El hijo imaginario
Tengo un hijo
que nunca parí
-nunca he parido a nadie–
pero es mi hijo.
Todas las mañanas
se me acerca
me besa me abraza
me pide la bendición
-aun sabiendo que no creo en dioses-
pero es mi hijo.
Nunca le di de comer
nunca lo vestí.
De hecho,
quiero convencerlo
de quitarse la medalla de San Benito
del rosario que se empeña
en llevar colgado del cuello.
Pero, no tengo éxito.
-Es para que me libre
de tentaciones, madre.
Dice mi hijo imaginario.
En este punto, querido lector,
no me tengas pena
por haberme imaginado un hijo.
Parra se imaginó un hombre
una casa y el amor de una mujer
Mejor, tenme pena
porque por más que quiero
que mi hijo imaginario
se afiance a la razón
y deje de creer
en la inexistencia divina,
todas las mañanas
le sigo dando la bendición
en el nombre de su dios imaginario.
a Jean Carlos Suárez
*De No lugar (libro inédito)