Mario R. Cancel Sepúlveda: El Visionario que Educará a las Estrellas
Publicado: 12 de diciembre de 2024
Mario R. Cancel Sepúlveda fue mi hermano, pero sobre todo mi maestro, un incansable rebelde de las letras, la historia y el pensamiento. Un avanzado, que supo reconocer el sentido más profundo de las cosas, pero además, con la magistral capacidad de apuntar a las certezas y hacerlas visibles para lxs otrxs. Dueño de una visión incomparable que lo hacía entender el mundo y describirlo de una manera concisa y transparente.
Un educador como pocos, capaz de transformar ante los ojos incrédulos de tantxs, una realidad plana en un universo multidimensional e infinito. Construimos grandes historias juntos con la arcilla de la imaginación. Se nos quedaron cosas pendientes, pero su legado, su capacidad, su genio y portento retumbarán siempre que me quede aliento. Lo recordaré con cada asunto del pasado que exhume y con cualquier idea del futuro que me nazca.
Fue tan solidario, ustedes no tienen idea. Mario me apoyó miles de veces de innumerables formas. Desde ser el director de mi tesis doctoral hasta ser un coleccionista de mi trabajo plástico, un mecenas de mis inventos creativos, y un pilar de mis posturas intelectuales.
Me apoyó cuando todxs condenaban mi ateísmo y mi mirada transgresora, aun cuando lo incitaron a darme la espalda muchas veces él estuvo firme, ahí, conmigo. Aprendí tanto con él. Le debo un mundo. No puedo empezar a imaginar cómo se deben sentir sus queridxs. Le envío un fuerte abrazo a Mayra Rosario Urrutia, a su hijo, y demás cercanos, mi deuda con Mario la heredan ustedes.
Mario fue un magnífico poeta, un historiador brillante, un potente ensayista, un gran soñador y visionario, a veces todas esas cosas a la vez en un mismo punto, pero sobre todo, Mario fue mi amigo solidario. Sé que tendrá la vida eterna de las letras. Lo extrañaré mucho, como solo se puede extrañar a un padre y ahora mismo tengo que aceptar que la noticia me ha hecho sentir huérfano.
Yo sé que ahora tendrás el tiempo de educar a las estrellas, hasta luego, mi querido Mario.
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