Hoy estaré cruzando un túnel
Mientras ustedes pulsan para acceder a esta lectura de 80grados, alguien en Auxilio Mutuo descifra la Imagen de Resonancia Magnética que produce mi cerebro.
Hace ocho años, después de extirpárseme un tumor cerebral alojado en el lóbulo temporal izquierdo que controla el lenguaje, apenas podía recordar algunas palabras en francés. En MD Anderson había sicólogos, lingüistas, terapistas y traductores que podían ofrecerme las terapias necesarias para recuperar las palabras perdidas y la flexibilidad de movimiento corporal, pero habría tenido que quedarme por un año en Houston, Texas. Jaime habría quedado a cargo de nuestros hijos en Puerto Rico.
Preferí regresar a la isla después de la extirpación de mi tumor cerebral e intentar emplear un “pictionary” para niños que me ayudara a identificar, por medio de imágenes, las palabras perdidas de mi lengua materna, el español, y mi segunda lengua, el inglés. Los problemas de falta de flexibilidad en las piernas y los brazos se fueron resolviendo con ejercicios en Gold’s Gym, un gimnasio accesible por su cercanía.
Fui mi propia terapista, mientras Jaime se encargaba de llevar y traer a los niños a Robinson School, y a sus juegos y actividades culturales; además de prepararles los desayunos y las cenas. El hecho de no haberme quedado un año en Houston, Texas, me permitió compartir todo el día con Jaime por seis meses y volver a dar clases en la UPR-RP al semestre siguiente (agosto de 2008), mientras continuaba con quimioterapias. Jaime bromeaba diciendo que, por primera vez, el cáncer le había regalado un semestre completo al lado de su esposa.
En su diario, sin embargo, se muestra preocupado por problemas de pérdida de la memoria. Lo asociaba a la edad y no a la duplicación de trabajo que significaba tomar el 90% de la responsabilidad del hogar mientras yo me sometía a quimioterapia, M.R.I. del cerebro cada tres meses y ejercicios de recuperación en el gimnasio. Tampoco asociaba sus problemas de memoria con la angustia de sobrevivirme. No estaba en sus planes quedarse solo en Puerto Rico con dos niños. Volver a Chile era una de sus opciones, pero le preocupaba cómo enfrentarían los niños tantos cambios: de New York/Pittsburgh, PA/ Columbus, Ohio a Puerto Rico y por último, un posible regreso a Chile. Preparado para morir en Puerto Rico, le resultaba extraño vivir la ausencia en el lugar que vio nacer a su esposa.
Desde el 2007 hasta el 2014, Jaime, Danilo, Carla y yo, asociamos el periodo navideño, el nacimiento de la promesa de un niño, con la celebración de mi renacer a la vida y los nacimientos, en New York y Columbus, de nuestros respectivos hijos. Esta Navidad es diferente. Ya no hay niños que llevar a la escuela: Danilo está en Israel, estudiando Arqueología del Medio Oriente, y Carla me acompaña a la UPR-RP, donde estudia Comunicación Visual y Lenguas Modernas. El gimnasio que estaba frente a mi casa ya no existe, tuve que matricularme en otro, y Jaime no estará esta semana esperando conmigo el resultado del M.R.I. para celebrar un año más de vida.
Mientras ustedes leen, alguien descifra la imagen que hoy produce mi cerebro: el espacio vacío de un tumor que ha sido removido. Habré cruzado un túnel. Mide un hueco vacío, rodeado de caminos alternos; intentos de recuperar palabras que creí haber perdido para siempre. La Imagen de Resonancia Magnética es ciega ante la pérdida: comparado al 2008, el cerebro está intacto.