Made In Taiwan
Para la década de 1980 recuerdo cómo muchos de los productos que llegaban a Puerto Rico decían Made in Taiwan y no necesariamente Made in China. ¿Son lo mismo Taiwán y China? Aunque muchos lo desconocen, el nombre oficial de la primera es República de China y la segunda se llama República Popular de China. Ambas se hacen llamar China y comparten una historia, idioma y costumbres, pero en realidad no son lo mismo ni se escriben igual.
La isla de Taiwán, que se encuentra a unos 100 kilómetros de la costa del sureste de China, ha sido el hogar de varias tribus indígenas durante siglos. Sin embargo, comenzó a estar bajo el control del imperio chino por primera vez en el siglo XVII. En 1895 se convirtió en colonia japonesa, después de que el imperio Qing perdiera la Primera Guerra Chino-Japonesa. Algunos años después, en 1945, Japón fue derrotado en la Segunda Guerra Mundial y China logró recuperar la isla. No obstante, durante la Segunda Guerra Mundial, China vivió una Guerra Civil que se desarrolló entre 1927 y 1949, donde se enfrentaron el Partido Nacionalista y el Partido Comunista. Guerra que fue interrumpida de 1937 a 1945 por la Segunda Guerra Chino-Japonesa y la Segunda Guerra Mundial. En el Partido Nacionalista se destacaron líderes como Chiang Kai Shek y Bai Chongxi. Mientras, los principales líderes del Partido Comunista fueron Mao Zedong y Zhu De.
La Guerra Civil en China finalizó en octubre de 1949 con la victoria del Partido Comunista. Cuando los comunistas ganaron, Chiang Kai Shek y el Partido Nacionalista aprovecharon y se establecieron en Taiwán, donde gobernaron durante varias décadas y declararon ser la legitima República de China, nombre que Taiwán ha conservado. Mientras Mao Zedong, al otro lado, proclamó la creación de la República Popular China. Desde ese momento parecen existir dos China; o como otros suelen decir, ha estado dividida bajo dos gobiernos diferentes, cada uno ocupando su espacio. Para muchos, la actual división no solo fue el resultado de la Guerra Civil, sino de la influencia internacional ideológica que se vivió en aquellos momentos. Con el tiempo, Taiwán adoptó un gobierno democrático y China uno socialista.
Pero, el asunto es más complejo. Por años la República Popular de China no tan solo ha visto a su vecino Taiwán como ese hijo rebelde que abandona la familia, sino también como un territorio que les pertenece. Por otro lado, cada día los habitantes de Taiwán -en especial los jóvenes- se sienten más independientes y diferentes a los de la República Popular de China. A nivel internacional y diplomático muchos países oficialmente solo reconocen a uno de los dos como la verdadera China, pues no pueden existir dos China. Hoy en día, sólo 12 países, más el Vaticano, reconocen oficialmente a Taiwán. Incluso, Estados Unidos comenzó reconociendo diplomáticamente a Taiwán, pero en 1979 cambió su postura y comenzó a reconocer a la República Popular de China como la única China. A pesar de esto, Estados Unidos sigue siendo el aliado más fuerte de Taiwán, le vende armas y ha insinuado que le ayudaría en caso de un ataque militar chino.
Aunque por años la situación y relación entre ambos países, se ha mantenido en relativa calma, recientemente Taiwán -o la República de China- eligió a un nuevo presidente: Lai Ching-te. ¿Qué significa esta elección? Para muchos, estas pueden ser las elecciones que cambien el mundo. Su victoria le dio al Partido Progresista Democrático (PPD) un histórico tercer mandato consecutivo, una preocupación y desaire para la República Popular de China que siempre ha querido ‘unir’ o recuperar el territorio de Taiwán.
Por años, la República Popular de China constantemente ha ejercido presión para que más países no reconozcan a Taiwán ni le presten apoyo diplomático. Incluso ha hablado de una reunificación paulatina y pacífica como objetivo a largo plazo para ganarse la confianza de la población de Taiwán. Sin embargo, el presidente chino, Xi Jinping, ha utilizado amenazas y ha dicho que la reunificación debe ocurrir lo antes posible.
Muchos expertos y analistas han especulado sobre una posible invasión de la República Popular de China a Taiwán, que bien podría generar una gran guerra. Si China asedia a Taiwán y toma el control de la isla, tendría poder absoluto en el Pacífico Occidental. Más aún, gran parte de la electrónica del mundo, desde teléfonos hasta automóviles eléctricos, funcionan con chips de computadora fabricados en Taiwán. Tanto así, que una sola empresa taiwanesa, la Taiwán Semiconductor Manufacturing Company, acapara más de la mitad del mercado mundial en este renglón. Al China invadir a Taiwán obtendría el control de una industria que impulsa la economía mundial y razones de sobra para rivalizar y superar a Estados Unidos.
No es un secreto que China es el segundo país que más gasta en defensa militar después de Estados Unidos. En una confrontación militar, las fuerzas armadas de China superarían significativamente a las de Taiwán. En el mejor de los casos, Taiwán podría intentar frenar un ataque chino, impedir el desembarco de fuerzas anfibias en la costa y organizar ataques de guerrilla mientras espera ayuda exterior. La pregunta es: ¿cuál ayuda exterior? ¿Esa ayuda vendría de Estados Unidos?
Las relaciones entre Estados Unidos y China han continuado en ascendente deterioro en los últimos años. Y es importante recordar que Taiwán se encuentra en una zona estratégica crucial para la política exterior estadounidense. Pero, igualmente, por décadas Washington no ha sido claro sobre si defendería a Taiwán en caso de un ataque, cómo lo haría y hasta donde estaría dispuesto a llegar.
A los elementos políticos, económicos y diplomáticos también hay que añadirle el asunto de identidad. Cada día Taiwán, y los jóvenes nacidos allí, buscan una identidad propia cada vez más alejada de China. Algunos no necesariamente se sienten chinos ni les interesa pertenecer ni estar controlados por China, situación muy parecida a la de Hong Kong. Pero, a su vez, hay una generación de jóvenes ambivalentes, que desconfían de las cuestiones de identidad. Ellos se sienten taiwaneses, pero no ven la necesidad de que Taiwán se declare independiente. Desean la paz con China, quieren hacer negocios con ella, pero no quieren formar parte de ella. Por su parte, al gobierno chino le preocupa cada vez más la consolidación de una identidad taiwanesa que frustre las posibilidades de una reunificación pacífica con el continente.
China advirtió antes de las elecciones que la victoria de Lai Ching-te traería guerra y decadencia a Taiwán. Aunque China no envió aviones y buques de guerra inmediatamente después de las elecciones sí se han detectado globos chinos espías sobrevolando en los alrededores el territorio taiwanés. El nuevo presidente ha respondido prometiendo fortalecer las capacidades de combate asimétricas de Taiwán.
Por ahora, no vislumbro una invasión de China a Taiwán, ni una guerra. Espero no equivocarme. A ninguno de los dos países le conviene, mucho menos a China que atraviesa por momentos difíciles y otros retos. Más aún, invadir a Taiwán puede hacer lucir muy mal al gigante asiático. Los dos países saben lo que tienen y hasta dónde pueden llegar. Sin embargo, no olvidemos que antes del Made in China estuvo muy presente el Made in Taiwan; y aunque el Made in China parezca más importante, Taiwán tiene el dominio en ciertas industrias electrónicas. Entonces, ya se verá cómo la historia, la lucha por una identidad y los recuerdos de Mao y Chiang Kai Shek influyen en nuestros tiempos.