Tremor (Arg): “La música andina no es solo un charango”

Este año, pese a la pandemia, lanzarán nuevo disco y mantienen, hasta ahora, sus proyectos. Una banda que a 20 años de su origen, galopa junto al tiempo y a ratos lo rebasa, llevándose consigo barreras y trabas creativas. Lo liberador de la experiencia. Tres músicos que envejecen, pero no. Que mantienen curiosidad por lo desconocido, hambre por lo no creado y esa capacidad de asombro que les ilumina el rostro cuando todo, en un segundo, hace click, y los hace temblar.
Esto es Tremor 2020. Leo Martinelli, voz, cuerdas, productor y compositor (L); Gerardo Farez, teclados y melódica (G); y Camilo Carabajal, percusión (C). Desde el encierro. Buenos Aires. Argentina.
¿Parados o en movimiento durante la pandemia?
L: Más allá de toda la incertidumbre, y a la distancia, intentamos con los chicos continuar con los proyectos que teníamos entre manos. Estamos grabando un disco nuevo que nos tiene muy entusiasmados. Contamos con diez temas muy avanzados. Por como están las cosas, no se si saldrá para fin de año o ya directamente para el próximo. Pero también tenemos novedades de algo que va a salir pronto. Se trata de una reedición de nuestro disco Viajante de 2008.
El disco que los puso en el radar sonoro latinoamericano. ¿Cómo nace la idea?
L: Nació como una propuesta del sello Waxploitation. Al principio dudamos un poco, pero luego se nos ocurrió que nos interesaba hacerlo si nos permitían mezclar el disco nuevamente. Y ahí se abrió una nueva ventana. Viajante fue un disco muy importante para nosotros, es el disco que nos permitió salir de gira por Europa, Estados Unidos y algunos países de Latinoamérica.
¿Y cómo quieren refrescarlo?
L: En su momento el disco lo mezcle yo y, con el paso del tiempo, siempre sentí que los instrumentos acústicos habían quedado un poco relegados. Así que para esta reedición, mezclada por el gran Andrés Oddone, trabajamos un concepto más expansivo. Para quienes conocen el álbum en detalle, van a descubrir elementos y sonoridades que pasaban desapercibidas. Nos damos el lujo además de tener nueve remixes de temas del álbum hechos por artistas que nos encantan como Populous, El Búho, Uji, Kaleema, Barda, Morita Vargas, Biomigrant, Ohxala y Quixosis.
Combinando lo incombinable
Ustedes han sido pioneros en la fusión de los folclórico con lo digital en Latinoamérica.
L: Bueno, pioneros…
Fueron de los primeros…
L: Hay una forma en la que a mí me gusta trabajar, y es ponerme pautas, como si fuera un pintor y me dijera “voy a usar solo rojo, azul y verde”, a ver cómo me las arreglo. Y se me ocurrió combinar dos o tres cosas que me parecían incombinables en ese momento. Hay una definición de creatividad que me gusta, que dice que es una combinación de cosas que parecen incombinables.
¿Cuáles eran esas cosas?
L: Originalmente era la música andina, ni siquiera el folclore. Tampoco era en sí la electrónica, si no que eran loops y sonidos con objetos domésticos y sintetizadores. Si vos escuchas el primer disco Landing (2004), básicamente tiene todo eso. Vas a escuchar ruidos de impresoras, de cacerolas, algunos charangos, algunos aerófonos, samples de música andina y sintetizadores. Yo me río porque incluso en la primera etapa trabajamos solo con ondas senoidales, que es un tipo de forma de onda, y vos decís “y este enfermo” (risas). En realidad fue como resolver un acertijo.
¿Cuál era el enigma?
L: Cómo hacer que esto combine. No estaba buscando hacer música electrónica, y tampoco tenía clara una fórmula. No era house lo que yo quería hacer, sino ver cómo combinar esos elementos. Nunca fue la idea hacer un carnavalito techno, sino que la idea era con estos instrumentos, con estos sonidos, tocar otras músicas. Fue la búsqueda inversa. En ese primer disco hay una especie de chacarera electrónica psicodélica y un tema que tiene ritmo de fandango que es una deformidad.
“Te voy a molestar un poco”
¿Son más reconocidos dentro o fuera de Argentina?
L: Aunque hemos tocado, por ejemplo, en el festival Roskilde, un festival remainstream donde se presentaba Iron Maiden y Kings of Leon, estos sonidos son un nicho.Tenemos gente que nos conoce hace muchos años en Argentina, que nos viene a ver, pero el proyecto sigue siendo underground. No es masivo para nada, aunque hemos hecho algún show en lugares como La Trastienda y Niceto (dos salas de referencia en la movida cultural de Buenos Aires).
C: En Argentina lo que nos pasa es que no explota mucho pero cada vez se entiende más el chiste, y eso es divertido. Se goza cada vez más tocar ahí, aunque no tocamos tanto en Buenos Aires.
Son sonidos que han ido penetrando.
L: La oreja de la gente ahora es diferente. El 2018 participamos en el cierre de los Juegos Olímpicos para la Juventud y toda la ceremonia estuvo teñida de esto. Hay algo que está cambiando, y si bien no es algo mainstream, ya que ni Chancha Vía Circuito, Ni Nicola Cruz ni nosotros sonamos en la radio en Buenos Aires, la gente ya no se horroriza. El año pasado salió un homenaje Mercedes Sosa electrónico, en el que participamos en un tema. Eso quiere decir algo, cuando Sony edita ya empieza a haber otra cosa.
