Retrato (musical) del colonizado
No hay nada más real que la experiencia. Esta aseveración se puede aplicar a todos los aspectos de nuestras vidas tanto en lo social como en lo individual. Es a partir de la experiencia que se generan las artes y, en particular la música, tanto en sus aspectos informales como formales: desde el folclor, expresión de sabiduría colectiva, hasta la llamada música culta.
El desarrollo de la música en el Puerto Rico del siglo XX y al presente está matizado por tendencias asimilistas, de negación y colonización por los medios de difusión masiva. Tal es así que cuando echamos un oído a la radio de hoy día es prácticamente un milagro escuchar algún género tradicional de nuestra música. Sin embargo escuchamos salsa, bachata, merengue, R&B y rock por doquier. Para hacer un análisis inicial del problema me enfocaré en dos géneros de la música puertorriqueña tradicional: la bomba y la plena.
Puerto Rico se ha distinguido internacionalmente por músicos de gran calibre, tanto acompañantes como directores y artistas innovadores. Podemos mencionar a los de mayor renombre de los géneros caribeños: Rafael Cortijo, Tito Puente, Tito Rodríguez, Charlie y Eddie Palmieri, Ray Barreto, Roberto Roena, El Gran Combo, Bobby Valentín y muchos otros, especialmente en el género de la salsa. Con la excepción de Cortijo y el Gran Combo (al inicio de su carrera), ninguno de estos otros artistas cultivó la bomba o la plena en sus grabaciones.
El Gran Combo: «Bomba pa’ Rosa y José»
De hecho, la mayoría de ellos nunca grabó estos géneros.
Las primeras grabaciones de bomba datan de principios del siglo XX y son de tipo documental, realizadas por el antropólogo arqueológico John Alden Mason. Son un retrato invaluable de esa tradición en su expresión genuina. Luego de estas grabaciones hay un lapso muy grande de tiempo hasta que reaparece la bomba en un disco pero ya no de forma tradicional sino de forma popular; tocada por una orquesta con instrumentos no tradicionales. Aunque se graban varias bombas en los años cincuenta, el género nunca gozó de una popularidad como la de la plena, la guaracha y el merengue entre otros.
El caso de la plena es diferente ya que hay muchas grabaciones de diversos grupos que la documentan a partir de la década del 1910. Grupos como los Reyes de la Plena, Canario y su grupo, Cheo Pérez y los Pleneros del Oeste son ejemplos de como la plena fue evolucionando poco a poco, hasta convertirse en lo que es hoy en día. Encontramos versiones muy diferentes de éste género como la orquesta de César Concepción, que fue muy popular en los años cincuenta y sesenta, y ni tan siquiera usaba panderetas.
César Concepción: «A los boricuas ausentes»
La bomba es una familia de ritmos caribeños de clara descendencia del África occidental y es la música puertorriqueña más antigua. La plena es un género también marcado por una fuerte influencia africana pero ya mucho más criolla por su fusión de elementos. Ambos géneros pertenecen a la diversidad del Caribe en cuanto a influencias y fusiones. Las músicas del Caribe son regidas en su inmensa mayoría por el patrón rítmico de la clave aunque el instrumento llamado clave no sea tocado como tal. La clave es una sensación rítmica a la cual los musicólogos llaman «time line» o sea, un patrón rítmico que marca y/o define los patrones rítmicos tanto de los instrumentos como de las melodías. Desde esta perspectiva podemos afirmar que la gran mayoría de los géneros caribeños están sujetos al mismo patrón de la clave. Por mencionar unos cuantos: rumba, merengue, calipso, bembé, gagá, palo dominicano, son, guaracha, la mayoría de los seises jíbaros, bomba y plena.
La relevancia de este hecho estriba en que el compositor o arreglista que trabaje con música caribeña podría decidir hacer su composición en cualquiera de los géneros sujetos a la clave. Un recurso comúnmente utilizado por los compositores y/o arreglistas de la música caribeña en general es el ostinato: una línea de bajo melódica repetitiva definida por la clave. Existen innumerables ejemplos de composiciones que comienzan con este tipo de línea ya que ayuda a definir el patrón rítmico de la clave antes de que entre la percusión o el cantante. La clave consta de tres variantes: clave 3-2, clave 2-3 y la clave de la rumba cubana. La diferencia entre 3-2 y 2-3 la define el patrón rítmico de la melodía: o sea que la melodía está definida por la clave y ésta a su vez define a la melodía. Al decir 3-2 o 2-3 a lo que se refiere es a la cantidad de golpes que hay en patrón binario; si hay tres golpes primero es 3-2, si hay dos golpes primero es 2-3. El caso de la clave de rumba es que es 3-2 pero el tercer golpe está desplazado media corchea. En términos de la estructura rítmica que plantea no cambia en función. Por lo tanto, cualquier composición o arreglo de música caribeña se basa en la misma clave, los mismos ostinatos, las mismas características rítmicas de la melodía. Claro está, para no pecar de simplista, hay diferencias estilísticas marcadas entre los géneros pero, en términos rítmicos un arreglo o composición que funcione como rumba bien podría ser una bomba o una plena. ¿Por qué entonces aquellos puertorriqueños que se han dedicado a la música y han sido exitosos en sus carreras han optado por géneros cubanos o dominicanos como su medio de expresión?
