sin duda seré otra. Y así es: he quedado orillada a un proyecto de ser que todavía no se halla. Soy un algo de mí misma a la que le falta un pedazo, a la que le falta, muy probablemente, la mejor parte de sí misma, es decir tú. Me faltan palabras, me falta temple, me falta astucia, me falta valor, me falta fuerza. Me sobra orfandad, me sobra el no saber cómo quedarme en el mundo. Eso sí, me acompañan afectos y empatías. Me acompañan esas amigas que quisiste a cabalidad y el recuerdo de una vida que viviste/vivimos plenamente, porque fueron tantos y tantos los años que disfruté de ti, de tu amistad, que mi vida ya es larga, a lo Séneca, a lo Laura Náter.
Durante tu estancia en el hospital recuerdo las conversaciones sobre qué hacer con las clases (porque los antibióticos toman su tiempo, me dijiste), tu deseo fue que Sebas y yo te cubriéramos, él (grande como es) lo hizo, yo después de mucha gallardía y preparación, fui incapaz.
Las pláticas sobre 80grados destacaron entre las mejores. Cuando ya no te sentías con fuerzas, porque los espejuelos interferían con los respiradores, te leía y platicábamos sobre los comentarios a “La manoseada y útil metáfora…”. Llegó el día, en que te quise contar sobre cómo se seguía compartiendo el artículo y el comentario de Jimmy Seale y me di cuenta de que ya no estabas para esa conversación y entristecí. Ahí comencé a entender que las palabras, las palabras que nos habían unido toda la vida ya no eran la forma de comunicarnos. Pero, nos quedaba la mirada.
Recuerdo el último coraje que reseñamos. Se había presentado esta doña que al pie de tu cama te habló de paz, te habló de dios y te encolerizaste y yo contigo…
Recuerdo además tu pregunta por lo que venía en el periódico (El Nuevo Día, porque somos de esas que todavía ensucian sus deditos con las ediciones impresas de una prensa fracasada). Te dije que era una mierda, cosa en la que coincidíamos desde hacía muchísimo. Pasé a explicarte de qué se trataba la idiotez distractora del momento, coincidimos. Ya no tenías fuerza para arremeter en Facebook, lo entendimos. Me he quedado huérfana de actualidad. Después de tantos años de desbaratar el periódico junto a ti, no me da el más mínimo gusto por leerlo. Tendré que reinventar mi estar en el mundo y analizar lo que pasa sin tus incendiarios comentarios para con su contenido. Tengo el ojo plano para la propaganda, de eso como de tanto más siempre dependí de ti, leía a través de ti, siempre contigo Laura.
Ese martes 1 de diciembre fue un día muy loco. Yo siempre tan mirada para las fechas y, desde esa hospitalización, tengo una noción del tiempo descolocada. Sé que fui a la Universidad y di un simulacro de clase (de hecho, uno de los más tristes de toda mi vida), salí a esperar a Jorge Román, tu estudiante de tesis de maestría, a quien deduzco le habías dado una asignación. Él había llamado a tu teléfono el domingo (creo), Mechita me lo pasó y le dije que no podías reunirte con él, que si quería iría en tu nombre. Eran las 5:10 p. m. del martes, 1 de diciembre. Qué minutos más largos los de la espera por Jorge. Me senté en frente del CIH, por la entrada vieja, por la del antiguo escritorio de Esther (Ma) Pagán, encendí un cigarrillo y te vi… te vi tan hermosa, te vi de veinte pocos años, con los jeans exactos, con la camisa exquisitamente planchada y con los zapatos de goma en perfecta combinación. Venías con tu enorme sonrisa, me mirabas y descansaba, como siempre, en la tranquilidad de tu mirada. Después desfilabas tus presencias de tantas edades por ese mismo pasillo. Me desesperé, le escribí un mensaje a Jorge, quería confirmar la reunión, porque lo que quería era salir corriendo hacia el hospital… pero no llegué… no estuve.
Lissette, esa, la nuestra, la de toda la vida, ¡qué buena fortuna su amistad y su compañía!, me dijo que la recogiera en mi casa para ir juntas al hospital. No hice nada más entrar y me dio la noticia de tu partida. Nunca en la vida me he sentido tan fuera de lugar, tan ridícula, tan… no sé qué. Me fui al baño a echarme agua en la cara… te pedí que me abrazaras… salí después de un rato. Era urgente, si no llegaba te llevarían, y yo me quedaría sin verte. Antes de salir, llamé a Cao, nuestro Caillo y le dije ya… Él había venido a casa por la mañana, a buscar los exámenes de la clase de Historia de Puerto Rico y Mechita, y coincidiendo con su visita a mi casa, le mandó decir que podía visitarte (¿despedirse?), salió rumbo a tu encuentro en aquellas horas, también llegó por la tarde-noche junto con Lissette, Anayra, don Manuel (mi querido, tu padre que quiero como si fuera mío) y mucha gente de tu familia, y allí estuvimos con aquella no tú, porque nada más verte supe que ya no estabas más y me rompí…
De ahí en más, Laura comienza una historia de locura… Todo tu mundo ha quedado descolocado y desbordado a un tiempo. En todas las ciudades de tus afectos y en donde viven tus afectos ahora (Granada, México, Buenos Aires, Tucumán, Lima, Sevilla y tantas más), han quedado tristes, pero llenas de ti.
