Irradia educación transformadora en Casa Pueblo
Acogiendo el pensamiento del Ciudadano de América, la organización Casa Pueblo de Adjuntas surgida de la lucha anti-minas, desarrolla desde hace ocho años un modelo educativo dirigido a fortalecer y desarrollar la autogestión comunitaria, un fenómeno de transformación social que se produce cuando una comunidad se une para actuar sobre los problemas que le rodean, en busca de cambios positivos.
Muchos puertorriqueños conocen a Casa Pueblo porque desde su fundación en los años 80 realiza con intensidad programas, campañas y proyectos enmarcados en la protección ambiental. Quizás le conozcan por sus aportaciones a la economía solidaria, el manejo de los recursos naturales en acuerdo con el estado, o por su reciente oposición al gasoducto. Sin embargo, quizá poco se ha dicho sobre sus estrategias educativas, que son las que les han permitido ser efectivos y consecuentes con sus reclamos, conservando los bosques que les rodean, produciendo su café, generando su propia energía. Donde han puesto la palabra, han puesto la acción, y la gente les ha seguido.
La “Casa Pueblo”, establecida en 1985 en el casco urbano adjunteño por la Familia Massol Deyá y convertida en símbolo de la gesta ambiental ha sido testigo de la participación de la comunidad local, nacional e internacional en procesos que buscan el desarrollo sostenible. Pero ese espacio físico además ha derrumbado murallas.
Allí surgió en 2003 el Instituto Comunitario de Biodiversidad y Cultura (ICBC), que desarrolla en estos momentos una escuela ambiental, como un proyecto ejemplar en Puerto Rico. Su misión es mejorar el aprovechamiento académicos en las ciencias, las matemáticas y otras disciplinas a través de la formación de estudiantes líderes y activos en la defensa del patrimonio natural y cultural.
El programa de educación ambiental que promueven vincula estrechamente la teoría y la práctica, y facilita la participación estudiantil en la defensa de los recursos naturales. La aplicación del currículo enfatiza en el fortalecimiento de la creatividad y el liderato individual y colectivo.
Según explicó el Dr. Arturo Massol Deyá, Director del Programa de Educación y de la Comisión Técnico y Científica de Casa Pueblo: “El modelo que seguimos es de una educación integral, donde la cultura, las ciencias, las matemáticas, la ecología, son todas materias importantes en la formación del individuo para que este sea capaz de promover un cambio; es insertar el conocimiento para atender asuntos que nos afectan… Ese es el enfoque; va dirigido más allá de formar científicos, a formar individuos bajo un proceso humanista y dentro de ese quehacer educativo una de las cosas que más se construye es la autoestima”.
El ICBC se logra mediante un acuerdo con la aledaña Escuela Elemental Washington Irving de Adjuntas, donde Casa Pueblo construye un auditorio, un laboratorio de ecología, un salón de aprendizaje comunitario y una sala galería de arte en un antiguo edificio. Allí se brindan los cursos a cientos de estudiantes de escuela elemental, intermedia y superior, como parte del programa académico de las escuelas del pueblo. Tras esta gestión, se han firmado acuerdos de colaboración con la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez, el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales, Instituto Smithsonian, la Escuela de Salud Pública del Recinto de Ciencias Médicas, la Universidad de Idaho, Universidad de Michigan y la Universidad de Cornell que han enriquecido la iniciativa comunitaria. Con el apoyo de los padres, el componente de Casa Pueblo y sus voluntarios, se integran además profesores universitarios, científicos, artistas a la participación de los estudiantes adjunteños que son los protagonistas de ese proceso.
Para Massol, también profesor de Biología en el Recinto Universitario de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico, este modelo educativo se diferencia de la educación que promueve el Estado, pues la educación que aplican está acompañada de experiencias inmediatas que activan el conocimiento y la memoria por medio de los sentidos, con resonancia en la conciencia. Esos procesos educativos “sirven de imán para que muchos voluntarios y educadores aporten al proceso de aprendizaje en el sistema público de enseñanza”.
“La educación mecánica, la que practica nuestro sistema público de enseñanza, es superficial y no tiene eco en el intelecto porque no hay reflexión. La diferencia entre la alfabetización mecánica y la alfabetización creadora es que mediante la alfabetización creadora lo que concebimos es que haya reflexión y la única forma de hacerlo es con escenarios prácticos que desarrollen esa sensibilidad”, expresó.
Según nos explicó, basándose en ese modelo educativo, alternan el salón de clases con las veredas del bosque, el huerto con las videoconferencias, y también intercambian el aula de nivel escolar por el laboratorio universitario. La comunidad tiene que insertarse en la formación del individuo; por eso integran a los estudiantes a la comunidad, realizando una práctica de monitoreo de calidad de aguas en 5 estaciones en el Río Grande de Arecibo, donde los estudiantes asumen el rol de utilizar el conocimiento y una práctica para ponerlo al servicio del pueblo. Varios problemas de contaminación han sido detectados mediante este ejercicio, y han sido denunciados y corregidos. Facilidades de aprendizaje como un auditorio, un laboratorio, una galería de arte, un salón de aprendizaje cooperativo, un hidropónico, el mariposario, la estación meteorológica, y salones abiertos accesibles para todos permiten que se sostenga el sistema didáctico.
De igual manera, Casa Pueblo ofrece cursos abiertos, donde se integra a la comunidad científica, el estudiantado y el ciudadano común. Algunos eventos incluyen el recibimiento anual del ave símbolo ‘Julián Chiví’ en el Bosque del Pueblo y talleres para los agricultores aprender a propagar el hongo que controla la plaga de la broca en el cafetal. Se brindan cursos a nivel de escuela superior y universitarios en verano, talleres ambientales y programas alternativos con universidades de los EE.UU. como la Universidad Estatal de Michigan y la Universidad de Idaho. Por eso se puede llegar un día a Casa Pueblo y conocer sobre cómo establecer un huerto casero, recibir un taller gratuito sobre agricultura y biodiversidad, o encontrarse con un grupo de jóvenes extranjeros merodeando por la casa, listos para irse al Bosque Escuela La Olimpia, donde los estudiantes viven la naturaleza.
Actualmente el tema del idioma es el ingrediente nuevo que están desarrollando en conjunto con el Centro de Aprendizaje a través del “Service Learning Center”. “El idioma se convierte en el tema central de este proyecto donde se desarrollan dinámicas de interacción directa entre estudiantes puertorriqueños y estudiantes de otras culturas que hablan diferente idioma. Por ejemplo, los capacitamos para construir un jardín agrícola, de manera que al interactuar ellos reconozcan la necesidad de conocer otros idiomas y aprender de otras culturas… un segundo idioma, no impuesto, si no como una realidad… es un buen experimento. Claro está, siempre afirmando nuestra identidad cultural mientras los extranjeros intentan aprender nuestro español’, abundó Massol.
Casa Pueblo tiene el interés de romper con el proceso de aprendizaje unidireccional y cambiarlo por uno problematizador, como propone Paulo Freire, un referente de la educación popular y liberadora. Los participantes del proceso, el estudiante, el maestro, el voluntario de la comunidad, todos estarán en posesión de la gestión de su propio conocimiento utilizando todas sus capacidades. Ese marco conceptual guía su agenda cotidiana de educar con el conocimiento que nace de la práctica para producir grandes cambios.