Es que se ha creado una escena fuerte del género.
L: De todas formas, a pesar de haber una escena, nosotros nos mantenemos y desafiamos al oyente. Seguimos siendo incómodos. No es una música plácida, tiene experimentación, ruidos, asperezas, disonancias. Por eso creo que lo nuestro es electrónico y todo lo que vos querás, pero tiene un germen más subversivo, más rockero. Tiene esta cosa de “te voy a molestar un poco”. No lo vas a escuchar con tu chica comiendo en una cita romántica. La idea es meter presión.
¿El “peso” de la escena pone en riesgo la libertad creativa?
L: En los albores de búsqueda no había género, no había fórmula y era un poco ir a ciegas. Hoy por hoy hay códigos, un tipo de tempo, un beat, y corres el riesgo que todo se bastardee y se deje la investigación. La música andina no es solamente un charango, y si deja de haber investigación es una pena, se vuelve todo una fórmula y algo se muere.
El trap hay que fusionarlo
De los sonidos más contemporáneos, como lo urbano, ¿hay alguno que les llame la atención?
C: Me divierten. De hecho, tengo un hijo de 18 años que es dj y hace trap, arma pistas y tiene su grupo. Él siempre estuvo con la computadora y jugando con los chiches, y hace algunos años empezó a interesarse por el folclore, empezó a meter algunas cosas, algunos remixes con Horacio Guaraní o el Chaqueño Palavecino. Yo lo acompaño y disfruto mucho más allá de verlo hacer cosas. Disfruto como suenan.
G: Está bueno en cuanto al discurso, la comunicación me parece súper interesante dentro de los que son más hiphoperos. Pero no está bueno en cuanto a los sonidos. Hay discográficas que manejan todo. Entonces eso hace que un estilo urbano donde hay un discurso interesante se ponga primitivo en cuanto a un concepto sonoro, porque son tres o cuatro los elementos que se usan.
¿Hay un empobrecimiento sonoro?
G: Ojalá que el género tenga mucho desarrollo, porque se escuchan los mismo acordes, los mismos sonidos, y estaría buenísimo que también haya artistas que empiecen a fusionar un poco el trap con otros géneros para enriquecerlo y que así suba un nivel.
Folclore indestructible
¿Hay una intención de rescate musical y folclórico en Tremor?
C: Es una búsqueda natural. Creo que no hay intenciones de defender nada porque el folclore está vivo, no hay un folclore ni viejo, ni moderno. Es indestructible.
L: No necesita ser rescatado. Nosotros ni nadie lo va a poder dañar. Lo que sí pasa es que mi generación creció mirando hacia el norte y lo nuestro era una mierda siempre. El rock nacional era una mierda, el folclore era humana mierda, era una música del interior, y el tango era de viejos. Había que parecerse a Estados Unidos, a Inglaterra. En la época en que empieza Tremor estaba el minimal a full. Había que hacer alemán y sonar alemán. Me hinchó mucho las bolas eso. Yo no quería mirar para allá, sino mirarme para adentro. Me parecía más interesante explorar desde lo que tenía alrededor.
Puede haber más magia a la vuelta de la esquina.
L: Me alucina las veces que he ido a Santiago del Estero, la provincia de donde es la familia de Camilo. La gente joven va a un boliche, a un club, en el que se escucha música actual, pero en la parte de atrás hay otro lugar donde se escucha folclore, hay una banda que toca y bailan folclore con zapatillas en un patio de tierra, todo mezclado. No hay límites, y eso es el folclore hoy. Eso está más vivo que nunca.
Congelados en el tiempo
¿Puedes darnos más adelantos del nuevo disco?
L: Hubo bastante exploración de cosas que tiene que ver con lo afro, pero lo afro latinoamericano. Los africanos han venido acá y han dejado huella en Uruguay, en Perú, en Chile, en Argentina. Hay una camada de temas que tiene que ver con eso y otra que es más emotiva.
¿Como les gustaría que fuera recordado Tremor?
L: Para mí ya es misión cumplida. Hablando con un amigo nuestro, que fue nuestro iluminador por muchos años, me decía que se cagaba de risa porque se imaginaba un gaucho al lado mío tocando un bombo legüero. La sola situación de que el uso del charango o de un bombo ya no sea mirado como una cosa ridícula, me satisface. Creo que pusimos un grano de arena para eso.
G: Vemos muchos músicos no sólo dentro de la cumbia digital o el folclore electrónico, sino que también dentro de otros géneros más mainstream, que utilizan recursos que nosotros venimos usando hace más de diez años, como procesar instrumentos acústicos autóctonos por Ableton live. Uno eso lo ve en estadios, en producciones grandes y ves que fue influencia también.
C: En un documental que participamos hubo un experimento donde usaron una línea melódica de un tema nuestro, “Viajante”, en una universidad que realiza estudios sobre genética. Ellos me ofrecieron digitalizar la música y pasarla de información no biológica a biológica e insertarla en el ADN de una bacteria. Y así ocurrió, y quedó guardada ahí en el tiempo. En Argentina se hizo el experimento con el himno nacional, y el segundo tema que está guardado en un freezer en esa universidad es “Viajante” de Tremor. Así que, pensando en un futuro, tenemos eso congelado (risas).