La crisis universitaria tiene una peculiaridad frente a todas las anteriores. Es la primera vez que los centros de poder están fragmentados y sus voces se expresan en direcciones conflictivas.
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La crisis universitaria tiene una peculiaridad frente a todas las anteriores. Es la primera vez que los centros de poder están fragmentados y sus voces se expresan en direcciones conflictivas.
Para llevar a cabo estos ejercicios de autonomía no es preciso cambiar la Ley Universitaria ni el Reglamento de la UPR. Tampoco hay que esperar a que se eleve a rango constitucional la educación universitaria pública…
Paradoja del sujeto que resiste (“Universidad”) y de su vinculación apasionada con aquello que lo sujeta (la administración “popular” de gobierno).