35 segundos en «caída libre»
Al parecer, el fotógrafo puertorriqueño Ernesto Suárez busca insertarse en esa tradición de tipo profética, contestataria y anticolonial a través de su pieza «caída libre» o «Free Fall»; inaugurada en el mes de septiembre del año 2018 en el marco de la celebración del primer aniversario del paso del ciclón María. En su propuesta, Suárez nos ubica en un escenario que siempre ha sido asociado con la alegría y la diversión: La feria. Sin embargo, en medio de la euforia y la algarabía que estos lugares prometen producir, una oscura melodía en su fondo ya advierte la verdadera naturaleza del momento. Mientras transcurren las imágenes, los clásicos gritos vinculados al miedo ficticio y controlado que estos parques de diversión parecen provocar, van transformándose en sonidos que reflejan dolor, angustia y caos.
Es importante resaltar que en la primera parte de la pieza sobresalen dos imágenes cargadas de significado: el letrero iluminado «Free Fall» y la atracción de un carrusel. Nos parece interesante y sugestiva esta última, pues es de todes sabido que los carruseles, aun con su constante movimiento, no nos llevan a ningún lugar. Mientras la propuesta artística transcurre, se introduce la imagen de la estatua del conquistador Cristóbal Colón ubicada en el municipio de Arecibo; monumento que parece consagrar la legitimación de nuestra violenta historia colonial y que duplica el tamaño de la famosa «Estatua de la libertad» en el estado de Nueva York. Las palabras iluminadas «Free Fall» servirán para anticipar la imponente imagen, como queriendo vincular nuestra ¨caída libre¨ con la llegada de los conquistadores. A continuación de la irrupción de esta estatua, las sucesivas imágenes nos muestran, no solo el impacto de las fuerzas huracanadas sobre el país durante el año 2017, sino las reacciones y protestas desatadas en la población durante ese mismo año ante las políticas económicas de austeridad impuestas por la junta de control fiscal, organismo nombrado por el congreso de los E.U. y que amputó de nuestra constitución la facultad de controlar nuestra política fiscal y económica.
De esta forma, Suárez procura ver en estos eventos las múltiples violencias que ha ejercido el proyecto colonial neoliberal en Puerto Rico, viendo en el fenómeno atmosférico una metáfora sobre la opresión y destrucción ejercida por parte de la metrópoli estadounidense. El despliegue de las intensas y oscuras imágenes es atravesado por una pregunta y un terrible anuncio: What did you see out there? (¿qué ves allá fuera?), y luego: The kitchen is gone, the dining room is half gone¨ (la cocina se fue, el comedor se ha ido a la mitad). La pregunta se repite en tres ocasiones como queriendo interrogar a la espectadora y al espectador (¿Qué ves allá fuera?). La pregunta constante persigue iniciar una reflexión en todes los que observan, con la esperanza de que genere algún tipo de reacción. En entrevista, Suarez nos dirá que mucho del trabajo realizado por él es diseñado para provocar un emplazamiento y una respuesta. Durante el tiempo que transcurre la insistente pregunta, se interpone una mala noticia: tanto la cocina como la mitad del salón comedor se han ido. La terrible fuerza del viento huracanado devastó un lugar sagrado. Un lugar que simboliza la acción ratificadora del derecho a la vida: comer. Estas expresiones que acompañan la oscuridad y los gritos son verbalizados en el idioma inglés, como si un otro colonizador con lengua extraña observara el desastre desde la distancia.
Como contraste, Suárez también manejará su pieza en clave de luz. En su propuesta podemos ver que la tiniebla (principal protagonista), es obligada a ceder espacio ante los destellos de luz. Aunque la presencia de la luz no logra imponerse ni transformar totalmente la oscuridad, sí es suficiente para al menos aparentar la recuperación de una cierta noción de normalidad que se traduce en la construcción de un escenario analgésico. Esta combinación tinieblas-luz es utilizada por el artista para mostrar, por un lado, la dolorosa experiencia vivida como producto del colapso de la infraestructura del sistema eléctrico en Puerto Rico, y por el otro, la paulatina negación de una historia que contenía inmensidades aleccionadoras. El paso del huracán María por nuestro país nos mostró con crudeza la perversa naturaleza de nuestra clase política, la develación de un Estado fallido, el desprecio imperialista en papel toalla, la porfiada determinación de nuestra gente, el nacimiento de las infrapolíticas mediante la auto gestión y la organización, y la urgente necesidad de re-pensarnos geo y sociopolíticamente.
Sin embargo, y según Suárez, todo el caudal de lo aprendido, parido en la matriz del caos, sufrió una amnesia progresiva en la medida que cada poste del alumbrado eléctrico comenzaba a garantizarnos nuevamente nuestra frágil y peligrosa inmediatez. Cada cable, cada bombilla inundada por la carga eléctrica, devolvía a la covacha del olvido tanto lo sufrido como lo aprendido, sumergiéndonos en ficticias estabilidades, carruseles, toboganes y castillos inflables. Entonces, desde la reflexión que realiza, el dolor no se logró traducir en transformación, mostrando así los clásicos efectos de las enfermas relaciones coloniales, donde el colonizado(a) opta por seguirse viendo como una víctima que necesita de un externo salvador antes que culminar su deber liberador. Por el otro lado, la lectura realizada por Suarez a través de su pieza sobre nuestra actual dinámica caótica-circense, aunque revestida de frustración, decide no renunciar a la esperanza mostrando de forma subrepticia a la resiliencia como posibilidad. El y la espectadora avisada podrán atrapar mediante la escucha alerta la expresión que, aun en el idioma del otro colonizador, históricamente ha visibilizado los reclamos dignificantes: The wallshelves is still standing».
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[1]Lissette Rolón Collazo y Beatriz Llenín Figueroa, ¿Quién le teme a la teoría? (Cabo Rojo, Editora Educación Emergente, 2010), 29.
[2] Rolón Collazo y Llenín Figueroa, ¿Quién le teme a la teoría? , 28.