Futuros Posibles: Notas Sobre el Aceleracionismo y el Postanarquismo
“Desde cualquier ángulo que se mire, el presente no tiene salida.” Esta oración que abre el libro La insurrección que viene (2007) de Comité Invisible[1] resume muy bien el sentido que poseen las generaciones contemporáneas respecto al estado de cosas actual. Se trata de una sensación colectiva que se puede calificar dentro de los parámetros del concepto llamado según Mark Fisher, realismo capitalista[2]. Este concepto describiría el paradigma psicosocial contemporáneo, a saber, la imposibilidad de pensar en un futuro donde el capitalismo se haya superado. De esta forma, las manifestaciones estéticas que van desde la literatura al cine de ciencia ficción, sólo son capaces de imaginar (y diagnosticar) un posible futuro donde el capitalismo alcanzó su próximo estado lógico: el control total de la sociedad por medio de algoritmos y el reemplazo de la mano de obra humana por parte de las máquinas con inteligencia artificial.
Los dispositivos de producción de sentido –los mass media, la publicidad y las fake news– del capitalismo contemporáneo cumplieron un rol esencial en la apropiación de discursos y prácticas disidentes. Algunos ejemplos que se pueden mencionar son la apropiación de subjetividad, el discurso y la estética del punk por parte de los modistas y cadenas televisivas como MTV en las décadas de 1980 y 1990. Como también podríamos mencionar la apropiación del situacionismo por parte de los museos de arte contemporáneo. Ya desde hace tiempo nos estamos enfrentando a la apropiación de signos que tuvieron algún potencial subversivo y esto no hace mas que aumentar el nihilismo que a su vez, genera más incertidumbre con respecto a la superación del capitalismo. Bajo este panorama, se insertan las dos ideas políticas contemporáneas que se discutirán a continuación en el presente texto: el aceleracionismo y el postanarquismo.
El aceleracionismo, cuya variante de izquierdas es la única que discutiremos aquí; emerge directamente de esa imposibilidad de pensar en una alternativa real al capitalismo. Por esta razón, trata de retomar la idea de la posibilidad de inventar el futuro ya que “el capitalismo ha abandonado la idea de futuro, porque precisamente, no es capaz de ofrecerlo.”[3] El aceleracionismo de izquierdas consiste en la idea de que para poder superar el sistema capitalista habría que “acelerar el proceso” de las desterritorializaciones del propio sistema. Lo que se puede traducir a nivel práctico a una apropiación de las tecnologías que han emergido de la ciencia moderna y que el capital ha usado para su crecimiento desmedido.[4]
En suma, toma la idea que tenía Marx de que el capitalismo contiene el germen de su propia destrucción y la reinterpretan de tal modo, que los llevan a pensar en que existen tendencias dentro del capitalismo que pueden ser radicalizadas por la izquierda[5]. Una izquierda aceleracionista. Dentro de este marco, los autores del manifiesto aceleracionista Nick Srnicek y Alex Williams lanzan críticas a una tendencia que hay en la izquierda desde mayo del 68 en adelante, a saber, el localismo radical y las estrategias de acción directa como herramienta paradigmática para luchar contra el capitalismo. Estos autores piensan que este tipo de políticas han fracasado en la misión de contrarrestar la hegemonía de la globalización capitalista, ya que tienden a dirigir la potencia del movimiento anticapitalista y a remediar asuntos locales cuya causa se encuentra en los procesos más abstractos del sistema global.[6] Una de las consecuencias de no movilizar los esfuerzos para combatir la causa de los problemas –solo los efectos– es malinterpretar el comunismo con el comunitarismo y de esta forma, conformarse con un éxito ilusorio.[7]
En este punto, propongo hacer unas reivindicaciones de la política aceleracionista. Estemos de acuerdo o no con la interpretación aceleracionista de que el sistema capitalista contiene el germen de su autodestrucción y que el método para alcanzar el postcapitalismo sería la aceleración (en lo personal no comparto esta visión), habría que rescatar al menos dos ideas que me parecen importantes para elaborar algunas políticas de izquierdas. La primera es la que podríamos denominar como un devenir-menor de la tecnología, o una apropiación minoritaria de las tecnologías. Esto consistiría en que los movimientos de izquierda añadieran a su repertorio de estrategias de lucha herramientas analíticas y tecnológicas como el análisis de redes sociales, el big data, el modelado basado en agentes, entre otras herramientas de las ciencias de la complejidad.[8] Estos recursos son esenciales para el desarrollo sostenible de la sociedad y para la el diseño de nuevos futuros posibles. La segunda reivindicación sería la crítica que hacen Srnicek y Williams al localismo radical de algunos movimientos de la izquierda contemporánea, que como se dijo arriba, terminan derivando en un comunitarismo anti-social.
Habiendo explicado el aceleracionismo, ahora nos toca abordar lo que entendemos por postanarquismo y que se puede rescatar de esta postura política. En primer lugar, el prefijo “post” se utiliza porque se entiende que hay una vertiente contemporánea (aunque sus raíces vienen de Proudhon uno de los padres del anarquismo) que posee una visión de la anarquía que en vez de optar por la disolución del Estado y de toda forma de institución, lo que propone, más bien, es una fragmentación del poder del Estado. La lógica en la que opera semejante propuesta es una micropolítica que busca fragmentar el poder por medio de estrategias destituyentes, que consisten en la producción de nuevas formas de gestión y organización que anularían, o más bien, destituyen la necesidad de las instituciones.
