Miguel Ángel en Miami Beach
Este año uno de los íconos del Renacimiento italiano cumplió 538 años. Michelangelo di Lodovico Buonarroti Simoni nació el 6 de marzo de 1475 y casi inmediatamente (exagerando un poco, por supuesto), comenzó a mostrar su incomparable talento manejando el mármol así como la pintura y la poesía. A los 13 años ingresó en el taller de Domenico Ghirlandaio, uno de los pintores destacados del quattrocento, comprometido con enseñarle a Miguel Ángel a trabajar con la pintura al fresco, medio que el futuro maestro despreciaba (el propio biógrafo y artista de la época, Giorgio Vasari, aclara en su biografía de Miguel Ángel las alegaciones según él falsas, de que Ghirlandaio tenía algún tipo de conflicto o envidia con su alumno que le prevenía de ayudarle a aprender a trabajar con el medio del fresco y otras técnicas). El artista se movió con facilidad del taller de su maestro al Palacio de los Médici, y a Roma a trabajar con el Papa y a convertirse en uno de esos que llamamos «hombre del Renacimiento.»
Según los recuentos históricos conocidos, Miguel Ángel prefería trabajar solo, prefería mil veces el mármol a la pintura, a la que consideraba un medio secundario, y sufrió a nivel personal (tanto emocional como físicamente) los embates de trabajar en proyectos largos y arduos como el del techo abovedado de la Capilla Sixtina (1508-1512), los cuales lo alejaron de su verdadera pasión: la escultura. Describiendo el proceso de pintar la Capilla y la relación del artista con el Papa, nos dice Vasari del proyecto terminado:
Tanta gloria alcanzó en su momento nuestro querido Miguel Ángel, que aún a 538 años de su nacimiento lo seguimos celebrando. Y parecería que él y Leonardo da Vinci no son solo celebrados renacentistas, si no que también se han convertido en íconos de la cultura popular—vemos reproducciones de sus creaciones, a menudo detalles de sus famosas obras (pienso en la Creación de Adán de Miguel Ángel o en los ojos de la Mona Lisa por ejemplo) en camisetas, mouse pads, posters, pegatinas y guarda pantallas. La reproducción desmedida de estas piezas las insertan en el manejo cotidiano de las cositas kitsch que tanto nos llaman la atención y que buscamos sin falta en las tiendas de los museos cuando visitamos.2 Desde cartucheras y delantales hasta llaveros y corbatas, las ubicuas mercancías reproducidas masivamente transportan las imágenes del David, la Creación de Adán, La Piedad y otras, a cada rincón del planeta. Y así con éstas su distorsión y el vacío de su falta de contexto.3 No critico a quiénes las compran; creo que son objetos fascinantes, y mantienen ese status en la medida en que estemos claros de lo que representan y de lo que representaron esas obras en su contexto original.4 Vale la pena aquí recordar lo esbozado por Walter Benjamin en su Work of Art in the Age of Mechanical Reproduction que da en el clavo con el asunto de la obra original versus sus múltiples iteraciones.5
Una de éstas interesantes iteraciones me la encontré hace unos años en una visita a una de las ciudades más kitsch de los Estados Unidos (en muchos sentidos) y a la vez más interesantes. Estando en Miami Beach fui por Ocean Drive, esa magnífica avenida repleta de hoteles Art Deco de los años ’20 y los ’30, restaurantes y tiendas de souvenirs frente a la playa. Allí en una de estas tienditas se compraba el boleto para un Art Deco Architectural Tour en el cual se visitan varios de los hoteles y se le explica al grupo de visitantes los orígenes de este estilo, sus características y exponentes principales. Entre anécdotas sobre Al Capone y otros personajes pintorescos de la época, aparece la cabeza del David de Miguel Ángel. En un pedestal compartido con el display de llaveros de Miami Beach estaba uno de los rostros más magníficos creados en la historia del arte occidental. Fragmentado y disembodied, la cabeza del joven con su mirada tensa y su pelo abundante se mezclaba con la mercancía ofrecida para los turistas.
Hecho de algún tipo de plástico blanco, el David servía allí para modelar las corbatas adornadas con bordados Art Deco. Lo miré y lo miré y de todo fue lo más que me llamó la atención. ¿Qué hace el David de Miguel Ángel en Miami Beach? Rodeado de trajes de baño, calendarios, termos de agua shocking pink los flamingos lo acompañan mientras mira con seriedad a los turistas que hacen fila para pagar su boleto, para coger un recorrido que los hará conocedores de la arquitectura Art Deco, que les impartirá sabiduría sobre las simples líneas y curvas de este estilo, que les dará de qué hablar cuando regresen a casa, que les motivará a comprar uno o quizás dos libros caros de carpeta dura de fotos de estos edificios, y que quizás incluyan una que otra postal o imán que más nunca mirarán, y allí en ese tumulto de sol, salitre, pantalones cortos y sandalias, dentro del caos de colores brillantes y de olor a bloqueador solar, se yergue un referente cultural de fácil identificación. Se expone a las expresiones de «¡mira es el David!» Como que el acto de identificar nos redime de toda responsabilidad de conocer. Identificar es para muchos en momentos como éste experimentar y entender. Allí frente a las espaldas bronceadas de las turistas y los múltiples acentos de los que visitan por dos o tres días, la cabeza de la escultura marca un momento de familiaridad para muchos aunque no lo hayan conocido en persona. Lejos de ser un símbolo que representa la fortaleza política de la ciudad de Florencia, las luchas frente al ducado de Milán, el poder de los Médici, y la realización de un joven Miguel Ángel pese a sus luchas personales, la cabeza desencajada de su valiente personaje nos echa una mirada seria y forzosamente se integra al frenesí tropical del momento. ¡Felíz año número 538 Miguel Ángel!
NOTA: Aclaro que durante la visita a la que hago referencia en este escrito el Visitor Center del Miami Design Preservation League estaba en construcción y por tanto los boletos para el recorrido guiado se adquirían en una de las tiendas del área. Hoy puede visitar el Miami Design Preservation League Visitor Center en 1001 Ocean Drive en Miami Beach.
Las fotografías fueron tomadas por la autora.
- Giorgio Vasari, Vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos, publicado originalmente en el 1550. Ver sección cuarta “Miguel Ángel Buonarroti: pintor, escultor, y arquitecto florentino.” [↩]
- Sobre el concepto del kitsch y el arte moderno, ver Clement Greenberg, “Avant-Garde and Kitsch,” en Art Theory and Criticism, ed. Sally Everett, (McFarland, 1991), 26-40, y Gillo Dorfles, “Kitsch,” Kitsch: The World of Bad Taste, (Universe Books, 1970), 14-35. [↩]
- Ver Boris Arvatov, “Everyday Life and the Culture of the Thing,” (1925), October 81 (Primavera 1997): 119-128. [↩]
- Ver Thomas Crow, “Modernism and Mass Culture in the Visual Arts,” en Modern Art in the Common Culture, (New Haven: Yale University Press, 1996), 3-37. [↩]
- Walter Benjamin, “The Work of Art in the Age of Mechanical Reproduction,” Illuminations: Essays and Reflections, (Schocken, 1969), 217-25 [↩]