Maestros en titánica lucha y un sistema dando palos a ciegas
A esa visión universal del prócer mayagüezano, le sigue la del Apóstol José Martí, quien proclamó: “Hombres haga quien quiera hacer pueblos”.
Lo expuesto por ambos es precisamente la misión fundamental de la educación, ayudar a desarrollar a la persona humana que dará a la comunidad su particular carácter, la identidad y el sentido de pertenencia.
Para Hostos, la escuela debía tener una acción directa sobre la mente de la niñez y la adolescencia y, por acción refleja, sobre la inteligencia colectiva de nuestros pueblos, predestinados a completar la obra de forjar, a martillazos de ciencia y de razón, la nueva sociedad.
En nuestro magisterio nos hemos visto trabajando en diferentes facetas a merced de un sistema burocrático, que un día dice una cosa y al siguiente otra.
Tras todo eso, ahora nos toca la crisis con el coronavirus, una pandemia que, desde la alerta de los primeros casos conocidos en la Isla en marzo pasado, nos ha cambiado la vida. Aislamiento social y toque de queda para frenar la expansión del virus. También, hazaña colectiva por la supervivencia de miles de profesionales y trabajadores ante el cierre que esta crisis de salud impone a la economía.
Renuncia de dos secretarios de Salud en el lapso de una semana. Escándalos con la compra de pruebas, respiradores y otros recursos necesarios para combatir la crisis. Escándalos protagonizados por los mismos que, haciendo de cada tragedia social su terreno fértil, se roban con “órdenes de compra” y “contratos” el dinero público y trafican sin piedad con el dolor. Claro, mientras, por un lado, se activan los “amigos de la casa”, consultores y contratistas que, como buitres, ven en esta crisis de salud simplemente una oportunidad clientelar; por el otro, se activan como digno contrapeso los que, por compromiso social, siempre están en pie por los demás: los médicos y demás profesionales y trabajadores de la salud física y mental; los policías y todos los servidores públicos y privados del área de la seguridad y la higienización; los trabajadores sociales y todos los ciudadanos con compromiso y responsabilidad social.
Misión Maestros(as)
Los maestros(as), hemos dicho presente desde nuestras distintas trincheras.
Recordamos ese último día de clase presencial en las escuelas, el 13 de marzo de este 2020. El anuncio de la gobernadora Wanda Vázquez del cierre total 24/7 y la orden de permanecer en las casas, cambió el rumbo de nuestras vidas.
Colocó esto al magisterio en un escenario diferente: escuelas cerradas, con la garantía desde un principio incierta del Departamento de Educación de que las clases continuarían en la modalidad a distancia, las computadoras se obtendrían a tiempo y de que los módulos estarían disponibles en el portal de la agencia.
Muchos maestros(as) de diferentes materias nos vimos en la obligación en ese momento de utilizar nuestros celulares personales para comunicación con los padres, enviar los trabajos y materiales a estudiantes, por medio de WhatsApp y correo electrónico. También afrontamos la triste realidad de estudiantes sin recursos de tecnología; cambios en la plataforma de MIPE de Educación Especial. Pero, aun así, enfrentando enfermedades y limitaciones, y muchos carentes de Internet, los maestros(as) hemos dado la milla extra en todo, incluyendo ponernos a la altura del momento con los adiestramientos en línea.
Otro desafío, por partida doble, han sido los módulos. Lo primero fue la larga espera tras la barbaridad de Educación de contratar como intermediarias a dos casas editoriales para gestionar en el extranjero la impresión de los módulos que utilizarían los estudiantes quienes, ante la realidad del Covid-19, tuvieron problemas para acceder a sus clases virtuales. Lo segundo es el delicado problema social que la educación a distancia ha destapado: estudiantes sin interés en aprender, escaso compromiso; desmotivación de alumnos y padres, indiscutiblemente agobiados por los efectos que deja sobre estas generaciones, y las familias en particular, una crisis de tal naturaleza.
Como educadores, esto nos enfrenta a retos más complejos, como el de acrecentar la empatía y esforzarnos más por una enseñanza solidaria y comprehensiva, conscientes de la realidad socioeconómica y cultural de nuestras comunidades escolares.
Hostos trajo consigo una Reforma Educativa liberadora, revolucionaria, en el entendido de que lo social e intelectual debe tener su génesis en las experiencias en nuestras comunidades y, fundamentalmente, en el hogar. Enfatizaba en que si el intelecto no lo forjamos con valores, tendremos mentes vacías, incapaces de discernir entre el bien y el mal. Es decir, sin capacidad para adquirir el conocimiento de lo bueno, ni para entender las consecuencias de lo malo. Hostos dice que el organismo escolar se debe organizar del modo más científico, basado en una organización radical, a partir de dos principios:
- La educación de la razón humana no se hace por disparatados sistemas que, en muchas partes, se aplican arbitrariamente, clasificando a capricho de ignorantes o indolentes la ciencia hasta hoy constituida.
- La razón no se puede educar sino por y para las verdades que el estudio experimental de la naturaleza va fijando. Desde el primer momento de la educación intelectual, es indispensable empezar por las verdades demostradas en las ciencias matemáticas, cosmológicas, físicas, naturales, sociológicas, históricas…
Adoptando el primero de estos dos principios, se obliga a la sociedad a ir basándose en él. A medida que ella misma se constituya, todo el sistema de educación se obliga, por la sencilla razón de que la generación que se forma desde el primer momento en el conocimiento de las verdades positivas, impondrá este sistema de educación intelectual basado en las ciencias.
Desde el segundo de los principios, es necesario fundar el cultivo sistemático de las facultades intelectuales en una clasificación de los conocimientos humanos, para obtener así una educación progresiva de esas facultades, según el grado de su desarrollo natural.
De su naturaleza, producto de su razón, fue de donde Hostos sacó el modelo perfecto para trabajar sobre sí mismo. El hombre en su ambiente social. En su observación la persona actúa bajo sus circunstancias en diferentes maneras particulares. Así observa el maestro en una sala de clases a sus estudiantes. En la manera en que van aprendiendo, adquiriendo y practicando lo aprendido en unas verdades concretas; en su uso de la razón en las cosas abstractas, en donde nos desenvolvemos con nuestra cotidianidad práctica e intelectual.
Ahora nos hacemos una pregunta, ¿qué lecciones nos dejará esta situación al momento del regreso a las clases presenciales en nuestro sistema? Tanto Puerto Rico como muchos otros países, se encuentran en diferentes fases de la pandemia y, por ende, del debate acerca de cómo y cuándo reabrir las escuelas. Esto ha ocasionado una transformación enorme en las vidas, el aprendizaje y el bienestar de los estudiantes a nivel general. Pero la decisión de cómo y cuándo reabrir las escuelas, y si enviar o no a los estudiantes, depende de los casos y la propagación del virus, así como de la realidad de cada núcleo familiar. Es posible que recojamos un largo trayecto de enseñanza híbrida.
Otro punto que, en conclusión, ha quedado en evidencia es que los estudiantes, los padres y los maestros se han dado cuenta de lo agotador que es estar en las pantallas todo el día. Es decir, la virtualidad total no es la respuesta ni es el futuro.
La enseñanza remota nos ha recordado que, cuando se trata de niños y adolescentes, un aprendizaje poderoso sólo puede ocurrir cuando estamos integrados, comprometidos, enérgicos y enfocados.
BIBLIOGRAFíA
Villarini, Ángel R : La Enseñanza orientada al Desarrollo del Pensamiento según Eugenio María de Hostos, 1995. www.Cervantes virtual.com