“Mientras la lógica constituyente viene a estrellarse contra el aparato de poder del que pretende tomar control, una potencia destituyente se preocupa más bien de escapar de él, de arrebatarle toda presa sobre ella a medida que la gana sobre el mundo que forma al margen.”[9]
Formar el mundo al margen del capitalismo sería la esencia misma de la micropolítica postanarquista. En este sentido, esta postura en general y algunas propuestas del Comité Invisible en particular, caerían en dentro de la izquierda a la que que Srnicek y Williams critican en su manifiesto. Pero veremos que el colectivo antes mencionado, posee unas ideas que bien podrían ser reivindicadas si asumimos la crítica propuesta por los aceleracionistas sin correr el riesgo de contradecirnos.
Comité Invisible en su segundo libro, A Nos Amis [A Nuestros Amigos] (2014) lanza una crítica al uso que le dan los estados neoliberales a la cibernética hasta el punto de llegar a concluir que la cibernética bajo el sistema tecnocapitalista actual reemplaza a la economía política como forma de gobierno.[10] La extracción de datos y el análisis de los mismos es la herramienta fundamental de control biopolítico actual. Además la cibernética, según Comité Invisible, produjo un nuevo régimen ontológico que a extendido la presencia del ser hacia el campo de lo virtual y la presencia en dicho campo está cada vez tomando más importancia en la vida cotidiana de las personas.[11]
Para enfrentarse a esta realidad, Comité Invisible reivindica una apropiación de los medios tecnológicos que acercan las ideas de este colectivo postanarquista, a por lo menos, un tipo de estrategia política aceleracionista. Hay que abandonar la tecnofobia en la izquierda para contrarrestar la tecnofilia de la derecha[12], es precisamente por esto que el colectivo hace un elogio al quehacer hacker como un movimiento que explora las consecuencias éticas de la tecnología.
Volviendo brevemente a la micropolítica, consideramos que es esta visión lo que precisamente debemos reivindicar del postanarquismo, pero de forma crítica. No considerarla un fin en sí mismo, sino un medio para atender problemas a corto plazo. La importancia del devenir-minoritario de las tecnologías que propone el aceleracionismo radica en que podemos implementarlas tanto en estrategias de micropolítica, que puedan dar cuenta de muchas necesidades que a corto plazo se deben resolver; como también son fundamentales a una escala sistémica y/o global si se quiere. Ahora bien, un movimiento anticapitalista o postcapitalista debería crear una ontología política que le permita -junto con el implemento de las tecnologías- la creación de nuevas formas de vida que sean sostenibles para el medio ambiente y para el conjunto de especies. Aunque esto sería asunto para otro escrito, me limitaré a recordar que sin una ruptura con el paradigma ontológico moderno cualquier política que se suponga emancipadora tenderá a cometer los mismos errores que se intentan superar.
Bibliografía:
Comité Invisible. Ahora. La Roja, España: Pepitas de Calabaza, 2017.
Comité Invisible. L’insurrection qui vient. Paris: La Fabrique, 2007.
Deleuze, Gilles., y Felix Guattari. El Anti-Edipo: Capitalismo y Esquizofrenia I. Barcelona: Paidos, 1985 [1972].
Fisher, Mark. Capitalist Realism: Is There no Alternative?. Winchester, UK: Zero Books, 2009.
Fisher, Mark. “Terminator vs Avatar”. En #Accelerate: The Accelerationist Reader, editado por Robin Mackay y Armen Avanessian, 335-346. Londres: Urbanomic, 2019 [2014].
Srnicek, Nick., y Alex Williams. “Accelerate: Manifesto for Accelerationist Politics”. En #Accelerate: The Accelerationist Reader, editado por Robin Mackay y Armen Avanessian, 347-362. Londres: Urbanomic, 2019 [2014].
The Invisible Committee. To our Friends. Boston: Semiotext(e), 2014.
[1] Comité Invisible, L’insurrection qui vient. (París: La Fabrique Éditions, 2007), 7.
[2] Mark Fisher, Capitalist realism: Is there no alternative?. (Winchester: Zero books, 2009).
[3] Mark Fisher, “Terminator vs Avatar”. En #Accelerate: The accelerationist reader, eds. Robin Mackay y Armen Avanessian (London: Urbanomic, 2019 [2014]), 346.
[4] Nick Srnicek y Alex Williams, “Accelerate: Manifesto for an accelerationist politics. En #Accelerate: The accelerationist reader, eds. Robin Mackay y Armen Avanessian (London: Urbanomic, 2019 [2014]), 352-353.
[5] Esta idea tiene su génesis en el siguiente pasaje del libro El Anti-Edipo de Gilles Deleuze y Felix Guattari (1972) “Pero ¿que vía revolucionaria, si hay alguna? -¿Retirarse del mercado mundial, como aconseja a los países del tercer mundo, en una curiosa renovación de la solución económica facista? ¿O bien ir en sentido contrario? Es decir, ¿Ir aún más lejos en el movimiento del mercado, de la descodificación y de la desterritorialización? […] No retirarse del proceso, sino ir más lejos, ‘acelerar el proceso’ como decía Nietzsche: en verdad, en esta materia todavía no hemos visto nada. Gilles Deleuze y Felix Guattari. El Anti-Edipo: Capitalismo y Esquizofrenia I. (Barcelona: Paidos, 1985 [1972]) 247.
[6] Srnicek y Williams, 354.
[7] Ibíd., 358.
[8] Ibíd., 357.
[9] Comité Invisible, Ahora. (La Roja, España: Pepitas de Calabaza, 2017), 83.
[10] The Invisible Committee, To our friends. (Boston: Semiotext(e), 2014), 111.
[11] Ibid., 111-113.
[12] Ibid., 121.