Beauty and the Beast: de Cocteau a Disney
Muchos que vean esta nueva versión de Disney recordarán la producción de 1991 en la que se usaron dibujos animados para crear una película que alcanzó un sitial especial en la historia del cine: la primera cinta “de muñequitos” en ser nominada como mejor película del año, y logró ganar el Oscar por su música y su canción principal. Además, su triunfo en la taquilla fue tal que también fue la primera cinta de dibujos animados en convertirse en un musical en Broadway. No tuvo tanto éxito crítico como el filme, pero estuvo en cartelera por más de una década. La música ayuda porque es placentera y memorable, y la han interpretado artistas de primer orden.
El presente filme cuenta con un elenco estupendo que encabeza con gracia Emma Watson como la Belle del título y Dan Stevens (con un maquillaje bestial) como la Bestia. Pero andan por la cinta los cuerpos o las voces de Kevin Kline, el padre de Belle, Ewan McGregor como Lumiere, el candelabro más diestro de la historia; la gran Emma Thompson como la señora Potts, la tetera de más recursos en el reino; la extraordinaria Aura McDonald como Madame de Graderobe, quien se ha convertido en una coqueta que hace mejores vestidos que los Ives Saint Laurent; Stanley Tucci como Maestro Cadenza, un clavicordio que muestra su forte cuando se necesita, e Ian McKellen como Cogsworth, un reloj que hace mucho más que dar la hora. Todos, excepto Tucci, cantan… ¡y cómo! También están Luke Evans como el insoportable narcisista y embustero (…no, ese no) Gastón, que pretende a Belle; y su escudero sanchopanzino LeFou (Josh Gad). Este último ofrece momentos especiales de gran hilaridad. Su adoración por el capitán y, más tarde, su baile con otro hombre han causado comentarios ridículos y retrógrados sobre el hecho que puede que prefiera a los hombres sobre las mujeres.
Los números musicales son hermosos, graciosos y paródicos, y, a veces, over the top, con referencias hiperbólicas a Busby Berkeley y las extravagancias de los musicales de Warner Brothers y MGM de los 30 a los 50. Pero son divertidísimos y los propulsa la música de Alan Menken, quien compuso la partitura original. La mayoría de ellos son el resultado de animación y de efectos especiales, pero el baile que sirve de preámbulo a la escena de la llegada de la bruja, es de una hermosura sobrecogedora y de una elegancia sublime.
Todas las actuaciones son de gran nivel, pero me pareció que Watson es la revelación actoral en la película. Acostumbrados como estamos a verla en las películas de Harry Potter, como una niña bruja, por fin la vemos como una actriz adulta y madura que no tiene titubeos ante un elenco de una experiencia y un talento atemorizante.
Me gustó mucho el filme pero no pude dejar de pensar en La Belle et la Bète de 1946 escrita y dirigida por el poeta y artista Jean Cocteau. Los cambios en la trama de aquella a esta son notables pero no alteran el simbolismo ni la moral del cuento (el amor es lo que triunfa). En ambas, el padre de Belle se roba una rosa, lo que causa la aparición de la Bestia y resulta en el cautiverio de la muchacha. Josette Day fue una Belle etérea quien, al llegar al castillo pasa por una larga fila de candelabros, que son brazos humanos, en un silencio que acentúa el misterio del lugar encantado. Unas cortinas flotan en el aire según Belle parece también flotar a lo largo de un corredor en tinieblas. No hay gran tecnología involucrada en crear la ilusión de magia que inmediatamente percibimos. Cuando Belle ve la Bestia y se desmaya, percibimos el primer gran cambio entre la muchacha de 1946 y la de 2017: la de ahora es más independiente y menos sumisa y está, como debe ser hoy día, más capacitada para aceptar la aparición de algo horrible. Aquella, sin embargo, es más romántica y etérea. Según la Bestia lleva a Belle en sus brazos a un aposento sus ropas cambian por acto de magia, y en claroscuros maravillosos (Cocteau ya había visto “Citizen Kane”) la sensualidad y el misterio llegan a niveles artísticos inesperados de lo que en la época era una cuento de hadas para adultos. La película de hoy día es un cuento de hadas para niños, aunque puede tocar a todo al mundo que permita que su imaginación lo transporte. Es un filme producido para romper récord de taquilla. La película de Cocteau se produjo para hacer arte. Es evidencia también de lo que ha cambiado el mundo.
Como se podrán imaginar, el maquillaje de la Bestia en 1946 no era tan grandioso como el de 2017: este tiene cuernos de carnero, piernas y cola de león; el de 1946 estaba inspirado más bien en el de un lobo. En el filme francés Jean Marais, a quien se le consideraba -además de gran actor- uno de los más apuestos galanes del cinema, era la Bestia. Sin embargo, cuando por el amor de Belle se convierte en el príncipe, Greta Garbo exclamó: “Give me back my Beast!” Simplemente explicado: no es la belleza externa, sino lo que se lleva adentro. Es la otra enseñanza de esta historia que ya es un clásico. Lleven la familia y escuchen.