Todavía no me había ido del hospital y ya María Aparecida de Sousa y Pepito Ronzón me estaban escribiendo y poco después Santi Bliss. Ceci estaba en un Congreso en Montevideo y desde allí llamó a casa de Marina en Lima, le respondió Carlos Contreras que viajaba para el México de todas y todos, esa misma noche. Marina Zuolaga no tiene consuelo y yo todavía no me siento con fuerzas para llamarle. Zule quedó tan descolocada que al reunirse con uno de sus estudiantes esa misma mañana del 2 de diciembre, le contó el motivo de su desvelo, de su tristeza. Resulta que el chico te sacó por deducción: ha leído toda tu obra, es alumno de Jorge Silva (en la Michoacana), y le hizo compañía en la tristeza.
Ese mismo 2 apareció Gabi Tío Vallejo en Facebook declarando “Te voy a recordar siempre en tu perfecta mezcla de relajada serenidad y convicciones salvajemente defendidas. En tu capacidad de ver el mundo desde tu balcón, apoyados los codos en la baranda tomándote con humor las mezquindades diarias, los apuros, las competencias, las boludeces…tus dolores… Tantos recuerdos de nuestros veinteañeros tiempos del COLMEX. Nosotras estresadas con las entregas y vos con esa calma, repantingada en algún sillón, cigarrillo/ café/coca cola en mano, poniendo las cosas en su lugar, con tus afiladas prioridades, con tu pensamiento claro y preciso que iba dibujando el futuro paper, así como quien sueña. La sonrisa presente, la palabra audaz y comprometida, la disposición para la amistad…”. América Molina le ripostaba recordándote en su apartamento del Altillo-Universidad, bebiendo mate y jugando con un Julián pequeñito.
Poco después llegaron los correos de Josefina Vázquez y de Clara Lida, las maestras queridas. Un chispo más tarde el de Carlos, el de tu Mari, muy apenado. Carlos Marichal te manda a decir que “Actualmente está en prensa la versión en español del ensayo sobre tabaco en la traducción de From Silver [tu ensayo].” Lo publica COLMEX/FCE y que se ha “dedicado bastante a revisar todas las versiones, (han tardado muchísimo los editores, pero por suerte el libro sigue igual de vigente) y las pruebas (que estaba revisando, precisamente, estas últimas dos semanas) y cada vez que lo hacía pues estaba pensando en [ti]”.
Con Carina hablé… María Victoria y Fuensanta me escribieron, Betty la madre de Ceci también. Natalia Silva y Riccardo Forte, no tardaron en comunicarse… Soy injusta, olvido gente, mucha gente, es que tu mundo es mucho mundo, Náter. Eso sin contar a quienes no pude responder el teléfono, estaba/estoy abrumada, no daba/doy para más…
La gente de aquí, ay Lau… la gente de aquí… se ha bota’o. Cao, Anayra, Lissette, Bea, Maruja, Rosa Cifrián, Ana, Elaine, Yarimir, Marién, Cati, Tere, Sebas, Valeria, Olguita, Bernat, Rigel, Yoryie, Nati, Kairi, Nilda, Jaime, Claudia. Tan bonita Claudia escribió para ofrecerme su hombro por si sus palabras eran insuficientes porque “Nunca había presenciado una amistad tan hermosa y auténtica como la [nuestra]. Tanto amor y complicidad, eso es estar con el otro. No puedo pedir mayores lecciones”, afirmó. Silvia Álvarez también escribió algo tan lindo, decía: “Mis recuerdos de ti y de Laura recorren las tres últimas décadas. Enlazan con México, espacio común de afectos y formación, se enredan con las victorias y tribulaciones de nuestra universidad y de nuestro país, se hablan con los estupendos amigos que compartimos. A la indómita Laura la vamos a recordar en esos campos elíseos. No puede ser de otra manera”. Vuelvo a ser injusta, es demasiada la gente, es muchísima tu gente Náter, se me quedan… estoy segura.
Laura Náter qué regalo haberte tenido cerca durante la mayor parte de mi vida. A Simón, a Mechita y a mí misma nos dejas rodeadas de la mejor gente posible.
80grados te ha hecho un homenaje, de eso te tengo que contar largo y tendido… pero no quiero abusar de esta gente tan buena y tan paciente… esa reseña es aparte porque es mucha la cosa, toda hermosa, te anticipo… toda. Gracias a Rígel, muchas gracias Rígel… Juanqui Rivera me escribió incrédulo, eras su siguiente invitada en Puerto Crítico, que mucho hubiésemos gozado… Pero qué mucho gozamos la vida toda, Náter, que mucho viviste/vivimos.
Para estas fiestas y para los años venideros les deseo a todas y a todos una Laura Náter en sus vidas. Una mirada en la que puedan descansar, una complicidad sin límites, un divertimento agudo en su cotidianidad, alguien que les acompañe para procurar un mejor estar en el mundo siempre, alguien que potencie su mejor y más subversiva parte (verdaderamente) política, una amistad a toda prueba, la mejor y más absoluta compañía vital… Gracias Laura, siempre Laura. Hoy estamos aquí, te celebramos, te gozamos para aprender a vivir como tú: para ocupar la vida plenamente, para vivir como nos venga en gana… Te quiero Laus, te quiero…
Pd: Se me quedaron par de cosas. Te debo la reseña del velatorio, te debo las reseñas de mis corajes, pero esas te las cuento en privado, guapa, mejor en privado… Sobre el velatorio, solo te adelanto que Margarita Flores, tu Margó, puso a media Universidad y a medio Vega Baja a cantarte “Adiós con el corazón…”, otra locura.