Ensayos para una nueva economía
Es raro que un economista haya estado en el liderato gubernamental o haya sido tomado con seriedad. Contrario a la mayor parte de los países, como República Dominicana o Estados Unidos, aquí no hay un consejo de asesores económicos. Las agencias que trabajan el tema económico han sido dirigidas por financieros, contadores y abogados. Los planes de desarrollo que se consideran con seriedad son los que producen firmas extranjeras de consultoría.
Tomemos el último ejemplo: el plan fiscal certificado. Sus grandiosas estrategias económicas son reformas de mercado que no han dado suficiente resultado en Puerto Rico ni en otros países pero, aun así, su pronóstico es que tendremos otra década perdida: la economía en el año 2026 estará en el nivel de 1994 (cuando ajustamos por inflación, como se debe hacer).
Para añadir agravios, las publicaciones académicas económicas son muchas veces ignoradas. El último ejemplo es el excelente libro titulado Ensayos para una Nueva Economía. Una decena de economistas estudiaron desde la relación entre la financiarización, fluctuaciones económicas y desigualdad; la desmitificación de la meritocracia para explicar la desigualdad y el “mantengo” para demostrar desempleo; la necesidad de una reforma contributiva progresista, no una que simplemente busque generar mayores recaudos; la importancia de la educación escolar y universitaria como modelo de desarrollo económico; la relevancia del desarrollo sustentable y no el producir por producir; hasta las posibles ventajas y desventajas económicas de cada opción de estatus.
Uno de los temas medulares fue la discusión sobre una política proteccionista para empresas infantes que quieran crecer, no para todas. Esto es importantísimo ahora que necesitamos remover incentivos contributivos redundantes y promover otros que lleven a catapultar nuestras empresas, como sucedió en el pasado con una cerveza de Puerto Rico. Se expone cómo la mayoría de empresas locales están en el sector de servicios, con un enanismo particular en el sector manufacturero y agrícola.
En el caso agrícola se presenta un valioso análisis donde se establece que: hay necesidad de una cuenta satélite de agricultura para medir la contribución completa de la agricultura; la mayor parte de los empresarios no se formalizan en corporaciones; que hay un envejecimiento de propietarios; hoy se produce un 30% menos agricultura que en 1960; la pesca representa menos del 1% del producto agrícola; importamos el 17% de productos de leche que consumimos, 36% del café, 85% de la carne de res y el 94% de los mariscos; hay una dependencia de subvenciones para producir y que necesitamos reusar más las aguas para la siembra. Yo añado que la capacitación de los empresarios, el énfasis en terminar productos agrícolas y mercadearlos adecuadamente es un imperativo.
Otro de los tantos análisis importantes del libro trata sobre las leyes de cabotaje, que aplica a todos los Estados Unidos pero afecta más a las islas fuera del continente y Alaska. Por eso, Alaska fue eximida en 2003 de las leyes de cabotaje aéreo e Islas Virgenes fue eximido de las leyes de navegación, redundando en una competencia desventajosa para que Puerto Rico puede atraer empresas. Puerto Rico fue solo eximido para el caso de cruceros y, en parte gracias a eso, hoy atracan muchos cruceros en Puerto Rico.
Se estima que los navieros independientes en 1995 movían el 40% del envío de mercancías mundial y que Puerto Rico pagó $23.4 billones en costos excesivos entre 1971 y 2014. Hasta la Reserva Federal de Estados Unidos argumenta que estas leyes limitan el desarrollo económico de Puerto Rico.
En uno de los capítulos finales se halla que para el año 2005 Puerto Rico dejó de tener el ingreso bruto per capita más alto de Latinoamérica: hoy Argentina y Chile nos superan. Aún así, la agricultura representa en Argentina un 10% y en Chile un 4%, mientras en Puerto Rico llega al 1%.
Se invita en el libro a que Puerto Rico se enfoque en productos de alto valor añadido y explote sus ventajas absolutas en manufactura con muchos países ricos: los salarios en la manufactura en Puerto Rico son menores que en todos los países del OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), excepto por Portugal, Taiwán y México. Sin embargo, Puerto Rico exporta proporcionalmente menos que países ricos como Holanda y Suecia.
El libro está escrito para un público general por lo que recomiendo sin reservas su lectura, sobre todo para el liderato gubernamental.
* Publicado originalmente en El Vocero y reproducido aquí con el permiso del autor.