Visas americanas son discriminatorias y restringen la libertad de cátedra
Hace unos meses, Andrew Ross, profesor de New York University, fue negado la entrada a los Emiratos Árabes Unidos por motivos ideológicos. El incidente puso la libertad académica en el mundo árabe bajo un microscopio, pero la cobertura en la prensa no reconoció que los EE.UU. también niega la entrada de académicos por razones no éticas. Cada año EE.UU. prohíbe que muchos estudiantes, profesores y académicos independientes entren en sus fronteras por razones basadas en economía, nacionalidad, edad y otras formas de discriminación. Las políticas de visas estadounidenses discriminan exclusivamente contra los ciudadanos de América Latina, Asia, África, y las naciones de mayoría musulmana. Los controles de visas estadounidenses son comparables a los Emiratos Árabes Unidos en su efecto sobre la libertad académica.
¿Cómo afectan a los participantes a los congresos académicos los controles de visas?
Este año, la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA, por sus siglas en inglés) llevó a cabo su congreso anual en San Juan, Puerto Rico. Más de mil profesores y estudiantes de instituciones latinoamericanas de educación superior participaron – casi todos tuvieron que obtener una visa de Estados Unidos con el fin de asistir.
Visa requerida para asistir a un congreso en EE.UU.
Cuidadanía:
Europa (European Economic Community) 0%
Australia, New Zelandia, Canadá 0%
Asia 96%
América Latina (excepto Puerto Rico) 98%
África 100%
naciones de mayoría musulmana 100%
El “US Visa Waiver Program” permite a los ciudadanos de varios países—incluyendo Canadá, Australia, Nueva Zelanda, y la totalidad de la Comunidad Económica Europa—entrar en los EE.UU. para congresos (o cualquier otra razón) con solo un pasaporte.
A medida que América Latina se excluye en gran parte de esta situación privilegiada, junto con la presentación de resúmenes y propuestas para paneles en LASA, muchos tuvieron que solicitar visas. Antes de embarcar en avión con destino a San Juan, cada individuo estaba obligado a pasar un examen en persona en el consulado o la embajada de Estados Unidos con jurisdicción sobre su lugar de residencia (dicha institución puede ser ubicada en un país que no sea el suyo). Como no hay una visa especial para los eventos académicos, los participantes tuvieron que aplicar para una visa no inmigrante de clasificación “B1/2”. El costo de la aplicación es $160.00 más $12.00 para programar la fecha del examen; estas tasas no se devuelven, sin importar si se concede o se deniega una visa. En algunos países, el 75% de B1/2 solicitudes de visado son rechazadas.
Durante mi estadía en la facultad de la Universidad del Azuay en Cuenca, Ecuador, varios colegas y estudiantes solicitaron visas B1/2 para asistir a un congreso en la Florida. Yo los acompañé al consulado de Estados Unidos en Guayaquil, dónde pasé varias semanas, observando entrevistas y recopilando datos de las personas que acababan de terminar los exámenes de visas. Tomé encuestas y tuve conversaciones sobre algunas cuestiones prácticas de las entrevistas personales, incluyendo la naturaleza de las preguntas planteadas, los documentos requeridos y el dominio de la lengua de los adjudicadores.
¿Cómo se siente tomar un examen de visa?
El consulado de Estados Unidos en Guayaquil, una ciudad costera a unas 150 millas al sur de la línea ecuatorial, tiene jurisdicción sobre la mayor parte de la costa ecuatoriana y la región sierra sur. Todos los días laborables cientos de candidatos hacen fila en la calle expuestos a la luz solar directa. Industrias particulares han surgido para enfriar, darle sombra y asegurarse de que los solicitantes no se caigan de la deshidratación. Uno por uno, se presentan en el lobby del edificio, donde los oficiales registran sus pasaportes, toman huellas digitales y fotos de cara; asimismo aseguran que su 172.00 dólares han sido pagados por adelantado. El tiempo de espera puede ser de ocho a diez horas. Incluyendo los viajes a Guayaquil, para los solicitantes de Cuenca (4-5 horas en auto desde el consulado) y puntos del sur, el proceso tarda generalmente tres días.