La bomba como género se mantuvo durante la mayor parte del siglo XX muy alejada del ojo público, conocida solo por aquellos que la practicaban como parte de su cotidianidad. La mayor parte del pueblo puertorriqueño aún no sabe lo que es Bomba y cuáles son los instrumentos con que se toca el género (los barriles, maraca y cuás). De la misma manera los grandes de nuestra música se han mantenido ajenos a esta tradición mientras que se han desarrollado como conocedores y grandes intérpretes de la guaracha, el son cubano, el merengue y la música anglosajona. La plena, aunque bastante más conocida que la Bomba, tampoco fue cultivada por los grandes de nuestra música.
¿Por qué no se escucha comercialmente la bomba, la plena o la música jíbara? La realidad sonora de las ondas radiales boricuas está dominada, aparte del reguetón, por la bachata dominicana, el merengue y la música norteamericana. Hay unos procesos históricos que han definido el rumbo de las ondas radiales en nuestro suelo: como punto de partida la invasión norteamericana y el desplazamiento de nuestro capital crearon la base de un vacío de poder en el eventual desarrollo de los medios de difusión masiva. La evolución de la industria musical cubana y su incursión en Hollywood atada a la emigración hacia Puerto Rico de muchos cubanos con gran poder adquisitivo luego de la revolución, adelantaron el proceso de cubanización de nuestras ondas radiales. Pero, antes de la década del sesenta, ya figuras como Tito Puente, Tito Rodríguez y Noro Morales, se habían establecido como exponentes de la música cubana en Nueva York y ante el mundo. No se puede negar que la hermandad histórica que existe entre Cuba y Puerto Rico nos hace muy afines en términos de estética musical pero de eso a que Puerto Rico se convirtiera en un satélite de música cubana va un gran trecho.
El puertorriqueño tiende a ser solidario con todas las causas menos con la propia. Si analizamos el problema de la educación en Puerto Rico nos damos cuenta de que a fin de cuentas lo que falta es un proyecto educativo que nos defina como nación: ¿qué tipo de ser humano va a ser ese niño? ¿Para qué estamos preparando a nuestros jóvenes? ¿Sobre qué historia se va a parar esa criatura para hacerle frente a su realidad? Y llega, como una bofetada anacrónica, el problema colonial ya que enseñar nuestra historia y enseñar nuestras artes es una batalla frontal con el status quo de nuestra servidumbre política. Por lo tanto no se enseña nuestra historia, no se enseñan nuestras artes, se nos enseña a apreciar lo ajeno y a despreciar lo propio.
Con una experiencia de once años como educador musical en la Universidad Interamericana y el Conservatorio de Música de Puerto Rico, una cantidad sustancial de publicaciones musicales y siendo obrero de la cultura puedo hablar con conocimiento de causa sobre el problema que causa la falta de identidad, la falta de sentido de pertenencia que experimenta nuestra juventud. La mayoría de estos jóvenes no conocen nada de su historia, ni la del país ni la musical. Muchos cantan R & B (por decir uno de tantos géneros que son ajenos a nuestra cotidianidad) con fluidez en inglés aunque no conozcan el idioma, pero están empapados en el estilo musical. Ahora, si se les preguntase quien fue Juan Tizol o Antonio Paoli se quedarían mudos. El caudal de talento es interminable; lo que falta es una educación que sensibilice a artistas y pueblo en general para que se luche por espacios culturales viables como fuente de enriquecimiento y, a su vez, plataforma de trabajo para el músico.
Volviendo al tema de la experiencia de la realidad, el músico puertorriqueño promedio ha sido vivo ejemplo de la psicología del colonizado siendo experto en cuanta música se pueda imaginar excepto en la propia. Hay muchos Obreros de la Cultura y, aunque muchos aún no han grabado discos están vigentes en nuestras calles y debemos apoyarlos. De ahí la necesidad de fomentar programas educativos como el de la Universidad Interamericana donde, por vez primera en una universidad de este país, se están enseñando formalmente la bomba, la plena, la danza y la música jíbara. Si nuestros jóvenes pueden apreciar y conocer la belleza de nuestros géneros musicales en el mañana tendrán la posibilidad de reinventarse y a su vez educar a la próxima generación con un sentido de orgullo y pertenencia a nuestra historia y, por lo tanto, serán capaces de proyectarse al futuro con la dignidad propia del que es dueño de su trabajo.
Lista parcial de grupos pa’ chequear (bomba y plena)
· Viento de Agua
· Truco y Zaperoko
· Pleneros del Severo
· Esencia
· Son del Batey
· Bataclán
· Restauración Cultural
· Desde Cero
· Terraplén
· Atabal
· Rumbacuembé
Atabal: Barrio de Trastalleres
Discos obligados:
· Bailador-Puerto Rican Folkloric Jazz
· El sueño del maestro-Rafael Cortijo
· Time Machine-Rafael Cortijo
· Plenamente Lalo-Lalo Rodríguez
· De Puerto Rico al Mundo, Materia Prima, Fruta Madura-Viento de Agua
El autor es músico y arreglista, profesor en el Departamento de Música de la Universidad Interamericana y director musical de Viento de Agua.