Quemar carbón nos cuesta demasiado
Mucho más de lo que pagamos en la factura de energía eléctrica…
Es un hecho que quemar carbón mineral en Puerto Rico y en cualquier lugar del planeta para generar electricidad, nos cuesta demasiado a todos. No importa en cuál lugar de Puerto Rico usted resida, lea su factura y vea que usted está pagando el costo de quemar carbón para generar electricidad. Pero no piense que lo que le cuesta es solo lo que aparece identificado en la factura como compra de energía. Tampoco se crea que está todo incluido cuando se habla del costo del combustible en el mercado. Ni tampoco es cierto que sale más barato quemar carbón versus los otros combustibles. Hay altos costos característicos de la quema del carbón que los pagan los ciudadanos y que no están reflejados en la factura.Los economistas nos indican que hay costos invisibles (‘externalities’) que a la mayoría de los ciudadanos les pasan desapercibidos. Quien paga el costo real no es ni el productor, ni el generador de la contaminación, ni necesariamente el intermediario, que en el caso que nos ocupa, compre la energía para distribuirla, pues esos costos adicionales se transfieren a los consumidores. Esto incluye entre otros, emisión de gases que causan calentamiento global, daño por contaminación a bienes públicos, degradación de recursos naturales como bosques, hábitat costeros, suelos para la agricultura, cuerpos de agua y acuíferos, impactos a su infraestructura, incluyendo las carreteras y cuerpos de agua por donde se hace el acarreo de carbón y de sus desechos (cenizas) producto de la combustión. Inclusive la reducción en eficiencia en paneles solares debido a la deposición de polvo de cenizas.
En Europa, debido a la degradación al ambiente y de los recursos naturales y por el impacto a la salud humana, el cierre de generatrices que queman carbón ha ido en aumento. Esa es también la tendencia en Estados Unidos. En Puerto Rico la contaminación aérea se esparce por pueblos de la costa y de la montaña que reciben las emisiones desde las chimeneas de la planta de Applied Energy Systems (AES) en Guayama debido a las brisas marinas y a los vientos alisios. Otros son los gastos médicos, en medicinas y en baja calidad de vida al exponerse a las emanaciones de gases contaminantes, al particulado super fino (2.5 micras) y al polvo fugitivo que también compromete las vías respiratorias o causa cáncer, además de la pérdida de empleo. Estos son algunos ejemplos del gasto en que incurren los ciudadanos por encima de lo que se paga en la factura. En Estados Unidos se estima entre $100 a $300 billones en gastos médicos y por pérdida de empleo por año, como resultado de la contaminación por la quema de carbón, que pagan los ciudadanos y no las empresas generadoras de tal contaminación (James Conca, Nov 5, 2015 , Forbes, Choking Our Health Care System With Coal). Es un hecho que de los combustibles fósiles, el carbón es el más contaminante, le sigue el petróleo y luego el gas fósil natural.
El matrimonio contractual entre AES, la empresa que quema carbón mineral en Guayama y la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) que le compra la energía resulta en otros costos al consumidor y al contribuyente de Puerto Rico. Están asociados con la manera en que se negoció el contrato de compraventa de energía entre esa generatriz y la AEE. Se suma a ello, los múltiples beneficios económicos y exenciones que se le proveyeron a AES por parte del gobierno bajo el Dr. Pedro Roselló y más recientemente con modificaciones al contrato por parte de la administración del Lcdo. Alejandro García Padilla y el Director de la AEE, el Ing. Javier Quintana. Un negocio redondo, altamente lucrativo y atractivo para la AES pero no así para el pueblo. AES no tiene que competir con otras generatrices para vender su energía, ni tampoco tiene que ajustarse a los precios del combustible fluctuante del mercado porque será absorbido por su cliente cautivo, la AEE, que le tiene asegurada la compra de la energía a un precio ya acordado. La AEE distribuye la energía que compra a la AES y transfiere el costo a todos los abonados en Puerto Rico. El contrato de compraventa está asegurado hasta el 2027. Otros costos al consumidor están asociados a los daños asociados a las violaciones al contrato en que ha incurrido la AES cuando movilizó la contaminación al proveer y hasta regalar toneladas de cenizas que se esparcieron por vecindarios, fincas agrícolas y en la construcción de urbanizaciones y caminos, principalmente por el área sur de Puerto Rico.
Para empeorar la situación la AES ha acumulado miles de toneladas de cenizas formando dos montañas en los predios de su planta en Guayama sin la protección requerida por ley de control de las cenizas fugitivas y del lixiviado y aguas de escorrentías contaminadas que se crean después de cada lluvia. AES, en efecto, ha creado un vertedero de desperdicios sólidos cuya disposición ha obviado la reglamentación local y federal, al no llevar a cabo las protecciones adecuadas requeridas por ley. Cuando las agencias locales y federales no intervienen, ni multan, ni hacen cumplir las leyes y reglamentos ante las violaciones de esta empresa, le añade otros costos al erario público y al pueblo. Esto abona a la impunidad y deja al ciudadano desprovisto de protecciones. También cancela e incumple lo acordado dentro de los procesos regulatorios y reglamentarios que condujeron a la aprobación de la Declaración de Impacto Ambiental requerida para que AES pudiera hacer negocios en Puerto Rico.
El otro costo que se transfiere a la ciudadanía y al erario público, es el acortarle la vida útil a los vertederos. Recientemente se ha entronizado otra modalidad cuando el Gobierno hace suyos asuntos que le compete resolver a esta compañía privada para disponer de las miles de toneladas de cenizas que genera en su planta y de la inversión desmesurada en escolta y protección policiaca, cuyos costos se cubren con el dinero del pueblo. El pago de salarios de personal de la Fortaleza, de Legisladores y otros empleados públicos que llevan a cabo gestiones para favorecer a la AES, en vez de atender la salud y seguridad del pueblo, también nos cuesta.
A la lista parcial de los costos que he descrito hay que añadirle un factor multiplicador incalculable asociado a la pérdida de la confianza en los empleados públicos, funcionarios electos y en las instituciones. El balance entre los costos y los beneficios señala que el negocio entre AES y la AEE resulta en un gran perdedor, Puerto Rico.