Las salas de exámenes para visas en las dos localidades del Departamento de Estado en Ecuador (en Quito y Guayaquil) en realidad son cabinas. Miden aproximadamente seis pies de alto y tres de ancho. El cónsul, que es ciudadano norteamericano, se encuentra en una plataforma de 18 pulgadas por encima de la persona siendo entrevistada y detrás de un divisor de vidrio a prueba de balas. Las preguntas son a través de un intercomunicador electrónico.
El examen no es nada especial: un solicitante entra; hay un breve saludo. El americano le mira de pies a cabeza a la persona. A veces hay una o dos preguntas acerca de sus intenciones en los EE.UU. En los nueve años que he estudiado estos intercambios, la entrevista más larga que observé era de unos 5 minutos. Muchas entrevistas duran menos de 30 segundos. El lenguaje corporal del solicitante indica la decisión de inmediato. Cada adjudicador realiza hasta 300 por día.
La falta de aptitud lingüística y cultural de los adjudicadores de visas
Adjudicador de visa es uno de los puestos de entrada en el Departamento de Servicio Exterior – y los entrevistadores suelen ser recién llegados a los países en los que trabajan. Ninguno de los jueces que conocí u observé en Ecuador dominaban la lengua española (a pesar de efectuar entrevistas en ese idioma) y solo uno mostró lo que describiría como una competencia adecuada para la comunicación profesional. Ningún adjudicador conversaría conmigo en español, a pesar de mis intentos de hacerlo. Cada uno había tenido por lo menos cinco meses de formación lingüística (o alrededor de un semestre de estudio) antes de comenzar la toma de decisiones para las visas.
En un cable diplomático publicado en Wikileaks, exjefe del Consulado Americano en Ecuador, Ruth D. Elvikis, se quejó de que muchos adjudicadores no pueden hablar ni entender el idioma en el que llevan a cabo las entrevistas:
Los funcionarios consulares en el campo se beneficiarían enormemente de estudio adicional, aunque solo sea en línea ….Recomendaría además que [los adjudicadores] reciban 30 semanas de estudio del idioma en lugar de 24. Un conocimiento sólido es absolutamente necesario en la ventana de visas, y a pesar del programa existente … 24 semanas de estudio a veces no es suficiente.
El Departamento de Estado pide que los solicitantes traigan invitaciones a EE.UU. (como confirmaciones de participación en congresos académicos), talones de pago, contratos de trabajo, títulos de propiedad y documentos similares. Sin embargo, los árbitros no están obligados a verlos y muchas veces no los revisan. Muchos aspirantes llegan en el consulado con montones de documentos financieros y sociales, cada uno notariado y preparado con esmero, y estos regularmente no son vistos por nadie: las decisiones se basan a menudo en el supuesto perfil del solicitante.
Visa Perfiles de rechazo
Los adjudicadores perfilan a los solicitantes por edad, sexo, estado civil y las finanzas percibidas. Jessica Vaughn, Oficial del Departamento de Estado, ha señalado, “Como los oficiales tienen un tiempo limitado para tomar una decisión – alrededor de dos o tres minutos … confían en supuestos pautas de comportamiento, es decir, perfiles, para ayudarles en la decisión de emitir o negar una visa”. Los perfiles se basan en cómo una persona se ve a la primera vista. “Es muy difícil para una persona joven o un adulto soltero calificar para una visa”, dijo Vaughn, “y casi imposible para alguien que está en desempleo”. Ella continúa diciendo que debido a que los oficiales tienen poco tiempo para tomar una decisión, “No pueden investigar a cada solicitante”. Los rechazos, según Vaughn, están basados en suposiciones porque, en realidad, “Existe poca evidencia sólida sobre los perfiles utilizados”.
