Un dragón en potencia
Muchos pronosticaron que ocurriría en el 2019; otros fueron más conservadores y dijeron que sería en el 2025. Pero la realidad es que, un reciente estudio publicado por el Banco Mundial afirma que la economía china superará la de Estados Unidos, tan pronto como este mismo año. El hecho convertirá al gigante asiático en la Primera Potencia Mundial, puesto que ha ostentado Estados Unidos desde 1872 cuando superó a Gran Bretaña.
Por los pasados años la República Popular de China ha sido el foco de atención tanto de empresarios como de académicos y representantes gubernamentales. El nivel de crecimiento que esta economía ha logrado mantener por cerca de 30 años es uno de los fenómenos más revolucionarios de los últimos tiempos. Mientras que décadas atrás era un país pobre donde cerca de 40 millones de personas morían de hambre, hoy se disputa su liderato como la economía más grande y una de las potencias más poderosas del mundo. Incluso, se le ha llamado el milagro económico.
La proeza comercial de China ha sido estimulada por un envidiable crecimiento económico de alrededor del 10% anual en las últimas tres décadas. Los avances sostenidos han impulsado la nación a la cima de las principales potencias económicas; han generado riqueza para su creciente clase media y ha aumentado el comercio mundial. El país, antes conocido por su producción de textiles y productos industriales ligeros, se ha diversificado y ahora también fabrican productos más sofisticados, incluyendo los más novedosos dispositivos de alta tecnología. El comercio bilateral con Estados Unidos ha crecido hasta el punto de crear dependencia mutua. Al presente, Estados Unidos mantiene con China casi el mismo intercambio comercial que tiene con su vecino Canadá. En el 2013 el intercambio comercial de China ascendió a 4.2 billones de dólares, superando a Estados Unidos y convirtiéndose en el líder del comercio mundial. Sin embargo, el intercambio comercial no es la única área que los chinos han llegado a dominar. Dada la creciente demanda de combustibles, el gigante asiático sustituyó a Estados Unidos como el mayor importador de petróleo a finales del año pasado.
A pesar de su crecimiento y desarrollo, no todo es color de rosa para la economía, sociedad y política de China. Además de sus grandes fortalezas, hay que destacar muchas debilidades que afloran dentro del país más poblado del mundo. Entre las principales, figura la cantidad de créditos vencidos y no recuperados que poseen los bancos, el incremento del desempleo y el subempleo, la gran desigualdad territorial, el continuo envejecimiento de su población y la abrupta contaminación ambiental. Sobre este último nótese que siete de las ciudades más contaminadas del Mundo están en China y cada año mueren entre 500,000 a 750,000 personas prematuramente por esta causa. No es de extrañar, tampoco, que tanta riqueza también haya promovido la codicia y corrupción entre algunos líderes chinos. Ya varios funcionarios importantes y sus familiares han sido acusados por poseer fortuna de dudosa procedencia.
Sin embargo, lo que para muchos implicaría celebración con bombos y platillos para el gobierno chino no lo es. La divulgación del informe del Banco Mundial no fue bien recibida en China, cuyos dirigentes ignoraron el estudio. Los chinos no quieren ser vistos como la primera potencia. Incluso, están muy preocupados con las implicaciones políticas que esa clasificación tendría para ellos.
Muchos se preguntarán, ¿cuál es el temor del gigante asiático en convertirse en la primera potencia mundial? Para el gobierno chino el título de Primera Potencia Mundial es un arma de doble filo que vendría acompañado de obligaciones internacionales complejas. Probablemente China estaría forzada a aportar más ayuda para el desarrollo mundial y a pagar cuotas más altas a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Como superpotencia, se debilitaría su posición negociadora en las conversaciones sobre el cambio climático, tendría una mayor responsabilidad sobre el tema y estaría obligada a dar ejemplo mundialmente. A nivel nacional, la reacción del pueblo sería exigirle al gobierno chino que invierta más en los servicios sociales y en el medio ambiente. Tendrían que aumentar los salarios y la accesibilidad de servicios médicos de mejor calidad, tema muy delicado tanto para el gobierno como para los empresarios chinos.
Aunque China ha hecho enormes progresos sobre la sofisticación tecnológica, la innovación y el desarrollo del sector financiero sigue muy por detrás de Estados Unidos y otros países. Otro factor que pone a temblar a los dirigentes chinos es la competitividad en esta industria.
Ante esto, todavía existen muchas interrogantes sobre la posible elevación de China como Primera Potencia Mundial. Un país con ingresos medios, como China, ¿podrá llegar a ejercer el liderazgo global? En los últimos siglos, los países dominantes, como Gran Bretaña y Estados Unidos, han sido países sumamente ricos. Para muchos, la economía de Estados Unidos es todavía dos veces mayor que la China. En lo que respecta a capacidad adquisitiva, China todavía es un país relativamente pobre. Los ingresos per cápita apenas equivalen a una quinta parte de los de Estados Unidos.
Por otra parte, ¿será posible tener al frente de la economía mundial a un país sin un sistema político democrático, donde miles de personas son detenidas y condenadas cada año por ejercer el derecho a la libertad de expresión y a la libertad de religión? Un dato que refleja esta realidad es el aumento continuo de controles gubernamentales a los medios de comunicación, incluida la Internet. Con el auge de las redes sociales, el control, la regulación y la censura se han extendido a autores de blogs y propietarios de sitios web. Las personas que suben información controversial contra el gobierno corren el riesgo de ser detenidas, procesadas y encarceladas. En China centenares de palabras, como “democracia” y “derechos humanos”, están prohibidas en los mensajes de texto de los teléfonos móviles.
¿Habrá llegado la hora del dragón para dominar la economía mundial? No hay país perfecto, mucho menos potencia mundial que lo sea. Con sus defectos y virtudes, ¿el mundo estará preparado para tener al gigante asiático como líder mundial? O mejor dicho, ¿estará el gobierno chino listo para enfrentar su más importante reto? Solo el tiempo y la historia lo dejarán saber.