“Hay un nuevo mundo con viejos métodos”
En el amplio e imponente salón del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se destaca un mural al óleo. En el centro hay un fénix, que simboliza la reconstrucción del mundo tras la Segunda Guerra. En la parte inferior hay figuras oscuras, arriba hay gente contenta y colores luminosos, la esperanza de un futuro mejor. Los conflictos siguen existiendo, pero el momento histórico que representa ese cuadro y el que llegó luego, durante la Guerra Fría, quedaron atrás. Algo de esto dijo la presidenta Cristina Kirchner al hablar en el debate abierto organizado por la Argentina: “Tenemos un nuevo mundo y no se puede enfrentar un nuevo mundo con viejos instrumentos y viejos métodos”. Se refirió así a la necesidad de hacer cambios en el funcionamiento del organismo para que no haya países privilegiados a la hora de tomar decisiones y de cumplir con las disposiciones. De esta forma, volvió a quejarse porque el Reino Unido no se sienta a dialogar sobre la soberanía de las Islas Malvinas a pesar de que existe una resolución del organismo internacional que así lo demanda.
La Presidenta encabezó un “debate abierto” en el Consejo de Seguridad, el máximo órgano de Naciones Unidas. Su función, según la Carta del organismo, es mantener la paz y la seguridad internacionales. En la práctica, es donde se toman las decisiones importantes y sus resoluciones tienen carácter obligatorio para todos los países que integran la ONU. Tiene cinco miembros permanentes: Estados Unidos, Francia, el Reino Unido, Rusia y China (las potencias ganadoras de la Segunda Guerra) y diez no permanentes. La Argentina fue elegida el año pasado para ocupar una de esas bancas durante 2013 y 2014. En agosto ejerce además la presidencia del Consejo, lo que supone proponer un plan de trabajo. En ese contexto es que CFK invitó a un debate abierto sobre “La relación entre las Naciones Unidas y las organizaciones regionales y subregionales en el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales”. Poner este tema bajo discusión le permitió a la Argentina convocar a la Unasur y Celac, organismos regionales de los que forma parte el país, para que hablen en el Consejo de Seguridad, donde nunca habían tenido la palabra. También participaron del evento la Liga Árabe, la Unión Africana, la Unión Europea y la OEA (fue el secretario general José Miguel Inzulsa). En total, acompañaron a CFK catorce cancilleres de todas partes del mundo, en buena medida de Latinoamérica, lo que fue destacado por algunos oradores e interpretado como un fuerte respaldo a la Argentina. También estuvo presente el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
El debate lo abrió Fernández de Kirchner con unas palabras protocolares. Allí anunció el tema –que obviamente todos conocían– a los invitados y se aprobó una resolución o declaración de la presidencia en nombre del Consejo. Cada vez que cumplía con uno de estos pasos, debía hacer bajar y sonar un martillo de madera, como un juez inglés o norteamericano después de dar su veredicto.
CFK volvió a hablar en calidad de presidenta de la Argentina y no del organismo. Así fue que expresó algunas cosas no tan cómodas de escuchar para quienes son los “dueños de casa”. Algunas de estas opiniones las había tratado durante la reunión con Ban Ki-moon y las había transmitido a los periodistas cuando terminó el encuentro. Pero esta vez las sostuvo ante los representantes de las potencias cuestionadas. Su discurso contrastó con las lecturas, en su mayoría monocordes, de muchos de los embajadores que hablaron durante la mañana. Por la tarde, cuando participaron los cancilleres latinoamericanos, se escucharon discursos en línea con el planteo de la Argentina que, incluso, generaron réplicas por parte de Estados Unidos y el Reino Unido. CFK comenzó con el relato de algunas experiencias de la Unasur y Celac en situaciones de conflictividad. Habló de la intervención –como Grupo de Río, antecesor de la Celac– en el conflicto entre Ecuador y Colombia y en los intentos desestabilizadores contra Evo Morales, en Bolivia, y Rafael Correa, en Ecuador.
“¿Cómo tomamos las resoluciones en la Celac o en la Unasur? Se toman por unanimidad cuando hay conflictividad y esto es lo que tenemos que distinguir. Cuando en la gestión de conflictos aparece el derecho de veto, la solución se torna mucho más difícil y por momentos imposible. Por lo tanto creemos que sería necesario revisar el funcionamiento de las instituciones en general de Naciones Unidas y en particular del Consejo de Seguridad, que responden a una lógica diferente, que fue la lógica de su fundación con posterioridad a la Guerra Fría. Ante el peligro de un holocausto nuclear, el derecho de veto era casi una salvaguarda. Terminada esta suerte de Guerra Fría y dado que los que estaban enfrentados están todos sentados en esta mesa y no tienen grandes conflictividades, creo que debemos repensar el funcionamiento de los organismos porque tenemos un nuevo mundo, una nueva realidad y no se puede enfrentar un nuevo mundo, una nueva realidad y nuevos problemas con viejos instrumentos y con viejos métodos, porque no nos van a dar una respuesta. Por eso creemos en la necesidad de elaborar consensos, consensos que no se basen en los intereses particulares de cada Estado que tenga el derecho a veto, sino en asegurar en serio la paz y la estabilidad”, dijo la Presidenta.
Luego, vinculó el estatus privilegiado de algunos países y la eficacia (o no) de las Naciones Unidas para resolver problemas y aprovechó para reiterar e reclamo sobre las Islas Malvinas. Así, citó la intervención del representante de la Liga Arabe, quien se quejó de que no se cumpliera con todas las resoluciones del organismo. En su caso, se refería a la vinculada con Palestina.
CFK dijo que “parece casi una obviedad” que todos los estados den cumplimiento a las resoluciones de Naciones Unidas, pero que “el rasgo distintivo ha sido muchas veces que quienes se sientan en este ámbito y porque son miembros permanentes y con derecho a veto, utilizan esta facultad que les otorga reglamentariamente la Carta de Naciones Unidas, el reglamento del Consejo de Seguridad, pero son los que obturan la verdadera resolución de los conflictos”. Allí mencionó el hecho de que el Reino Unido no acepta sentarse a dialogar sobre Malvinas con la Argentina, aunque así lo establece una resolución de la ONU.
“Ser eficaces en la gestión es mediar y otorgar una solución a esa mediación, sobre todo cuando la mediación ha sido objeto también de una resolución”, señaló también la Presidenta. El lunes cuando pidió a Ban Ki-moon que intercediera nuevamente en esta controversia, el secretario general le dijo que lo veía “muy difícil” debido a la negativa de Londres. La Presidenta también mencionó el escándalo desatado por la revelación del espionaje cibernético llevado a cabo por Estados Unidos. No mencionó directamente el tema ni el país, pero reiteró “la necesidad de establecer regulaciones de carácter global para asegurar la soberanía de los estados y la privacidad de los ciudadanos en el mundo ante hechos que son de público y notorio conocimiento”.