Tres de mis cuatro colegas que solicitaron visas fueron aprobados y asistieron al evento en la Florida. El solicitante rechazado era un hombre soltero que acababa de terminar sus estudios. Tenía veinte y algo de años y aún no tenía trabajo. Él describió la experiencia como algo “traumático”; se sintió “menospreciado y humillado”; el evento en su totalidad fue “deshumanizante”. Otro colega fue finalista para un trabajo de profesor universitario en Utah y requería la misma visa para viajar a la entrevista en el campus. Dijo que estaba mucho más nervioso durante el examen de visa que la propia entrevista de trabajo (afortunadamente tenía trabajo y era casado cuando solicitó; finalmente consiguió la visa y el puesto de trabajo).
Discutí los perfiles que usan a medir a los aplicantes con Gregory Keller, vicecónsul y adjudicador en Guayaquil (HM: Herlihy-Mera, GK: Keller):
HM: ¿Las decisiones se basan a menudo en la supuesta edad del solicitante y en su supuesta situación económica?
GK: Sí. Los desempleados y los pobres, en general, no son elegibles para visas.
HM: ¿Se niega a la gente porque está en desempleo?
GK: Sí y no. Las personas son rechazadas porque no pueden demostrar que tienen la intención de regresar a Ecuador. En una entrevista, el solicitante deberá establecer vínculos suficientes a su lugar de residencia, que es muy difícil para las personas pobres o los que están en desempleo. Los vínculos son cosas como talones de pago, títulos de propiedades—pruebas que van a volver.
HM: Los europeos y canadienses que son pobres y en desempleo no están sometidos a estos controles. Estas personas son rechazadas a base de ser ecuatoriano y desempleados. De hecho es la nacionalidad que determina si la persona puede entrar en EE.UU. ¿No es así?
GK: Seguimos la ley. Nos adjudicamos a los ecuatorianos que solicitan visas. Los pobres y las personas en sus 20 años a menudo no son elegibles. La gente de Europa y Canadá están en una situación diferente.
Algunos oficiales del gobierno en Washington han ofrecido comentarios más matizados sobre cómo funcionan los perfiles de solicitantes. El Secretario de Asuntos Públicos, Timothy F. Ponce, dijo que el uso procesal de estos perfiles “no reflejan la política oficial del Departamento”. Muchos adjudicadores han expresado serias críticas sobre las políticas de visas: “No hay medidas de control de calidad”, dijo el adjudicador David Seminara, “se evidencia por el hecho de que el Departamento de Estado nunca requiere que los consulados lleven a cabo estudios de validación de visas”. Agregó que “los adjudicadores son evaluados en el número de solicitantes que entrevistan y su cortesía con los solicitantes, no en la calidad o corrección de las decisiones que toman….los gerentes prefieren velocidad en lugar de decisiones acertadas”.
Comentarios de personas recién entrevistadas
Un sentimiento común en las encuestas posteriores a la entrevista que recogí fue que los exámenes de visa hace que la gente se sienta degradada e insignificante. Las decisiones parecen arbitrarias y caprichosas. “El cónsul le habla a uno como que cree que hubieras hecho algo muy malo”, dijo una mujer. “Nos tratan como ganado”.
Muchos me dijeron y en las encuestas escritas que los adjudicadores no podían comunicarse en español. “Las palabras del cónsul estaban tan mal pronunciadas”, dijo un hombre, “que al principio no me di cuenta que estaba diciendo mi nombre. El cónsul no me podía entender en absoluto cuando le hablé. Tuve que repetir cada cosa una y otra vez”.
Los comentarios más comunes en Quito y Guayaquil se incluyen:
• Los adjudicadores no pueden hablar ni entender español suficientemente bien como para tomar decisiones informadas.
• Los adjudicadores actúan en caprichos.
• Las decisiones parecen estar en función de cómo se siente el americano ese día.
• La entrevista es demasiada corta para intercambiar información suficiente.
• Los cónsules no entienden la cultura ni el idioma local, y debido a eso, a menudo malinterpretan a las personas.
• Los cónsules son arrogantes y hablan con condescendencia a los solicitantes.
