Escritura y oralidad en el Caribe hispano
Tres tristes tigres y La guaracha del Macho Camacho de Aura Rosa Muñoz
La idea del libro que remite siempre a una totalidad natural es profundamente extraña al sentido de la escritura.
–Jacques Derrida, de la gramatología
El boom ha sido uno de los ismos novelísticos más estudiados por la crítica literaria. Marcado por una diversidad de elementos, entre ellos lo identitario en América Latina, los medios editoriales de acuerdo con Donald Shaw, el interés por fundar un nuevo lenguaje, el impacto de la Revolución Cubana y el surgimiento del desarrollismo le convirtieron en un fenómeno singular. Su heterogeneidad es también una de sus características, lo que se refleja en el contraste entre obras como La casa verde del peruano Mario Vargas Llosa, La muerte de Artemio Cruz del mexicano Carlos Fuentes, Cien años de soledad del colombiano Gabriel García Márquez, Tres tristes tigres del cubano Guillermo Cabrera Infante y La guaracha del Macho Camacho del puertorriqueño Luis Rafael Sánchez. Estas dos últimas son las que se abordan en el libro Escritura y oralidad en el Caribe hispano de Aura Rosa Muñoz, publicado por la Editorial 360 en el año 2020, con el propósito de debatir la ilusión de oralidad y la representación que hacen los autores de la misma, tal vez más apartados del grupo de autores que componía al boom, vinculados ya a las posturas posestructuralistas. Los conceptos de oralidad y representación se entendían de forma transparente y como una manera de inscribir el lenguaje oral en la escritura comprendiéndolo como una representación exacta de la realidad.
Basándose en Mijail Bajtin, Jacques Derrida y Jonathan Culler fundamentalmente, entre muchas otras lecturas dedicadas a la valoración y la historia del boom, Muñoz expresa que ambos libros, que se llevan nueve años (1967/1976) “se insertan dentro de una narrativa caribeña que intenta, a través de un discurso radical y revolucionario, revisar el lenguaje, confrontar la cultura popular a la vez que la escenifica, y provocar desequilibrio y renovación en la literatura mediante el humor y la parodia” (12-13). Sin embargo, el fonocentrismo refrendado por Ferdinand de Saussure todavía permea la discusión sobre algunas obras, lo que la autora analiza críticamente para enseñarnos que toda oralidad textual es en realidad una ilusión construida por la escritura, una originalidad fingida.
El libro está dividido en una introducción, cuatro capítulos: 1. Aproximaciones al movimiento literario del boom latinoamericano, la crítica y su resonancia caribeña; 2. El Caribe: identidad nacional y producción literaria. Cuba y Puerto Rico en las décadas del sesenta y setenta; 3. Análisis de la inscripción de los discursos orales en la escritura de Tres tristes tigres; 4. Análisis de la inscripción de los discursos orales en la escritura de La guaracha del Macho Camacho; y unas conclusiones. En su introducción Muñoz afirma que con el surgimiento del boom se escribieron textos metalingüísticos que exploraban el lenguaje como su centro o protagonista discursivo. Por eso destaca que hay un tema recurrente en la escritura de Cabrera Infante y de Sánchez: “la capacidad de esta de inventar su original oral” (14). Su lógica es que la propia escritura de ambos libros deconstruye el fonocentrismo y le resta autoridad a las declaraciones de los propios autores expuestas al comienzo de las obras al igual que a la crítica literaria que catalogaba como novelas del lenguaje a aquellas que lograban aprehender la realidad de forma transparente. Lo que se propone es que la “inscripción del discurso oral es otro texto en relación con el discurso oral mismo” (16).
Al trazar la historia del boom la autora cita al famoso escritor Julio Cortázar en su aseveración sobre el mismo como “ la más extraordinaria toma de conciencia por parte del pueblo latinoamericano de una parte de su propia identidad”. Otros críticos citados por Aura Rosa Muñoz son Vera Sofía Pimenta, quien destacó la renovación formal de la novela; Emir Rodríguez Monegal y Jorge Fornet, quienes resaltaron la importancia de la Revolución cubana, aunque difirieran posteriormente; la profesora brasileña Lourdes Kaminsky Alveo con su ensayo sobre la transculturación en América Latina y la relevancia del lenguaje para estos escritores; y Jorge Aguilar quien vio con claridad el doble papel que jugó el lenguaje en estos autores: por un lado la cotidianidad de la expresión y por otro la transgresión de estilos.
En Tres tristes tigres, publicado en 1967 antes que la novela de Luis Rafael Sánchez, su autor advierte que su texto está redactado en cubano, “escrito en los diferentes dialectos del español que se hablan en Cuba y la escritura no es más que un intento de atrapar la voz humana al vuelo” (120), palabras con las que él mismo declara la incapacidad de la escritura para interpretar perfectamente la comunicación. Una de las mayores aportaciones de Muñoz en el capítulo dedicado a Guillermo Cabrera Infante es que cuestiona a la crítica que celebra la incorporación del discurso oral en la escritura, otorgándole así transparencia.
Por otro lado, ya Arcadio Díaz Quiñones, en su estudio sobre La guaracha del Macho Camacho había señalado que “la guaracha podría leerse como una fiesta de máscaras minada secretamente por la tragedia”. Las máscaras pueden muy bien ser las distintas voces o registros del lenguaje que se insertan en ella desde una supuesta y real oralidad. La novela, puntualiza Muñoz mediante las citas de Luis de Arrigoitia y de Raúl Alberto Román Riefkohl, se inscribe mayormente en el postboom debido a su reflexión derridiana sobre el lenguaje reflejada en la parodia del mismo y de los propios personajes. Arrigoitia destacó esta afiliación con las siguientes palabras citadas por la autora:
…esta novela primera del dramaturgo y cuentista puertorriqueño entra de lleno no en el “boom” de la avalancha comercial editorialista, sino en el post “boom” de la novela hispanoamericana actual. (…) aquí vemos planteado en puertorriqueño el juego con “el problema del lenguaje” (219).
Lo importante de Tres tristes tigres y de La guaracha del macho Camacho es que relativizan la idea de la crítica del boom que festeja la elaboración del verdadero lenguaje latinoamericano. Para ambos fue de gran valor el recurso carnavalesco como lo define Bajtin. Utilizaron la parodia, la ironía, y el enmascaramiento para complejizar los aspectos sociales relatados por medio de narradores y personajes caricaturescos. Aunque las considera dos novelas lógicas y simétricas no deja de señalar que en apariencia se sostienen en una estructura caótica y desorganizada. Las experiencias textuales de estas novelas se elaboran desde el humor, el juego, la parodia y la ironía que según Luis Rafael Sánchez, citado por la autora, “son recursos que reflejan una actitud defensiva muy caribeña (287).
Aura Rosa Muñoz ha logrado demostrar que es muy difícil enjuiciar la realidad construida textualmente y que todo discurso oral inserto en la escritura posee más de una función. Este libro es una aportación a la crítica caribeña e hispanoamericana que debe tomarse en cuenta por sus teorizaciones a la hora de hacer exégesis de las obras que elijan la oralidad como su material lingüístico o que pretendan pasar juicio sobre las aportaciones del boom.