Por el sendero de Mónica
“Sí”, respondió la entrevistada.
“¿Qué pensaste?”, siguió la famosa periodista.
“Besa muy bien”, respondió entonces Mónica Lewinsky.
En “Los Elementos del Periodismo” (2003) Kovach y Rosenstiel reproducen este intercambio ocurrido en un programa especial de ABC News. Critican que más de la mitad de la entrevista con la interna Mónica Lewinsky fue sobre la sensualidad del expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton.
Y ese escándalo es quizá por lo que más se recuerda su presidencia. Adviértase, esa misma presidencia fue responsable de políticas como “Doma” y “Dont Ask Dont Tell”, pero esos temas no fueron tan destacados por los medios como lo fue su relación con Lewinsky.
La entrevista de Walters a Lewinsky es ejemplo de la espectacularización de la información, que algunos llaman ‘infotainment’. Esto es, el manejo de la información de relevancia periodística con el interés de producir emociones y, de esa forma, capturar audiencia.
Esa relación entre información y entretenimiento es una realidad vieja en la centenaria práctica del periodismo sensacionalista.
Y es una relación que sigue avanzando a pasos agigantados.
El Proyecto para la Excelencia en el Periodismo, de Kovach y Rosenstiel, analizó portadas de las revistas Time y Newsweek en dos periodos. En 1977, el 15% de las portadas eran sobre figuras del entretenimiento frente a 30% de política o internacionales. En 1997, solo 20 años más tarde, el giro fue radical: el 40% de las portadas eran espectáculo y el 10% política.
Se trata de una realidad innegable. “La práctica periodística no está, pues, orientada a informar y opinar sino también a divertir, excitar, producir emociones”, dijo en 1997 Gonzálo Abril.
Esto parece ir como anillo al dedo a una las cuatro acepciones en la Real Academia Española sobre espectáculo: “Cosa que se ofrece a la vista o a la contemplación intelectual y es capaz de atraer la atención y mover el ánimo infundiéndole deleite, asombro, dolor u otros afectos más o menos vivos o nobles”.
¿Queremos, nos conviene, la espectacularización de la información, ese insistir en el asombro, el deleite y el dolor? La verdad es que, por así decirlo, es un mal necesario. A fin de cuentas, es un derivado de un periodismo que existe al menos desde el siglo XIX, el sensacionalismo.
El avance continuo de la espectacularización de la noticia va de la mano con el declive de la prensa, el cierre de periódicos, el despido de reporteros, la eliminación de divisiones completas de fotoperiodistas. Coincide también con la accesibilidad gratuita de los contenidos periodísticos por Internet. Pero esto último es un problema de forma, de los vehículos que usamos para llevar la información.
El problema real que nos atañe es el de contenido.
Revertir ese declive exige dejar a un lado, al menos minimizar, esa explotación del asombro y el dolor y retomar la senda antigua de la noticia dura y el dato concreto.
Reportero de El Nuevo Día
*Publicado originalmente en la Revista de la Convención 2013 de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico (Asppro)