• Los cónsules no permiten que los solicitantes tengan una oportunidad para expresarse.
Le pregunté al portavoz del Departamento de Estado, Kenneth Chávez, acerca de la cuestión de la lengua: “¿Qué puede hacer un solicitante si el adjudicador no puede entender el lenguaje de la entrevista?” Su respuesta: “El solicitante puede volver a aplicar”. Volver a aplicar, por supuesto, es prohibitivamente caro y consume mucho tiempo, y un rechazo anterior (aunque sea de un cónsul que no podía comunicarse en el idioma en que se realizó la entrevista) es estampada en todas sus aplicaciones posteriores, por lo que las posibilidades de finalmente recibir una visa son aún más remotas.
Debido a que las entrevistas no se lleven a cabo en los EE.UU., no hay regulación gubernamental de ellas. Es decir, no hay supervisión ninguna del Congreso de los Estados Unidos sobre los procedimientos de visas. De hecho, las sub-agencias del Departamento de Estado (los consulados y las embajadas) no son financiadas por los contribuyentes o el gobierno federal, sino por lo que cobran de los ciudadanos no estadounidenses para las entrevistas y otros servicios. Eso significa que el pago de $172.00 por una entrevista de un minuto va para el sueldo del adjudicador.
La institucionalización de la desigualdad
Más allá de la institucionalización de la desigualdad y la fundación de una jerarquía de nacionalidades mundiales, el procedimiento de visas es prohibitivamente caro, injusto y excluyente. Tiene muchas consecuencias no deseadas para los estudios académicos: la ley establece que solo los académicos de ciertas naciones pueden participar libremente en eventos académicos estadounidenses.
Este es un grave problema de la libertad académica. La política de Estados Unidos es clara: los académicos que no son ciudadanos de los países del “US Visa Waiver Program” que son pobres, en desempleo, o en sus 20 años, no pueden asistir a congresos en los EE.UU. A pesar de la protección federal contra la Discriminación por Origen Nacional, el sistema de visa de Estados Unidos discrimina a nacionalidades específicas. Los candidatos a menudo les niegan la entrada no como resultado de sus propios defectos, sino por la naturaleza discriminatoria del examen en sí.
Parece que muy pocos universitarios estadounidenses son conscientes de cómo el gobierno habitualmente niega la entrada a académicos por motivos no éticos. El desconocimiento general acerca de esta situación ha dado lugar a algunas resoluciones bien extrañas sobre las visas de las asociaciones profesionales, como las de Modern Language Association (MLA) y la Asociación Americana de Profesores Universitarios (AAUP). Ambas han expresado su oposición a la exclusión ideológica. No hay lenguaje ninguno sobre otras formas de discriminación. ¿Por qué sucede esto? El hecho de que la prensa suele reportar solamente los casos de rechazos por razones ideológicas ofusca la gravedad de discriminación basada en la nacionalidad, edad, estado civil y/o económico. Debido a que hay muy poco conocimiento, hay muy poca acción.
En este momento parece que el “College English Association-Caribbean Chapter”, ubicado en la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez, es la única asociación académica en el espacio político de Estados Unidos que intenta asumir la discriminación de visas a través estructura de tarifas (miembros con visas B1/2 no tienen que pagar membresía) y subvenciones de viaje (hay becas disponibles solo para los que tienen visas B1/2).
Hasta que el “Visa Waiver Program” esté abolida, o los requisitos de visa de Estados Unidos son hechos universales para todos los no ciudadanos, AHA, LASA, MLA, AAUP, y todas las demás sociedades académicas deben celebrar sus eventos anuales en los países donde las políticas de visas sean equitativas para todos, independientemente de la ciudadanía. Si las convenciones anuales se llevarán a cabo en el espacio político de Estados Unidos, cada participante que requiere visa debe recibir una exoneración de $172.00 de su cuota (u otro crédito monetario) además de subvenciones que están disponibles solo para los académicos que necesitan visas para estar presentes en EE.UU.
* Este artículo fue publicado en University World News el 17 de julio de 2015.